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國ᐢㅤ𝐝ㅤ ִֶָ solo será temporal

Se abrazaron el silencio hasta que ya no quisieron derramar una lágrima más.

Johnny beso sus mejillas, su pequeña nariz y sus esponjosos labios, aprovechando que no podría hacerlo mañana. Tomó su rostro, haciendo que Ten lo mirara, con ojos cansados de llorar, aún así sonrió.

— ¿Puedo amar a alguien en tan poco tiempo? — murmuró el mayor, aunque fue un pensamiento que se escapó. Ten sonrió, escondiendo sus ojitos tras sus mejillas.

— El corazón no pide permiso para amar, hyung. Tampoco pide tiempo— dijo—. Además... Somos predestinados, Johnny hyung, ya nos amábamos, sólo necesitabas darte cuenta...

Johnny no pudo sonreír del todo. No sabía si aquello era muy injusto, o muy justo. Ten era demasiado para él, alguien tan dulce, tan tierno, con esa apariencia digna de un ángel, con el don de ser un adorable amigo peludo a voluntad... Alguien así no merecía un delta como él, una vergüenza de alfa, un don nadie en el mundo.

Tenía toda la suerte del mundo por sólo conocerlo, y no se iba a cansar de repetirlo, porque era la única certeza que tenía en ese momento.

— Ten — lo llamó, el tono hizo que el omega borrará su sonrisa—, hay personas que nunca encuentran su predestinado... Hay quienes ni siquiera tienen... Yo... Creo que debes buscar a alguien mejor.

Ten pareció decepcionarse con sus palabras.

— No quiero a nadie más— dijo, con total seguridad, mirando directamente a sus ojos. Johnny negó ligeramente.

— No quiero que esto sea difícil.

— Nunca fue fácil, no pongas excusas.

— Bien— Johnny dió un pequeño suspiro—. No quiero que sea más difícil. 

Ten no dijo nada.

No quería rendirse, no podía rendirse, no después de haber llegado hasta ahí.

— ¿Sabes cuándo fue la primera ver que sentí tu olor, Johnny?

El mas rubio alzó una ceja, no sabía de a dónde ni a qué venía esa pregunta.

— Cuando viajé a Daegu para conocer a uno de mis pretendientes— dijo—, Moon Taeil, alfa, con olor a cerezas y menta un poco demasiado fuerte, al punto en que pensé que era así porque estaba en celo, y agradecí tener el collar por cualquier cosa que intentara conmigo. Pero no intentó nada. No estaba interesado, y tampoco en celo, su olor fuerte era una peculiaridad. Me dijo que necesitaría tiempo para saber si quería algo conmigo o no, y que había aceptado la reunión conmigo porque no tenía ninguna razón para decir que no. Pero todo ese día pasábamos hablando, y me habló de ti, mucho. 

Johnny se sentía un poco atacado por en informalismo, pero sabía que era una costumbre del omega, de cuando se molestaba.

— Me mostró tu habitación, Johnny — continuó—Taeil no le sentía, pero yo percibía perfectamente tu olor, en toda la habitación. Por primera vez sentí algo, mi lobo reaccionó a tu olor, quería mostrar sumisión y tuve que salir de allí para no agobiarme, no sabía lo que me pasaba... Pero mi lobo sí, sabía que había encontrado a mi predestinado, aunque no estaba allí, eso lo hizo desesperarse un poco. Y luego tu olor me persiguió varias días más, no sé cómo.  Y camino a otro pretendiente, pasamos cerca de aquí... Y sólo hice lo que mí lobo quiso hacer, corrí a buscarte — Ten sonrió—. Y aquí estás, aquí estamos...

Ten acercó su rostro al de Johnny , notó como el otro desvió la vista hacia sus labios.

— He conocido a muchas personas, pero sólo quiero a una— dijo, dejó un suave beso en los labios del otro. Johnny no sabía que había hecho para merecerlo.

Sus manos fueron por segunda vez en el día al collar, preguntándose cuánto tardaría en romperlo, aunque no sabía con qué, y tampoco quería correr el riesgo de lastimar a Ten. Cómo si leyera sus pensamientos, el omega negó.

— Ya intenté romper el collar antes— dijo—. No lo de hoy, en mismo día en que me lo pusieron, casi me corto el cuello.

Johnny suspiró. Apoyó su frente en el pecho desnudo del omega, sintiendo su aroma y escuchando sus latidos.

Con una sonrisa, comenzó a dejar besos pequeños por todo su pecho, haciendo carcajear a Ten por unas leves cosquillas. Johnny comenzó a inclinarse sobre él, tomando su cintura, llevando el cuerpo de Ten hacia atrás mientras el suyo se levantaba, hasta quedar con el omega acostado sobre la cama y él sobre su cuerpo. Se detuvo unos segundos a mirarlo, hasta sonreír, besar sus labios, apoderarse de su boca con su lengua, conforme sus manos iban bajando por el cuerpo del omega, dejando caricias, hundiendo sus dedos en la ligera capa de grasa de sus muslos y caderas, provocando cosquillas en ciertos puntos que interrumpían el beso para escuchar la risita de Ten .

Inconscientemente, las manos de Johnny se detuvieron sobre el vientre de Ten , acariciando con sus dedos pulgares. Separaron el beso para mirarse, y Johnny notó que los ojos del omega reflejaban la misma duda que él tenía. Johnny sintió el miedo de Ten ante esa idea, por lo que se apresuró a tomar sus mejillas para acariciarlas de la misma forma que lo había hecho con su abdomen.

— No voy a dejarte— dijo, en tono suave pero totalmente seguro. Ten negó, con una pequeña sonrisa en su rostro.

— Es muy pronto, es... Mi primer celo con la compañía de alguien...Ni siquiera soy mayor de edad...

"Carajo. Voy a ir preso" pensó.

Una risa nerviosa surgió de sus labios

—N-No... Pensé en eso cuando....— el nerviosismo subió a su rostro, haciendo que se ruborizara y apartara la vista de los ojos del omega, quién sintió ternura al verlo así.

— Follábamos, hyung— dijo—, dilo, sin vergüenza— añadió, con algo de burla.

— Mocoso insolente... — murmuró bajito.

— Insultas como abuelo— Ten rió. Johnny lo miró con el ceño fruncido, pero no pudo aguantar mucho sin que la risa de Ten le contagiara una sonrisa. Pasaron unos segundos en donde la broma perdió su gracia, donde cayeron en silencio de nuevo.

— Entonces... ¿Tendré que aprender a insultar como padre? — preguntó con delicadeza Johnny , intentando romper el silencio.

Ten negó.

— Es muy pronto para saberlo... No hay nada seguro— intentó convencerse a sí mismo—No se debe haber... Interrumpido por eso... Puede sólo haya terminado antes— añadió, refiriéndose a su celo.

Johnny asintió, pero más para consolar al omega que porque se lo creía.

— Tengo que irme esta noche... Y pasa esto...

Johnny vió las lágrimas acumularse en los ojos del omega, se apresuró a limpiarlas, repitiendo un "No" con suavidad.

— No llores, Ten , no es algo para llorar, no es algo triste... — se congeló un segundo cuando los ojos oscuros del omega chocaron con los suyos—. Un bebé no es nada feo. Es algo hermoso, que compartiremos juntos, Ten . Lo prometo.

El omega forzó una sonrisa. Aunque le gustaba pensar que no, que no podía estar embarazado, que no, que no, que no.... No lograba sacarse ese sentimiento del pecho, había muchas posibilidades.

— Es que... Ahora tengo menos ganas de irme.

A Johnny se le encogió el corazón, tardó un momento en hablar de nuevo.

— Sólo será temporal— dijo—. No sé cuánto, pero estaremos juntos de nuevo.

El lobo se esforzaba en recordar esas palabras, repitiendo las una y otra vez en su interior, visualizando el rostro de su alfa, recordando su voz, sus manos, el cómo lo hacía sentir, consolando se con eso mientras movía sus patas con velocidad. 

Lloraba en su interior, aullaba con ese mismo lamento, buscando una patrulla policial, o un auto negro, intentando que el olor de su tristeza no tapara su olor propio. No pasaron muchos minutos, en donde corrió por varias cuadras, hasta encontrar lo que buscaba, deteniéndose a aullar a pocos metros de la patrulla.

— ¿Lee Ten ?— escuchó, mirando al hombre de traje que acompañaba a un policía.

"Por desgracia, sí" pensó para sí mismo.

Agachó su cabeza, mirando al suelo, mostrando sumisión. No quería pelea, no quería forzar más nada. Sólo se dejó cuando ataron su cuello con una correa, cubrieron su cuerpo con una manta, pero se negó a cambiar de forma, moviendo su cabeza cuando se lo pedían.

No quería hablar con nadie, su forma animal era una excusa para no entablar ninguna conversación.

La camioneta que lo recogió, dónde también se había subido con él el mismo hombre de traje que lo encontró, no lo llevó hasta su casa, sino que continuó el camino que había dejado días atrás.

Rumbo a la casa de otro de sus pretendientes.

Había vuelto demasiado rápido a la rutina.

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