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國ᐢㅤ𝐝ㅤ ִֶָ Futuro (epílogo)

— Lo están lavando, le pondrán ropa y luego lo llevarán al cuarto— le contó Johnny a la castaña del otro lado de la línea.

Caminando unos pasos por el pasillo, para luego voltear y caminar en sentido contrario, sin alejarse más de unos metros de la puerta de la habitación donde su pareja todavía estaba bajo los efectos de la anestesia.

El parto natural para los omegas hombres solía presentar bastantes complicaciones, por lo que siempre eran enviados a cesárea, y Ten seguía durmiendo luego de la operación.

— Ajam... — escuchó decir a la chica, luego unos sonidos por detrás, creyó escuchar insultos—. Estamos preparando las cosas para ir hacia Daegu, ahora, Johnny, pásame la dirección correcta.

— ¿Tanto desconfías de mí, Jun? — No puedo confiar en alguien que me dijo que la cesárea era el veinte a las cuatro cuando resultó ser el cuatro a las veinte.

Johnny se quedó en silencio unos segundos.

— Te veo pronto, madrina— dijo, en vez de seguir la conversación, y cortó sin escuchar la despedida de la ojiverde.

Le mandó la dirección por mensaje, antes de guardar el celular en su bolsillo.

Volvió a entrar a la habitación, donde Ten comenzaba a removerse en la cama, aunque la anestesia seguía haciendo su efecto, haciéndolo sentir pesado y adormilado, abrió un poco los ojos para ver a Johnny, dedicándole una leve sonrisa.

Su alfa se acercó a él, sentándose junto a la camilla, tomando su mano, sonriendo, transmitiendo toda su emoción gracias al lazo.

— ¿Cómo te sientes? — preguntó.

Ten suspiró pesadamente.

— Me... Duele el estómago— se quejó—. Siento que bajé como la mitad de mí peso— vio hacia su abdomen, evidentemente diferente hacia unas horas atrás, llevó una mano hacia el pero hizo una mueca cuando tocó los puntos.

Johnny se apresuró a tomar ambas manos, sosteniéndolas con firmeza.Era sumamente común que la anestesia dejara algo atontados a los pacientes, pero la expresión confundida de Ten le daba ternura.

— Estás nervioso— declaró Johnny, luego de un momento en silencio.

Ten sólo asintió.

Johnny dejó besos cortos por todas las pequeñas y regordetas manos de su omega, hasta que vio su sonrisa asomarse.

— Estoy a tu lado, no te preocupes.

Ten asintió, aunque las palabras no lo calmaron mucho, porque Johnny siguió sintiendo el torbellino de emociones que perturbaban a su pareja; alegría, miedo, nervios... El omega no podía estar tranquilo.

Cuando la enfermera llegó, tirando del carrito-cuna donde estaba su querido cachorro, sus corazones se aceleraron.

Johnny se acercó a ella, quien detuvo el carrito para que él pudiera tomar a su cachorro.

Mirando al niño, vestido de simple blanco, lo tomó en brazos delicadamente, tenía una extraña sensación de que podía romperse con lo mínimo, era muy pequeño, liviano, muy hermoso, con las mejillas gorditas y unos pequeños ojos oscuros que lo miraban con curiosidad.

Se olvidó un poco de las sensaciones es en su pecho, perdiéndose totalmente en su lindo cachorro, cuando reaccionó, se volteó para mirar a Ten, quien seguía teniendo una expresión algo temerosa, pero aun así sentía la tranquilidad de Johnny, cosa que lo calmaba un poco.

Se acercó a él, agachándose un poco para que pudiera tomarlo. Por los puntos en su abdomen, no podía erguirse así que lo ayudó a apoyar al cachorro en su pecho, mirándolo con una sonrisa. Johnny sintió que estaba viendo lo más hermoso del mundo, las dos personas que más quería, juntas, por primera vez; no sabía si reír o llorar por felicidad.

Así que terminó por hacer ambas cosas.

El niño alzó las manitos hacia el rostro de Ten, tomando sus mejillas, apretándolas, haciendo reír a ambos de ternura.

— Disculpen— habló la enfermera con suavidad, sin querer interrumpir el momento—. Necesito el nombre del cachorro.

Johnny limpió un poco las lágrimas de sus ojos, para mirarla más claramente. — Felix— respondió.

15 años después.

— ¡Fe~lix~! — gritó la castaña, a unos metros de la puerta trasera hacia el amplio patio, donde, a lo lejos, podía ver al lobito, jugueteando con una pelota— ¡Ven a saludar a tu madrina!

El chico alzó las orejas hacia ella un momento, antes de voltear y correr hacia el lado contrario.

— Pinchi cachorro de mi- — Jun calló cuando encontró a Johnny mirándola, el chico no le permitía insultar, incluso si el cachorro no estaba cerca.

El que en un momento fue rubio, ahora con el cabello sumamente negro, alzó una ceja.

— Nada, que no dije nada— se excusó la alfa, lo empujó un poco para entrar de nuevo a la casa, donde Jade estaba tomando un té, sentados en la amplia mesa del comedor, hablando cómodamente con Ten.

— ¿No te hace caso? — preguntó la rubia.

Jun negó, suspiró pesadamente mientras se sentaba junto a la omega.

— Viajar urgente por la presentación de mi ahijado como omega y que no aparezca— se quejó.

— Espera que venga Chang, vendrá corriendo— dijo Ten, a lo que las dos chicas alzaron las cejas, sorprendidas.

— ¿Quién? — preguntaron ambas.

Ten cubrió su boca, dando cuenta que no tendría que haber dicho nada.

— Al menos le ganaste a Taeil— comentó Johnny, cambiando de tema, sentándose junto a Ten, mientras Jun fue junto a Jade, reaccionando luego de unos segundos.

— Eso es porque tengo que esperar a Jade y no a Minho— dijo—. Con ese chico puedes morir tranquilo.

Jade asintió.

— Me compadezco de Taeil— comentó la rubia.

— Hablando de compadecer— habló Ten de nuevo—. Me comentaron algo de tus nuevos inquilinos.

— Ufff— Jade se abanicó, en gesto dramático de acaloramiento—. Cuando la jefa me dijo de la pareja de un alfa y un beta no pensé que serían ellos, cuando ví a Jaehyun con esos músculos... Y ese culo... Y esa sonrisita. — Jade sonrió ampliamente, los demás rodaron los ojos con cansancio, la rubia ya había empezado a hablar de su ultimate crush.

Jade frunció un poco el ceño, pensando un momento.

— Me distraje, ¿Cuál era la pregunta?

— Te preguntaron por el Jaewoo, amor— contestó Jun.

— Oh, sí, sí... El idiota de Jungwoog no me reconoció— hizo una mueca—. No sé, es muy lindo y todo, pero parece un pesado, está todo el día encima de Jaehyun y puedo escuchar sus discusiones histéricas desde mi cuarto.

— Parece que no le fue suficiente que el Jung fuera echado por su familia y tuviera que hacer su vida por sí mismo— comentó la castaña, con fastidio.

— El otro día el alfa fue a hablar con el abuelo para preguntar si había trabajo en el supermercado— Jade habló rápidamente, recordando ese detalle de golpe—. Pero creo que es para Tae, él tiene su trabajo en no sé dónde.

— Creo que te compadezco más a ti que a Taeil— comentó Johnny, Ten rió un poco.

— Si ese beta llega trabajar conmigo, mi alfa tendrá que mantenerme— Jade palmeó con fuerza el hombro de Jun, haciendo que una mueca de dolor aparezca en su rostro.

— No me hagas recordar eso, por favor— habló la alfa, en tono de súplica. Jade bajó el cuello de su remera mostrando la marca.

— ¿Ves esto? ¿Tus colmillitos en mi hermosa piel, perra? Señal de que eres mí alfa, cuídame, mantenme, protegerme de soportar pesados como Jungwoog-

— ¿Terminaste la lista?

— No... Y cómprame cosas caras— la rubia sonrió, dando a entender que había terminado, Jun rodó los ojos.

Los otros dos vieron a las chicas con diversión, más que pareja, seguían pareciendo las mismas amigas que habían conocido por años, hasta el día en que anunciaron que compartían un lazo, aunque no habían explicado nada más de su relación.

La puerta fue golpeada, y Ten se levantó para abrir.

— Hablando del rey de roma— comentó Johnny, ya sintiendo el olor del alfa, al ver al pelinegro que había aparecido, quién le dedicó una reverencia como saludo—. Hola, Changbin.

Saludando de la misma forma a las dos chicas, abrió la boca para hablar, pero Johnny lo interrumpió.

— Felix está en el patio, está desnudo, así que espera a que se ponga ropa.

Ten le dedicó una mirada para que se calmara un poco, sabía que su alfa se ponía muy sobreprotector con su cachorro, y más estando Seo Chang Bin cerca.

Como si lo hubieran llamado, el lobo castaño asomó su cabeza desde el pasillo hacia donde estaban, pasando los ojos oscuros por cada uno de los presentes. Johnny lo miró como si estuviera a punto de hacer algo malo, el lobo bajó las orejas y giró por el pasillo rumbo hacia su cuarto.

— Toma asiento, Chang, Felix ya viene— habló Ten, en tono suave.

El pelinegro se sentó con expresión incómoda en la cabecera de la mesa, sintiendo la mirada fulminante de Johnny sobre él.

Ten golpeó a su alfa, para que dejara de asustar al chico.

Minutos después, el castaño apareció en el comedor. El chico no se parecía mucho a ninguno de sus padres, pero luego de un tiempo encontrabas detalles, como el eye smile, las manos pequeñas, sus lindas y redondas mejillas y las pecas (aunque en él eran muchas más) de Ten; en cambio, de Johnny había tomado un poco más su gusto por el color negro, y (a pesar que era un omega), podía hacer la misma mirada intimidante que Johnny cargaba casi todo el tiempo.

Sus padres lo obligaron a saludar con un abrazo a las dos chicas, aunque con sólo una mirada, le pidió a Ten ir con Chang afuera.

— Bien, pero luego vas a venir a pasar el tiempo con tu familia— habló el omega—. Tienes hasta que Taeil y Minho vengan.

— Oh, Seo— Johnny detuvo al alfa antes de que pudiera alejarse mucho—. Tennie no me deja ponerle un collar a Felix, pero no dijo nada de ponerle un bosal a quién esté cerca de él.

El chico tragó duro, algo intimidado. Felix rodó los ojos, tirando de su mano para ir hacia afuera. Ten no se contuvo en golpearlo, no le gustaba que Johnny fueron tan malo con el pobre Changbin, recordándole que no debía oponerse si su hijo era feliz con alguien.

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