國ᐢㅤ𝐝ㅤ ִֶָ cumple tu promesa
El sábado continuó con tranquilidad, con ambos sentados en la cama todo el día, hablando para conocerse mejor.
Johnny se sentía mucho más confiado y abierto hacia Ten, el omega ya había escuchado su mayor secreto, no había nada que fuera peor, así que no se contuvo en contarle otras cosas. Ten, por su parte, tampoco se había quedado atrás con sus anécdotas más personales.
Le había contado a Johnny que, para el resto de la familia Lee, Ten era una decepción, casi un error.
Haber nacido hombre y haberse presentado como omega era su gran error.
Su familia no lo aceptaba, no lo trataban mal, pero si de forma distante, y no lo consentían tanto como a sus hermanos, quienes tampoco eran malos con él, sino era más bien su madrastra (también alfa), quién presumía todos sus logros por ellos, y nunca se ahorraba la frase de "por ser un alfa exitoso".
Y él sólo era un omega.
Por eso pasaba todo el tiempo con su abuelita, madre de su madre biológica, quién tenía su casa en el mismo terreno que su familia, aunque bastante alejado de aquella mansión por el amplio patio trasero, en una parte con más árboles, plantas y pasto descuidado.
Su abuelita era la persona más dulce del mundo, y Johnny pensó que debía ser de ella de donde Ten había heredado toda esa misma dulzura.
Ella le había enseñado un montón de cosas de la naturaleza, además de cosas de cocina y cómo tejer, bordar o coser, alegando que eran cosas que "todo buen omega debía saber".
Ten no había ido a la escuela, siempre fue educado en casa por una chica beta, quién amaba tanto a su abuelita como él, ya que siempre estudiaban en la casa de la mujer mayor.
— Mi abuelita es la única persona que extraño, y me preocupa que esté mal por mi— dijo el omega—, aunque ella sabía que iba tras mi alfa, así que debe saber que estoy bien-— sonrió de lado, mirando a Johnny.
El más rubio no supo bien qué decir ante eso, así que sólo se quedó callado.
— Ella me enseñó el secreto de ser cambiaformas— añadió, bajando la cabeza hacia sus manos.
Johnny lo miró con curiosidad y atención.
— No es genético, como dicen mis padres o las otras personas... Cambiar a tu forma animal implica una conexión con tu lobo interior tan fuerte que son uno mismo, ambos funcionan al mismo tiempo y al cambiar de forma sólo... Dejas salir la imagen de tu lobo al exterior. Es algo que se fue perdiendo de a poco, cada vez las personas son más humanos e ignoran sus instintos, dejan de lado a su lobo porque se considera primitivo. Además, la falta de contacto con la naturaleza, el ser tan dependientes de la tecnología hace que nos apartemos de nuestra parte animal.
Johnny estaba un poco sorprendido. Vió el mohín en el labio de Ten.
— Por eso no importa qué tan alfa sea quién me ate— continuó Ten, su expresión era casi melancólica—, mis hijos saldrán tan normales y tan idiotas como los que quieren emparejarme si los crían como a los demás.
Johnny asintió, en silencio, no fue necesario preguntarle para saber que Ten había intentado decirle eso mismo a sus padres, pero no lo habrían escuchado. Con el hecho de tratarlo de menos por ser omega sabía qué clase de personas serían.
— ¿Tu abuelita también es una cambiaformas?
Ten lo pensó un momento.
— Sí, pero desde que el abuelito la dejó no pudo volver a cambiar— dijo—. Creo que a su lobo le pasa algo parecido a lo que le ocurre al tuyo, siente miedo y vergüenza de salir al exterior.
Johnny ladeó un poco la cabeza.
— ¿Mi lobo podría salir?
Ten volvió a pensarlo unos segundos.
— Si superas lo que hay aquí— Ten apoyó una pequeña y tibia mano entre el hombro y el cuello de Johnny —, y aceptas todo lo que tu lobo quiera hacer, rompiendo toda diferencia entre él y tú... Sí, podrías ser un cambiaformas.
Johnny rió un poco.
— Es ta~n sencillo— dijo, irónico—. El otro día— Johnny intentó cambiar de tema—, dijeron en la televisión que tu forma animal era de un lobo bastante adulto, pero cuánto te encontré era un cachorro de unos meses — Ten esbozó una sonrisa, mirándolo de lado —, ¿Por qué?
El omega se acercó, con una sonrisa en los labios.
— Tu lobo en si no tiene una edad— dijo—, es como tu alma, las almas no tienen edades, sólo existe, y tus años de vida no son los años de vida de tu lobo, es como... Un ente que es parte de ti, pero que a su vez es independiente, y está aunque tú no estés, ¿Comprendes un poco?
Johnny fruncío el ceño pero asintió.
— Como tal, mi lobo, en estado normal, es equivalente a mi edad, se identifica con mis años de vida, sólo que en años de lobo, lo que hace a un omega de unos dos años, más o menos — continuó—, pero depende mucho de mi estado de ánimo, de la situación, de con quién me encuentre. Cuando te ví por primera vez, mi lobo se sintió como un cachorro pequeño, y así se mostró ante ti. Sumado a que yo estaba buscando protección, que estaba asustado... Era cómo mi lobo se sentía, como un cachorro desprotegido.
Johnny comprendió, asintiendo.
— Si tu lobo se mostrara al exterior, sería más adulto de lo que debería ser, según tu edad— sonrió—, tienes como un aura de abuelo.
Notó que Ten se había ido acercando a él de a poco, quedando con el rostro del chico a pocos centímetros del suyo, sonriendo de forma encantadora y con los mismos ojos brillantes que había tenido en la tarde. Johnny se ruborizó y el aire se atascó en su garganta por ese recuerdo, tosiendo se levantó de la cama, hablando entre tos y tos que haría la cena.
No hablaron mucho en el rato que estuvieron comiendo, Johnny notó a Ten somnoliento mientras lo miraba cocinar, bostezando y con los ojitos que se esforzaban por mantenerse abierto, y no pudo evitar mirarlo con ternura mientras terminaba su plato.
Dejó los platos remojandose en algo de agua, los lavaría mañana.
Miró un momento a Ten antes de que este se levantara, caminando demasiado cerca de él hasta la cama, volvieron a acostarse en la misma posición que esa la tarde. Y Johnny volvió a oler el dulce aroma de Ten hasta dormirse. En la noche lo invadió un extraño frío y una ligera sensación de vacío. Contrarrestando con las que había tenido en sueños, las imágenes seguían borrandose, al igual que su sonrisa, cuando todo parecía haberse dado vuelta.
Con algo de miedo, Johnny abrió de repente los ojos para encontrar la cama vacía. Sus brazos ya no cubrían la cintura del omega, y sólo sentía el olor en las sábanas.
Su corazón se aceleró de golpe.
—Ten...— murmuró—, le dije que no se vaya...
Se levantó de la cama, quitando las sábanas bruscamente, iba a caminar para la cocina para salir del departamento, sus ojos comenzaron a nublarse por las lágrimas, pero la sensación en su pecho lo hizo detenerse.
Miró por encima de su hombro, hacia la puerta del baño. La luz no pasaba por debajo de esta y parecía normal, pero su lobo le exigía ir hacia allí.
Se acercó despacio, apoyando la oreja sobre la puerta, escuchando una respiración agitada que quería ser callada por unas pequeñas manos.
Johnny tocó dos veces la puerta, escuchó un pequeño grito ahogado por parte del omega, del otro lado.
— ¿Ten? — preguntó con delicadeza— ¿Pasa algo?
Escuchó la respiración pesada del chico, apoyado de espaldas a la puerta, impidiendo que esta pudiera ser abierta.
— A-Alfa...— escuchó como apenas un hilo, la voz de omega de Ten hizo al lobo de Johnny revolverse.
—Ten... Pido que no me asustes así, por favor— la voz de Johnny sonaba baja, pero Ten pudo escucharla igual —, por un momento creí que te habías ido, que me habías desobedecido y-
— Hyung, ¿Puede irse de la puerta y volver a dormir? — la voz de Ten sonaba algo débil, como si decirlo fuera un gran esfuerzo —. Y-yo dormiré aquí esta-
— No, Tenn— Johnny estaba comenzando a enfadarse.
Ese omega sólo lo estaba preocupando, tanto a su lobo como a él, ¿Y quería que simplemente fuera a dormir?
— Dime que pasa antes de que tire la puerta— dijo, calmando su voz de alfa, rechinando un poco los dientes.
Escuchó la respiración de Ten agitarse, convirtiéndose en pequeños jadeos, idénticos a los que había escuchado esa tarde, los mismos de hacia unos minutos, aunque no podía decir que esos últimos fueran reales. Como si la verdad fuera un balde de agua fría, está calló sobre el Johnny, quien comprendió qué estaba pasando.
— T-tuviste un sueño húmedo— dijo, muy bajo, casi inaudible —... Conmigo, ¿No, Ten?
El omega tardó unos segundos en responder, y también con algo de duda, pero con más certeza, habló un poco más alto que antes: — Y usted tuvo el mismo.
Johnny se frotó el rostro, lo sentía caliente, al igual que su entrepierna, aunque lo había olvidado por completo cuando el miedo de que Ten no esté lo invadió, su erección seguía allí.
Las imágenes del sueño, que habían compartido, cruzaron la mente de ambos.
— ¿C-Cómo...?
— Somos predestinados, hyung— habló Ten, en tono obvio —, estamos conectados aún sin que tengamos el lazo...
Johnny escuchó un quejido del otro lado de la puerta y su lobo alzó las orejas.
— Puedo oler su preocupacion, hyung— dijo el omega—, son sólo unos cólicos, pasarán...
Johnny se mordió el labio unos segundos.
— Vaya a dormir, hyung.
— Tú querías que te ayudara, ¿No, Ten? — las palabras sonaron bajas, pero seguras.
— ¿J-johnny?
— Ten, ni mi lobo, ni yo, estaremos tranquilos— dijo—, y sé que te pasa lo mismo. Me pediste ayuda, Ten, y voy a ayudarte.
Hubo unos segundos de silencio, hasta que un pequeño sollozo hizo que el corazón de Johnny se estrujara.
— Usted no me quiere de esa forma, hyung— dijo, intentando disimular la tristeza—, ya le dije... no soy lo que usted es para para mí... No puedo sentirme bien si sé que no me quiere... De esa forma, y que lo que haga no significaría nada...
Johnny no tuvo palabras, y sólo escuchó los sollozos ahogados de Ten.
— Te quiero, Ten.
El omega dejó de llorar, y por un momento no hizo ni ruido, Johnny sintió que era en vano, y suspiró, alejándose un poco de la puerta. Alzó la vista con sorpresa cuando la puerta del baño de abrió, viendo al omega, quién cargaba con una pequeña sonrisa.
Se levantó y Ten saltó para abrazarlo del cuello con sus brazos y con las piernas enrolladas sobre sus caderas.
El chico se separó un poco para mirar a Johnny a los ojos.
— No se preocupe en contenerse, hyung— dijo el omega—. Me esforcé mucho por no hacerlo esta tarde.
— ¿E-eso fue a conciencia? — Johnny se sentía un poco abrumado por la presencia tan cercana de Ten, sumado a su olor, más fuerte, y un tanto más dulce por la excitación del omega, que también se dejaba sentir en la erección apoyada sobre el estómago de Johnny.
El omega sonrió, se acercó a Johnny, dejando un beso entre la mandíbula y el cuello, debajo de su oreja, sacando un jadeo del mayor, beso un poco más mientras subía por su mejilla, quedando a la altura de su oído, susurró: — Mí lobo y yo somos uno sólo, hyung. Sabemos lo que queremos.
Frotó su rostro en el cuello de Johnny, quién se había paralizado de golpe, sin saber muy bien qué le estaba pasando. Él no era virgen, aunque debía decir que sólo había tenido relaciones con omegas mujeres, nunca con un hombre."Pero es lo mismo, ¿No?"
Y no entendía porqué Lee lo abrumada tanto. Quizás era porque aquel omega le encantaba demasiado. Johnny hizo saltar un poco a Ten, para tomarlo mejor de la parte trasera de los muslos y peligrosamente cerca del lindo trasero del omega, quién ante esa acción soltó un pequeño gemido.
— Alfa— la voz, suave y dulce, hizo que Johnny volviera a aquellos ojos oscuros de cachorro—, cumple tu promesa.
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