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OO2 | Soy Druig Keoghan

—¿Te encuentras bien? —el tono preocupado del chico sobre la cama sólo hizo que Ikaris se molestara más.

—¿Que si estoy bien? ¿Quién mierda eres para-? —Ikaris se calló de golpe al ver los ojos del chico asomándose sobre el borde de la cama, de un azul cálido.

Los mismos ojitos que lo habían mirando antes de ir a ducharse.

De repente se sintió totalmente apaciguado, como si esa mirada lo hubiera tranquilizado con algún tipo de magia.

—Eres el cachorro —la afirmación sonó casi un susurro desde los labios de Ikaris.

Vio el collar alrededor del cuello del chico, se levantó adolorido para ver el torso desnudo del castaño, con la parte inferior cubierta por las sábanas.

Se detuvo, intentando desviar la vista lo más posible de aquel abdomen marcado.

—¿No tienes ropa?

El chico castaño pareció buscar señales de alguna prenda en su cuerpo, hasta alzó las sábanas para mirar su parte inferior.

—Nop —sonrío de manera inocente a Ikaris, quien se preguntó si no le estaba tomando el pelo.

Ikaris fue hacia su armario para sacar otro par de calzoncillos, sin encontrar otra remera que el chico pueda usar, tomó un suéter grande de color negro y le alcanzó ambas prendas.

—¿Quién eres? —le preguntó Ikaris mientras veía al castaño colocarse su ropa interior bajo las sábanas.

—Sabía que eras un colgado, pero no me esperaba tanto —dijo, antes de colocarse el suéter, ese comentario hizo que Ikaris frunciera el ceño.

—Responde la pregunta —dijo sin ganas.

—Soy Druig Keoghan.

Ikaris se quedó en silencio, procesando qué Druig Keoghan estaba en su cama.

—¿El omega cambia-formas? —Druig habló al ver que Ikaris no reaccionaba.

—Sé quién es Druig Keoghan —dijo de forma tosca— Lo que no sé es por qué estás en mi casa.

Druig lo miró con ojos penosos, pero por más que la mirada hizo efecto en el corazón de Ikaris, no cambió su expresión dura; hasta que el chico suspiró y habló sin ganas:

—Me escapé de mis guardias, y por lo tanto de mi familia, te seguí hasta encontrarte.

No había sido precisamente así, y ambos lo sabían, pero simplificando las cosas, era verdad.

—¿Me seguiste? —Ikaris alzó una ceja.

Druig sólo asintió.

—Disculpa, pero lo que yo recuerdo es encontrar un cachorro luego de correr como un kilómetro —Ikaris suspiró con cansancio, de solo decirlo ya se agotaba.

Druig frunció los labios en un gesto adorable.

—Pues... Sí es un poco más complicado que eso —miró a Ikaris, con expresión de que no quería hablar— Es una larga historia...

—La noche es larga, Druig.

El castaño apoyó su mejilla en su puño, Ikaris notó los redondeados mofletes del chico.

—Como sabes, soy el omega más deseado del montón, por eso de ser el primer cambia-formas luego de muchas, muchas décadas.

>>Mis padres, entre otras personas de poder, creen que eso está en mis genes, y quieren juntarme con un alfa de linaje puro para que haya más niños lobito corriendo por estas tierras —Druig movió su mano para simular un animal corriendo.

>>O sea, tengo varios pretendientes que no me interesan. Iba de camino para la casa de uno de ellos, cuando sentí tu olor —señaló Ikaris, y este se sintió completamente confundido.

>>Lo siento desde hace bastante tiempo, pero hoy fue más fuerte, así que me decidí y salté de la camioneta

>>En forma de lobo corrí, mientras te llamaba, hasta que me escondí y me encontraste.

Druig se encogió de hombros al terminar su relato, como si fuera algo obvio o que no tenía mucha importancia.

Ikaris soltó una carcajada luego de unos segundos en silencio.

—Lamento informarte, Druig —Ikaris tenía una expresión de decepción en el rostro— Que yo no tengo olor.

Druig frunció el ceño, esta vez el confundido era él.

—Pero puedo notarlo perfectamente... —dijo por lo bajo, luego asintió como si hubiera comprendido un problema matemático— Ya entiendo, es porque estamos predestinados, por eso puedo sentir tu... —se detuvo cuando las risas de Ikaris fueron más elevadas que su tono de voz.

Druig lo miró con enojo, cruzándose de brazos hasta que Ikaris dejó de reírse, secándose una lágrima habló:

—Creía que ya no había idiotas creyendo en eso de los predestinados.

—Tal como la gente no creía que hubiera cambia-formas —replicó Druig de mala gana.

Ikaris pensó que el chico era un omega contestón, pero no dijo nada.

—Mira, no creo en esa porquería de los predestinados —dijo Ikaris, con una mano en el pecho— Nada de eso del hilo rojo del destino, ni esas cursilerías de uno ser la luna y el otro lobo.

Druig tenía el ceño fruncido y los labios en un mohín, en un gesto de enojo adorable.

—Café y pino —dijo Druig simplemente, haciendo que Ikaris se quedara sin poder hablar.

Sabía perfectamente a qué se refería el muchacho, pero hacía mucho tiempo que nadie reconocía, o siquiera sentía, su olor.

—Puedo notarlo, perfectamente —repitió Druig, esta vez con total seguridad.

Ikaris no tenía nada para decir.

—Y además, yo te llamé —continuó hablando Druig— Y tú lobo me escuchó, tú me escuchaste. ¿Eso no es una prueba de que ya estamos conectados?

Ikaris se esforzó en salir de su trance y sólo se encogió de hombros.

—Yo escuché a un animal llorar y seguí el ruido, fuerte y claro.

—Lo escuchaste en tu interior.

—Lo escuché con mis oídos.

Druig pensó que Ikaris era sumamente terco.

—Me estaban buscando, ¿Tú crees que haría algún ruido en voz alta?

Ikaris no dijo nada.

—Mi lobo habló a tu lobo, yo hablé contigo, desde adentro —Druig colocó una mano en el pecho de Ikaris— Porque estamos conectados, estamos predestinados a estarlo.

Ikaris miró a los ojos de Druig, sin decir nada, hasta que quiso cambiar de tema para deshacerse del silencio, señaló el collar del chico.

Druig llevó sus manos hacia su cuello, palpando el grueso collar.

—Mis padres me obligan a llevarlo, no querían que ningún pretendiente se sobrepasara y me mordiera —llevó una mano hacia su nuca— Y como saben que me incomoda, no me han dicho la contraseña...

Ikaris asintió.

—Como que eres un hijo único muy protegido. Guardias, collar...

—No soy hijo único —Druig casi parecía ofendido— ¿En verdad has visto alguna noticia sobre mí? Soy el menor de los Keoghan, mi hermana es Thena Keoghan, seguro escuchaste de ella y su esposa Makkari.

Ikaris permaneció en silencio hasta que Druig se dio cuenta qué pasaba.

—No tienes ni puta idea de quiénes son —dijo, a lo que Ikaris asintió— ¿Vives bajo una piedra? ¿No conoces a la pareja Keoghan, ambas grandes alfas, exitosas actrices, modelos y agentes?

—Estudió medicina, Druig, duermo y leo, no tengo tiempo para ver-

—Solo soy especial para mi familia porque soy cambia-formas —Druig lo interrumpió, en tono triste.

Ikaris no pudo evitar mirarlo con algo de pena.

—Me tratan así —señaló su collar— Desde que me vieron como lobo.

Ikaris no tenía nada para decir al respecto, miró el reloj sobre el escritorio, que marcaba la aguja pequeña a las once y la grande a las nueve.

Luego se volteó hacia su cama, que era individual y estaba siendo ocupada por ese omega.

Se volteó hacia su closet, de donde sacó una frazada, se acomodó en el suelo junto a la cama y se envolvió completamente.

Druig lo miró curioso desde la cama.

—¿Quieres que te dé tu cama? No es justo que duermas en el-

—No —Ikaris habló de forma seca, y Druig cerró la boca.

Volteandose para dormir, Druig decidió no hablar más e intentar descansar; aunque por dentro estaba sumamente feliz de haber escapado de su familia y estar en la casa de su predestinado.

En el suelo, Ikaris pensaba en que quizás Druig podía volver a despertar a su lobo, aquel que había perdido junto con su posición de alfa.

Acostumbrado a su vida de falso beta, no sabía qué iba a pasar si volvía a ser un alfa.

Ambos, uno de felicidad y el otro de inquietudes no durmieron en toda la noche, pero fingieron hacerlo.











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