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Conocer el departamento de Choi Yeonjun fue una total sorpresa para Soobin, quien esperaba un departamento estilo penthouse salido de una película como El lobo de Wall Street.

Pero no fue así.

Yeonjun tenía un gusto sencillo por la decoración, todo era sumamente casual y relajante, nada ostentoso.

Sí, tenía demasiadas cosas de marca que para vista de muchos eran sumamente inservibles, como una Alexa por ejemplo; pero Soobin no veía nada de malo en eso, aceptémoslo, si él ganase el dinero que Yeonjun, tendría su departamento convertido en un estudio de grabación.

El resto del día fue tranquilo, el pelinegro dormiría en el sofá cama que se encontraba en la sala, Yeonjun le había enseñado donde estaba el baño y que podía tomar cualquier cosa de la cocina si se le daba la gana. También le dijo donde estaba su habitación por si necesitaba cualquier cosa en el transcurso de la madrugada.

Nota mental #8: definitivamente NO se refiere literal a cualquier cosa ¡Choi Soobin!

El día terminó con ambos chicos cayendo rendidos en sus respectivas camas.

— ¿Con o sin azúcar? — El rubio estaba sirviendo un par de tazas de café en la barra de su cocina, cuando Soobin atravesó el comedor desde la sala.

El corazón del mayor dio un brinco. Soobin era simplemente, etéreo e inalcanzable.

Estaba en una playera blanca muy holgada, unos pantaloncillos cortos de ejercicio color azul que dejaban a la vista sus perfectas y pálidas piernas, tenía una marca de almohada en su mejilla derecha, los cabellos negros despeinados y sus ojos que aún no se acostumbraban a la luz, lucían pequeños.

Yeonjun retuvo un suspiro, no le molestaría para nada encontrarse con el chico de esa manera todos los días, podía acostumbrarse a eso, a sus pequeños labios en un puchero y su ceño fruncido...quizá podría dejar un beso sobre su frente; pensó Yeonjun tras ver la frente arrugada del menor.

— Sin azúcar para mí. — La respuesta del contrario lo sacó de sus pensamientos, pero incluso así la piel de Yeonjun se erizó un poco tras escuchar la grave y un poco ronca voz de Soobin; producto de un reciente despertar.

Yeonjun terminó de preparar los cafés y le tendió la taza al pelinegro, quien este dio un pequeño sorbo tentando la temperatura del líquido y degustando un poco el sabor amargo.

Soobin un poco más espabilado observó a Yeonjun, él ya se encontraba listo. Su vista recorrió sutilmente, bueno no realmente sutil; al rubio de arriba abajo. Observó que sus pantaloncillos de mezclilla negra se ajustaban a sus muslos perfectamente, la blanca camisa a la que le dio un toque casual arremangado las mangas y dejándole ligeramente abierta del cuello, dejaba a la vista sus clavículas y su piel un tanto bronceada. Soobin no lo supo en ese instante, pero las clavículas de Choi Yeonjun serían su perdición.

— ¿Dormiste bien? — Yeonjun revisaba tranquilamente su celular mientras tomaba su café con leche y extra de azúcar; el escaneo del más joven le pasó completamente desapercibido.

— Sí. — Soobin se sobresaltó un poco pensando que había sido pillado casi comiéndose al mayor sólo con la mirada, estaba sintiéndose un poco mal de hacer eso constantemente ¿Pero quién en su maldita vida podría resistirte al maldito Choi James Yeonjun?, dio otro sorbo a su café y agregó. — Es más cómodo que cuando vivía en el armario en casa de mis tíos.

Soobin rió mentalmente de su propio chiste.

— ¿Perdona? ¿Dormías en un armario? — Yeonjun dejó su celular un segundo y puso su vista sobre el Choi más joven.

— Oh sí..., el armario estaba debajo de las escaleras, tan sólo tenía 11 años... — Soobin tenía una sonrisa divertida en los labios y Yeonjun entrecerró los ojos un poco incrédulo. — tenía que hacerles la comida todo el tiempo y ellos me pagaban con ese sucio y viejo armario, donde mi primo siempre me molestaba saltando sobre él en las escaleras... — El pelinegro dio un suspiro dramático, llevándose la mano libre hacia su pecho. — pero entonces, una carta de la escuela que me acogería llegó a mis manos y me liberaron de ese horrible y asqueroso armario. — Terminó de relatar el pelinegro, fingiendo limpiarse una lágrima inexistente del ojo y tomar otro trago de su café.

— ¿Estás tratando de decirme que en realidad eres Harry Potter? ─ El rubio miraba a Soobin incrédulo, con una mueca de fastidio falso en los labios; en el fondo realmente estaba reprimiendo una sonora carcajada por las ocurrencias del menor.

— No quería que mi identidad fuese descubierta de esta forma, agente Choi, debes mantener tu boca cerrada, ni te atrevas a llamarme Potter frente a otros, los mortífagos podrían encontrarme, ya sabes, soy el elegido...— La sonrisa burlona de Soobin crecía cada vez más en sus labios, era tan agradable pasar el tiempo con Yeonjun, si bien, Choi no negaba que parte de la atracción hacia el rubio era porque este sin duda era jodidamente caliente, pero, la sencillez de la personalidad del mayor también le gustaba; ¡y entendía sus estúpidas referencias!

Nota mental #9: Programar un maratón de películas con Yeonjun.

El rubio rió muy fuerte tras el comentario del menor, Soobin amaba cuando Yeonjun reía, sus ojos parecían desaparecer y sus mejillas eran realmente hermosas.

— Bueno Potter, ve ahora hacia la cámara de los secretos y date un buen baño, en media hora debemos estar en el ministerio, el que no debe ser nombrado sigue suelto y es nuestro deber mantenerte a salvo. — Yeonjun sonrió una vez más y se giró hacia la cocina para lavar su taza.

Soobin no supo exactamente qué era esa presión en su pecho, pero al escuchar al mayor seguirle su juego de adolescente friki, lo hacía condenadamente el hombre más feliz del mundo.

Nota mental #10: Quizá ser un friki no es del todo malo.

Y con una estúpida sonrisa en el rostro, Soobin se dirigió hasta el baño, tenía que estar listo pronto.

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Mientras recogía todo en la sala para que no se viese como si hubiera pasado un huracán, ya se encontraba listo esperando a que Yeonjun saliera de su habitación, aparentemente había recibido una llamada y estaba atendiendo asuntos importantes.

El menor desconectó su no tan novedoso celular del cargador con el que luchó la noche anterior para que pudiera darle algo de batería a ese estúpido aparato electrónico, sabía que debía cambiarle el puerto de carga -por octava ocasión- o la mejor opción era hacerse de uno nuevo, claramente eso no pasaría pronto.

Encendió el aparato, pues solo cargaba apagado (maldita porquería) y se sorprendió al ver la cantidad de mensajes sin leer y llamadas perdidas que tenía del mismo número.

Abrió el último mensaje y sus ojos se abrieron en sorpresa.

— Choi, debemos irnos, han detenido a un sospechoso fuera de tu departamento. — Y el menor volteó a ver al rubio como si tuviera tres ojos y una cola.

— Soy hombre muerto. — balbuceó el pelinegro para sí y dejó caer el celular de sus manos.

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— ¡Choi jodido Soobini! ¡Eres un maldito estúpido! — Un joven de cabellos castaños largos se encontraba esposado en una de las pequeñas salas de interrogación, gritándole al pelinegro cuando este entró detrás de Yeonjun.

—... Gyu, yo...

— ¡Cállate maldición! — El más alto de los tres fue interrumpido y el castaño dejó caer su cabeza sobre la mesa, soltando un grito de frustración.

Yeonjun no entendía lo que pasaba, Soobin se veía nervioso, un tanto cauteloso al acercarse al chico, su mirada reflejaba ¿temor? Y podía jurar que la voz con la que habló hace un instante era lo más suave que había escuchado hablar al menor.

Frunció el ceño ¿Quién era el chico?

Y entonces, así como todo un agente amante de las teorías, la idea más estúpida saltó en medio de sus pensamientos: alguien como Choi Soobin no podía estar soltero.

Por un momento deseó desaparecer de ese lugar.

— Beomgyu escúchame...— El más alto trató de acercarse al chico, pero este levantó su cabeza de la mesa y tenía los ojos llenos de lágrimas. — No Gyu, no llores, te puedo explicar. — La manera nerviosa con la que Soobin decía las cosas estaba irritando al rubio, pero Yeonjun no sabía exactamente por qué esa situación la encontraba tan molesta, ya había visto muchas situaciones de pareja así antes, pero pensarlo sólo lo hacía enfurecer más.

— Soobin... — Beomgyu dejó salir un sollozo antes de continuar. — Fui a buscarte porque tú ¡maldito ingrato! no contestabas tu celular, no contestabas mis mensajes y yo estaba tan preocupado por ti, no te apareciste en todo el día en la escuela y ni siquiera me mandaste un mensaje desde antier por la noche cuando volvías del trabajo ¡¿Qué rayos pasó?! Luego fui a tu departamento y un par de oficiales me esposaron y me arrastraron hasta aquí ¡TUVE TANTO MIEDO! — Beomgyu empezó a llorar más fuerte y Soobin estaba parado ahí sin saber que hacer exactamente, parecía un pequeño perrito asustado.

Por fin decidió ir y abrazar a Beomgyu, palmeando su espalda y diciendo que no se preocupara, que todo estaría bien y que le contaría lo que sucedió desde aquel día que no le mandó el mensaje saliendo del trabajo. Volteó su vista hacia el rubio que parecía no querer estar ahí en esos momentos, se veía incómodo y Soobin pensó que era mejor tranquilizar a su mejor amigo pronto.

— ¿Podrías quitarle las esposas? Él sólo fue a buscarme, es muy idiota como para matar a alguien — El tintineo de las esposas se dejó escuchar cuando el castaño le dejó un golpe en el estómago al pelinegro, bufando por haber sido llamado idiota.

— Lo siento Choi, tengo que interrogarlo primero, es el protocolo...— Yeonjun estaba un poco irritado, había pensado las cosas un poco; demasiado; rápido, era bastante obvio que él pelinegro le atraía ¿pero qué estaba esperando exactamente? — Necesito que salgas de la habitación, yo lo pondré en contexto.

Soobin vio a Beomgyu y luego de nuevo vio a Yeonjun, sabía que el agente le explicaría a su amigo de la forma más sutil sin llegar a ser rudo con él, Soobin sabía que Beomgyu no tenía nada que ver con el asesino serial, más bien le asustaba pensar en la reacción del castaño cuando Yeonjun le dijera que estaba siendo acechado por uno.

Lanzó un suspiro y le susurró un «todo estará bien» a Beomgyu antes de besarlo en la coronilla y salir de la habitación.

Esa escena hizo que el pecho de Yeonjun doliera de forma extraña. Te estás comportando como un idiota Choi; se dijo a sí mismo y borró todos los pensamientos de su cabeza, no podía dejar que sus emociones afectaran en su trabajo.

Habían pasado 10 minutos en donde Yeonjun le explicaba y mostraba fotos a Beomgyu de las escenas del crimen, también le había explicado al chico sobre por qué Soobin ahora se encontraba bajo su supervisión y qué era lo que había pasado desde la noche de antier. Claramente sus explicaciones fueron superficiales. No le contaría sobre cómo ya no era capaz de dejar de buscar el pendiente en la lengua del menor cada vez que este hablaba. El castaño sólo pudo llorar toda la interrogación y contestaba algunas preguntas sobre su paradero en las horas sospechosas y quien podía confirmar que esto era cierto.

Beomgyu no dejaba de temblar pensando como su mejor amigo estaba en tal peligro y él sólo atinó a gritarle sin conocer la verdad. Soobin y él habían pasado demasiadas cosas juntos, se habían metido en tantos problemas para conseguir el dinero que les permitiría seguir pagando sus estudios y sus pequeños departamentos, se habían convertido en un apoyo incondicional, Soobin siempre tendría un hombro en el cual Beomgyu podría desahogarse y Beomgyu siempre sabía cuando el pelinegro necesitaba un abrazo y una buena lata de cerveza.

Ambos eran los mejores amigos y no por el tiempo de conocerse, si no, por las circunstancias que enfrentaron juntos. Y esta vez no sería diferente, Beomgyu haría todo lo que fuese por ayudar a capturar al hijo de puta que quería hacerle daño a Soobin.

Mientras tanto, Yeonjun estaba frustrado, el chico no había parado de llorar, temblar y tratar de contener sollozos mientras era interrogado, él rubio no pudo evitar darse cuenta que Beomgyu era verdaderamente hermoso, su piel casi bronceada, su cuerpo estilizado y sus facciones simétricas podían atraer a cualquiera.

Choi no podía negarlo, Beomgyu era perfecto y Soobin lo era aún más, que estuvieran juntos no era una sorpresa.

Suspiró. ¿Por qué le seguía dando tantas vueltas al asunto?

— Pero...— La voz entrecortada del castaño trajo de vuelta a la tierra a Yeonjun.

— ¿Si? — Yeonjun le estaba quitando las esposas a Beomgyu, estaba más que claro que el chico no era parte de todo aquel embrollo y simplemente estaba demasiado preocupado por Soobin.

— Está totalmente seguro ¿Que mi «amigo» estará bien? — Beomgyu lo veía con los ojos bien abiertos, tratando de analizar las reacciones de Yeonjun, leyendo sus pensamientos, pero no pudo evitar esbozar una ligera sonrisa ladina cuando encontró lo que buscaba. Beomgyu no era estúpido. Claro que el 99% de las lágrimas que derramó en esos minutos eran ciertas, la actitud del agente desde antes de que Soobin saliera de la habitación le había parecido muy sospechosa, eso y que Yeonjun no era nada prudente a la hora de ver a Soobin. A Beomgyu le encantaba leer a las personas, no por nada estaba estudiando psicología y en su tiempo libre estaba en talleres de teatro; y al rubio lo había encontrado muy fácil de leer.

— ¿Amigo? ¿Choi? — El cerebro de Yeonjun se desconectó un segundo de su boca y para antes de que sus mejillas empezaran a sonrojarse por la vergüenza que le golpeó al darse cuenta de sus preguntas, carraspeó y agregó. ─ Claro que sí, no dejaré que nada le pase.

Beomgyu sonrió complacido, tenía muchas cosas que preguntarle a su mejor amigo; y por muchas cosas se refería a muchas preguntas sobre Choi Yeonjun.

Ambos salieron de la sala, Yeonjun seguía avergonzado, había dejado que su mente jugara con él tan rápido que había sacado conclusiones erróneas sobre ese par, pero incluso así, algo dentro de él se relajó.

Poco después volvió a preocuparse ¿Qué era lo que le alegraba tanto de que sólo fuesen amigos? Yeonjun sabía que tenía una atracción física hacia Soobin, porque joder ¿Quién no podía ver la perfección en ese chico? Además de eso, estar con él le hacía sentir extremadamente relajado, le hacía dejar de pensar tanto en su agobiante trabajo y disfrutaba de sus elocuencias y referencias de películas todo el tiempo.

Soobin podría ser mucho más para él que solo su cuerpo bonito y a Yeonjun eso le daba miedo...

Todo estaba pasando tan rápido.

— Bin...

— Gyu...

Ambos chicos se abrazaron, el pelinegro no dejaba de decirle que todo estaría bien, que no se preocupara, que Yeonjun sabía lo que hacía y que en ninguna circunstancia dejaría que un hijo de puta acabara con su vida, no sin su permiso.

Yeonjun se disculpó con ambos diciéndoles que tenía que ir a su oficina, señalando la puerta por si más tarde necesitaban algo.

Luego de una charla más resumida sobre cómo se sentía Soobin con todo el embrollo, Beomgyu le dijo que tenía que regresar a sus clases, habría un examen pronto y no podía darse el lujo de fallar.

Soobin abrazó una vez más a Gyu, prometiéndole contestar sus llamadas y mensajes.

Antes de irse él castaño le susurró al oído.

— Tienes a ese agente loco por ti. — Sonrió burlonamente y agregó. — Tienes muchas cosas que contarme, Soobin.

Y así fue como un chico muy guapo, dejó a su amigo atrás con las mejillas completamente rojas.

¿A qué diablos se refería exactamente Beomgyu con eso?

🍕🍕🍕

El rubio se encontraba en su oficina revisando algunos papeles y nueva información sobre el asesino, lamentablemente no había nada que los ayudará a saber la identidad o el paradero de este.

Soobin estaba en una mesa, con los cascos puestos escribiendo y tachando cosas en su libreta.

Después de que Beomgyu se fue, todo quedó tranquilo. Soobin dejó de pensar en lo último que le dijo y una onda de inspiración llegó hasta él, dejando que su mano escribiera todo lo que su mente y corazón le dictaba, su proyecto estaba yendo por un buen camino.

Todos alrededor estaban trabajando, todos en su mundo, los oficiales estaban ordenando el papeleo y otros agentes estaban contestando llamadas por teléfono.

De pronto un chico de cabello castaño oscuro y alto salió del elevador con una pequeña caja dentro de una bolsa hermética.

Caminó rápidamente hasta la oficina de Yeonjun y sin cerrar la puerta tras él puso la bolsa sobre el escritorio y miró al rubio.

— Agente Choi, tenemos una situación. — Yeonjun levantó la vista hacia el chico alto con el cabello oscuro y sus ojos avellana.

— ¿Qué sucedió Kai? ¿Encontraron esto en el departamento de Choi? — Hueningkai era el agente que estaba patrullando el departamento de Soobin por cualquier pista, era quien junto con el agente Seokjin habían custodiado a Beomgyu más temprano hacía la agencia.

— Si, un sospechoso estaba dejando el paquete y cuando nos acercamos salió corriendo.

— ¿Lo atraparon? — Preguntó Yeonjun tomando la bolsa frente a él. Él pelinegro sonrió ladino.

— ¿Con quién crees que estás hablando Yeonjun? Somos tú mejor equipo, claro que lo atrapamos.

— Lo sé Kai, ustedes son los mejores. Llevaré el paquete para revisarlo en la sala de evidencias, los alcanzaré luego a ti y a Jin en la sala de interrogatorios. — Yeonjun se levantó del asiento, dirigiéndose hacia la puerta. — Gracias, Kai.

— No agradezcas Yeonjun, tenemos que atrapar a ese bastardo.

Y ambos salieron de la oficina, Hueningkai salió para la sala de interrogación y Yeonjun caminó vacilante hasta el menor. Tener ese paquete en sus manos solo significaba una cosa.

El asesino había encontrado la identidad de Soobin.

🍕🍕🍕

Ambos Choi estaban frente a una mesa con el paquete sobre esta.

— Entonces... ya sabe quién soy y dónde vivo. — Soobin tenía su vista posada en aquella mesa, sin ninguna expresión en su rostro.

— Sí, bueno, generalmente así ataca, seguramente esto tiene algo dentro que pretende asustarte ¿estás bien con eso? — Yeonjun tanteaba el terreno, tampoco quería que esto fuese demasiado para Soobin, al ser el primer testigo que cooperaba con la investigación, Yeonjun sentía que el peligro potencial crecía y la presión puesta en el menor era demasiada.

—Puff...— Soobin sólo rió cínicamente. — Esto sólo significa que los mortífagos ya me encontraron.

El rubio dejó salir una pequeña risa, le gustaba que el más alto se tomara las cosas tranquilamente, pero quería saber si estaba siendo plenamente consciente del peligro en el que se encontraba.

Yeonjun tenía puesto unos guantes de nitrilo negro y comenzó a abrir la bolsa hermética lentamente.

Soobin inmediatamente pudo notar la diferencia de tamaños entre las manos del mayor y las suyas, en esos guantes se notaba aún más que las manos del rubio eran pequeñas, él tenía las manos grandes y delgadas.

Sonrió al pensar que se complementaban perfectamente.
Y por un momento, el pensamiento de compartir más tiempo, más momentos y más cosas con él mayor, le asustaba, incluso más que el hecho de que un asesino estuviese tras él.

El paquete estaba abierto ahora, un cassette y una pequeña nota blanca estaban en su interior.

— Dame un segundo, creo que tenemos un reproductor de cassettes en algún lado. — Yeonjun se quitó los guantes y se dio la vuelta hacia unos estantes buscando el dichoso aparato.
   
Soobin se concentró en el cassette, se veía viejo y descuidado, pero algo le llamó la atención completamente.

Las palabras en tinta roja que anunciaban el nombre de la cinta, hicieron al pelinegro palidecer todavía más, no podía creer lo que estaba escrito ahí... eso no debería estar pasando.

Tuvo que posar una mano en la mesa pues sus piernas empezaron a flaquear, si lo que estaba dentro de la cinta era lo que él creía que era...

¿Cuánto tiempo libre tenía este sujeto? ¿Cómo podía conseguir información tan pronto? ¿De dónde diablos lo consiguió? ¡Tan sólo lo vio dos segundos antes de que huyera! ¡Ni siquiera vio su rostro!

La cabeza le empezó a dar vueltas; eso debió dejar de existir en internet hace años... se dijo a sí mismo y respiró profundo, tratando de pensar que sólo era una coincidencia y que se refería a alguna otra cosa sobre el caso.

Para cuando el rubio volvió, Choi trató de parecer lo más tranquilo posible, no dejaría que el agente viese el pánico que se estaba adueñando de su cuerpo, esa no era la solución. Además, no sabía en realidad qué era lo que la cinta tenía dentro, era lo que su mente le estaba haciendo creer que era... aunque, la corazonada era muy grande.

— Bien, aquí está, vamos a escuchar esto ¿estás listo? — Yeonjun volvió a ponerse un par de guantes negros y dejó el reproductor sobre la mesa.

Soobin no quería contestar, para ser sinceros no se encontraba listo, su mente estaba hecha un lío. Tragó el nudo que se estaba formando en su garganta y solo asintió con la cabeza.

A Yeonjun le pareció raro, la expresión que tenía Soobin en el rostro era serena, pero sus ojos gritaban que su mente estaba pensando demasiadas cosas a la vez. Estaba en pánico mirando aquella cinta.

— ¿Estás seguro? — Yeonjun quería confirmar una vez más que aquello no se estaba volviendo demasiado pesado para Soobin.

—...Sí. — La respuesta salió en un susurro, aunque Soobin estaba siendo presa del pánico, tenía que despejar las dudas que estaba creando su cabeza, una tras otra.

—Bien.

Y entonces una vez colocada la cinta en el reproductor, él rubio presionó el botón de «play», escuchando el sonido de la cinta empezando a correr.

Los corazones de ambos chicos estaban bombeando fuerte, Yeonjun no sabía qué esperar y Soobin temía que fuese lo que él esperaba, el estómago del menor estaba empezando a revolverse, sentía como si en cualquier momento fuese a vomitar el café y el croissant que tuvo como almuerzo.

Al comienzo de la cinta, había un ruido blanco, como el sonido que te encuentras en una llamada cuando al otro lado nadie contesta, pero los segundos pasaron y el ruido blanco seguía, hasta que una melodía empezó a surgir suavemente, como si estuviera muy lejos.

Soobin y Yeonjun estaban tan concentrados en tratar de entender la melodía que se escuchaba tan lejana, que cuando el volumen cambió drásticamente dejando escapar un fuerte pitido de interferencia, hizo que ambos dieran un pequeño brinco, asustados.

Soobin sentía el mundo dando vueltas, luego de que el pitido cesara, escuchó algo que él reconocería en cualquier parte, una voz que jamás olvidaría, una letra que podía recitar a la perfección.

Si bien la canción estaba distorsionada, estaba reproduciéndose lento como en una película de terror, con parsimonia y prolongado; casi no podía creer que era su voz la que sonaba en la cinta.

La voz del pelinegro cantando unos versos se dejaban escuchar en toda la habitación, eso podía ser algo agradable, si no fuese por la situación, por la edición y porque unas carcajadas horribles se escuchaban de fondo.

Definitivamente el asesino se había tomado su tiempo.

— Esa... es tu voz. — El rubio no podía creer lo que estaba escuchando, esa sin duda era la voz de Soobin, volteó a ver al pelinegro y pudo observar su mirada llena de terror, el menor estaba en shock.

La cinta seguía reproduciéndose, las carcajadas cada vez se hacían más intensas y entonces la cinta empezó a repetir una y otra vez una sola parte...

«Run Away»

Una y otra vez esa pequeña frase, pero no era que la cinta estuviera atascada, era sólo parte de la edición.
Entonces fue que el mayor se dio cuenta, ese también era el nombre que tenía la cinta en letras rojas.

Soobin no podía más, aquella canción la había escrito cuando tenía 15 años, la había grabado y subido a un blog en internet donde hacía entradas sobre sus más profundos y oscuros sentimientos.

El problema real era que ese blog ya no existía, él había borrado cada entrada y cada archivo, la canción sólo debía existir en algún lugar de la vieja memoria de su computadora.

Luego de que la cinta dejara de repetir aquella frase de la canción, otro sonido blanco acompañado de leves suspiros que hacían erizar la piel se dejaron escuchar.

Una voz aguda y aterradora empezó a balbucear quedamente cosas inentendibles, hasta que de a poco se fueron poniendo más claras, el sujeto en cuestión repetía una y otra vez lo mismo...

«Choi Soobin, Choi Soobin, Choi Soobin...»

Si aquello no estaba resultando fácil, las carcajadas que se unieron de nueva cuenta a la cinta, lo hacían todavía menos.

Ambos Choi estaban estáticos, no podían moverse, la atmósfera en la habitación era tan pesada, la gélida y chirriante voz del sujeto en la cinta era tan penetrante que no saldría de sus cabezas en mucho, mucho tiempo.

Para cuando se dejó de repetir el nombre de Soobin en la cinta, un silencio se escuchó esta vez y luego unos ruidos como si estuviesen acomodando el micrófono más cerca...

«Sé dónde estás»

Y daba la sensación de que el sujeto sonreía al micrófono, se escuchó una suave risa y como se relamía los labios...

«Choi Yeonjun»

Y tras el nombre del agente, la cinta se cortó abruptamente.

Había terminado.

Los minutos pasaban, pero ninguno de los dos sabía qué decir.

Soobin estaba en blanco, pero de un momento a otro todo llegó de golpe, las imágenes del asesinato frente a él, las horas al lado de Yeonjun, Beomgyu llorando en su hombro, su voz distorsionada en la cinta, su nombre pronunciado tantas veces por aquella chirriante voz, los sonidos en blanco y el nombre de Yeonjun al final.

Todo llegó sin aviso, haciéndolo sentarse a la fuerza sobre el frío suelo, pues sus piernas ya no quisieron responder y sin su consentimiento, lágrimas empezaron a brotar de sus ojos. El menor ya lo había repetido varias veces, nada se había sentido realmente real, pero esta vez las ganas de vomitar se juntaban en su garganta, esto realmente estaba sucediendo.

Y Yeonjun no sabía qué hacer, el menor estaba llorando ahí frente a él, en silencio, sólo sus lágrimas bajando, había escuchado la voz de Soobin en la cinta, queriendo saber qué significaba y al mismo momento no queriendo saber nada sobre ella.

Nunca en todos los asesinatos había aparecido algo tan personal, tan íntimo.

Y aquello era justo lo que parecía, el asesino estaba usando a Soobin para llegar a Yeonjun. Eso se estaba volviendo personal. El asesino parecía estar harto de ser perseguido por el agente.

Aquello era una advertencia, estaban tan lejos de saber quién era, pero él sabía exactamente cada movimiento.

Y entonces Yeonjun lo entendió.

El asesino era alguien cercano, alguien dentro de la agencia, alguien con información y poder suficiente, era imposible que alguien de fuera pudiese encontrar esa clase de información tan rápido.

Pero aquello lo hacía más difícil y ponía a todos en un verdadero peligro. Yeonjun no podía dejar que le sucediera nada a Soobin, no a él, no lo permitiría, aun si su vida dependiera de ello.

—Yo...— La entrecortada voz del pelinegro sentado en el suelo trajo de vuelta de sus pensamientos al rubio, que se agachó para quedar a su nivel y desvió la mirada a las manos del pelinegro que seguían temblando; Yeonjun tuvo que reprimir la necesidad de envolverlo entre sus brazos y decirle al oído que todo estaría bien.

—Tú... — Alentó Yeonjun a Soobin para que continuara. Estaba esperando que el menor le dijera que no podía más, que eso era demasiado, que se sentía presionado y angustiado, que se moría de miedo y aún con las lágrimas cayendo por sus mejillas, que le pidiera que lo resguardaran en cualquier lugar menos a su lado, que quería estar lejos de él.

—...Estoy siendo seguido por el picador criminal mutilador.

Y un bufido incrédulo salió de los labios de Yeonjun.

Hey que tal! Regresé con la actualización, tenemos más avance del caso y también hay personajes nuevos! ¿Quién creen que podría estar detrás de todo esto?

Recuerden que este fic tiene una pizca de todo y generalmente tiene muchas referencias locas 😉

Cuéntenme sus teorías!! Nos leemos el sábado

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