Play it cool
Soobin tenía varias razones para preocuparse: primero, Kai no le había vuelto a escribir en los últimos cuatro días, lo cual no sería extraño si las últimas semanas el niño no se la hubiera pasado escribiéndole diario. La otra razón es que tampoco había ordenado ninguna pizza desde la última vez que se vieron, por lo que tampoco tenía una excusa para ir a verle.
Bueno, Sanha le acababa de informar que habían ordenado una pizza a su dirección, y sí, debería de estar feliz, en teoría, el problema es que estaba lloviendo, y él sabía muy bien que a Kai no le gustaba ordenar cuando llovía.
Muy extraño.
—¿Era él? ¿escuchaste su voz? —trató de confirmar.
—¿Cómo voy a saber yo? La dirección es la misma, ve y compruébalo tú mismo.
Esos amigos que no servían para nada...
Soobin cogió la caja exasperado y se subió a su moto intranquilo. La maldita temporada de lluvias parecía infinita, estaba cansado de secar el asiento de la moto cada vez que iba a subirse.
Recorrió el mismo camino de siempre. Su perspectiva había cambiado desde la última vez, ya no le parecía tan bonita la luz de los postes en contraste con la oscuridad nocturna. Estaba preocupado, y cuando estás preocupado no te importa una mierda lo demás.
Usó el ascensor —puesto que estaba medio traumado con las escaleras— llegó al piso doce y en vez de tocar el timbre tocó la puerta varias veces. No se comportaba como "el repartidor", sino como un vecino histérico que quiere que le bajen el volumen a la música.
—¿Quién es? —preguntaron.
—¡Soy Soobin!
Unos segundos de silencio y luego la puerta se abrió rechinando un poco.
Kai llevaba puesto un pijama, sus ojos se veían un poco hinchados y rojos al igual que su nariz. Lágrimas secas resaltaban en sus mejillas.
—¿Soobin Hyung, qué hace aquí?
—¿No ordenaste una pizza?
—No.
Eso definitivamente era raro...
No desaprovecharía la ayuda de los seres sobrenaturales de todas formas.
—Lo que sea —Kai desvió la mirada, tratando de tapar su cara— iré por el dinero.
—¡No, espera! —lo detuvo— llegué cinco minutos tarde, es gratis —mintió.
Kai había desparecido de su vida por cuatro días, ahora que podía verle lo encontraba todo triste por algo que desconocía. No lo iba a dejar pagar algo que no había pedido, era lo menos que podía hacer si el niño no quería hablarle. A la mierda su sueldo.
—¿Seguro?
—Sí, no te preocupes.
—Te mojaste.
—No importa, no ha sido tu culpa.
Hueningkai le miró dubitativo, sin saber bien qué hacer. Al final se rindió, despeinándose los rulos de la cabeza.
—Pasa.
—¿Qué?
—Entra.
El la lista mental de las cosas que Soobin deseaba en su vida la tercera fue tachada. Casi todas relacionadas con Hueningkai, las siete primeras eran cosas bobas, la segunda no iba a revelarla... Y la primera era casarse, obviamente, es en lo único en lo que pensaba.
Ya había estado dentro del departamento, pero la diferencia de entrar porque hay paso libre y ser invitado personalmente era muchísima.
Estaba limpia, nada como el desastre que se encontró la noche de Halloween. La sala olía a aromatizante, y el aire acondicionado estaba encendido. Tembló como una hoja, la humedad de su ropa no ayudaba en nada a mantenerlo en calor.
—Apagaré el aire, espérame aquí —. Kai cogió un mando de la mesa de café y presionó un botón, enseguida el aire dejó de sonar, luego desapareció en el pasillo.
Soobin se sintió un poco desanimado, algo andaba mal. Si bien Kai no parecía estar excelente emocionalmente, sentía que estaba siendo especialmente frío con él ese día, incluso cuando le estaba dejando entrar a su hogar.
Al volver traía una toalla y ropa seca.
—No sé que tan bien te quede, eres un poco más delgado que yo y un poco más alto, pero es lo que tengo —con su mano señalo una puerta al final del pasillo— puedes cambiarte allí.
Soobin tomó la ropa y caminó al baño, no sin antes buscar la mirada de Kai. Seguía evitándole.
Se secó y se cambió. Ahora llevaba puesto un pantalón claro y un suéter color verde con capucha. Todo le quedaba bastante grande, al punto en el que pensó que a Kai también le quedaría gigante. Quizás le gustaba la ropa de ese estilo, oversize.
Exprimió su ropa en el lavamanos y salió del baño, dispuesto a pedir una bolsa para llevar las prendas e irse. Si Kai no tenía ganas de hablar con él debía hacer de tripas corazón y dejarle en paz. No perdía las esperanzas, seguro recibiría un mensaje luego.
Que feo se sentía volver al punto de partida.
Kai estaba sentado en el sofá con la cabeza baja, rodeando sus piernas pegadas a su pecho. Le partía el corazón verlo de esa manera y no poder ayudarle, no saber qué le ocurría.
Tragando saliva dejó la ropa en el suelo y se acercó, sentándose a su lado y pasando su brazo por sus hombros en un abrazo. El menor no le rechazó.
—Soobin hyung.
—Dime.
—¿Usted sale con alguien? ¿tiene novia?
¡Pero por supuesto que no! Estaba enamorado hasta la médula de quien le hacía la pregunta ¡Que novia ni que nada!
—No.
—¿Y novio?
—Tampoco.
—¿Seguro?
—Por supuesto.
El menor de repente soltó un grito frustrado, asustando a Soobin que no se enteraba de nada.
—Soy un idiota.
—¿Por qué lo dices?
—No debería estar celoso si usted no es mi novio.
—...
—Incluso deje de mandarle mensajes ¡Y a mi me encanta mandarle mensajes! Soy un tonto.
—...
—Debí preguntarle directamente si el chico con el que lo vi era su pareja, llamarlo o algo, pero no, solo me enojé, me la pasé llorando, y no busqué explicaciones.
—...
—¿Por qué me mira así?
—Estoy tratando de seguir el ritmo de lo que dices, pero me perdí en "No debería estar celoso si usted no es mi novio"
El lío mental que se desataba en la cabeza Soobin era tal, que en cualquier momento bien podría entrar en pánico y desmayarse.
Hueningkai se tapó la boca, dándose cuenta por fin de todo lo que acababa de decir. Ninguno de los dos estaba preparado para eso aún.
Soobin parpadeó un par de veces, su nariz fruncida en una mueca confundida, esperando.
—L-lo siento, entenderé si quiere dejar de ser mi amigo, es más —Kai se mordió el labio temeroso— no volveré a ordenar a su trabajo.
—...
—Di algo hyung, me estás poniendo nervioso.
—¿Cómo quieres que se llamen nuestros hijos? —soltó sin más.
—...
—Pensé en unir nuestros dos nombres, pero el niño o niña podría odiarnos si lo llamamos Sookai.
¿Que pasa si pones a confesarse a dos chicos que se gustan pero que no tenían idea de que eran correspondidos? Eso, una conversación extraña, no podía ser de otra manera.
—Espera espera ¿yo le gusto? —Kai estaba más que estupefacto.
—Que si me gusta dice... —susurró Soobin.
—¿Qué dijo?
—Que me gustas mucho, demasiado, como no tienes una idea —declaró tratando de no apenarse, pero la verdad es que sus orejas ya estaban rojas. Kai sonrió cerrando sus ojos en el gesto.
—No, en serio, es casi aterrador lo mucho que me gustas, para ti puede parecer normal, pero no es tan común que yo siempre traiga tu orden, yo me encargo de que así sea —explicó— en mi trabajo ya todo el mundo sabe que me gustas.
Kai se sentó de rodillas en el sofá, su mirada atenta a cada cosa que decía Soobin. En algún punto sus nervios menguaron, dando paso a un sentimiento cálido en su pecho.
—Desde el día en que ordenaste por primera vez sentí un crush muy fuerte que con nada se me pasa, todo lo demás es historia.
—Eso fue hace seis meses.
Soobin se sabía la fecha de memoria, pero no quiso ser todavía más obvio. Es decir, si eso se podía.
—¿Sabes? Tampoco es tan normal que compre pizzas todo el tiempo, a pesar de que a veces mis amigos colaboran, casi siempre me gasto las propinas de mi trabajo en pizzas.
—¿Y...?
—A veces no es que quiera comer pizza, se trata de que me gusta el repartidor, usted.
Soobin sintió que se le subió la tensión, iba a desmayarse. No podía con tanto de golpe. Y Kai no le había respondido aún.
—Nuestros hijos, dime sus nombres.
Kai soltó una risa.
—¿Por qué está tan empeñado en saber eso?
—Porque eso confirma que no estoy soñando.
—Hay otras maneras de confirmarlo.
Sin dar tiempo a explicaciones el menor se inclinó hacia adelante y junto sus labios en un beso corto, pero que igual hizo al corazón de Soobin latir desbocado. Sus ojos se agrandaron por el atrevimiento, y Kai solo movió sus labios dulcemente antes de volver a separarse.
—Puedes ponerle a nuestros hijos el nombre que quie-
Soobin no le dejó terminar de hablar, alargó su brazo hasta colocarse detrás de la nuca del menor para atraerlo, uniendo sus labios de nuevo, esta vez en un beso más demandante, donde sus labios fueron mordidos y sus lenguas fueron participes.
Estaban muy metidos en eso, probando la boca del otro, cuando el celular de Soobin sonó.
—Contesta —dijo Kai en medio del beso— Soobin...
—Demonios —se separó y sacó su celular, contestando sin ver quien era— ¡¿Qué?!
—Uy Soobin, cálmate.
—¿Hyunjin...?
—Sí —risas— yo.
—Voy a asesinarte.
—Pues ven a ver si lo logras, debes volver al trabajo.
—¡Voy a matarte!
Soobin vociferaba e insultaba a su amigo a través de la linea mientras Kai sonreía como bobo por toda la situación pellizcándose la mejilla.
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