🍕🍕
El tiempo pasaba rápido cuando tienes que poner en orden papeles legales para que tu jefe no tuviera una excusa de recortarte la paga y cobrarte por «secuestrar» la motoneta del trabajo.
Park y Min habían pasado por la pizzería, explicando lo sucedido y dejando el vehículo en su lugar.
Jimin se encontraba sentado en una mesa del comedor esperando a que Yoongi terminara de cambiarse y arreglar su casillero.
Un suspiro frustrado fue dado por el de cabellos rubios, estaba seguro de que hacía lo correcto, nadie más que él había trabajado duro para detener a ese maldito bastardo.
En el camino se había topado con un montón de testigos hostiles y agresivos que terminaban muertos por no querer la ayuda de la policía.
Su idea siempre fue que estuvieran bajo la vigilancia de esta, advirtiéndoles del potencial peligro en el que estaban involucrados, pero todos ellos se habían negado por diferentes razones, llevándolos a la muerte inminente.
Ahora, Park estaba esperando al único testigo que había aceptado su ayuda, pero ¿¡Por qué tenía que ser tan malditamente hermoso!?; el pelirrubio golpeó la mesa con frustración.
Generalmente el protocolo dictaba que los testigos estarían en una casa de seguridad, custodiada por policías las 24 horas, sin dejar al testigo salir y teniendo que llamar por teléfono para cualquier cosa que este necesitase.
Entonces, ¿por qué al momento de que Jimin vio a Yoongi, la idea más absurda cruzó por su mente?
Pasar cada segundo del tiempo en su perímetro, que el pelinegro no se alejara de él y su única excusa para convencer a su jefe fue «Yo soy el más capacitado»
Jimin seguía en su mundo, sentado en aquella silla roja, recargando sus codos en la mesa blanca de la pizzería, no podía sacarse de la mente la mirada penetrante y oscura que Min le había regalado en la madrugada, tampoco podía sacarse la sonrisa burlona que le dedicó al estrechar su mano y mucho menos podía olvidar como su flequillo caía sobre su frente mientras estaba dormido con la boca entreabierta.
Park jamás se había sentido de esa forma desde que entró a la agencia, de todas las personas que entraron y salieron y todos los testigos que interrogó una y otra vez, jamás nadie lo había hecho sentir así ¡Y habían pasado solo unas horas!
Dejó caer su frente contra la fría mesa, ahogando un gruñido de desesperación.
— Oye, ni siquiera me tardé tanto para que estés tan desesperado. — Una voz grave se dejó escuchar cerca de la mesa donde se encontraba Jimin, haciéndolo voltear rápidamente.
Si Jimin pensó que Yoongi se veía lindo en su uniforme de repartidor de pizzas, jamás pensó que sus pantalones de mezclilla obscura rotos por las rodillas, su playera blanca sumamente holgada y su campera verde militar lo hicieran ver increíblemente sexy; sus botas militares y su pendiente negro en la oreja izquierda era solo la cereza sobre el pastel.
Un bufido molesto, trajo de regreso al rubio de sus pensamientos.
— Ya sé que no voy acorde a tu maldito auto James, pero es mi ropa para después de un maldito día de mierda. —Yoongi todavía no podía creer que había viajado en un estúpido BMW con su uniforme de repartidor de pizzas.
— ¿James? — El pelirrubio lo miró alzando una ceja, a lo que Yoongi atinó a darse media vuelta y hacer un ademán con su mano restándole importancia.
— ¿Nos vamos? — Min tomó su mochila y se encaminó hacia la puerta, regañándose mentalmente, porque si bien le parecía gracioso llamar James a Jimin, este no debía de enterarse que lo decía porque le parecía jodidamente guapo; nota mental #2; deja de ser un maldito puberto pervertido Min.
Ambos se encontraban sobre el famoso BMW dirigiéndose al departamento de Yoongi, pues si iba a pasar alrededor de una semana en la casa de Park, tendría que llevar algunas de las cosas necesarias.
— Luego de esto necesito pasar a mi universidad, tengo un proyecto con un profesor que es un dolor de huevos; ¿sabes?, su apariencia física es como el profesor Xavier, es un idiota, en fin, necesito que estés ahí para explicarle la situación, si por él fuese, sólo nos justificaría la falta si estuviésemos muertos. — Yoongi miraba por la ventana, tratando de que el silencio en el auto no fuese tan incómodo, si bien, apenas se conocen, compartirán bastante tiempo juntos y eso de alguna manera hacía sentir ansioso al pelinegro; quien no lograba mantener a su friki interno callado.
— Es cierto ¿qué estás estudiando? — Jimin en verdad ¡pero en verdad! Tenía curiosidad y quería llenar a Yoongi de una pregunta tras otra, pero temía arruinar las cosas antes de que en verdad empezaran, aparte que, tenía que mantenerse enfocado en el caso; y en todo caso, el caso no eran las lechosas piernas de Min.
Tampoco era muy fan de los X-men, pero imaginar al profesor del pálido le dio gracia.
— Producción Musical. — Aquella respuesta salió en un susurro, Yoongi no sabía porque, pero hablar sobre su carrera con Jimin lo estaba haciendo sentir cohibido.
— Eso es genial ¿compones? — Jimin tenía la vista en frente, al pendiente de los cambios de semáforo, pero en verdad le emocionaba descubrir a Yoongi, había pasado tanto tiempo concentrado en su trabajo, que estar compartiendo con alguien que estaba fuera de su círculo laboral lo hacía feliz.
— Si, lo hago desde niño. — Jimin sonrió al imaginar a un pequeño niño de ojos gatunos escribir letras en un diario; a su vez, Yoongi disfrutaba de la sonrisa de él mayor que todavía se encontraba con la vista fija en las calles, el pelinegro podía jurar que era una de las sonrisas más hermosas que había visto.
— ¿Qué edad tienes Min? — Jimin preguntó con cuidado, tomando el volante con ambas manos y girando a otra calle, no sabía si la pregunta pudiese molestar al menor.
—...Tengo 22 años y ¿tú...? — Él pelinegro por poco se le salía de nuevo otro James; tuvo que morderse la lengua.
— 27.
Y tras esto, se instaló un silencio en el que ambos sólo estaban pensando una cosa: 5 años no es para tanto.
El BMW se estacionó frente a unos complejos departamentales que se encontraban a 45 minutos de la universidad, no era lo más glamoroso, pero tampoco era lo más horrible, a Yoongi no le avergonzaba su pequeño departamento, estaba feliz de poder seguir viviendo por su cuenta sin molestar a nadie.
Cuando él pelinegro bajó, Jimin estaba observando el complejo por la ventana, no sabía si tenía que bajar o era más educado esperar en el auto; optó por lo segundo.
Cuando estuvo a punto de tomar su celular para perder un poco de tiempo, un golpeteo en su ventana lo hizo voltear. Era Min; bajó la ventana al instante.
— Sé que no es de tu clase, pero si quieres, puedes pasar Park. — El pelinegro le sonrió ladino, girándose para encaminarse hacia el edificio.
Jimin ajustó bien su celular en su bolsillo trasero y salió del auto, teniendo que casi trotar para alcanzar al pálido.
Cuando se encontraban ambos en el vestíbulo Yoongi habló de nuevo.
— Tendremos que subir por las escaleras, el elevador está averiado, pero creo que estás acostumbrado ¿no? Al fin de cuentas eres un agente. — Yoongi trató con todas sus fuerzas de no fijarse en los muslos bien formados de Jimin, que lucían irresistibles en esos pantalones azules entallados; pero no lo logró, nota mental #3; ¿Qué se sentirá tenerlos sobre mí?... Estúpido, recuerda la nota mental #2 Min.
Una ligera risa salió de los labios del rubio, risa que Yoongi podría quedarse escuchando todo el día.
— Está bien Min, no me importa, tampoco es que sea un estúpido adicto a las apariencias, me parece increíble que trabajes, estudies y vivas por tu cuenta. — Jimin hablaba con sinceridad, a pesar de que su familia siempre tuvo dinero, su trabajo le dejaba en una buena posición económica y le gustaban las cosas lujosas, era una persona sencilla que no juzgaba a nadie; eso y que Yoongi le parecía jodidamente encantador.
Ambos subieron 3 pisos por las escaleras, hasta llegar a una puerta con el número 95, Yoongi tecleo la clave del departamento, abriendo la puerta y haciéndose a un lado para dejar pasar a Jimin, al tiempo que cerraba la puerta tras ellos.
Se quitaron los zapatos, sintiendo la rasposa alfombra sobre sus pies.
— Ese es... ¿Chewbacca? — Jimin sonrió señalando los calcetines del menor, a lo que Yoongi atino a bajar la cabeza antes de que el más grande se diera cuenta de lo abochornado que estaba.
— Sí, bueno... me gusta Star Wars. — Yoongi camino un poco más apresurado, encendió las luces y yendo hasta la cocina sacando un par de vasos. — ¿Quieres agua?
Jimin sonrió y asintió con la cabeza, mientras se acercaba a la pequeña barra de la cocina donde Yoongi se encontraba por detrás sirviendo ambos vasos de agua, recargó su mano en el respaldo de una de las sillas altas y echó un vistazo a su alrededor.
Una pequeña sala con un sofá y algunos almohadones tirados, una mesa con un portátil por encima y un pequeño pasillo con dos puertas, donde él rubio supuso que una era su habitación y la otra el baño.
— Aquí tienes. — La voz de él pelinegro lo hizo girar y tomar el vaso de agua entre sus manos, sonrió.
—Gracias, Min. — Yoongi lo contempló por un momento.
Jimin era hermoso, sus rubios cabellos caían graciosamente sobre su frente, sus ojos se hacían cada vez más chicos cuando sonreía, sus dientes eran perfectamente blancos y sus mejillas solían estar rosadas por cuenta propia.
El aire masculino y maduro que transmitía con su uniforme de agente y el conocimiento de que portaba un arma en algún lugar de sus pantalones, hacía temblar al menor.
Está de más decir que el menor pasó la mayor parte del viaje en auto viendo hacia el vidrio, porque no podía negar que él rubio se veía tan jodidamente caliente con sus gafas de sol «fendi» y temía que su boca se desconectará de su cerebro y dijese algo indebido sobre cómo quisiera marcar sus gruesos labios que se veían un poco secos y rotos; nota mental #4; Comprarle un bálsamo labial a Jimin.
— ¿Min? — La voz del mayor sacó de trance a Yoongi, que lo hizo sonrojarse rápidamente al darse cuenta que se había perdido en sus «obscenos» pensamientos.
— Lo siento, estaba pensando en si de verdad un maldito asesino serial está detrás de mí en estos momentos. — Y quizá Yoongi mentía, pero en estos momentos era cierto, un asesino serial estaba tras de él y eso hizo que de la misma forma en la que se sonrojó, la sangre cayera a sus pies, dejándolo aún más pálido de lo habitual.
Rió burlonamente.
— Alguien en verdad quiere matarme. — Y fue cuando cayó en cuenta de que su vida se había convertido en un episodio de CSI Seúl.
Jimin lo vio fijamente, Yoongi tenía la cabeza gacha, pero aún podía ver cómo seguía sonriendo incrédulo.
— Min, quiero que sepas que por sobre todas las cosas, estoy aquí para protegerte, ese es mi trabajo, tú estarás a salvo y ese hijo de puta tras las rejas, aún si mi vida depende de ello. — Él rubio lo dijo sin tapujos, sin vacilación y sin una pizca de duda en su boca, fue ahí donde Yoongi se dio cuenta que Jimin moriría por él si así fuese el caso; un escalofrío surcó su espalda.
Así sería con cualquier otro testigo ¿no? Entonces ¿Por qué se sintió como si sólo se lo hubiese dicho a él, a Min Yoongi y no a un testigo más de la lista?
Y Jimin tampoco lo sabía, pero no dejaría que nada ni nadie le hiciera daño a ese bello chico pálido, aún si tuviese que poner todo de él.
De un momento a otro Yoongi rió. Y Jimin lo vio confundido.
— Entonces Park ¿Con la mente en el juego? — Sintiéndose un poco tonto luego de decir aquello; ¿Qué pasaría si Jimin no entendiese la referencia?; Yoongi rió, mostrando sus hermosos dientes perlados y sus rosadas encías, haciendo que el corazón de Jimin diera un brinco.
— Linces ¡Con la mente en el juego! — Y ambos se vieron a los ojos, riéndose, con un sentimiento en el pecho que les decía, que todo estaría bien.
Nota mental #5; No olvides llevarte tu colección de HSM en la mochila Min.
Él pelinegro se dio una ducha rápida luego de dejar una pequeña maleta deportiva con las cosas que seguramente necesitaría para los siguientes días, no quería pensar mucho en el lugar donde el mayor vivía, para como Jimin lucia, seguramente sería un departamento de lujo; Yoongi no sabía si sentirse abrumado o emocionado.
En el maletín de su portátil, llevó varios de sus libros, aunque tuviese que separarse de su rutina por 7 días, necesitaba avanzar en su estúpido proyecto y aprovecharía el tiempo donde el mayor estuviese ocupado en su trabajo.
Luego de tener sus cosas en orden y echar una vista rápida a pequeño departamento, ambos chicos estaban listos para irse, todavía quedaba una parada más antes de poder alojarse en su pequeño hogar temporal.
Los 45 minutos que Yoongi hacía en el transporte público, se convirtieron en 15 minutos en el auto de Jimin, él pelinegro se sentía menos nervioso viajando en el auto una vez que pudo ponerse unos pantalones de mezclilla negros, su playera blanca holgada de la suerte con las siglas «FG» en esta, una chaqueta negra deportiva y sus botines negros favoritos; se sentía con estilo, con: Swag.
La gorra negra y su pendiente en la oreja izquierda seguía siendo la cereza sobre el pastel para Jimin.
Al estacionarse dentro del campus universitario a Jimin le surgió una duda.
— Min ¿Cuántas perforaciones tienes? — La pregunta sonó casual, él rubio realmente amaba la apariencia del menor, aun si tuviese 20 perforaciones y 40 tatuajes, seguiría derritiéndose ante sus pies; claro que jamás se lo haría saber.
El pelinegro se encogió de hombros restándole importancia a la pregunta y respondió tranquilo, caminando en dirección hacia el aula donde seguramente se encontraría el «demonio» o sea su profesor. — Dos.—
Jimin camino al lado de Yoongi, perdido en sus pensamientos; si una de sus perforaciones está en su oreja izquierda ¿Dónde está la otra?; algunas miradas caían sobre ellos, a él pelinegro le molestaba las obvias miradas que tanto chicas como chicos le dedicaban a Jimin, tuvo que morderse la lengua para no decir nada imprudente; él mismo lo miraba con esos ojos sin tener derecho.
— Para quedar a mano con las respuestas, yo tengo un tatuaje. — Jimin soltó de pronto, no sabiendo muy bien porque lo dijo, pero sentía que el menor había estado compartiendo información suya y él no había dicho nada sobre su persona y muy dentro de él sabía que necesitaba que el pelinegro le dijera donde tenía su otra perforación.
Yoongi paro su andar abruptamente, trató de analizar la información y pensó en una y mil posibilidades sobre el tatuaje de Jimin, sus mejillas comenzaron a teñirse de rojo por «octava, novena, décima...» ocasión en el día; nota mental #6; ¡La nota mental #2 Min!
— ¿Dónde? — Yoongi carraspeó un poco y volvió a avanzar en dirección hacia el aula.
— ¿Dónde tienes tú el otro pendiente? — A Jimin le gustaba interrogar, no ser el interrogado, pero ese juego de, si preguntas tienes derecho a otra pregunta le estaba pareciendo gracioso.
Yoongi se detuvo frente a un edificio pequeño de donde salían algunos alumnos.
— Es aquí. — El pelinegro señaló la puerta de cristal que tenía grabado «composición musical».
— Vamos entonces. — Jimin dio un paso hacia la puerta, pero fue sostenido de la muñeca por el menor, haciendo que este volteara a verlo curioso, a su vez, Yoongi saco su lengua, mostrando el pendiente plateado que se encontraba en medio de esta, una pequeña bola de metal que contrastaba con el brillante color rojizo de la lengua del menor; Jimin se quedó estupefacto, mientras sus mejillas empezaban a teñirse violentamente.
Yoongi soltó su muñeca, dirigiéndose avergonzado hacia la puerta de cristal.
Mientras tanto, Jimin sólo tuvo el tiempo de pensar 3 mil cosas obscenas que le haría a Yoongi con ese pendiente.
— Tu profesor es un idiota. — Él furioso rostro de Jimin tenía a Yoongi pendiendo de un hilo de su risa explosiva, se encontraba tan rojo del coraje que al menor le parecía sumamente divertido. — No puedo creer que ese maldito viejo pelón, copia barata de él profesor Xavier, hizo que llamara a NamJoon para que creyera que ¡soy un maldito agente del NIS! — El lindo puchero que Jimin hizo con sus bellos labios hizo estallar a Yoongi.
El rostro de él rubio se puso aún más rojo, molesto por la risa burlona del menor.
— Tienes que aceptar que cuando te llamo «cara de bebé» debías sentirte favorecido. — La mueca de disgusto de Jimin era digna para recordar.
— No tengo cara de bebé. — Jimin camino furioso de regreso a el auto, a lo que Yoongi tuvo que apresurar sus pasos; aun riéndose; para alcanzarlo.
— Quizás un poco. — Recordando las abultadas mejillas del mayor, Yoongi sonrió con ternura.
El pelirrubio paró en seco su caminar, volteando bruscamente y dirigiéndose a pasos largos hacia Yoongi, este retrocedió torpemente al sentir el aura pesada del mayor, pero una dura superficie sobre su espalda le impidió retroceder todavía más, Yoongi estaba acorralado entre Jimin y una pared.
El mayor recargó su mano en la pared a la altura de la cabeza de Yoongi y acercó su rostro a escasos centímetros de este; el menor retuvo la respiración.
Jimin acercó sus labios hasta la oreja izquierda del menor, Yoongi podía jurar que sentía la textura de estos sobre su piel. — Recuerda que soy un agente del NIS, porto un arma entre mis pantalones o «quizá dos» y seré el hijo de puta que atrape al asesino que está detrás de tu lindo cuerpecito, así que si sigues diciendo que mi cara parece la de un jodido bebé, te mataré antes que él. — La voz de Jimin era ronca y sorpresivamente más grave que su voz habitual, la cual era más bien un poco aguda y chillona.
Él rubio se alejó bruscamente dejando a un pelinegro muy impactado sobre la pared, la sensación en su vientre le dio un tirón que casi hizo que dejara escapar un jadeo, aunque, no sabía muy bien de qué ¿miedo, sorpresa, admiración? O quizá... ¿excitación?
Tuvo que casi correr para alcanzar a él rubio en su auto, donde el silencio duró un par de minutos antes de entrar a la avenida principal.
— Al menos... ¿te alargó el plazo del proyecto?— La tensión con la que Jimin hablaba seguía siendo notable para el menor, el cual se sentía molesto consigo mismo, había dicho algo que le molestaba al mayor; y es que él también solía molestarse cuando le llamaban pequeño, delicado y tierno sólo por su estatura.
— Sí. — murmuró el pelinegro.
Jimin se sentía culpable, no debía haber explotado de esa manera con el menor, pero a lo largo de su travesía en la corporación, se había topado con un sinfín de mediocres, patéticos y estúpidos sujetos que no paraban de decirle que parecía demasiado «tierno» para el trabajo.
Suspiró.
— Yo...
— Yo...
El auto se había detenido en un semáforo en rojo, a lo que ambos voltearon verse confundidos, habían tratado de hablar al mismo tiempo y los había dejado en una situación mucho más incómoda.
— ¿Ibas a decir algo?— Jimin apretó ligeramente el volante.
— Tú primero... si quieres. — Él pelinegro siempre decía lo que quería, pero esta vez se sentía un poco ¿acorralado?
— Siento lo de hace rato Min... debiste pensar que fue ¿infantil? — Jimin frunció la frente, había hecho algo estúpido y dejó que un ambiente de incomodidad creciera entre él y quien se supone que debía proteger; maldición ¡hasta lo había amenazado de muerte!; Jimin enserio se merecía el premio nobel de la mejor custodia de testigos.
— No tienes que disculparte, es mi culpa, yo no debí haberte dicho eso después de ver lo molesto que estabas por lo ocurrido con mi estúpido profesor, también me molesta que me llamen «tierno» o «pequeño» solo por mi estatura, así que, él que lo siente soy yo Park, una disculpa, no me pareció nada infantil, de hecho. — Yoongi frunció sus labios, había sido sincero; o quizá no tanto, había omitido la parte sobre el hecho de excitarse al haber escuchado la gruesa y sensual voz del agente tan cerca de él; nota mental #7; pedirle que me diga cosas sucias al oído.
Jimin condujo unas calles más hasta quedar frente un complejo de apartamentos un poco más grandes que donde vivía Yoongi y en una zona muchísimo más céntrica.
— En verdad, no debí actuar de esa forma, soy quien te protegerá, después de todo. — Jimin aparcó el auto en el estacionamiento bajo el edificio y recogió un par de cosas del cenicero de este, mientras que Yoongi tomaba sus dos maletas deportivas pequeñas y el estuche de su portátil de la parte trasera. Ambos cerraron las puertas y se encaminaron hasta el elevador.
— No te preocupes en verdad hombre, no me tome enserio nada de lo que dijiste, bueno, lo del agente y el arma sí, porque esa parte es cierta. — Jimin le había ofrecido ayuda a Yoongi para cargar una de sus maletas, a lo que este aceptó para que él rubio no pensara que sí estaba enojado con él.
— Bueno, solo una cosa de lo que te dije es falsa. — Una sonrisa traviesa nació en los labios de Jimin al momento de bajarse del ascensor en el piso donde se encontraba su departamento.
— Déjame adivinar, era la parte sobre «mi lindo cuerpo», sé que no tengo tu cuerpo de agente en esteroides Park. — Ambos habían caminado hasta la puerta con un número 93, pero antes de teclear la clave Jimin se giró hacia Yoongi.
Mordió su labio para no reír sobre el estúpido comentario sobre los esteroides, hizo contacto visual con el menor y sonrió de lado. — No, la parte sobre matarte.
Y fue así como Jimin tecleo la clave de ingreso dejando la puerta abierta tras él, para que luego de que Yoongi dejará de estar sumamente sonrojado, se dignase a entrar a su hogar temporal.
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Muchas personas están apoyando mi historia súper crack🖤🍕 Enserio un millón de gracias. Decidí hacer 2 días de actualización a la semana, así que quedarán, martes y sábados.
Hace años que no escribía y por cosas que sucedieron en el destino lo retomé. 🥺💜 Gracias a las personas que se toman el tiempo de leerlo, comentar y votar. Merecen el cielo.
Me estoy esforzando mucho para que existan los menos errores posibles en esta historia (También me están ayudando, es un amor 😖 no la merezco!!) así que si ven alguna falta ortográfica no dudan en hacérmelo saber!
Si tenían una duda pues si; Jimin es mayor que Yoongi (Mi número #15 de kinks referentes al Yoonmin) jajaj🤣
Espero no aburrirlas con esta carta! En fin cualquier cosa no duden en preguntar y/o decir.
Buenas madrugadas.
¡Coman pizza🍕!
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