⚠️ Oi 🛑
Prometió no hacer paradas hasta llegar a Goheung, pero olvidó que tomó un gran vaso de café helado mientras planeaba cómo recuperar la joya que su mejor amigo había hecho con amor y dedicación. Y ahora su vejiga estaba rogando por una liberación. Decidió hacer una pequeña y rápida parada en una de las gasolineras más cercanas a su punto.
Después de todo no había sido una idea tan tonta pues aunque tuviera gasolina suficiente estaba seguro de que antes de llegar a la ciudad se terminaría el tanque.
—¿Vienes solo?
Hyungwon dejó el casco en el asiento y se volvió hacia la voz grave que le hablaba.
—¿Ah?
—Ustedes —el hombre enorme señaló con la quijada a la motocicleta y como reflejo Won se puso delante de esta—, siempre vienen en grupos.
La mirada de Hyungwon se agudizó.
No parecía un mal hombre, solo era curioso y lo entendió. El lugar era bastante frío y solitario y cualquier visita llamaba la atención.
—No estoy de paseo —aclaró buscando con la mirada los baños—, estoy en busca de un regalo extraviado.
El hombre regordete asintió limpiando sus manos aceitosas en un viejo trapo. Señaló con la quijada hacia un costado de la tienda y Hyungwon siguió su línea de visión.
—Los baños están por allá —indicó caminando hacia el interior de la tienda.
—Gracias —inclinó la cabeza en agradecimiento y se marchó hacia los baños.
Al salir del cubículo, que para su sorpresa estaba limpio, se tomó un minuto para responder los mensajes de su pareja y de Hyunwoo. El primero de ellos le pedía confirmación de su cita y con pena tuvo que darle una excusa rápida. Le confirmó a su hermano que estaba con vida y volvió junto a su apreciada moto. El hombre encargado de la gasolinera estaba de nuevo afuera hablando con dos camioneros por lo que él aprovechó para rellenar el tanque. A diario tenía conversaciones con desconocidos en el bar sobre sus aburridas y patéticas vidas que ya le resultaba cansado, además no pensaba alargar más su viaje.
Hizo el correspondiente pago y tomó el par de guantes que había dejado sobre el asiento de cuero. Sintió una pesada mirada sobre él e inmediatamente volvió la cabeza buscando el origen. Uno de los camioneros, quién permanecía en el enorme camión, lo observaba a través del surtidor de combustible. Sacudió la cabeza y continuó vistiendo sus manos, pero al subir a su motocicleta escuchó un chiflido. Apretó los dientes, recordaba haber oído ese sonido anteriormente, cuando un idiota borracho lo confundía con un acompañante.
Hyungwon bajó la cabeza y rió.
—¡Qué lindo trasero! —exclamó el hombre con voz gruesa y áspera.
—Idiota —gruñó. Comprometido a ignorarlo, se colocó su casco y buscó las llaves en su campera de cuero. Sin embargo, el chofer no parecía feliz con haber sido ignorado.
—¡OYE, PRINCESA! —gritó bajando del camión.
El desconocido era gigante. De cuerpo fornido y aspecto rudo, aunque su cabello pintaba algunas canas sus brazos y manos lo hacían capaz de aplastar a cualquiera. El suelo crujió bajo sus botas mientras rodeaba el módulo de despacho. El idiota lucía una sonrisa soberbia y confiada.
Hyungwon odiaba al tipo de hombre que actuaba como un estúpido gorila territorial. Y ese apestoso camionero era un modelo perfectamente encajable en el perfil.
—¿Por qué tanta prisa? ¿Tu noviecita te está esperando con el té? —se burló. La mano callosa aterrizó en la parte trasera del asiento, a unos centímetros de donde estaba sentado Hyungwon.
—¡Aleja tu sucia mano de mi bebé! —exclamó apretando los dientes.
El camionero rio levantando su brazo para apretarle el hombro.
—Tranquilo, princesa. No te voy a hacer nada.
Hyungwon asintió.
—No. No lo harás —dijo en un susurro. Movió su brazo hacia atrás golpeando la quijada del hombre con el codo.
—¡AH! ¡Pedazo de idiota! ¿Quieres morir? —se alejó de Hyungwon sosteniendo su mandíbula con una mano.
El encargado de la gasolinera y el otro camionero se acercaron corriendo. El más joven, de cabello oscuro y piel ligeramente bronceada se echó a reír imaginando lo que había ocurrido.
—¿En serio, YangBin? ¿Cuándo vas a entender que los señoritos de ciudad no entienden las bromas? —preguntó acercándose al mayor—. ¿Qué fue esta vez?
YangBin le lanzó una mirada furiosa.
—¿Son todos unos idiotas o es requisito para manejar un camión? —Hyungwon rodó los ojos cruzando los brazos.
Hyungwon escaneó al segundo camionero y arrugó la nariz. No era tan alto como su compañero, pero su cuerpo tenía el doble de músculos y quizás más energía. Usaba una remera blanca debajo de una camisa vieja a cuadros rojos y una gorra negra con el logotipo de un equipo de béisbol. Igualmente no se sintió intimidado por ninguno de los dos, levantó el mentón esperando cualquier movimiento del contrario.
—Disculpa al viejo Bin. No ha visto un buen culo desde hace varios años — habló caminando alrededor del citadino. Se detuvo a su espalda y silbó—, a juzgar por lo que veo, encontró uno muy bueno.
Una vena apareció en la frente de Hyungwon, sin embargo, se contuvo. No podía seguir perdiendo el tiempo con ese par de descerebrados.
—¿Terminaste?
El hombre de la gorra negra ladeó la cabeza sonriendo.
—Me gustaría invitarte una cerveza. Tómalo como una compensación por la falta de mi compañero.
Yang Bin gruñó cogiendo la manguera del dispensador.
—Yo no me estoy disculpando —murmuró el viejo.
—De todas manera no quería —habló Hyungwon fuerte y claro regresando a su motocicleta—. No te ofendas, pero no puedes llamar cerveza a cualquier bebida oscura con espuma.
Hyungwon se puso el casco y encendió la moto para luego alejarse a velocidad por la carretera solitaria.
—Me gusta —susurró Hoseok quitándose la gorra.
Para cuando el sol bajó Hyungwon estaba atravesando los primeros campos de Goheung. De acuerdo al GPS todavía estaba lejos de llegar al taller donde había terminado su apreciado regalo. Pero no sé atrevía a rendirse, no cuando había llegado tan lejos para recuperarla. Inclinó la parte inferior de su cuerpo y aumentó la velocidad. La mirada decepcionada de su mejor amigo apareció en su cabeza. Jooheon había trabajado horas extras forjando esa joya para que unos incompetentes hubieran cambiados las entregas. Hyungwon quería matarlos.
Dobló a la izquierda en la primera intersección y sonrió al visualizar las primeras casas. Condujo media hora más por las calles pocos pobladas y escasas de automóviles que le recordaban mucho al pueblo donde su padre creció. Un lugar muy bello, en las faldas de una montaña y con campos repletos de flores y árboles frutales. A diferencia de su hermano Hyunwoo, él nació y vivió en la ciudad. Las pocas veces que vistió el pueblo fue para las fiestas de cosechas, cuando las familias se reunían a bailar en la plaza y llenaban sus estómagos de vino artesanal.
Hyungwon sonrió con nostalgia. El pitido del navegador interrumpido su viaje a través de los recuerdos. Miró la pequeña pantalla y casi se echa a llorar. Había llegado.
—Buenas tardes —saludó a un par de ancianitas que caminaban con canastos de pan y corrió al interior de la tienda.
La campana de la tienda sonó anunciando su entrada.
—Bienvenido. ¿Puedo ayudarlo en algo?
La voz del hombre era bastante grave y ronca para su baja estatura y complexión mediana. Supuso Hyungwon que se debía a su avanzada edad.
Hyungwon inclinó la cabeza y se acercó al mostrador con la caja de refacciones bajo el brazo.
—De hecho sí. Le agradecería infinitamente que me ayudara —dijo poniendo la caja sobre la vitrina.
Tae Soo, como se leía en la plaquita que colgaba de su abrigo gris, frunció el ceño mirando el cubo de cartón.
—¿En qué puedo ayudarlo? —preguntó amablemente.
Hyungwon buscó en su celular el número de rastreo del paquete y se lo mostró.
—La compañía de correos tuvo un inconveniente y envió por error mi paquete hasta aquí —explicó apresuradamente—. Resulta que mi amigo está fuera del país y me envió una joya para que use en mi boda de mañana. He venido desde de Seul en busca del regalo ¡Me urge recuperarlo!
El hombre canoso lo miró en silencio por varios segundos que para el mixólogo fue una eternidad.
—Espere un momento —pidió antes de desaparecer por el pasillo al otro lado del mostrador.
Una vez solo, se permitió respirar. No sabía desde que momento había dejado de hacerlo, pero la preocupación por no recuperar el regalo lo estaba volviendo loco. Para su fortuna, Tae Soo volvió al poco tiempo con una caja más pequeña que la que él tenía.
—Tienes suerte de que mi esposa no lo haya abierto —bromeó—. Aquí tienes, hijo. No busques más.
—¡Muchas gracias! —gritó arrancando la caja de las manos del señor. La abrió y movió el papel un poco hasta que encontró un estuche de terciopelo rojo con la letra dorada de la marca de su mejor amigo. Suspiró aliviado y la volvió a cerrar—. Me acaba de salvar la vida. Este es su paquete, solo lo abrí una vez, pero no toqué nada.
Tae Soo sacudió la mano.
—No hay problema —miró hacia la calle y frunció los labios—. No falta mucho para que caiga la noche, ¿no quieres que te consiga una habitación?
Hyungwon negó. No tenía tiempo para dormir si es que quería llegar a tiempo para la boda.
—Estaré bien. De nuevo, muchas gracias —hizo una reverencia completa y volvió al camino.
Luego de un par de minutos reconsideró la oferta del señor Tae Soo. Era muy peligroso manejar de noche en una carretera desierta y mucho más en un área desconocida.
—Escucha, busca una posada y espera hasta que amanezca —ordenó Hyunwoo a través del micrófono. La tranquilidad en su voz no reflejaba su verdadero ánimo, él estaba preocupado. Preocupado de perder a su hermano menor por un acto impulsivo—. No te atrevas a manejar de noche. ¿Me oíste, Won?
El alto tarareó golpeando con sus dedos la pantalla del navegador.
—Estaré vigilando tu ubicación y si veo que saliste de ese pueblo... no vas a poder sentarte en una semana de la paliza que te voy a dar —amenazó—. Por favor, Hyungwon, piensa antes de actuar una vez en tu vida.
—Lo haré. Confía en mí.
Hyunwoo suspiró.
—Ese es el problema. Confió mucho en ti.
Soportó las recomendaciones de su hermano unos minutos más hasta que se cansó y colgó con la excusa de que buscaría dónde pasar la noche. No tuvo que buscar mucho, después de todo era una ciudad pequeña.
—¿Acepta tarjeta de crédito? —preguntó avergonzado. Punto número para Hyunwoo; siempre lleva efectivo.
Sin embargo, la dulce señora le sonrió antes de asentir tranquilamente.
—Por supuesto.
Hyungwon suspiró pasándole la tarjeta.
—Si gustas puedo llamarle a mi sobrino para que te ayuda a cargar las male... —. La pequeña mujer cerró los labios de golpe y rio apenada al ver la única pertenencia que llevaba el joven.
—No sé preocupe, yo puedo llevarlo —dijo levantando el casco.
La señora Jung se disculpó y le entregó las llaves de la habitación.
—¡A las ocho sirvo el desayuno! —gritó cuando Hyungwon estaba por subir las escaleras.
—Gracias, pero ya estaré lejos a esa hora —inclinó la cabeza y siguió subiendo.
La espalda ancha enfundada en cuero desapareció al tiempo que la puerta principal se abría dando entra a un fornido hombre de mirada dulce y cabello oscuros despeinado.
—Hola tía. ¿Hiciste pastel de manzana?
—¡Oh, Seokkie! —exclamó la señora Jung rodeando el recibidor—. Justo estaba hablando de ti. Pensé que ya estabas en la cocina.
Hoseok negó dejándose besar por su única tía.
—Lo siento, Yang Bin estuvo amargado toda la tarde y me dejó lavando el camión solo —comentó arrugando la nariz—. Pero ya estoy aquí.
Tomándolo del brazo su tía lo arrastró hacia la cocina.
—Ven, hijo. Te guardé unas rebanas —dijo emocionada—. ¿Sabes? Hoy vino un hombre muy apuesto y alto. Me recuerda mucho a esos actores que ve tu prima en la televisión.
—¿Ah si? ¿Y dónde está?
La señora Jung chasqueó la lengua.
—¿Dónde más? En su habitación —se acercó a Hoseok y le dio dos palmaditas en el pecho para que se agachara a su altura—. Creo que está perdido porque no traía maletas y habló de irse muy temprano.
Hoseok sonrió.
—Cada vez más nos visitan los locos.
Hyungwon entrecerró los ojos y se alejó de la puerta. Escuchar la pequeña conversación le había quitado el poco apetito. Loco. Él no era ningún loco.
—Pequeño idiota —susurró.
Olvidé subir el capítulo correspondiente de ayer jajaja. Curiosamente escribí 5 VECES el penúltimo capítulo, pero lo terminé 😭
Ánimo a mí que estoy luchando con los trámites de residencia de la uni. Estoy dando todo🥺 ❤️
Les quiero🌟
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