Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

⚠️ No reason 🛑

Los rostros jóvenes, las miradas de asombro, los cortos murmullos e incluso las risas, lo llevaban de vuelta a su etapa de estudiante. Alguna vez, hace cinco u ocho años, él también estaba sentado en una butaca con un cuaderno y pluma en la mano luchando por no quedarse dormido mientras el chef explicaba la clase.
La ignorancia y el poco interés a los conocimientos que le eran cedidos, muchas veces lo llevaron a gritar de frustración cuando le era rechazado un platillo.

«De los errores se aprende »

A prueba y error descubrió su verdadera vocación y por ello, ahora se encontraba delante de casi cien estudiantes narrando su experiencia detrás de la barra.

—¿Alguna pregunta? —sonrió moviendo su mirada por el recinto.

Cómo era de esperarse, muchos alumnos que cuchicheaban callaron al escuchar su potente voz, debía darle crédito al encargado del audio y sonido.

Solo una chica levantó la mano. Castaña, metro sesenta cinco, aproximadamente, piel pálida y de extrema delgadez. La palidez de su rostro y la sonrisa forzada delataba su esfuerzo por aprender y demostrar su desempeño en la cocina.

—Adelante —usó su mano derecha para peinar su cabello hacia atrás y por inercia, levantó el mentón. Dejó que su otra mano continuara dentro de su pantalón de cuero y alzó los hombros para acomodar su chaqueta negra.

Tuvieron que pasar casi dos minutos para que la chica reaccionara y recordara la pregunta.

—¿C-cómo supo que quería ser chef?

Hyungwon alzó los cejas y rió por lo bajo.

Una pregunta sencilla, directa, concreta...y estúpida.

Los labios gruesos del atractivo hombre se humedecieron en un rápido movimiento de su lengua y su cabeza se sacudió.

—Cuando te vi pensé que tendrías una buena pregunta por hacer —recorrió el auditorio con la mirada y enarcó una ceja—. ¿Alguien más?

Todos guardaron silencio y la chica de pie mordió su labio inferior queriendo escapar de la vergüenza.

—Hyungwon, no seas un idiota —el hombre bajo el escenario le hizo señas para que bajara pero Hyungwon fingió no verlo.

—¿Nadie?

El alto resopló. Caminó de regreso al pequeño escritorio tras de sí, cogió el celular que estaba ahí y leyó el único mensaje, importante, que tenía.

El paquete está aquí.

Por un momento olvidó la charla y se visualizó en su hogar como niño pequeño revisando el interior de la caja que tanto había esperado.

—¿Hyungwon? ¿algo más que agregar? —Kyung Soo había subido para salvar a su estudiante y para sacar, diplomáticamente, a su amigo del escenario.

—Si. Solo un par de cosas —giró hacia el público con la misma expresión de hijo de puta—. Puede sentarse, señorita.

La joven se sentó luego de hacer una reverencia a los dos adultos.

—Ustedes no saben ni deberían saberlo pero en tres días me caso —sonrió ante las miradas decepcionadas de las estudiantes de las dos primeras filas—. Tengo el tiempo encima con los preparativos y mi trabajo y aún con todo eso, hice un espacio para venir aquí y platicar con ustedes como un favor a mi viejo amigo Kyung Soo.

—Gracias —susurró el bajito.

Hyungwon asintió vagamente.

—No tengo problema con hablar sobre mi trabajo y experiencia laboral —reconoció —.Sin embargo, no encuentro lógica posponer mi agenda para estar aquí, de pie, hablando como un idiota a otros idiotas que no tienen el mínimo interés de prestar atención. Escuchar lo que ustedes quieren no es aprender.

Do bajó la cabeza cerrando los ojos. Sabía que eso pasaría. Conocía a Hyungwon y lo mucho que odiaba que las personas le ignoraran.

—Su profesor me presentó a ustedes y yo lo volví a hacer cuando me planté aquí —exclamó, el rostro totalmente serio. Miró el reloj en su muñeca y asintió—. Una hora y quince minutos hablando de tragos y cócteles ¿para qué? Para que su compañera me pregunte porqué quise ser chef.

Hyungwon negó. Levantó su bolso del suelo, hizo una reverencia y sonrió.

—¡Qué tengan bonita tarde! —y sin más salió del auditorio con Do siguiendo sus pasos.

Ya había desperdiciado tiempo suficiente con aquellos incompetentes alumnos así que no se quedaría a escuchar la larga disculpa que su amigo tenía para ofrecerle. No era la culpa de Kyung Soo tener alumnos idiotas como tampoco era responsabilidad suya de educarlos.

—Lo lamento. Debí haber previsto todo esto —Kyung Soo lo alcanzó segundos antes que colocarse el casco—. Elegir al curso más numeroso no fue la mejor opción.

El castaño suspiró quitándose los lentes.

—No estoy realmente molesto pero tengo poco tiempo para llegar a mi casa —dijo acomodándose sobre la moto oscura, inclinó el cuerpo ligeramente hacia adelante y le sonrió—Me debes un café.

—¿Te parece el día después de tu boda?

Hyungwon rió encendiendo el vehículo.

—A menos que tomes un vuelo temprano a Bali, no veo porque no.

Kyung Soo era uno de los pocos amigos que conservaba de la universidad. El tipo era un pequeño gruñón, tan amargo como el café que tomaba por las mañanas. Entre ellos existía una especie de maldición; sus reuniones terminaban con alguno de los dos disculpándose. La mayoría de las veces era Hyungwon. Realmente a ninguno le importaba ese pequeño gran detalle, los pocos encuentros le impedían darle relevancia a los accidentes o situaciones catastróficas.

Se prometió pensar dos veces antes de aceptar ayudar a sus amigos y se puso en marcha hacia la oficina de su prometido. Llevaba dos días sin verlo y las ansias por comerle la boca cada vez más se apoderaban de él. Condujo con prisa deteniéndose única y exclusivamente cuando los semáforos lo dictaban, siempre manteniéndose dentro del nivel legal de velocidad.

En su mente, jugaba a imaginar el interior del paquete que lo esperaba en casa, por lo que no prestó atención a la chica pelinegra de piernas largas que salía sonriente del cubículo de su prometido.

—¡Wonnie! Mi bella ranita —Dawon saltó de su silla extendiendo los brazos al aire.

Hyungwon arrugó la nariz y sacudió la mano en el aire.

—Demasiado contacto físico —murmuró atravesando el salón.

Dawon rió bajando los brazos.

—Odias los abrazos, pero te pegas a mi cuello o boca como sanguijuela cada vez que nos encontramos, ¿no es irónico?

El mayor chasqueó la lengua acomodando su cabello. El casco y el aire eran los eternos enemigos de su cabello.

—Es tu único trabajo como mi pareja—. No mentía cuando decía que le agrada el aroma natural de la piel de Dawon pero sobre todo, lo bien que besaba el mayor.

La mano huesuda de Hyungwon lo empujó devolviéndolo a la silla de cuero. Escuchó la risa de su prometido y aquello le hizo rodar los ojos.

—¿Por qué no has ido a mi departamento? —preguntó Hyung amoldándose al regazo del otro.

El pelinegro frunció el ceño confundido.

—¿No fuiste tu quién me prohibió visitarte sin antes consultarte? —devolvió la pregunta alzando las caderas de Won con ambas manos—. Te llamé... un par de veces estos últimos días y jamás respondiste.

La cara de Hyungwon se ocultó en el hueco del cuello de Dawon y un gemido fue la respuesta rápida del menor a los repentinos besos en su punto sensible. Hyungwon era difícil de leer y complacer. Con un año de noviazgo, Dawon no terminaba de entender cómo funciona la cabeza del hermoso hombre con el que se casaría en dos días.

—Wonnie —el menor echó la cabeza hacia atrás separando los labios permitiendo que el poco aliento que le quedaba se escapara por ellos.

Hyungwon le sonrió con ojos dulces. Una sonrisa que no tenía comparación con lo que su mano hacía en medio de sus cuerpos.

—Me gustas —susurró Hyung mirando los labios rojizos del menor.

El más bajo tragó saliva. DaWon apartó un mechón de cabello oscuro del hermoso rostro de su prometido y acarició su mejilla con el pulgar. Mordió su labio inferior cuando los movimientos sobre su pantalón aceleraron. Hyungwon se deslizó hacia atrás consiguiendo espacio suficiente para tirar de las prendas inferiores del oficinista, y liberar su deseoso miembro. Mientras tanto, los dedos de DaWon escalaron por las delgadas piernas hasta llegar a pretina del pantalón de cuero.

—Quieto —Hyungwon apretó la mano que estaba por desabrochar su pantalón y la acercó a su boca—. Yo controlo el juego.

No hubo tiempo de quejas cuando la boca carnosa de Hyungwon se apoderó de los labios de DaWon. Sus lenguas se entrelazaron y el menor no tuvo otra opción más que cederle el poder a su prometido. El oficinista conoció las hábiles manos de su novio, que sumadas a su deliciosa boca, eran la fórmula correcta para subir y bajar al cielo sin tener que morir.

Los dedos de Won se movían con el ímpetu de un animal salvaje, subiendo y bajando. El menor gruñía, no de dolor, al menos no sólo en parte, pues Hyungwon gustaba de disminuir la velocidad cuando lo veía tan cerca de llegar. Tras un par de minutos de gozo, DaWon sintió los dedos largos masajear sus gónadas. Al principio no le dio tanta importancia, siendo que tenía la lengua de Hyungwon rebuscando en su boca y no quería perder el hilo de la rítmica danza. Sin embargo, a los pocos segundos, el alto incluyó su otra mano al juego y la doble estimulación dio lugar a un largo gemido e intensos temblores. Cuando su cuerpo al fin alcanzó el clímax, Won cayó derrotado echando la cabeza hacia atrás.

—Espero que llegues a tiempo a la cena —Hyungwon tomó un pañuelo de la mesa y limpió la mano que había sido testigo del orgasmo de DaWon—. Tengo un contrato en la fiesta de un Senador y no quiero retrasar el servicio.

Bajó del regazo de su prometido con tranquilidad y le pasó la caja de pañuelos.

—Nunca terminas de sorprenderme —murmuró comenzando a limpiarse.

Hyungwon sonrió de lado.

—Es mi encanto —lo besó una última vez, por supuesto, asegurándose de dejarlo lo suficiente caliente para que pensara en él hasta que se volvieran a ver.

—¿Qué es esto?

El moreno encogió los hombros. Cogió otra barra de granola y la abrió mirando a su hermano entrar en un estado de crítico de desesperación.

—¿¡Qué demonios es esto!? —gritó sacando todas las piezas, de lo que parecían ser refacciones de auto, y pateó la caja de cartón—. ¡ESO NO ES MÍO!

Hyunwoo frunció el ceño.

—No me mires así —lo señaló—. Cuando abrí la puerta era lo único que estaba afuera.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro