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⚠️ Love🛑

—¡Maldición! —gritó el castaño golpeando la arena con el pie. 

Hoseok dejó caer los brazos sorprendido. Sonrió quitándose la gorra y guardándola en su bolsillo trasero mientras se acercaba lentamente hacia el centro de la carretera. No terminó siquiera de llegar cuando el cuerpo de Hyungwon se lanzó sobre él. Riendo sujetó las piernas largas ayudando a enrollarlas en sus caderas y deslizó sus manos hasta los muslos delgados creando un soporte. 

—¡GANÉ! —exclamó Hyungwon echando la cabeza hacia atrás riendo. Sus ojos estaban completamente cerrados y su cuello brillaba con los imponentes rayos de sol. 

Tragó saliva sintiendo un cosquilleo extraño en su pecho. No sabía que escuchar a Hyungwon reír le traería tanta calma y felicidad en partes iguales. Hoseok inclinó su rostro y dejó un corto beso en la manzana de adán del menor. Se alejó cuando el otro levantó el rostro, todavía sonriendo. 

—¿Me viste? —preguntó en un susurro, rozando a propósito sus labios con los de Hoseok—. Estoy seguro de que pensaste que iba a perder. 

Se miraron uno al otro, con sus corazones latiendo en sintonía.

—Acabo de ganar cincuenta mil gracias a ti —dijo cubriendo de besos los brazos que sujetaban su cuello—. Sabía que ibas a ganar, pero a un lado de eso, me sorprendió lo inteligente que fuiste. Mira que en el último momento dudé.

Hyungwon rodó los ojos y le golpeó el hombro. 

—Lo sé. Quería que lo hicieras —admitió jugando con el cabello de su nuca—. Ahora cállate y bésame. Tengo unas jodidas ganas de comerte la boca desde que saliste de la cama. 

—Eres un poco, mucho, mandón. 

—Aja. 

Hoseok sacudió la cabeza, pero obedeció. Unió sus labios con la boca carnosa de Hyungwon. Usó su lengua para delinear el contorno de sus labios ahogando un suspiro. Se deslizó sutilmente adorando la facilidad con que fue correspondido. Movió su lengua con terrible lentitud dentro de la cálida boca, permitió que Hyungwon se enredara con él y chupó con esmero el músculo húmedo. Con sus pulgares acarició el hueso de la cadera por debajo de la camisa suelta mientras ladeaba la cabeza.

Las voces alrededor no le impidieron mordisquear los labios llenos, que todavía se recuperaban del maltrato de la noche anterior. Se separaron para tomar aire sin alejarse más allá de lo necesario.

—Me vas a matar —susurró Hoseok, picoteando la boca magullada. Gimió cuando Hyungwon se inclinó y le mordió el labio inferior. Una vez que se dio cuenta que no estaba satisfecho, empujó su lengua de nueva cuenta, chocando y retorciéndose, creando una danza agresiva y desordenada.

Hyungwon movió sus manos del cuello a la mandíbula y acarició con sus pulgares la línea marcada.

—Hay que celebrar —dijo Hoseok, rompiendo con el beso.

Con cuidado Hoseok lo dejó en el suelo y tomó su mano para arrastrarlo hacia el interior del bar donde sus amigos habían comenzado con la fiesta. Dos horas después y el estómago lleno, se despidieron de todos prometiendo reunirse para otra carrera. Ese pequeña promesa le recordó a Hoseok que Hyungwon tenía un destino al que llegar y que no estaría junto a él después de mañana. Sacudiéndose la incomodidad se subió al camión regalándole una corta sonrisa a Hyungwon. 

—Tus amigos son divertidos. Debo admitir que me equivoqué al juzgarlos —dijo Hyungwon, mirando las postales que uno de los motociclistas le había obsequiado—. No todos son unos hijos de puta pervertidos. 

Hoseok rodó los ojos saliendo hacia la carretera. 

—Si lo dices por mi compañero solo me queda decirte que él es coqueto, no pervertido. 

El bufido del menor le pareció divertido. 

—¿A dónde nos vamos ahora?

Hoseok señaló con el dedo el mapa en el asiento sin despegar la mirada del camino. 

—Daegu. Por la tarde estaremos saliendo a Daejeon y para el mediodía llegaremos a Seul —forzó una sonrisa al decir lo último. Aunque le agrada la compañía de Hyungwon, no podía prolongar el viaje del atractivo hombre. 

—Entiendo... 

Cada una de las rutas, las paradas de descanso y el tiempo de viaje estaban definidos incluso antes de salir de Gohegun. No era común retrasar la hora de salida de una ciudad, pero Hoseok había encontrado la manera de que la noche llegara estando todavía en Daegu. Puede que haya tomado el camino más largo, a travesando la provincia de Duryu-dong, que los llevó a el E WORLD.

—Mierda, ¿¡esa es la torre 83!? —Hyungwon gritó asomando su cabeza por la ventana abierta—. ¡Hay que ir! ¿Tenemos tiempo?

Apenas lo necesario y estaba en riesgo de recibir un llamado de atención por cambiar la ruta. 

—Pero tendríamos que ir a pie. 

Hyungwon asintió quitándose el cinturón de seguridad. Con pena recibió la campera de abrigo que Hoseok le ofrecía. 

—¿Tienes idea de las veces que he visto esa torre en los dramas? ¡Dios! Yo necesito subir ahí —exclamó desbordando alegría y emoción. 

—No lo sé, pero deben ser demasiadas por lo emocionado que estás —dijo apagando el motor. 

Uniendo sus manos en un fuerte apretón, caminaron hacia el metro subterráneo. Ambos ignorando el colorete en sus mejillas. Tomaron la línea dos del metro con Hyungwon parloteando sobre las costumbres que tenía con su hermano mayor, Hyunwoo, cuando el invierno iniciaba. Faltaba mucho para que la primera nevada llegara y Hoseok deseaba internamente que se adelantara para esa misma noche. Sin soltarse, salieron por la salida quince y desde ahí caminaron hasta el E World. 

—¿Quieres café? Arriba puede que haga mucho frío —comentó desviándose hacia la máquina de café. 

Hyungwon encogió los hombros siguiéndolo. 

—...entonces Hyunwoo dijo que mis habilidades se desperdiciarían en un hospital. Y tenía razón. Perdí horas de sueño intentando leer un libro sobre el funcionamiento del cerebro y las consecuencias de no dormir, nunca pude comprender ni un 10% de lo que hablaban todas esas letras —arrugó la nariz entrando al elevador—. Debiste haber visto mi cara cuando abrí la cabeza de un muñeco, bastante real para mi gusto. Vomité toda la noche y a la mañana siguiente estaba recogiendo mis documentos. 

Hoseok se echó a reír con la cabeza hacia atrás. Olvidó que se había quemado la lengua y cuando el ardor regresó, disminuyó su carcajada, pero su sonrisa se mantuvo. 

—Y entonces pensaste que sería divertido mezclar bebidas. 

Hyungwon sonrió buscando verlo a los ojos. 

—Amo mi trabajo —admitió con la voz relajada—. La mayoría de las veces me siento como científico loco, encerrado todo el día en la cocina hasta conseguir una bebida que trasmita el sentimiento que me inunda ese día. 

—Eres más sentimentalista de lo que pensé —bromeó Hoseok. Su mano se movió inconscientemente buscando los dedos largos de Hyungwon. Sus manos se unieron de nueva cuenta y una sonrisa apareció en el rostro de los dos. 

—Culpo a Nunu por ello —dijo frunciendo el ceño, como si estuviera recordando algo importante—. Él no suele expresar sus emociones, así que mi trabajo es mostrar la de ambos. Me gusta decir que Nunu es mi complemento. 

—Empiezo a sentirme celoso de Nunu. 

La expresión molesta de Hyungwon lo hizo reír, aunque él no mentía. Era tierno escucharlo hablar con tanto cariño sobre alguien. Alguien que no era Hoseok. 

—Estamos aquí —susurró Hoseok, jalándolo hacia las ventanas enormes que dejaba al descubierto la belleza de la ciudad nocturna. 

—Wow. E-es hermoso.

Hyungwon soltó su mano y se acercó a la pared de cristal a admirar atentamente la vista. Buscó su celular y tomó un varias fotos desde varios puntos del mirador. No fue hasta la segunda vuelta que se dio cuenta de que Hoseok seguía parado a un costado de la puerta del elevador, con el cuerpo inclinado hacia adelante, probablemente intentando ver. 

—¿Qué haces ahí? Acércate o no podrás ver mucho desde ese punto. 

Hoseok levantó la mirada a sus ojos y sacudió la cabeza. 

—Estoy bien desde aquí. ¿Ya tomaste suficientes fotos? No te olvides tomarte una selfie —sugirió con una sonrisa asustada. 

El menor bajó el celular y se acercó a él luciendo bastante preocupado que enterneció a Hoseok. 

—¿Pasa algo? 

Suspiró antes de hablar y decir su vergonzosa verdad.

—Tengo acrofobia —susurró, apretando los ojos. 

—Oh. Vaya. Entiendo. 

¿No era Hoseok la persona más linda y considerada? Hyungwon no podía creer que se hubiera desviado para traerlo a la torre y acompañarlo hasta la parte más alta aun cuando sus piernas no paraban de temblar y sus ojos se llenaban de lágrimas. Caminó lentamente sin quitarle la mirada de encima. Con una mano sujetó su mentó provocando que abriera los ojos. 

—Gracias. Muchas gracias por traerme aquí —murmuró. Hyungwon inclinó la cabeza y lo besó. Movió sus labios con tanta delicadeza como si temiera que rompería al mayor. Rozó su nariz por la mejilla fría y le sonrió—. Hoseok, eres un jodido encanto. 

—Lo sé, soy el nieto favorito —rio abrazándolo por la cintura—. Puedes seguir mirando, te esperaré aquí. 

Con el almacenamiento lleno de fotos y vídeos de ambos, cuando Hoseok consiguió soltarse y acercarse al borde, regresaron al camión. Hyungwon le tomó la palabra y se acomodó para dormir. Él tenía un don para dormir perfectamente en las posiciones más incómodas por lo que no le fue difícil conciliar el sueño con la cabeza recargada a la ventana y los brazos cruzados alrededor del abrigo de Hoseok. 

Las luces de los faroles a la orilla del camino lo acompañaron toda la noche mientras su cabeza no dejaba de dar vueltas en el mismo tema. La despedida de Hyungwon. Era increíble la rapidez con la que se encariñó del hombre alto, decir que estaba enamorado sería una exageración, pero Hoseok sentía su corazón en una mano cuando lo veía sonreír o agitar sus largas y espesas pestañas. No existía otro sentimiento para describir lo que movía su corazón. Aprovechó la luz del semáforo para girarse y arreglar el cabello que obstruía la cara hermosa de Hyungwon. Se quedó un momento más acariciando la piel dorada, suspirando se alejó de él. Su corazón le gritaba que lo besara, pero su cerebro se negaba, ordenándole alejarse. 

Bajó la cabeza avergonzado. La opción más saludable era guardar sus sentimientos en lo profundo de corazón y regresar a su personalidad de jugador. Esa que Hyungwon odió desde el inicio. 

—¿Dónde estamos? —despegó el rostro de la ventana y se restregó los ojos con los puños. 

Hoseok lo miró apenas y le dio una bolsa de papel con el desayuno. 

—Daejeon. Aproveché que la carretera estaba libre y conduje la mayor parte de la noche —explicó. Sorbió de su vaso de café y frunció el ceño por el sabor amargo—. Come. Aún nos quedan unas cuantas horas de camino. 

Hoseok se había desechó de la playera blanca manchada de grasa y ahora usaba un overol de mezclilla y una remera negra ajustada junto a una gorra roja  con la inicial de su nombre bordada en el frente. A diferencia de los días anteriores, sus ojos parecían más oscuros y los músculos de su cara lucían tensos, pero Hyungwon no se atrevió a hacer un comentario creyendo que se debía al cansancio. 

Abrió la bolsa y sacó una leche de plátano y un sándwich de huevo y atún. Hyungwon odiaba el atún, pero decidió que por primera vez haría una excepción. ¿Cuántas veces en la vida un hombre jodidamente hermoso que transpiraba sensualidad bajaría de su camión e iría por la ciudad buscándole un desayuno más saludable que las papas fritas y los chocolates?

—¿Ya desayunaste? —preguntó después de bostezar. Hoseok asintió mirando fijamente hacia otro lado—. Idiota, tenías que haberme esperado. 

—No hay problema. Come cuanto quieras —le respondió, con la voz más gruesa. 

Hyungwon encogió los hombros y empezó a comer. No pudo reprimir las muecas, pero como Hoseok se negaba a verlo, no se dio cuenta del esfuerzo que hizo para terminarse el sándwich. Al terminar, limpió su boca con una servilleta de papel e intentó comenzar una conversación, fallando épicamente.

—¿Pasó algo? 

El mayor sacudió la cabeza. 

—¿Por qué preguntas?

Hyungwon miró hacia afuera del camión y después su cara inexpresiva. 

 —No lo sé. No me has dirigido más de dos palabras en las últimas tres horas ¿Hice algo para molestarte? —preguntó recargando su espalda a la puerta. Frunció el ceño y apretó los labios—. Lo siento, no sé que hice, pero lo lamento. 

La mano grande y pesada de Hoseok se movió en el aire y un intento de sonrisa relució en sus labios. 

—Tranquilo. Solo estoy cansado —mintió.

Hyungwon lo escaneó tanto como pudo. No encontró alguna falla exterior que provocara su mal humor. Confiando en que él no era la razón del cambio de actitud del mayor, se inclinó para besarlo en los labios, pero se sorprendió al ser detenido por la misma mano que ayer lo acariciaba con pasión. 

—Ahora no. Estoy manejando —expresó, echando la cabeza hacia atrás—, no seamos imprudentes. 

Con los ojos abiertos y la boca, Hyungwon volvió a su lugar. Tragándose el nudo en la garganta asintió. 

—E-está bien —susurró Hyungwon.

El cartel con el nombre de la ciudad le ayudó a entender mejor a Hoseok. La hora de decir adiós estaba por llegar y él había empezado a crear una pared entre ellos. ¿Era necesario? ¿O es que no significaba nada para él? Quizás Hoseok se envolvía con hombres y mujeres en cada viaje que le resultaba fácil deshacerse de ellos. De pronto recordó la mañana que vivió en la posada, el cuerpo de Hoseok estaba cubierto de arañazos y chupetones. Marcas de una buena noche. 

Hyungwon se abrazó a sí mismos cuando las ganas de llorar se apoderaron. Si bien había dicho que se enredaría con Hoseok solo por placer, los sentimientos lo sobrepasaban. Sin darse cuenta lo había dejado entrar, había caído en la tentación que eran sus labios y su belleza. 

—¿Hay un lugar donde quieras que te deje? —preguntó, cada vez más cerca de entrar a la ciudad. 

La mente de Hyungwon permanecía en pausa, pero lo escuchó. Él vivía en el centro de Jongno-gu, pero podía tomar cualquier transporte para llegar a su casa desde donde estaban, joder, él llamaría a Hyunwoo inmediatamente que bajara del camión. 

—En la estación del subterráneo —respondió con la voz casi robotizada. 

Hoseok tragó saliva y asintió. 

—Puedes quedarte con el abrigo —dijo sinceramente, queriendo que Hyungwon se quedara con un recuerdo de él, más allá de los besos en su piel. 

Hyungwon bajó la mirada al abrigo y mordió su labio inferior. 

—Tengo la dirección de la posada en el historial del GPS. La enviaré en cuanto puedo, después de lavarla. 

—N-no es necesario...

—Lo haré —afirmó, esta vez en un tono más serio. 

Hyungwon agradeció de que Hoseok no replicara más pues estaba tentando a pedirle que no lo dejara a ir. Sin darse cuenta el camión llegó a la estación. Reconoció el área de hace meses cuando junto a su equipo cubrieron un evento en uno de los enormes edificios que se alzaban delante de ellos. 

El ruido de los autos, la gente caminando por montones en la acera, el vapor saliendo de los puestos de comida callejera y los letreros luminosos le ayudaron a comprender que había llegado a casa. Con los dedos temblorosos quitó el seguro del cinturón y lo deslizó a través de ellos hasta quedar libre. Recogió su casco, su chamara de cuero y la caja con la joya. Miró a Hoseok por debajo de sus pestañas y lo encontró mirando hacia la calle por la ventana. Asintió saliendo del camión. 

—Dame un momento para bajar mi motocicleta —pidió, saltando hacia el concreto frío. 

—¿Necesitas ayuda? —preguntó volviéndose hacia él.

Hyungwon sacudió la cabeza. Se apresuró a bajar a su "bebé" del camión y caminó de regreso a la puerta del vehículo. Golpeó la ventanilla con el puño y esperó a que Hoseok bajara el cristal. 

—Muchas gracias por el viaje. ¿Tienes número de cuenta? Me gustaría retribuirte por tu ayuda.

Por fin una sonrisa apareció en el hermoso rostro de Hoseok, pero no llegó hasta sus ojos. 

—No hace falta. Fue divertido —soltó una risita corta, lo suficiente para acelerar el ritmo cardiaco del alto—. ¿Puedo preguntar que hay en la caja?

La mirada de Hyungwon cayó a la caja bajo su brazo. Sinceramente, él tampoco sabía. Cuando cambió el paquete solo compró que el estuche estuviera ahí, pero no se aseguró de ver el contenido. Abrió la caja lentamente apreciando los últimos segundos en compañía de Hoseok. Sacó el estuche y con cuidado dejó el resto del paquete en suelo, riendo por el temblor de sus manos. Aun así, procuró no volverse torpe y levantó la tapa de terciopelo. Eran anillos de pareja, de oro rosa y blanco, ambos colores entrelazados como enredadera. 

—¡Oh cielos! Son hermosos —susurró Hyungwon, queriendo sacarlos. En su lugar, tomó la nota pegada en el interior de la tapa. 

"Deja que tu compañero te encuentre." 

Los ojos de Hyungwon se llenaron de lágrimas, más sin embargo, se obligó a mantenerla tras sus párpados. 

—Tu amigo es buen diseñador —comentó. Hoseok recordaba haber escuchado entre el palabrerío de Hyungwon que su amigo tenía una empresa de joyería. 

—Lo es.

Guardó el estuche y sorbió su nariz. 

—Ya debo irme. Contactaré una grúa para que venga por ella —dijo señalando con la quijada la motocicleta. Apretó los dientes y le regaló su mejor sonrisa—. Gracias. Ten cuidado en el camino. 

—Lo haré. 

Hoseok subió el cristal antes de que Hyungwon pudiera decir algo más. Encendió el motor y aceleró tan rápido como el sollozó salió del pecho de Hyungwon. 

Ahí de pie, ignorando la mirada de la gente que pasaba a su lado, lloró en silencio. Dejó que sus lágrimas corrieran por sus mejillas mientras veía el camión desaparecer a lo lejos llevándose su corazón. Hoseok lo había subido a las estrellas, pero se fue dejándolo en el infierno de recuerdos. Contó hasta diez y buscó calmar su llanto.

No queriendo seguir llorándole a un idiota insensible que lo dejó abandonado, llamó al servicio de grúas y una vez se aseguró de que su vehículo estaría bien, tomó el metro. Se debatió entre ir a buscar a Nunu o a su novio, pero debía aclarar las cosas con Dawon primero. Y hacia allá se dirigió. En todo el trayecto a la oficina rememoró la noche que pasó con Hoseok después de tomar unos tragos. Intentaba olvidar los besos, las caricias, las palabras y la comodidad que sentía al dormir entre sus brazos. La noche en la torre llegó para clavar la estaca más profundo. Quería llegar a casa y embriagarse, solo borracho podía calmar la necesidad de ir tras él. 

—Buenos días —saludó a la recepcionista y pasó de largo al elevador. 

Ignoró el grito de la mujer y entró cerrando las puertas. Pensó que le estaban dando una advertencia pero el peso en sus hombros le impedía prestar verdadera atención. Bajó en el décimo piso ensayando las palabras que le diría a su novio, pensó en hablarle sobre el desliz que tuvo con Hoseok, pero prefirió guardarlo para él. Caminó hasta el final del pasillo confundido por no encontrarse emocionado por ver a DaWon. Apenas unos días atrás corría hacia la oficina con la libido en alto y unas ganas inhumadas por besarlo. De eso ya no había nada. 

No se molestó en tocar la puerta, DaWon había dicho una vez que estaría disponible para él a cualquier hora del día. Y ahora lo necesitaba más que a nada. 

Viéndolo delante de él comprendió muchas cosas, actitudes y comportamientos que en algún momento le parecieron sospechosos, pero ignoró por su bien. La última vez que estuvo ahí fue para provocar a su novio, le sorprendió lo rápido que se excitó con apenas unos toques. Ahí tenía la respuesta. Acaba de follar con su secretaria. 

DaWon mantenía sus manos en el trasero falso de la mujer y su boca en su cuello. Aunque la mujer permanecía en ropa interior, Hyungwon sabía que el engaño tenía su origen desde mucho antes. 

—Después de todo no pudiste esperarme por mucho tiempo, ¿no? —sacudió la cabeza riendo—. No me voy a molestar en preguntarte por qué o cuándo decidiste que era correcto engañarme. 

DaWon miró hacia la puerta con los ojos abiertos y el rostro llenó de terror. Se alejó torpemente de la mujer y corrió hacia Hyungwon. 

—¡Mi amor! ¿¡Qué haces aquí!? NO. Espera ¡No es lo que parece!

El más alto sonrió acomodando la caja en su cadera. Sin previo aviso se quitó el anillo de compromiso. 

—No quiero escucharte. Con lo que vi es suficiente —dijo apartándolo del camino. Se acercó al escritorio donde la secretaria intentaba cubrirse con el saco de DaWon—. Si eres igual a él, toma...

Puso el anillo en la mano de la rubia y le sonrió. 

—Pero si te amas a ti misma, deja a este cabrón y busca hacerte respetar —le sugirió, con la calma abrazando sus palabras—. Piensa, él me engañó a mí con un compromiso ¿qué puede hacer contigo que solo eres su amante?

—Señor Chae, yo.. yo, lo siento.

Hyungwon palmeó su hombro y salió de la oficina sin detenerse a mirar a DaWon. No estaba molesto con su ex pareja, un poco sí, pero el verdadero coraje estaba con él. ¿De verdad había dejado ir a un hombre maravilloso, trabajador, atento, valiente y sexy, por un jodido traidor?

Rio de su propia estupidez y levantó la caja a la altura de su rostro. 

—Deja que tu compañero te encuentre —repitió. Su compañero ya había hecho la primera fase, le tocaba a él terminar el trabajo—. Por favor, no te vayas todavía. 

Al salir del edificio llamó a Hyunwoo, disculpándose inmediatamente que respondió por no atender a sus llamadas.

—¿Dónde estás? No me has hablado desde el domingo. Empezaba a preocuparme —la voz del mayor no mostraba sobresaltos, pero Hyungwon lo conocía demasiado cómo para dudar de su preocupación—. Pensé que no volvería a escuchar tu voz.

Hyungwon sonrió enternecido con la última frase.

—Estoy bien. He vuelto a Seúl. 

—¿En serio? ¿Dónde estás? Iré por ti. 

Sacudió la cabeza riendo. No tenía tiempo de ir a casa si pensaba recuperar a Hoseok. 

—Necesito que me ayudes. Increíblemente conoces toda la ciudad sin salir de la casa a menos que sea por trabajo —dijo balanceándose en sus talones, considerando lo que iba a pedir—. ¿Dónde están las bodegas de Cheongwon organic?

—¿Eh? ¿Por qué quieres saber? 

—¿¡Lo sabes!?

Hyunwoo tarareó probando la paciencia de su hermano menor.

—Puede que sepa. Pero tienes que explicarme qué está pasando. 

Hyungwon no quería perder tiempo explicándole a Hyunwoo lo que había ocurrido el fin de semana. Eran demasiadas cosas que ni él sabía cómo interpretar. 

—Lo haré. Pero después, no tengo mucho tiempo —suspiró mirando sus botas oscuras—. ¿Me vas a ayudar?

—Sabes que sí. Dime donde estás y te llevaré —dijo comenzando a buscar las llaves del coche. 

Miró hacia atrás, frunció el ceño y reprimió una maldición. Que estuviera ansioso por encontrarse con Hoseok no quitaba la rabia que lo recorría. Al principio se sintió culpable por engañar a DaWon, sin saber que el imbécil lo hacía desde mucho antes. 

—En el edificio donde trabaja DaWon. 

—Estaré ahí en diez minutos. 

Hyungwon sonrió sintiendo el calor subir por sus mejillas. 

Media hora después estaba en el asiento del auto de su hermano mordiéndose las uñas y moviendo los pies consumido por los nervios. No le había explicado a detalle lo ocurrido a Hyunwoo, pero si lo necesario para que condujera al límite de velocidad aprobada por la ley, esquivando los autos como un profesional. Hyungwon descubrió que su hermano tenía un amigo en la compañía y lo habían enviado a investigar si Hoseok seguía ahí. 

—¿Qué te dijo?

El moreno bajó el teléfono y lo miró con pena. 

—Salió hace cinco minutos. 

Las orejas de Hyungwon se encendieron al igual que el resto de su cara. No queriendo rendirse buscó en el GPS las posibles rutas para volver al pueblo de Goheung. Encontró tres caminos, pero entonces recordó que Hoseok prefería las carreteras tranquilas y los paisajes bonitos. Eso lo llevó a elegir la ruta más lejana. 

—¡Ya sé por dónde irá! —gritó sacudiendo el brazo de Hyunwoo. Marcó la dirección en la navegación del auto y esperó a que el moreno cambiara de ruta. 

—Debería empezar a ponerte límites. Simplemente no puedo seguirte en cada nueva locura —confesó Hyunwoo, siguiendo las órdenes de Hyungwon—. Ir en busca de tu amante es ir en contra de toda moral.

—Pero me amas y quieres verme feliz —le recordó del delgado, con una sonrisa confiada.

Hyunwoo no dijo nada. Porque no tenía nada para objetar. Mantener la sonrisa de Hyungwon era uno de sus propósitos de vida, y aunque ahora quisiera ponerle un límite, sabía que lo ayudaría en lo que fuera. Legal o no. Estando fuera de la ciudad, aceleró confiado en que alcanzaría al tal Hoseok, después de todo habían tomado un pequeño atajo.

—¿Estás seguro qué se fue por aquí? Yo no veo ningún camión.

Hyungwon asintió, convenciéndose a sí mismo de haber tomado el camino correcto. 

¿Y si Hoseok quiso llegar temprano a casa? ¿O se detuvo a descansar en la ciudad? ¿Llegó tarde? ¿Qué haría si lo encontraba?

—Creo que veo algo. 

La voz gruesa del moreno lo sacó de sus pensamientos que cada vez se volvían más desalentadores.

El logo de la compañía de envíos, un círculo rojo con la letra C y G mezcladas, le dio una pequeña esperanza. Conforme el automóvil se acercaba, Hyungwon pudo confirmar que se trataba del camión del chofer coqueto que ansiaba comerse a besos. 

—Es él —susurró. 

Hyunwoo asintió. Se removió en el asiento de cuero preparándose para rebasar al camión. Conocía los riesgos, pero el momento lo ameritaba, solo le quedaba esperar a que el amante de su novio no fuera un irresponsable al volante o acabarían volteándose a la orilla de la carretera.

—¿Cuántos años lleva trabajando en ese camión?

El menor lo miró extrañado. 

—¿Por qué es necesario saber eso?

—De eso depende nuestras vidas —murmuró apretando el volante hasta que sus nudillos se volvieron blancos. 

Hyunwoo aceleró, por fortuna Hoseok no conducía a gran velocidad, por lo que fue sencillo rebasarlo. Miró a través de los espejos retrovisores y giró el volante hacia la derecha. Las llantas rechinaron y el polvo se levantó en una gran nube que cubrió la parte delantera de los dos vehículos. 

Ni Hyunwoo ni Hyungwon se atrevieron a abrir los ojos, sin saber exactamente en que momento los cerraron.

—¿Estamos vivos? —preguntó Hyungwon, pasando sus manos por todo su torso. 

—Parece que sí. 

El sonido de la puerta del camión siendo estrellada y las pisadas en el asfalto erizaron la piel de Hyungwon. Con cada segundo que pasaba el conductor del camión se acercaba. 

Una gota de sudor bajó por la frente del más alto, aun así quitó el seguro del auto y con las piernas temblorosas salió. 

—¿E-estás bien? —la pregunta era ridícula tomando en cuenta que fue su hermano quién se atravesó en el camino del otro. 

Hoseok lo miró inexpresivo, de pie a dos metros de distancia. 

—¿Qué haces aquí? 

Hyungwon sonrió. La voz del mayor encendiendo sus mejillas. No dijo ni una sola palabra, acortó la distancia y tomó una de sus manos con extrema delicadeza. Sonrió con el corazón en la garganta y puso la nota que venía en el anillo sobre su mano y la cerró. 

Deja que tu compañero te encuentre —repitió llevando la mano contraria a su boca. Rozó el dorso con sus labios y sonrió sobre la piel pálida—. Era mi turno de encontrarte. 

—¿D-de qué hablas? ¿Y tu novio? ¿La boda?

Hyungwon sacudió la cabeza. Sus manos escalaron hasta el rostro de Hoseok y se quedaron ahí para acariciar sus mejillas. 

—He estado intentando mantener un matrimonio desde que salí de la universidad, provocándome heridas profundas en el corazón —explicó, moviendo sus pulgares cerca de las comisuras de los labios—. Ya me cansé 

—Hyungwon —susurró Hoseok poniendo sus manos en la cintura estrecha. 

—Shh —con un dedo sobre sus labios lo cayó y con una sonrisa lo hipnotizó—. Me cansé de los amores que no duraron, de las promesas rotas, las ilusiones que se van con el viento. Pensé que nunca te encontraría. Que nunca encontraría a alguien que me quisiera, me entendiera y me llenara. 

Rio recargando la cabeza en el hombro de Hoseok, teniendo a su hermano como testigo único de su declaración. 

—El destino me puso en tu camino y aunque al principio me rehusé a aceptarte, ahora no quiero alejarme de ti —admitió. Espesas lágrimas rodaron por sus mejillas mojando la remera negra del mayor—. Me hiciste muy feliz, más de lo que he sido en toda mi vida y no necesito más prueba que eso. 

—Hyungwon eres muy lindo —dijo Hoseok, arrullándolo entre sus brazos—. Entonces ¿Irás de vuelta conmigo, Tushy?

Hyungwon asintió levantando la cara. 

—Unas vacaciones no me caerían mal —bromeó besando una línea húmeda en la mandíbula marcada.

—¿Vacaciones? —preguntó intentando alejar el cuerpo largo y delgado de él, preso del miedo—. ¿Cuánto tiempo?

—Mmmh, ¿para siempre?

Hoseok asintió con una sonrisa pintada en la mitad del rostro. 

—Para siempre. Me encanta. 



Lo prometido es deuda. Muchas gracias por el apoyo a esta rápida historia, espero volver con el resto de historias inconclusas y un par nuevas. 

Beso y abrazos!! 

Bye

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