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⚠️ Eye on You🛑

No era ningún entrometido y tampoco le importaba ser amable con quien no le correspondía de la misma manera. Pero era inevitable no notar las lágrimas que resbalaban por los pómulos altos. Volvió la mirada al frente y aclaró la garganta. Escuchó que su copiloto sorbía la nariz y aprovechó para cuestionarse, una vez más, si valía la pena hablarle. 

—No tienes que responder si no quieres, pero ¿por qué lloras? —le dio una rápida mirada, no por cuidar el camino, más bien para no incomodarlo—. Cuando subiste al camión estabas molesto. Oh, ¿eres del tipo que llora cuando se siente frustrado? Vaya forma de expresarse. 

Hyungwon sacudió la cabeza, secando sus mejillas con el cuello de su camisa. 

—No estoy molesto —suspiró mirando la hora en su celular. 

10:00 Am.

Dos horas para la ceremonia.

El chofer enarcó una ceja. Buscó a su alrededor la caja de pañuelos, una vez la encontró se la ofreció al hombre delgado. Él la recibió en silencio. Sin comentarios pasivos agresivos, como había hecho anteriormente.

—Mi tía me dice todo el tiempo que no está mal expresar mis emociones y que no debo avergonzarme de sentir —comentó con una media sonrisa—. Eso me recuerda que soy humano. Un humano racional, funcional y emotivo. ¿Tú qué piensas?

—Que esos pantalones te hacen ver gordo. 

—Oh. ¿Es así? —Hoseok bajó la mirada a su ropa echándose a reír luego de darse cuenta del cambio de conversación—. ¡Hey! Eso sí fue grosero. 

Hyungwon encogió los hombros lanzando el pañuelo a sus pies, junto a las bolsas de papas fritas y galletas. ¿Qué nunca nadie limpiaba ese camión?

—Justo ahora debería estar en mi alcoba comprobando el brillo de mis zapatos mientras las dos estilistas que contraté hacen que mi cabello se vea irreal —murmuró, sacudiendo los restos de papas que había entre sus piernas y debajo de su trasero—. Mi hermano estaría por llegar para llevarme al salón donde contraeré matrimonio con mi sexy novio. 

El interés de Hoseok era bastante evidente que motivó a Hyungwon a seguir hablando. 

—Mi suegra no pudo quedarse callada por más tiempo y me habló sobre el traje que usará DaWon —arrugó la nariz antes de decir—: Traje de lino. ¿No podía ser más aburrido? 

—Es un color bastante común por aquí. Mi padre lo usó cuando se casó con mi madre... Y después con mi madrastra.

La expresión de asco de Hyungwon hizo olvidar el amargo recuerdo de su familia.

—Te digo. Común —rodó los ojos. Levantó la parte inferior del cuerpo y se inclinó sobre la ventana. El aire sacudió su cabello negro haciendo que liberara un aroma frutal—. Escarlata.

Hoseok abrió sus fosas nasales tanto como pudo. De pronto había encontrado algo agradable en la persona que llevaba a su lado. Su olor de su shampoo.

—¿Escarlata? —repitió con énfasis diferente, marcando la confusión en cada letra.

—Mi traje de novio. Es rojo escarlata —dijo sentándose de nuevo con la espalda contra el cuero—. ¿Tienes teléfono?

La pregunta era casi estúpida. Que fuera un chófer de carga y viniera de un pueblo, no le impedía estar en la misma sintonía que el resto del mundo. Dispuesto a callarle la boca, buscó en su bolsillo derecho y entregó el celular en la mano de Hyungwon.

—Puedes anotar tu número como Tushy —dijo con una risita—. De esa forma no lo olvidaré.

—Estás loco si piensas que registraré mi número— soltó comenzando a irritarse—. Solo quiero hacer una llamada. 

Él asintió relamiendo sus labios. La necesidad por tomar una cerveza incrementaba con cada cambio de actitud de Hyungwon. Permaneció en silencio por lo que le pareció una eternidad, aunque en realidad fue poco menos de quince minutos. Vio al hombre enfundado en cuero resoplar mientras terminaba la llamada y esperó pacientemente una explicación. No era sordo y había escuchado la mitad de la llamada, sin embargo, solo eran palabras sueltas a las que no le encontraba mucho sentido. 

Mantuvo los ojos al frente con sus sentidos atentos al crujido del cuerpo del asiento y la fricción con la ropa del hombre de ciudad. 

—¿Cuándo llegaremos a Seúl? —preguntó con la voz casi rota. 

Hoseok no se atrevió a mirar, preocupado por robarle la poca privacidad que le quedaba. 

—La última entrega está programada para el miércoles al mediodía.

La amabilidad en su voz contradecía con la imagen que había mostrado desde el primer momento en que se conocieron, pero era lo que Hyungwon necesitaba. 

—Puedo acercarte a la estación más cercana y ahí puedes conseguir un autobús que te lleve en menos tiempo —ofreció comenzando a buscar el mapa de las estaciones en el tablero. 

Su cuerpo se tensó cuando se percató de los dedos largos y finos que sujetaban su brazo. 

—Está bien. 

No levantó la mirada de la mano extraña, aunque estuvo tentando a hacerlo al sentir el aliento caliente cerca de su rostro. 

—La boda se pospuso —soltó sin más. Alejándose de Hoseok, se acomodó en el asiento liberando la frustración que presionaba su pecho. Lloró sin pena. Apretando la tela sobre sus rodillas con fuerza, sollozó. Sabía que significaba eso, DaWon le había prometido casarse la próxima semana, pero Hyungwon conocía las posibilidades de que eso ocurriera. Todos estaban cansados de lo mismo. Pareja, compromiso, preparativos, boda, fracaso. Antes o después, no importaba la circunstancia, la suerte no estaba de su lado. Por más que quisiera creer que DaWon lo amaba lo suficiente como para repetir todo el protocolo, la realidad era diferente. 

Tal vez era momento de aceptar que nunca iba a casarse. Ya había terminado de jugar. Compraría una casa en el campo, dos vacas, un caballo, tres corderos, diez gallinas, un perro y un bonito overol de mezclilla. Las bodas pasarían a ser lindas reuniones con su hermano y amigos en su rancho. Si tenía muchas ganas de un polvo, iría al pueblo más cercano por un muchacho de piernas sexys y culo respingón. 

No se dio cuenta de que reía hasta que Hoseok limpió sus mejillas y le preguntó. 

—¿Cuál es el chiste? —enarcó una ceja divertido—. Debe ser uno muy bueno. Vamos, cuéntame y veré que tan bueno es.

Sacudió la cabeza alejando la mano del chofer de su cara. 

—Ninguno. Solo pensaba en lo patético que debo verme llorando en la cabina de un camión. 

Rio entre lágrimas. Una risa tierna que contagió a Hoseok. 

—Tranquilo. No eres el primero que derrama lágrimas aquí —comentó encogiendo los hombros después—. Han habido de todo tipo de derrames entre estos asientos. Hombres, mujeres...

—¡WUACALA! —gritó sacudiendo las piernas—. ¿¡Qué clase de loco eres!?

Hoseok ladeó la cabeza confundido. Sin embargo, luego de analizar sus propias palabras comprendió el posible rumbo que tomaron en la mente de su compañero. Abrió la boca para explicarse, pero prefirió verlo en apuros un rato más. 

—¿Cómo dijiste que se llamaba tu novio?

—DaWon —respondió metiendo la cabeza de regreso a la cabina. Con dos dedos peinó su alborotado cabello oscuro afectado mínimamente por la pregunta. No sabía si todavía era su novio, pero debía serlo ¿no? DaWon dijo que lo esperaría. Mientras más lo pensaba, su dolor de cabeza se intensificaba. 

Hoseok dio vuelta alejándose de la autopista transitada hacia un camino desolado. No era la primera vez que lo hacía en las últimas dos horas y cuando preguntó le respondió que prefería las carreteras tranquilas. Tenía razón. Los paisajes eran hermosos, muy diferentes a los que él había visto cuando se dirigía a Goheung.

—Tuve un amigo con ese nombre. Es enorme y tiene la piel morena. Sus brazos son tan gruesos que ni con mis dos manos puedo cubrir su bíceps—dijo juntando sus manos sobre el volante y moviendo los dedos.

Hyungwon entrecerró los ojos mirando las manos grandes y rudas. Posiblemente ásperas al tacto, pero proveedoras de calor. 

—Sus facciones duras lo hacen ver como un macho alfa, pero solo es una coartada. Le encantan los penes —sacudiendo la cabeza riendo y Hyungwon lo acompañó—. Y bueno, ¿Cómo no le van a gustar? Si tiene un trasero grande y redondo, perfecto para joder. 

—¿Te acostaste con él? —preguntó inclinándose sobre él.

Hoseok asintió sonriendo. 

—Un par de veces. O tres —lo miró por debajo de sus pestañas, con una mirada oscura y una jodida sonrisa provocadora, que hicieron vibrar hasta el último músculo del menor—. No lo recuerdo. 

—No es mi DaWon —susurró. Miró hacia la carretera mientras pasaba una pierna sobre la otra y se deslizaba hacia la puerta. 

Lo escuchó tararear, pero no se atrevió a mirarlo. No después de la mirada que le lanzó. Normalmente no se intimidaba por nadie, más bien nunca lo hacía. Pero la falta de sexo por los nervios de que la boda salieran mal, le estaba causando estragos. 

—Él es, incluso, más bajo que yo. Dos veces a la semana va al gimnasio aunque no tiene un cuerpo tan grueso como tu amigo. 

—Es una lástima. Pensé que ese idiota había conseguido un buen prospecto —comentó, con una expresión cansada—. ¿Quieres comer algo? No te he visto tocar las galletas y lo último que quiero es cargar con un cadáver.

Hyungwon resopló. Estaba a punto de negarse, pero su estómago lo delató con un desvergonzado rugido.

—Tomaré eso como un sí —bromeó palmeando su muslo. Hoseok se salió del camino hacia una carretera angosta e inclinada hacia abajo y anduvo por unos minutos hasta que finalmente detuvo el camión en un gran motel con amplio estacionamiento y un bar- restaurante a un costado—. Andando, Tushy.

El lugar le recordaba mucho a las películas norteamericanas donde los motociclistas rudos y los camioneros traficantes se reunían para llenar sus estómagos de alcohol. Y es que ellos estaban ahí por esa misma razón. Comer y hartarse de alcohol. Levantó la mirada hacia el enorme letrero viejo con luces neón intermitentes. Open mind.

Aquí preparan una salsa picante deliciosa y el pollo frito... ¡Es el mejor de la región!

El delgado sonrió gustoso por el entusiasmo de Hoseok. Lo siguió al interior del restaurante bastante fascinado con las motocicletas enormes estacionadas afuera del local. Eran modelos fenomenales y que se moría por coleccionar, pero Hyunwoo nunca se lo permitía con la excusa de no tener espacio suficiente en su casa. Era verdad, pero le gustaba dar pelea hasta el último minuto. 

La puerta de madera rechinó deslizándose suavemente hacia el interior del bar. Las luces cálidas y el olor a cerveza de raíz les dieron la bienvenida junto a la batalla de risas graves y maldiciones. Hoseok se sentía como en casa y Hyungwon se hubiera sentido de la misma manera si tan solo sonara música más estridente. 

Por allá hay una mesa señaló con la cabeza mientras saludaba a un par de compañeros que celebraban en el otro extremo del bar—. Empieza a caminar si no quieres que nos arrastren hacia ellos. 

—¿Eh? ¿Quiénes? 

La única oportunidad de huir se desvaneció cuando uno de los camioneros se levantó de la mesa y fue a su búsqueda. Hoseok envolvió un brazo en la cintura de Hyungwon de manera protectora. 

Aleja tu mano de mí ordenó.

Hoseok se cernió sobre él soplando aire caliente en su oído. 

Escúchame bien, Tushy susurró, acariciando con su nariz detrás de su oreja—. Justo ahora luces como un apetitoso bocadillo para todos aquí. Intentarán cortejarte y no será agradable. 

Hyungwon contó hasta diez en su mente y se prometió que mataría a Hoseok tan pronto saciara su hambre. 

Cruza la línea y vas a conocer lo que puede hacer este apetitoso bocadillo gruñó soltándose del agarre y avanzando hacia la mesa en dos zancadas—. La primera ronda, yo la invito. 

Los seis hombres que llenaban la mesa celebraron extasiados. Uno de ellos, un castaño de casi dos metros, hombros anchos y facciones duras, le sonrió jalando una silla. 

Seok es muy bueno escogiendo a sus amantes. Lo mejor de lo mejor. 

Los labios de Hyungwon se curvaron en una sonrisa inestable. Escuchar la voz áspera del hombre le provocó escalofríos y a la misma vez le llenó el pecho de calor. Comenzaba a cansarse de los borrachos vainilla que visitaban su bar a diario, que buscaban convencerlo de llevarlo a su cama. 

Eunha, trae dos órdenes de pollo picante y un tazón de ramen ¡Muero de hambre! exclamó Hoseok dejándose caer en la silla que previamente habían preparado para Hyungwon—. Quiero que te sientes junto a mí aclaró ante la mirada asesina del delgado. 

Las mejillas de Hyungwon se colorearon, pero se negó a ceder. Terminó por sentándose junto a él por términos de seguridad y comodidad. Sonrió a los presentes aceptando el primer trago. Su profesión arraigada en la sangre le impidió tomar sin antes hacer una pequeña inspección a la cerveza. No era de la mejor calidad y por el aroma pudo determinar que terminaría embriagándose antes de llegar a su límite. Decidió beberlo porque estaba ahí para desahogarse de la presión acumulada de los últimos días. 

Tranquilo. No tienes nada que demostrar —le susurró Hoseok, con una mano acariciando su rodilla. 

Hyungwon levantó la cabeza, todos los ojos estaban sobre él. Más no le importó. Tomó la botella en un arranque de valentía y la vació de un trago. Escuchó risas y elogios por parte de los amigos de Wonho y le gustó el sentimiento de libertad. La adrenalina recorriendo su cuerpo. 

¿Eso es todo lo que tienes? preguntó el castaño sentado al otro lado de la muralla que era Hoseok. 

Soy mixólogo. El alcohol y yo, sabemos llevarnos bien. 

Con la punta de su lengua limpió dos gotitas de cerveza de su labio inferior y sonrió poniendo su tarjeta de crédito sobre la mesa. La oscuridad de la noche todavía no caía, pero él ya estaba bastante animado para probar los sabores nocturnos. 


Ya es mi cumpleaños así que empiezo a subir el final de Delivery 🤗🤗

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