Capitulo 5
Siéntense por favor. – Dijo el hombre vestido de gris que los recibió en la gran sala del antiguo palacete que para los días en que fue construido bien pudo ser el digno hogar de una familia noble.
Sergei y su esposa aceptaron gustosos la invitación de su anfitrión. La estancia se mantenía tibia gracias a una gran chimenea encendida al fondo, el color rojo sangre predominaba en las paredes que se erguían altas y orgullosas tapizadas de cuadros de estilo renacentista que daban la sensación de haber retrocedido en el tiempo cientos de años, en contraste los modernos muebles de cuero color marrón les ofrecía la comodidad del tiempo presente ofreciéndoles el descanso que sus cuerpos le pedían luego de tan largo viaje.
- ¿Cómo estuvo el viaje?
- Excelente Pavel. – se apresuró en responder Sergei – el documento era impecable, nadie sospechó nada.
- No es de extrañarse, nuestra gente es la mejor. La chica, ¿Dio problemas?
- Ninguno. – dijo la mujer tocándole el turno de responder – es muy dócil, confiada. No dijo nada hasta llegar aquí.
- Qué bien.
Pavel examinaba con ojo escrutador a los recién llegados, parecía ser un hombre muy relajado, hasta dulce, pero en sus ojos grises brillaba la frialdad y la experticia que le había heredado la madurez y una vida llena de peligros y pérdidas, rubio y de facciones casi perfectas tenía por de más el aspecto de un ángel caído que de un ser mortal.
- ¿Por qué la trajeron, que tiene de especial? – quiso saber Pavel.
- Es hermosa. –respondió la mujer - además su carácter dócil la hace perfecta para la subasta.
- Olga tiene razón. – agregó Sergei – la chica es joven e inocente, además, si es verdad lo que dice valdrá mucho más.
Pavel seguía con atención la descripción que le daba la pareja, en conversaciones telefónicas ya le habían dicho que Sofía podría ser virgen, eso aumentaba su precio en el mercado, por lo tanto, como buen comerciante Pavel se interesó de inmediato.
- Bueno. – intervino el anfitrión desde la comodidad de su asiento – eso debemos comprobarlo primero, mis clientes son personas muy exigentes, que pagan miles de euros por una chica en sus condiciones, no puedo desilusionarlos. Han sido muchos las que me han querido engatusar con historias de pureza que no han sido más que engaños. Comprenderán que no puedo poner en riesgo mi nombre y mi credibilidad ante mis clientes.
- Pavel... - intervino Sergei nervioso – nosotros no te engañaríamos.
- Lo sé Sergei, no te preocupes, es solo que me gusta hablar claro y por supuesto asegurarme de que la mercancía que ofrezco es de primera.
La frialdad con la que Pavel hablaba hacía que a Olga a quien Sofía todavía conocía como Nora le sudaran las manos y sintiera como si estuviera jugándose la vida en esa conversación, por un momento llegó a pensar que Sofía tenía suerte de estar con Berta en vez de allí con el reconocido y temido proxeneta Pavel Koslov.
Era la primera vez que la pareja se atrevía a ofrecerle mercancía a Pavel de calidad de subasta, el ruso dentro de la krasnaya mafiya (mafia roja) era uno de los eslabones más importantes y poderosos en la rama de trata de blancas con el que Olga y Sergei tenían la posibilidad de hacer contacto, era una especie de puente entre ellos que se encargaban básicamente de escoger y engañar a las posibles víctimas, secuestrándolas y obligándolas a trabajar bajo presión en cualquier parte del globo, y los proxenetas locales que se encargaban de prostituir a las víctimas en las calles donde había más demanda de comercio sexual, muchas fueron las mujeres que gracias a su gestión habían muerto por abuso y enfermedades, Tailandia, España, Italia eran países donde llegaban los tentáculos de la organización que venía trabajando en su internacionalización luego de nacer tras la caída de la antigua unión soviética a principios de los años noventa. Pero esta vez la pareja apunto alto, la enfermera que cuidaba al padre de Olga era mejor que las otras, esta tenía la peculiaridad de ser muy dócil, fácil de engañar y además tenía aspiraciones que no podía realizar por sí sola, era el tipo de mujer que se podía ofrecer en una subasta, todo eso más el hecho de que era hermosa les dio confianza de que Pavel se interesaría por ella. Olga tenía razón, luego de tomar aquellas fotos y enviarlas a Rusia la respuesta fue recibida de inmediato y de forma alentadora, la única condición fue la de viajar de inmediato, en pocos días se celebraría una fiesta, una de las famosas fiestas de Pavel donde el lujo, y el vicio eran los invitados de honor, si todo salía bien para ellos Sofía les haría ganar mucho dinero.
- De todas formas. – continuó Pavel – cómo siempre, estudiare a la chica a ver si de verdad me sirve. Si no es lo que pienso, se la llevarán con ustedes de nuevo y la ofrecerán en Asia, allá siempre están recibiendo mercancía de todo tipo, el mercado es más abierto.
- Pero tú ya la viste en las fotos, es muy atractiva... - acotó Sergei bajo la mirada temerosa de Olga.
- Sergei. – dijo Pavel inexpresivo – ahora estas aquí, mañana puede ser distinto... ten en cuenta que eso lo decido yo.
Las inocentes palabras fueron captadas por sus receptores como la clara amenaza que representaban, Olga se apresuró en decir algo que relajara el ambiente.
- Claro que si Pavel, estamos aquí gracias a tu generosidad, para nosotros fue un honor que tomaras en cuenta nuestro ofrecimiento facilitándonos los medios para viajar en tan poco tiempo. – Olga vio que sus palabras surtían el efecto esperado en su anfitrión y prosiguió – estamos muy agradecidos y esperamos que estés complacido con nuestro trabajo.
- Yo tengo confianza en ustedes. Pero recuerden que son contados los que llegan a hacer negocios conmigo, y pase lo que pase en esta primera oportunidad espero que ustedes vuelvan a mi casa en el futuro. Así que lo mejor por esta noche será que pasemos al comedor y cenemos, para que puedan ir a descansar, deben estar hambrientos y agotados por el viaje.
Sofía despertó helada hasta los huesos, su cuerpo temblaba sin control temerosa de moverse demasiado, la habitación seguía a oscuras y estaba todavía sola, no había rastros de la mujer que la había dejado allí unas horas antes, horas, minutos, en realidad ella no lo sabía.
El ruido de la puerta al abrirse y la luz que entró de ella la espabilaron rápidamente, Sofía retrocedió arrastrándose por el piso obligando a su cuerpo tembloroso a moverse hasta que sintió la pared a su espalda, en ese momento se armó de valor poniéndose de pie lo más rápido que pudo. Por la puerta entro un hombre muy alto, robusto y de apariencia fuerte, Sofía no podía ver su cara, la luz en su espalda ocultaba su rostro hasta que encendió una pequeña lámpara de techo con el simple accionar de un interruptor en la pared.
Nunca se había sentido tan estúpida en su vida, si tan solo hubiera tenido el valor de buscar no habría tenido que pasar por ese calvario a oscuras, quizá hasta habría encontrado la forma de escapar. Una rápida ojeada a su alrededor le revelo un pequeño cuarto amoblado solo con una pequeña cama con un colchón forado en plástico sin lencería y una silla de madera, luego sus ojos se fijaron en el pétreo rostro del hombre frente a ella confundiéndola entre el temor que le causaba su tamaño y la belleza de sus facciones.
- ¡Yo no hablo su idioma! – se apresuró en aclarar con la voz cargada de temores.
- Pero yo si hablo el tuyo. – replicó Pavel con el mismo acento que recordó haber oído a sus antiguos patrones.
Sofía sintió algo de esperanzas, le explicaría a ese hombre lo que estaba pasando y con seguridad la entendería y la ayudaría.
- Señor, ayúdeme... - suplicó – ¡Yo no sé qué hago aquí!
- ¿Cómo qué no? ¿acaso no viniste a ganar dinero?
Sofía confundida miraba a los ojos del extraño tratando de ordenar sus pensamientos.
- Sí, me trajeron para trabajar. Mire, yo soy enfermera, cuidaba al padre de la señora Nora... ¡Ellos me ofrecieron un trabajo!
- Ves como si sabes qué es lo que haces aquí.
- ¡No! Me encerraron en este cuarto, y una mujer me maltrato...
Sofía intentaba a toda costa hacer que Pavel comprendiera su situación, tenía que hacerle entender, era el único que hablaba su idioma.
- ¿Quién, Berta? No le hagas caso. – dijo desestimando las acusaciones de Sofía – Ella es solo una fanfarrona. No, con seguridad no es de ella de quien te tienes que asustar.
- Ayúdeme a salir de aquí... ¡Se lo ruego!
- Pero ¿Cuál es tu angustia? – preguntó con tono casi paternal acercándose un paso más a ella con los brazos cruzados sobre su pecho – Viniste a ganar dinero y eso es lo que vas a hacer. Solo que primero debes pagar tu deuda.
- ¿Qué deuda? – preguntó Con los ojos abiertos como platos.
- La que tienes con Sergei, con Olga y ahora conmigo.
"Olga" pensó la joven para comprender rápidamente que se trataba de Nora.
- ¡Ellos me mintieron! – gritó desesperada apretando fuertemente sus puños – Ellos me engañaron nunca me dijeron sus verdaderos nombres... ¡me dijeron que trabajaría para pagarles!
Sofía se sentía en el punto máximo de la desesperación, su respiración se le dificultaba en medio de los sollozos, el temblor de todo su cuerpo empeoró amenazándola con hacerla caer de nuevo al piso, no sabía cuánto más la iban a sostener sus piernas.
- Y eso es lo que harás, trabajaras para mí. Apenas saldes tus deudas serás libre. Te explico, ellos gastaron una importante suma de dinero para traerte hasta aquí, esa parte ya yo se las pagué así que ahora me lo debes a mí, pero ahora está el hecho de que pasaras varios días aquí, eso acarrea unos gastos extras que le debes sumar a lo que ya me debes, total serán unos diez o quince mil euros.
Sofía comprendió lo que realmente le estaba ocurriendo, había sido engañada por la pareja y vendida a ese desconocido al que le comenzaba a temer irracionalmente, estaba prisionera en un país extranjero y con una deuda que estaba segura no podría pagar jamás.
- Yo no puedo pagar esa cantidad de dinero...
- Sí, claro que puedes. - Dijo relajando los hombros – viéndote bien, creo que pagaras y me dejaras buenas ganancias.
- Señor... - dijo ahogada en sus propias lagrimas – yo soy enfermera... ¿cómo voy a poder pagar esa cantidad con mi trabajo?
- ¿Eres virgen?
- ¿Eso qué importa? – gritó desesperada.
Pavel hizo un gesto a sus espaldas al que Berta obedeció sin dudar, en unos segundos la mujer entró a la habitación con una jeringa en una mano, sin esperar ninguna otra orden, le entregó a Pavel la jeringa, neutralizo a Sofía golpeándola fuertemente en el rostro haciéndola caer al suelo, más por debilidad que por la intensidad del manotazo, una vez en allí Berta se inclinó sobre ella. Sofía espantada por la cercanía de la mujer y por lo desventajosa de su situación reacciono a la defensiva tratando de golpearla con todas sus fuerzas, quería proteger su rostro ya bastante adolorido poniendo sus manos como escudos frente a su agresora, pataleaba desesperada una y otra vez llenándose cada vez mas de frustración errando todos los golpes que lanzaba, perdió la batalla en unos segundos, Berta la golpeo de nuevo pero esta vez en su abdomen con el puño fuertemente cerrado. El intenso dolor en el costado izquierdo, la falta de aire y el miedo hicieron que dejara de luchar. Por último, sintió un pinchazo en su brazo derecho, después todo tomó un matiz irreal, sus ojos perdieron el enfoque y sus músculos perdieron toda tonicidad. A lo lejos escuchaba la voz del hombre con cara de ángel, las palabras que decían no tenían ningún sentido para ella, deseó conocer ese idioma extranjero para por lo menos poder saber a qué otro espanto debía atenerse.
Sofía sintió como su cuerpo era levantado fácilmente del piso para ser depositado en la pequeña cama, el plástico del colchón crujió bajo su peso asegurándole a la joven que no podría caer más abajo a pesar de la sensación de vacío que la sumergía en un sentimiento de desamparo casi total, quería gritar, quería levantarse de aquel sucio colchón y correr hasta su tierra, donde estaba su vida, de donde nunca debió salir.
Siguieron las manos recorriendo su cuerpo, manos rudas y lascivas que arrancaban su ropa sin ninguna consideración mientras se deleitaban con la textura suave de su piel, manos arrancando los botones de su camisa, su sujetador, manos bajando sus jeans junto con su ropa interior para luego abrir sus piernas y hurgar en medio de ellas en donde nadie había llegado. Una sensación de asco revolvió su estómago vacío, el sabor amargo de la bilis inundo su boca, asfixia, miedo, oscuridad...
- Serguei tenía razón. – dijo Pavel a Berta mientras examinaba la cavidad vaginal de Sofía que yacía casi inconsciente.
- Eso es bueno señor. Ella le hará ganar mucho dinero.
Berta se mantenía de pie al lado de Sofía por precaución mientras Pavel comprobaba que la mercancía que había llegado de tan lejos era de primera.
- La ofreceré en la próxima subasta. Hay que prepararla rápido, no queda mucho tiempo.
- Déjelo en mis manos señor. – dijo observando deleitada al proxeneta.
- Ese es tu trabajo, hazlo bien, o ya sabes lo que te espera.
- Sí señor, confíe en mí. Ella no dará problemas.
- Cúbrela, esta noche hará frio, si se enferma me hará perder dinero.
Pavel salió de la habitación con aire resuelto, ya tenía planes para la próxima subasta, tenía que sacar el mejor provecho de todas las chicas, estaba seguro de que Sofía seria todo un éxito y le daría grandes ganancias.
La joven despertó aturdida, de nuevo no sabía cuánto tiempo había pasado desde que Pavel entro en la habitación hasta ese momento, bien podían haber pasado horas o días, por la pequeña ventana se veía el cielo oscuro, el frio era inclemente a pesar de sentir una gruesa cobija de lana sobre ella, apenas tomó conciencia de su desnudez se cubrió lo más que pudo, temblando se volteó sobre un costado quedando en posición fetal aprovechando su propio calor y que así nada quedaba por fuera de la cobija de lana. El sabor amargo en su boca le recordaba la pesadilla que había vivido, recordó las manos sobre su cuerpo, la sensación de la droga con la que la habían inutilizado... Cerró sus ojos fuertemente, en un vano intentó borrar sus recuerdos. Poco a poco comenzó a sentir de nuevo sus extremidades dormidas, con ellas despertaron también los dolores de los golpes recibidos, le dolía al respirar, le dolía cada simple movimiento... Comenzó a pensar en lo fácil que había sido engañada, llevada a un país extraño y arrastrada a un futuro incierto, Sacó fuerzas de donde no sabía que las tenía para ponerse de pie, al principio sus piernas fallaron haciendo que cayera de nuevo sentada sobre la cama, en un segundo intento lo logró, de pie con la cobija a su alrededor fue directo a la puerta con la valentía que nace en el instinto de supervivencia.
- ¡Ábranme! – gritó lo más fuerte que la debilidad le permitió, al tiempo que golpeaba con los puños.
Por toda respuesta, el silencio.
- ¡Auxilio! – continuo – por favor... Alguien que me ayude...
El llanto termino por ahogar definitivamente sus suplicas, estaba sola, en un lugar extraño en donde nadie sabía que existía. Volvió a la cama, necesitaba sentarse o caería al piso de nuevo, las lágrimas caían si cesar de sus ojos perdidos. Pensó en su tía, en las pocas posibilidades que la anciana tenía para ayudarla, lo más seguro era que ni si quiera se molestaría en buscarla, para ella Sofía se había ido para siempre.
Tenía hambre, sed y frio.
La puerta rechino al abrirse, por ella entro de nuevo la mujer que había estado cuidando a Sofía desde su llegada, el miedo se apoderó nuevamente de la joven apenas la vio entrar, lo primero en que se fijó fue en sus manos que esta vez no llevaban ninguna amenaza para ella, en ellas tenía un plato y una jarra pequeña. Sofía enfrascada en un solo pensamiento se puso de pie lo más rápido que pudo sin importar que al hacerlo cayó al suelo la cobija que hasta ese momento le había dado calor, sin importar su desnudez se abalanzó sobre la rusa preparada para golpearla en un intento desesperado por neutralizarla y poder escapar, Berta siempre alerta esquivo fácilmente el ataque que para Sofía estaba lleno de furia y energía pero que fue recibido por la rusa como patético y prácticamente nulo, los sentidos aun desorientados de la venezolana le hicieron errar el blanco haciéndola caer a un lado más humillada y dolorida de lo que nunca se imaginó poder estar en su vida. Berta en castigo por su temerosa acción volcó el contenido de la jarra en sus manos sobre Sofía bañando su cuerpo con agua fría haciendo que se estremeciera poderosamente del frio además de recordarle que tenía la boca muy seca potenciando su sed. Berta se retiró llevándose consigo el plato y la jarra vacía con ella.
La joven latina busco de nuevo refugio en su precaria cama y bajo la cobija que había quedado en el suelo, otra vez la debilidad y la oscuridad se apoderaron de ella.
- ¡Sofía! - llamó Pavel dándole palmadas en el rostro – ¡Sofía despierta!
Al espabilarse y darse cuenta de que no era un sueño Sofía se encontró de frente con el rostro angélico y mirada fría, Berta como siempre a su lado a la espera de alguna orden de su patrón con expresión divertida observaba como Pavel inclinado sobre ella la traía de nuevo a la consciencia.
- ¡Ayúdenme! – Rogó la joven.
- Bebe esto. – ordenó Pavel ofreciéndole un vaso de plástico lleno de agua.
La sed hizo imperativo obedecer, el agua fue bebida con rapidez aclarando los sentidos de Sofía ya libres de la droga.
- Ella me tortura... - dijo señalando a Berta.
- ¿Ella? – preguntó lleno de ironía Pavel enderezando su espalda para mirarla desde toda su altura - No. Ella te cuida, ayer te trajo agua y comida. Fuiste tú quien la atacó.
- ¡No! – protestó la joven aferrándose fuertemente a la cobija que aun cubría su cuerpo.
- Escucha. – comenzó a explicar Pavel con seriedad – Todo es muy simple, cada plato de comida que desprecies, que hagas perder como hiciste ayer tendrás que pagarlo. ¿Comprendes? Tu deuda crece...
- Pero...
- Pero nada Sofía, mejor comienzas a comprender que tienes que prepárate y alimentarte, si tú te mueres de hambre o sí no logro sacar de ti el dinero que me debes, entonces serán tus parientes en Venezuela los que lo hagan, tus hermanos... Tu tía. Ellos son los que pagaran por ti, estoy seguro de que habrá alguna mujer en tu familia igual de provechosa que tú.
Sofía pensó en su anciana tía, en su sobrina que se parecía mucho a ella... No podría permitirlo, ella se había metido en ese problema, ella se había dejado engañar, así que ella debía pagar por sus deudas. Cayó por fin en cuenta de lo que realmente le estaba pasando, había caído en manos de unos secuestradores que la explotarían haciéndola trabajar para ellos, había escuchado muchas historias, había incluso leído algo de eso, pero jamás pensó que podría pasarle a ella, lo que más le espantaba era que en todas esas historias las mujeres eran prostituidas en las calles hasta pagar la deuda que según los captores tenían y que siempre sumaban cifras imposibles de cubrir.
- ¿Comprendes tu situación? – preguntó Pavel con su rostro angelical.
- Si. – dijo con resignación – Pero yo soy enfermera, puedo pagarles trabajando.
- Tu trabajo ya está decidido, solo tienes que asegurarte de verte lo mejor posible, si no te ves al menos sana, no serás capaz de pagar ni la cuota mínima, y ya sabes dónde iremos a cobrar.
- No hace falta. – rugió tratando de controlar lo más posible su furia – Olvídese que tengo familia.
- Eso va a depender de ti.
Pavel se retiró de la habitación junto con Berta que le seguía los pasos en silencio, luego ambos se escucharon hablar a pocos pasos de la puerta que habían dejado deliberadamente abierta en ese idioma tan extraño para los oídos de la venezolana. Mientras Sofía se debatía entre el temor que le causaban sus captores y las ganas que sentía en sus entrañas de nuevamente intentar escapar, dentro de ella algo la empujaba a correr, había una necesidad imperativa de recobrar su libertad, pero el miedo ganó paralizándola irremediablemente. Desde su posición pudo ver al hombre retirarse y a Berta alejarse algunos pasos, parecía que habían dejado la puerta sin vigilancia, trataba de recordar la distancia que había recorrido desde que entrara a esa parte de la casa hasta donde estaba el cuarto donde había estado encerrada, la confusión de ese momento impidió que la información fuera retenida haciéndola sentir demasiado insegura como para intentar salir de allí quedándose inmóvil en donde Pavel la había dejado. Poco después entró Berta de nuevo sosteniendo los mismos utensilios que el día anterior, una pequeña jarra y un plato. Al verla Sofía no pudo más que cambiar de inmediato la prioridad en sus pensamientos, sintió como su estómago rugía dolorosamente vacío anulando cualquier intención de escapar.
- Priyti. (come) – ordenó Berta extendiéndole ambas cosas con expresión divertida.
Sofía las tomó con desconfianza, apenas lo hizo Berta se dio la vuelta para retirarse dejándola sola y encerrada de nuevo. Después de escuchar como los cerrojos eran asegurados, miró con atención el contenido de sus manos, en la jarra había agua, en el plato había servido un muslo completo de pollo de tamaño bastante aceptable que parecía haber sido cocinado en las brasas por sus marcas marrones tostadas que lo atravesaban de lado a lado y un buen trozo de pan. Con impaciencia puso la jarra en el suelo para dedicar por completo los siguientes minutos a devorar lo que habría sido su primera comida en días desde que saliera de su país natal.
***Gracias por seguir esta historia, espero saber que te gusta con una estrella 🌟 vienen mas capítulos emocionantes***
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