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Cap. 5

Caminaba con pequeñas pisadas por aquel pasillo de la escuela. Avril acomodaba con gran torpeza los libros en su mochila y bufaba cada vez que no lograba cerrarla.

- La clase de literatura será interesante- escuche decir a Avril justo cuando entramos al salón.

Nos acomodamos en los últimos lugares de aquellos grandes asientos- que más bien parecían tribunas de fútbol- coloque mis cosas y puse una hoja de mi gran libreta sobre la mesa. Pensaba en aquella lista de vida que había hecho cuando tenía 10 y necesitaba liberar toda tristeza en mi. Pero había pasado mucho tiempo y algunas cosas habían cambiado.

- Disculpen la tardanza pero estaba arreglando algunos detalles con la profesora de teatro- explico el profesor Torrance colocando desordenadamente sus cosas, algo muy inusual en él.

Levantó aquel libro de portada roja y una rosa apunto de ser traspasada por un puñal.Ahora sabía que empezaríamos hablar sobre Romeo y Julieta y esa trágica historia que los persigue aún en su antigüedad

- Muy bien- aclaró su garganta el hombre- iniciáremos los comentarios sobre Romeo y Julieta.

Murmullos y disgustos se escucharon alrededor de aquel sitio,pero el profesor los dejo en silencio con una sola palabra. La verdad es que hacían demasiado drama por algo como eso.

- ¿Alguien que desee iniciar?- cuestiono colocando sus lentes sobre la cabeza.

- ¡Yo estoy en toda la disposición!- se paró la chica de puntas moradas, llamada Marry. Con una sonrisa sangrona tiró un mechón de su cabello hacia atrás.

Su voz era chillante y abrumadora, todo su discurso se me hacia tedioso y un poco fuera de lo normal. Jugaba con su decolorado cabello cada cinco segundos y movía las manos como sí estuviera en un recital. Después de casi media hora de escucharla repetir lo mismo y ver al profesor golpear su cabeza contra aquella pared amarilla, tome valor y lance una pregunta al aire.

- ¿Por que Julieta se enamoró de Romeo? ¿Por que decidió morir por un chico que conoció mucho menos que a su madre?- el profesor abrió como dos grandes platos los ojos.

- Debe responder esa cuestiónante muy acertada- dirigió a Marry.

- Porque las cosas del destino son extraordinarias- respondió moviendo las manos.

- No fue una respuesta muy convincente- replico el profesor.

- ¿Tu que respuesta darías?- Marry me lanzo la pregunta con furia y mi sistema nervioso se alteró al instante.

Pero eso me pasaba por metiche.

- Ella lo amaba- tartamudee y la risa de Marry resonó en mi pecho- quiero decir, que por el simple hecho de que el provocaba sensaciones jamás antes vividas por ella. Era como su primera vez en el amor y ella decidió entregarlo todo completamente, hasta su vida. Por eso la muerte sólo fue un pequeño paso para poder estar juntos.

La mirada de todos estaba sobre mi y mi adrenalina elevada en un tres por ciento, pero logre tranquilizarla. El profesor sonrió complacido y siguió sus preguntas hacia otro lado, sabía que lo había hecho bien y más por el rostro tan malo esto de Marry.

La chicharra sonó y sólo me quedaba una clase antes de regresar a casa y eso me consumía entera.

- ¿A donde nos dirigimos?- cuestione al ver que nuestro camino a la salida se desviaba.

- Al campo- hizo una mueca de desagrado - lodo, suciedad, uñas rotas, cabello destrozado.

No entendía muy bien a lo que se refería hasta que llegamos a los vestidores de aquella universidad. Habían varias chicas de las clases con pequeños short negros, playeras blancas y tenis.

- De prisa Storn o tendrás que quedarte en banca- burlo la fastidiosa chica de cabello de colores llamada Marry.

- ¿Banca?- pregunte a Avril mientras ella me entregaba un traje al igual que el de esas chicas.

- ¿En New York no conocían el fútbol?- burlo Marry pero no respondí - suerte con los balones.

Vi a Avril con cara de admiración y duda mientras me vestía.

- Es la clase de deporte- explico la pelirroja.

- Creí que en la universidad el deporte no era obligatorio- suspire sabiendo que mi coordinación no era la mejor.

- Si, bueno, en Spenser el deporte y todo lo físico es primero- rodó los ojos Avril.

En fracción de segundos estaba vestida como el resto y caminamos hacia un campo muy verde y grande, tan grande que me fatigue con sólo verlo. A lo lejos en lo que eran las tribunas podían distinguirse cinco chicos y uno de ellos llamo mi atención al parecerse aquel chico del lago

- ¿Es él?- susurre con duda.

- ¿Él? ¿Quien?- pregunto Avril viendo en la misma dirección que yo.

- Él...- gire pero no estaba, solamente eran cuatro chicos sentados observandonos y entre ellos Liam - No nadie, sólo me confundí - mentí. Pero estaba segura haberlo visto.

- Parece que a Marry eso de llamar la atención se le facilita demasiado- susurro Avril y señalo a la chica de cabello de colores.

Ella bailaba sin música frente aquellos chicos, mostraba su fácil flexibilidad y sonreía a todo pulmón. Sin dudar estaba vuelta loca por ellos.

- ¿Quienes son ellos?- pregunte mientras la profesora de deportes aparecía con unos shorts demasiado pequeños para mi gusto.

- Los chicos más sexis y lindos de la facultad. Son un año mayores a nosotros. Entre ellos esta mi gran amor Liam Payne- suspiro sin dejar de ver hacia esas gradas - creo que ya te lo había dicho.

- ¡Muy bien señoritas quiero ver como el sudor recorre su espalda y cada parte de su esquelético cuerpo!- irrumpió la profesora. Su cuerpo era muy varonil y su voz tremendamente afanosa.

Todas comenzamos a correr por  aquel campo, me sentía como estúpida dando vueltas en círculo y levanté los brazos como niña de primaria. Algunas chicas de mucho peso se quedaban casi desmayadas a mitad de la primer vuelta.

- ¡Muy bien chicas, ahora vamos a jugar!- mi cuerpo soportaba, pero esa mujer exageraba demasiado, pretendía que después de correr jugáramos una hora más.

- No aguantare- susurre tocándome el pecho y pidiendo a mi corazón no fallar, debía buscar teatro u otra cosa menos fatigante.

- ¡Profesora Madison! Yo elegiré primero- levantó la mano Marry - a Mónica.

¿Quien elegiría alguien tan poco atlética como yo o alguien tan quejumbrosa y fashion como Avril? Los equipos se formaron y como era de esperarse la pelirroja y yo quedamos en el equipo contrario al de Marry. Sin mencionar que fuimos las últimas a las que eligieron.

- ¡Que inicie el juego!- sonó el silbato aquella profesora y mi corazón supo que no era bueno.

El juego fue un completo desastre conmigo y Avril en el equipo, todo lo que hacíamos era correr sin obtener nada. No podíamos si quiera tocar el balón y las otras chicas se veían muy dementes.  De pronto sostuve el balón en mis pies, sonreí, pero me duró poco la felicidad, ya que un fuerte empujón por parte de Marry hizo que terminara tirada en el césped y con la rodilla adolorida. La revise y la sangre corría feliz agitada por saberse libre. Siempre debe pasar algo vergonzoso cuando eres nueva, pensé.

- Lo siento profesora no fue intencional- ¿que? Fue con toda la intención y malicia posible que aquella chica tenía.

- No hay problema, Collin lleva a Storn a la enfermería- indico a Avril con un dedo y la pelirroja me ayudo a levantarme.

- Con cuidado- sonrió como una bruja maliciosa Marry.

Avril se contuvo y sostuvo mi brazo con fuerza pero mi rodilla dolía demasiado que casi no podía dar un paso.

- ¡Déjame ayudarte!- la voz de Liam cerca de nosotros hizo que la piel de Avril se erizara al instante.

- ¡Oh...si claro!- tartamudeo la pelirroja mientras Liam me cargaba como una bebe.

Gire hacia atrás y la mirada de todas las chicas estaba sobre mi, Marry apretaba los puños demostrando cuanto le molestaba mi suerte en esos momentos. Aunque sinceramente yo no me sentía tan afortunada, con una rodilla sangrando y adolorida no creo que esos sea buena suerte.

- Veo que eres muy buena para el fútbol- dijo sarcástico y luego sonrió.

- Trato de no demostrarlo demasiado- replique y los dos sonreímos al mismo tiempo.

Llegamos hasta la enfermería y Avril no pronuncio oración o grito en todo el camino. Era demasiado extraño que ella estuviera tan callada, la mayoría del tiempo siempre estaba diciendo algo sobre Liam o en este caso estaría maldiciendo a la tonta Marry.

- Fue un golpe leve- explico la enfermera - pero intenta estar en reposo por el día de hoy .

- Eso no va ser posible- replico Avril - debemos volver a casa caminando o en bicicleta.

- No hay problemas con eso- dijo Liam - yo las llevare a casa.

- No te molestes Liam yo..

- Eh dicho que no existe molestia - irrumpió él.

Avril me vio con un gran brillo en los ojos y yo suspire en son de derrota. Sabía que era el momento justo para ayudar a la pelirroja con Liam.

Salimos de la enfermería y Liam me llevo cargada hasta su camioneta. Me sentía un poco incómoda pero agradecida con él, pues mi rodilla aún dolía demasiado. Abrió la puerta de adelante para que me acomodara y Avril no dejaba de verlo con gran devoción. ¡En realidad estaba enamorada de él!

- Creo que preferiría irme atrás, para que mi pierna pueda descansar y estirarse- mentí y Liam pareció creerme porque accedió al momento.

Me coloco con delicadeza en la parte de atrás y estiro lo pierna tal como le había dicho. Abrió la puerta a Avril y luego emprendió el camino hasta mi casa. Avril seguía muda y Liam me pregunto como diez veces si me sentía bien, cómoda o si me dolía algo. Era muy lindo debo reconocerlo.

-¿ A quien llevare primero?- cuestiono casi cerca de nuestro vecindario.

- Yo vivo a tres casas de ella así que bien puedes dejarme ahí y yo caminare a casa- Avril hablo de una manera tan tranquila que me asustaba.

- Avril necesito que alguien cuide de mi en casa- espete tratando de darle alguna oportunidad a mi atolondrada amiga.

- Claro- respondió Liam - no se diga más.

Le señale mi casa y el aparco rápidamente frente aquel jardín lleno de pequeñas flores y árboles frondosos. Se bajó y primero abrió la puerta a Avril, para luego bajarme nuevamente como una bebe. Saqué las llaves de mi bolsa y la pelirroja abrió la puerta.

- Puedes dejarme en el sofá- pedí a Liam y el lo hizo.

- ¿Segura que no necesitas nada más?- cuestiono por última vez y negué con la cabeza

- Gracias por todo Liam- dije y señale a Avril que lo acompañara.

Ella accedió mientras yo me recostaba sobre aquel cómodo sofá. Mi mente viajo hasta aquel chico del lago, como lo vería hoy si no puedo caminar muy bien. ¡No puede ser! Algo se me debe ocurrir pero debo verlo otra vez. No es que sea obligatorio pero algo dentro de mi necesitaba hacerlo

- ¡No lo puedo creer!- la Avril que conocía había regresado, chillando y gritando como siempre - ¡hablé con el, viaje a su lado y acaba de darme un beso en la mejilla!

- Tranquilízate Avril o habrá dos heridas esta tarde- bromeé pero ella parecía no escucharme.

- Él es tan...grandioso- mascullaba y hablaba con sus manos como si ellas tuvieran la imagen de Liam pegadas.

- Avril no quiero sacarte de esa gran nube que andas, pero creo que debes volver a casa- sonreí.

- ¡No, no puedo dejarte sola! ¡Imagínate sí necesitas ir al baño o tomar algo!- grito señalando cada palabra.

- Estoy bien, prometo no levantarme hasta que la inflamación baje- explique.

- Esta bien pero le avisaré a tu abuela.

- ¿Que? ¡No no hagas eso! ella moriría de la preocupación, cuando fue un simple golpe- seguramente me internaría un día entero en el hospital.

- Esta bien pero te llamare más tarde.

Avril se despidió con una gran sonrisa en su rostro, me alegraba verla tan feliz a pesar de haberla conocido hace un tiempo le había tomado un pequeño cariño. Podía llamarla amiga, sí amiga.

- ¡Su, Summer!- la voz de mi abuela corriendo por las escaleras, veinte minutos después, hacia saber que alguien le había dicho sobre mi accidente.

- ¡Estoy bien no hay nada porque agitarse!- explique pero era tarde.

Mi abuela reviso cada parte de mi cuerpo, tomo mi presión y exagero en todos sus cuidados como siempre. Hasta que al final se dio cuenta que era sólo mi rodilla inflamada.

- Preparare algo de comer y lo subiré hasta arriba, hoy comeremos en tu habitación- sonrió más tranquila

- Así deberías preocuparte por no enviarme en bicicleta a la universidad. ¿Imaginas que todos llegan con autos? Es más algunos chicos duermen ahí- reclamé, era el momento.

- ese tema lo tocaremos después. Por ahora el ejercicio te hará bien- sobo mi cabeza y bajo inmediatamente.

Las horas pasaron y como ella advirtió comimos en mi habitación. Platicamos -mejor dicho ella me interrogo como el fiel detective que es- sobre la escuela, los chicos, amigas y el tema menos indicado para el momento: sexo. Pero gracias a dios logre sobrevivir.

- Deberías tomar tu siesta de la tarde- dije a mi abuela viendo el reloj anunciar las siete.

- No quiero dejarte sola y sabes bien que cuando duermo no me levantó con nada.

- ¡Oh vamos Sara! Sabés bien que no voy a necesitar nada.

- Lo siento, pero es mi única noche libre y no la voy a desperdiciar durmiendo- su terquedad no me sorprendía.

Suspire en derrota y mi corazón se desilusiono de inmediato. Pensaba en aquel chico y en lo difícil que sería escapar de la abuela, definitivamente no iba a verlo y eso provocaba un sentimiento extraño dentro de mi. Veía por la ventana y la luna reflejaba a todo esplendor sus rayos. Quizá esto era una señal de no ir a ese sitio o quizá ¿Si debía ir?

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