Cap. 10
Gravity- Coldplay
One- Ed Sheeran
Al día siguiente fui a lago y lo espere hasta que la noche apareció. Estuve hasta las ocho, pensando que algo le había pasado. Pero aquel chico de mirada profundo nunca llego. Todo el fin de semana la pase sentada frente aquel lago esperando a que el chico apareciera, pero jamás sucedió. La lluvia cubrió la ciudad y la noche se sintió demasiado solitaria esta vez. Lo extrañaba, era raro pero eso sentía.
Los días iban pasando con más rapidez y soledad. Deje de ir al lago y ahora sólo me sentaba frente aquella ventana esperando su regreso. La lluvia caía, las nubes negras ya no dejaban que el pequeño rayo de luna hiciera su magia en el lago. Su silueta había desaparecido, él, de la nada se había ido. Me quedaba dormida en aquella silla por sí se le ocurría llegar más tarde, pero tampoco.
Después de casi dos semana decidí esperarlo un momento más y luego cerré aquella ventana. Cerré lo último que me recordaba aquel chico y decidí olvidarlo. Dejar atrás las cosas que habían pasado y seguir con mi vida. Quizá todo fue un sueño, un sueño estúpido y muy real. Quería olvidarlo, pero fue inútil. Avril había notado mi ausencia y mi falta de ganas en la escuela. Todo el tiempo pasaba viendo hacia el pizarrón pero jamás anotaba nada. Ella y sus amigos me invitaban al café para distraerme pero era inevitable.
Estaba triste, desolada, confundida y molesta. No sabía porque así de la nada aquel chico había desaparecido sin decir más. Porque simplemente había escapado dejándome en el momento cuando más lo necesitaba. Justo en el momento en el que había aceptado por fin qué quizá podía enamorarme de alguien.
- Su, han pasado casi dos semanas ya- dijo Avril sobando mi hombro.
Dos semanas, habían pasado dos semanas desde la última vez que lo vi. Dos semanas que me sabían a eternidades completas.
- ¿Que te parece si vamos por un café?- ofrecí tratando de parecer contenta.
- ¡Claro que sí! La tarde esta como para hacerlo- sonrió.
Recogimos nuestras cosas y caminamos hasta aquella pequeña calle central de la ciudad mientras le contaba todo lo que había pasado a Avril. Ella abría los ojos en ocaciones y en otras se ponía furiosa.
- Creo que ese chico te trae loca- sonrió
- No te entiendo- dije mordiendome el labio
- No importa, ahora lo mejor es que jamás lo volverás a ver- afirmo y un hueco se instaló en mi estómago- ahora sólo debemos concentrarnos en el baile.
-¿Baile?- pregunte sabiendo lo mala que era para eso, a menos que...
Basta Summer deja de pensar en ese chico. Regañaba mi cabeza.
- ¡Claro! Todos los años los de cuarto organizan un baile de disfraces por Halloween- movió las manos como asustándome.
- Pero aún estamos en octubre.
- pero sólo falta una semana para estar en noviembre y eso significa nada para nosotras.
- Presiento que no asistiré- moví la cabeza
- Presiento que sí- sonrió alegre
Ella era extraña pero la única amiga que realmente me había brindad su confianza. Me apoyaba aunque lo del chico del lago no le agradaba mucho, decía que era romántico pero peligroso y eso no era lo que quería para mi.
La noche nos visito en aquel café hablando sobre lo tonta que estaba por Liam y los pretendientes que había elegido para que yo bailara aquella noche. Solté argumentos muy reforzados sobre mi poca coordinación con los pies, además de dejar claro que las zapatillas no se hicieron para mi. Pero su terquedad era más grande que la de mi propia abuela.
- Debo irme Avril o mi abuela sufrirá un infarto- bromeé y ella sonrió.
Apreté mi chamarra y note que la noche estaba más intensa que otras. El cielo pronosticaba lluvia y las calles se tornaban solitarias. El clima de noviembre era extraño.
- ¡Taxi!- grite e hice parada
Subí y frote mis manos para que entrarán en calor. Cerré la puerta y en ese momento sentí la presencia de alguien más a mi lado.
- Buenas noches- salude sin girar - Disculpe no me percate que estaba ocupado.
Abrí la puerta nuevamente para bajarme de aquel taxi, cuando una voz gruesa y un poco dura hizo que mil choques eléctricos atravesarán desde mi cabeza hasta mis pies
- ¡Siempre estas huyendo!- gire la mirada y ahí estaba él.
Era él, el chico del lago. Después de dos semanas sin verlo ahora me lo topaba en un taxi. Dios. Mi corazón brincaba acelerado de algo que podría catalogar como emoción, ese juego de mis manos al sentirme nerviosa y mi estómago hecho un lío por no saber que decir.
- ¡Jamás eh huido!- por fin solté palabra - creo que deberías bajarte del taxi.
- ¿Por qué? Yo venía primero.
- bien, entonces me bajo yo- cuando dije eso, las gotas de lluvia comenzaron a caer rápidamente.
Era como si se hubieran aliado con él
- por esta vez compartiré el taxi contigo- cerré la puerta y me acomode.
Todo el camino no dijimos nada más, el silencio era como el tercer pasajero en el taxi esa noche
Después de casi una hora de viaje por fin pude ver la entrada a mi calle y lo detuve antes de que llegara a mi destino.
Baje rápidamente y busque el dinero dentro de mi mochila. De pronto el taxi arranco sin esperar su pago. Levanté la mirada con un gesto extraño y fue cuando me encontré nuevamente con él .
Su cabello seguía manteniendo esa rebeldía, sus ojos verdosos me intrigaban aún más y su vestimenta era la misma que los otros días. Excepto por que esta vez llevaba una camisa blanca bajo un saco negro. De hecho viéndolo más detalladamente, el iba vestido como para una fiesta.
¿Él va a fiestas? Si, porque no lo haría. Tampoco es un marciano o algo así. Solo que es extraño imaginarlo de esta manera y verlo así, sin el lago de respaldo
- ¿Por qué no volviste?- cuestiono y gire la mirada hacia él.
- ¿Yo?¡ Tu jamás apareciste! Te espere una semana entera frente aquel lago y una más en aquella ventana y jamás llegaste.
Se que no tenía porque darle explicaciones, pero él tampoco a mi y sin embargo aquí estábamos, a mitad de una calle, en medio de una noche cerrada que pronosticaba que la lluvia seguiría. Pero parece que a ninguno de los dos le importaba.
- ¿Por qué me esperaste?- pregunto dejándome con la guardia baja.
- No...no lo se- tartamudee.
El me vio con las cejas juntas, como sí supiera que le estaba mintiendo y luego se dio la vuelta como marchándose.
- ¡Lo vez, te vas! Así de la nada sin decir porque- grite como histérica - ¡tu eres el que ah decidido alejarse!
- No debo esta junto a ti. Tu no sabes quien soy, no sabes nada de mi- dijo deteniéndose y dándome la espalda aún.
- Entonces ¿por qué te has quedado? ¿Por qué te bajaste justo aquí?
- No lo se, es simplemente que cada vez que no te veo o escucho tu voz siento la necesidad de buscarte. Tu olor es dopamina para mi, tu risa un cruel calvario- mi corazón palpita como si fuera a detenerse - pero no está bien- termino.
- ¿Por qué? ¿Que pasa?- cuestione mientras el giraba hacia donde estaba.
- Porqué...soy un completo extraño, no sabes de mi y cuando lo hagas tendrás que irte para siempre.
- Tu tampoco sabes nada de mi y sin embargo estas aquí, dando explicaciones.
Se acerco hasta mi y cerró los ojos tomándome de la barbilla. Su tacto era frío que erizaba mi piel.
- Eres una adicción que ya no puedo controlar- soltó un gran suspiro que me asusto - Como sabes que no quiero hacerte daño.
- En realidad no estoy muy segura de lo que avivas en mi, tampoco de las cosas que haces para provocarlo. No se quien eres y como te llamas. Pero si de algo estoy segura es que jamás me lastimarías.
- ¿Por que estas tan segura?
- Porque confió en ti- el me vio fijamente y luego cerró los ojos.
- esto no está bien- término
(...)
Al día siguiente me sentía diferente, desperté y pensaba en lo que había pasado y no lo podía creer. Sentía su olor impregnado en mi piel su voz enredada en mis oídos y su mirada incrustada en la mía.
No había más dudas, mi corazón estaba sediendo ante él.
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