La noche fría adormece las almas,
Como las grandes penas que tú a gritos callas.

Yo quise ayudarte pero no me dejaste,
Quise salvarte pero me evitaste.
Y aún así no me rendí,
Estuve a tu lado y entonces... Caí.

¿Por qué ne enamoraste para luego abandonarme?
¿Por qué me ilusionaste y después me dejaste?

Todo el tiempo me encontré equivocada,
Creí que te sanaba cuando en realidad me enfermabas.

Pensé también que me querías,
Aunque siempre fue una cruel mentira.

¿Qué decirte? Ambos nos engañábamos:
Tú creyendo que estabas bien,
Y yo creyendo que algún día te importé.

Eras tan distante y frío, que a menudo me preguntaba si tu corazón era de hielo.
Y a pesar de eso, todos los días, te miraba como a mi ángel del cielo.

Sin embargo, eso no evitaba que me molestara por las marcas en tus muñecas.
Te excusabas diciendo que por las noches la cuchilla era hermosa,
Y que te llamaba con su brillo esplendorosa...

¿Pero qué podía hacer?
Dudaba de tu sentido común.
Pero así eras siempre tú.

Y cuando te marchaste, cuando decidiste rendirte,
Cuando elegiste dejar de luchar y dejar de vivir...
Yo también me sentí morir.
Aunque también supe que tenía que superarte.

Quizá mi destino no era salvar a alguien sino a mí misma.
Soy más importante.

Así que al final me ayudaste.
Discrepé con tus decisiones, pero me sirvieron para no terminar de la misma manera.

Y aunque me sentí y me siento vacía,
Por ahora me encuentro tranquila.

Mi corazón te añora y mi corazón te llora.
Mi corazón siempre sufrirá.

¡Ay de mi corazón solo y angustiado!
Que se resiste por la falta de un ser humano.
La tristeza lo consume por su fuerza y desencanto...

Y se funde con sus temores de no poder ser amado.