Irene se sostiene con fuerza y abre su boca cuando es penetrada por Ricardo, es inmovilizada por los fuertes brazos de su pareja y empieza a embestirla. Ella se mueve con el y establecen un ritmo rápido, ambos jadean por el placer que comparten sus sexos e Irene se obliga a no gemir con fuerza, se tapa la boca y Ricardo la embiste con fuerza, la atrae más hacia su cuerpo, dejándola inmovilizada y a su merced.

Irene se siente ahogada por lo que está sintiendo y el sudor en su cuerpo se hace evidente, está siendo asesinada por el deseo arrollador que siente su amante hacia ella. Entierra las uñas en su espalda desnuda, dejando marcas en su piel y se deja arrastrar por el orgasmo. Ahoga el grito gracias a su mano y cierra los ojos con fuerza, llevando la cabeza hacia atrás. El hombre besa su cuello y arrastra su lengua por su piel suave.

Sigue marcando el ritmo y la mujer se siente tan sensible, no sabe cuanto tiempo va a resistir si Ricardo no para, la toma de las caderas y la mueve con una fuerza absolutamente animal. Irene lo está disfrutando tanto que se va a desmayar en cualquier momento.

Minutos después, ambos llegan a la liberación y ella queda completamente inútil. Su cabello está desordenado y su amante tiene una encantadora sonrisa en los labios.

-Que bien despertar así. -Suspira.

Ella respira con dificultad y traga saliva.

-Me vas a matar. -Respira hondo. -Pero como me encanto. -Cansada.

Ricardo se ríe con suavidad y se miran antes de besar sus labios.

-Para que veas como me volves loco. -Vuelve a besarla.

Ella sonríe y descansa en sus brazos.

Más tarde, ambos salen de la ducha y ella se viste rápidamente, se abriga un poco y Ricardo se pone la misma ropa. Van hacia la cocina y Ricardo la ayuda a preparar el desayuno.

Una vez que termina de hacer el café y la chocolatada, Irene va a buscar a su hija y en el camino, su pareja le palmea el trasero y se detiene antes de mirarlo.

-Ojo. -Se ríe y sigue caminando.

Ricardo esboza una sonrisa y se queda en la cocina esperando a su reina y princesa.

Un tiempo después, los tres están desayunando y compartiendo el paquete de vainillas. Ahora oficialmente empezaron las vacaciones para los tres y la mujer piensa en donde llevar a su hija para que no se aburra.

- ¿A dónde quieres ir, mi amor?

Elena dejo su chocolatada para pensar y Ricardo se metió para dar su idea.

- ¿Y si vamos al Italpark? En auto es rápido.

Los ojitos de la niña se iluminaron y asiente rápido. Irene sonríe al ver la alegría reflejada en su hija y acepta de inmediato.

-Entonces te vas a dar un baño y nos preparamos para ir.

Elena se baja de la silla y corre hasta su habitación.

-Mejor voy a ayudarla, ya regreso.

Le da un pico y desaparece, haciendo el mismo camino de su hija.

Más tarde, Elena ya está cambiada y se abrigo con una bufanda alrededor de su cuello, Irene tiene un tapado color negro y Ricardo la observa detenidamente.

-Pero que preciosa están las dos.

Irene sonríe y la niña se ruboriza, el hombre abraza a su novia con suavidad y toma la mano de la niña antes de salir.

Tiempo después, salen del auto y van a hacer fila en la boletería para comprar las entradas.

Compran el vip para tener acceso a todos los juegos, excepto la montaña rusa. Una vez que entran, al primer juego que se suben es al de las tazas, se sientan y esperan a que se llene el juego para que empiece. Al pasar los minutos, las tazas se empiezan a mover y dar vueltas, Elena sonríe mientras se divierte.

Al acabar, se bajan del juego y la niña corre al ver que venden algodones de azúcar, Irene se ríe y niega, haciéndose problema de la cantidad de azúcar que va a ingerir.

-No creo que deba comprarle.

-Solo una vez, mi amor. -Sonríe

-Ay si fuera por vos sería una niña malcriada.

Ricardo besa su cabeza y acompañan a Elena para comprarle el algodón.