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TRABAJO

Llego el lunes e Irene se despertó temprano a encarar el día, sale de la cama y va al baño a cepillarse los dientes. Una vez que termina, abre la canilla de la ducha y se desnuda. Se da una ducha rápida y se apura en vestirse en su habitación, mira la hora que es y se arregla el cabello antes de bajar a hacer el desayuno.

Solo le toma unos minutos en preparar todo, tosta el pan para que su hija lo coma con dulce de leche y cuando coloca todo sobre la mesa, va a buscar a Elena y sube las escaleras hasta que llega a la habitación de la niña.

Abre la puerta que está entreabierta y ve a su hija refregándose los ojos.

-Arriba mi amor, lávate los dientes que ya está el desayuno.

Elena le hace caso y se levanta de la cama con su pijama puesto. En cuestión de minutos, la niña baja las escaleras y desayuna junto a su madre. Irene ve la hora que es y está tranquila al saber que está a tiempo para llevar a su hija a la escuela antes de ir al trabajo.

Elena fue la ultima en terminar su desayuno y su madre la vistió rápidamente con su uniforme del colegio, la peina y le hace unas trenzas que la hace lucir hermosa y le pone un poco de perfume. Ambas están listas y salen de la casa, apenas sale a la calle, sus ojos se abren como platos al ver a Ricardo sentado en el capo del auto.

- ¿Qué haces acá Ricardo?

-Es obvio, vamos juntos al trabajo. -Sonríe. -Te voy a llevar.

Se acerca a madre e hija y observa a la niña.

-Hola Elena, me llamo Ricardo, soy amigo de tu mamá.

-Hola. -Tímida.

-Gracias Ricardo y aprecio tu ayuda, pero no es necesario, puedes ir al trabajo que iré para allá cuando lleve a la niña al jardín.

-La llevo yo. -Animado.

-No, no.

-Irene. -Apoya la mano en su hombro. -No me molesta para nada y además te quiero ayudar.

Elena observa en silencio la escena y su madre suspira.

-Está bien. -Se rinde.

Ricardo abre la puerta del asiento trasero e Irene coloca a su hija en el asiento y le pone el cinturón de seguridad, el hombre cierra el auto y abre la puerta del copiloto para que Irene se siente. La mujer lo hace y Ricardo cierra la puerta.

El camino hasta la escuela es corto y llegan enseguida, Irene baja del auto y abre la puerta trasera, Elena se sacó el cinturón y toma la mano de su mamá antes de salir.

La acompaña hasta la entrada y abraza a su hija antes de despedirse de ella.

-Pórtate muy bien mi amor.

-Si mami.

Le da un beso en la mejilla a su madre y entra al jardín, Irene vuelve al auto de Ricardo y entra rápidamente.

-Es una niña tan tierna. -Sonríe.

Irene sonríe y asiente enérgicamente.

-Lo es. -Animada.

Ricardo pone en marcha el auto y empieza a conducir hasta los estudios. La mujer mira la calle y luego le da toda la atención al hombre. Nunca se había parado en observar tanto tiempo al hombre que está a su lado. Ricardo es delgado, un poco más alto que ella, absolutamente segura que alcanza el metro ochenta, sus ojos son verdes, siendo vistosas con sus cejas pronunciadas. Su cabello oscuro y corto, su piel es blanca y su barbilla está recién afeitada. Se quedo mirándolo en todo el camino hasta el trabajo.

Una vez que llegan, Ricardo le abre la puerta a Irene y ella sale.

-¿Te parece si ensayamos en tu camerino en la hora del almuerzo?-Le pregunta a la mujer.

-Me parece muy bien. -Sonríe un poco. -Iré a prepararme.

Estuvo por irse, pero a mitad de camino, frena en seco y da media vuelta para mirar al hombre, quien la está admirando en silencio.

- ¿Acaso ahora sos mi chofer?

Se acerca a el y Ricardo no puede evitar sonreír.

-Exactamente. -Animado.

-Ricardo, sabes muy bien que no es necesario, al menos deja que pague la nafta.

-Ni loco, no vas a pagar nada.

-No quiero deberte nada.

-No me debes nada.

A Irene le parece tan raro recibir tanta ayuda de alguien, ella se quedo en un trance mientras piensa en ello y cae a la realidad cuando siente como Ricardo la toma suavemente de los hombros.

-Solo quiero ayudar un poco, no lo tomes a mal.

Quiere decirle tantas cosas, sin embargo, prefiere callar, no quiere arruinar la amistad que están empezando a formar.

-Gracias Ricardo.

Ambos sonríen y el hombre se siente recompensando, la única forma que ella puede pagarle es con una hermosa sonrisa.


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