TEMBLOR
Irene jadea con fuerza mientras intenta descansar un poco, sin embargo, Ricardo no la deja. Le da la vuelta, quedando de espaldas hacia él y hace que separe las piernas. Ambos permanecen acostados de lado sobre la cama y su amante arremete con fuerza. Ella arruga las sabanas por las embestidas, sintiendo completamente su virilidad hinchada.
El placer es exquisito para ambos, sintiendo el fuego que se incrementa por sus sexos vulcanizados. Irene no puede quedarse callada, provocando que el le tape la boca con su mano y utiliza la otra sobre su clítoris, masturbándola mientras la penetra sin darle descanso.
Sus piernas están sensibles mientras su cuerpo tiembla con fuerza, es tan placentero lo que Ricardo la está haciendo sentir, provocando que ella cierre los ojos y se deja llevar, viniéndose completamente, empapando el pene de su pareja. Eso provoca que Ricardo gima con fuerza y deje de penetrarla. Ella siente como el pene de su pareja sale de su vagina y lo mira con confusión. Ricardo la mueve como si fuese una muñeca de trapo y hace que se acueste boca arriba. Ambos se miran a los ojos y Ricardo acaricia sus mejillas coloradas, admirándola en silencio y le fascina verla completamente salvaje.
Dejan de perder el tiempo y el hombre se posiciona entre sus piernas, siendo encerrado por ellas y la penetra, está vez con suavidad. Las embestidas son lentas, siguiendo sus movimientos rítmicos y ellos no pueden deja de jadear. En pocos minutos, alcanzan el orgasmo e Irene queda inútil sobre el colchón.
Su cuerpo es victima de los temblores y se siente sensible, en cambio Ricardo, tiene una sonrisa placentera en su rostro y la abraza con fuerza.
-Me estás volviendo loco mi amor, ni siquiera soy capaz de calmarme. -Susurra. -¿Cómo te sientes?
-No te das una idea. -Cansada.
Ella suspira y cierra los ojos, es sorprendida por el beso de Ricardo y se miman en silencio.
Más tarde, ella intenta sentarse contra el colchón, pero casi no siente sus piernas, su pareja la dejo tan cansada, no obstante, le pareció tan magnifico todo lo que la hizo sentir.
- ¿Estás bien, mi amor?
-Me duelen las piernas, pero estoy bien. -Le sonríe. -Voy a descansar un poco más, vos anda a tu camerino o se van a dar cuenta.
Ricardo esta triste, pero sabe que Irene tiene razón, suspira suavemente y se arregla antes de salir. Besa suavemente los labios de su mujer y sale con cuidado.
Ella se echa hacia atrás, sosteniéndose de sus brazos y suspira. Su camerino quedo bajo los olores del sexo y su cabeza le da vueltas.
-Este hombre es un toro. -Cansada.
Se muerde los labios mientras sonríe y descansa un poco más antes de arreglarse.
Mientras, Federico está en medio de su ensayo en el teatro que se dará la obra, está concentrado en su personaje y ya tiene aprendida varias líneas de sus diálogos.
A los actores le dan 15 minutos de descanso para tomar un poco de agua y vuelven al ruedo.
Más tarde, el ensayo termino y Federico maneja hasta la casa de su madre. Le lleva una docena de facturas para que ambos tomen con el mate y está lo recibe con un abrazo.
-Justo tu hermana no está. -Caminando hacia el comedor. -Voy a calentar el agua para el mate.
-Bueno mamá, mientras voy a ir preparando la mesa.
Juana asiente y camina hasta la cocina.
En pocos minutos, madre e hijo están tomando el mate mientras comen las medialunas. Juana lo observa en silencio y traga saliva, se siente tan culpable al callar ese gran secreto y le duele tanto verlo sufrir por el amor que perdió.
-Hijo... tengo que decirte algo.
- ¿Te paso algo, mamá? -Asustado.
-No. -Niega. -En realidad es sobre Irene... Mara la vio.
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