PEDIDO
Federico no volvió al departamento de su madre, fue totalmente derrotado a la casa de Sofia y se encontró con una mujer completamente furiosa.
-Tienes idea de que lo arruinaste.
- ¿Es que no la escuchaste? Lo ve como a un padre. -Furioso.
-Si a vos no te interesa ser el padre.
-Pero es mi hija, yo la engendre con Irene. Ese imbécil no tiene nada que ver.
-Pero te la hubieras aguantado, no ves que se dio cuenta. -Suspira de mala gana. -Eres tan imbécil a veces. -Cansada. - ¿Sabes qué? Mejor anda a la casita de tu mami. Ni te quiero escuchar.
-No seas así, me dijiste que me ibas a ayudar.
-Pero así no, te estás comportando como un pelotudo y no me gusta que seas así. -Cruzada de brazos. -Regresa cuando tengas algo en mente.
Federico la mira con bronca y se va hecha una furia. Sofia escucha el portazo y cierra los ojos.
-No entiendo como este pelotudo me llego a gustar. -Se queja.
Llego la noche y la pareja está despidiendo a Elena antes de ir a dormir, la niña los observa con una sonrisa y cierra los ojos cuando recibe un beso en el cachete de cada uno.
-Buenas noches mi amor. -Acaricia el suave cabello de su hija.
-Buenas noches princesa. -Dice Ricardo.
Elena sonríe y abre los ojos cuando salen de la habitación, se cubre con las sabanas y piensa en silencio. En su cabeza está todo lo que su padre le dijo acerca de ver a sus padres juntos. Cualquier hijo desearía eso, pero no le gusto para nada la expresión de Federico, estaba completamente molesto y se sintió tan incomoda con él, lo mismo le paso con Sofia, pensó que era su amiga pero está empezando a ver la personalidad verdadera de aquella mujer.
En la madrugada, la pareja está durmiendo plácidamente, Ricardo la sujeta suavemente mientras duerme profundamente. La puerta se abre y se despierta al ver una sombra, da media vuelta y ve a Elena parada en el marco de la puerta.
- ¿Qué pasa linda?
- ¿Puedo dormir con ustedes?
-Claro que puedes princesa, cuidado que tu mamá está dormida. -Sonríe.
La niña asiente y se sube con cuidado, se acuesta en medio de ellos y abraza suavemente a Ricardo. Ambos encontraron el sueño tranquilamente e Irene completamente dormida, abraza a su hija.
Al otro día, Ricardo y Elena fueron los primeros en despertarse, este le hace señas para levantarse sin hacer ruido, dejando que Irene duerma tranquilamente.
-Anda a tu habitación a cambiarte y cepíllate los dientes. -Habla en voz baja.
-Bueno.
La niña corre a su habitación.
Ricardo se cambia en silencio y se apura para ir al baño a cepillarse los dientes, sale de la habitación y su cabeza está llena de dudas. Necesita la ayuda de Elena y se le prendió el foco al encontrar una idea en como hablar a solas con ella. Enseguida, la niña se unió con el en la cocina.
- ¿Por qué no vamos a comprar un rico desayuno a mamá y se lo llevamos a la cama?
La niña asiente entusiasmada y el hombre sonríe.
-Entonces vamos. -Toma su mano.
Más tarde, ambos salen de la casa y le abre la puerta del coche para que ella entrara, la ayuda a hacerlo y cierra la puerta con cuidado. Ricardo hace lo mismo y cuando tienen los cinturones de seguridad abrochados, el hombre enciende el motor.
Elena frunció el ceño al darse cuenta que Ricardo no estaciono frente a la panadería de siempre, mueve la cabeza para mirarlo mientras este está nervioso.
-Necesito tu ayuda Elena.
Estaciona el auto para poder hablar tranquilamente con la niña, Elena lo mira con atención y se da cuenta del nerviosismo de Ricardo.
-Sos la única que me puede dar el visto bueno o negármelo. -Traga saliva. -Estuve pensando en estos días y se que estoy tomando la mejor decisión. -Toma silencio y respira hondo antes de juntar sus últimas fuerzas. -Quiero casarme con tu mamá.
Elena se quedó en silencio mientras procesa todo lo que le dijo Ricardo, también recordando todo lo que le dijo su padre, esa pregunta que antes era tan obvia de contestar. Elena ansiaba un padre, quería que estuviera con ella y su madre, siendo una familia feliz y la encontró, no con Federico, sino con Ricardo. Ese hombre le cambio la vida a madre e hija, mejorándola por completo. Su madre está feliz y Elena también lo está, por otro lado, es completamente consciente que su mamá lo ama profundamente y Ricardo también.
Y ahora esa decisión está en sus manos.
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