Antes de llegar a la habitación, Ricardo cubre los ojos de Irene para que no vea nada.

-Ahora voy a abrir la puerta, pero no abras los ojos hasta que yo te diga.

La mujer asiente y traga saliva, está ansiosa por la sorpresa y respira hondo al mismo tiempo que permanece con los ojos cerrados. Ricardo quita las manos de su rostro y abre la puerta. La conduce con cuidado y entran a la habitación, la abraza de atrás y apoya el mentón en su hombro.

-Ahora si puedes abrir los ojos, mi amor.

Irene abre los ojos lentamente y se encuentra con la cama perfectamente hecha, el acolchado está cubierto de pétalos de rosas que forman un corazón y sonríe al ver como está todo decorado.

- ¿Te gusta mi amor?

Ella mueve la cabeza para mirarlo y hay una sonrisa radiante en su rostro.

-Es un poco cursi, ¿no crees?

- ¿Es algo bueno o malo?

-Me gusta mucho. -Animada.

Le da la vuelta y sonríen antes de besarle los labios.

-Entonces voy a ser un cursi. -Vuelve a besarla.

Sus manos van directamente hacia el cierre de su vestido, lo desliza suavemente y acaricia su espalda expuesta. El vestido empieza a caerse, quedando en ropa interior.

Sus brazos la envuelven con fuerza y se lanzan al colchón, los pétalos saltan y desarman el corazón. Ricardo la besa con delicadeza, robándole el aliento a Irene mientras sus lenguas se rozan, explorando sus bocas. El hombre deja de besarla para deslizar su boca hacia su cuello, dejando besos húmedos por su piel.

Le da la vuelta con cuidado y la yema de sus dedos acarician la piel pálida de su espalda, ella cierra los ojos al sentir besos en su espalda y ronronea ante la sensación.

Ricardo la trato como si fuera una obra de arte, se tomo todo el tiempo para besar cada centímetro de su piel desnuda y vuelve a besar sus labios, completamente hambriento de ella.

Ambos yacen desnudos sobre la cama y ella abre aun más las piernas para recibirlo, Ricardo se posiciona en medio de sus piernas y la penetra suavemente, provocando que ella jadee ante la penetración y lo abraza con fuerza.

Sus cuerpos están unidos como ellos tanto ansiaban, Ricardo se mueve suavemente, provocando que la piel de la mujer se ponga de gallina y desee que las penetraciones sean más rápidas. Las manos femeninas se deslizan por toda su espalda hasta sus glúteos, apretando con suavidad, indicándole que sea más rápido y le hace caso.

Se mueve más rápido y ella jadea con fuerza, el placer que sienten ambos es inmenso y apenas pueden pensar con claridad. Se abrazan con fuerza y sus gemidos son ruidosos, llenando toda la habitación de sus gritos cuando las penetraciones se hacen más salvajes.

Irene arquea la espalda para hacer que las penetraciones vayan más allá y cierra los ojos con fuerza.

-No aguanto. -Gime. -Oh Ricardo.

Grita con fuerza cuando se viene y Ricardo se mueve para que ella quede arriba, se sientan sobre la cama y la abraza con fuerza, manteniéndola cerca. El compas de los movimientos quedan a cargo de Irene, lo cabalga con fuerza y rapidez mientras sus senos rozan el pecho de Ricardo.

Al hombre se le escapan gemidos roncos mientras está llegando al orgasmo y grita con fuerza su nombre.

-Irene. -Se viene con fuerza y ella lo acompaña.

El clímax de ambos provoco que se lanzaran al vacío y la mujer está completamente empapada de sudor, su cabeza descansa en el hombro de Ricardo al mismo tiempo que este besa su piel.

Tiempo más tarde, su novio la sigue penetrando con fuerza y el orgasmo provoca los gritos de la pareja, Ricardo se queda encima de ella mientras recuperan la respiración. La besa apasionadamente e Irene está encantada con la sensación de sentirlo encima. Una sonrisa maravillosa acompaña su rostro empapado de sudor. Está completamente satisfecha y observa la mirada llena de amor de su pareja.

-Dios santo, me siento viva. -Suspira.

-Y esto recién empieza, mi amor.

La besa con intensidad y se mueve lentamente, ella se siente tan sensible que no puede evitar jadear, su cuerpo tiembla ante la sensación y clava sus uñas en la espalda de su amante.