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MAÑANA

Al otro día, la pareja duerme con sus piernas entrelazadas sobre la cama y la cabeza de Irene sobre el pecho desnudo de Ricardo. Ella tiene puesto su camisón y su novio solo tiene puesto unos boxers.

Sus ojos verdes se abren por la claridad del día y mueve la cabeza para ver como Irene duerme entre sus brazos, sonríe con suavidad y besa con ternura su cabeza. Se quedo quieto para no despertarla, contemplando en silencio su lenta respiración y como su pecho sube y baja despacio. Los dedos de Ricardo acarician con cuidado su espalda suave para no despertarla.

Deseo tanto poder pasar la noche con ella y disfrutar de este momento, ya es la segunda vez que pasan la noche, pero está es la primera sin miedo a que Elena los vea. Cierra los ojos y disfruta la sensación de la calidez de su piel, en cuestión de minutos, siente como el cuerpo de ella se mueve de a poco y sigue con los ojos cerrados.

Irene abre los ojos y observa la paz con la que Ricardo duerme, esboza una sonrisa y su mano izquierda acaricia su pecho, utilizando sus dedos para acariciar el vello y eso le hizo cosquillas al hombre que lo recorrió por todo su cuerpo.

Enseguida, Irene es abrazada con fuerza y se encuentra con los ojos verdes de su pareja.

-No estaba dormido. -Excitado.

Besa sus labios y deja la ternura para otro momento, está vez quiere tenerla sometida, pero necesita la aceptación de Irene antes de intentar algo. Prosigue en tomar sus brazos con fuerza, dejándola por encima de su cabeza y la mira buscando su aprobación. Ella lo entiende enseguida y la excita tanto que le haga el amor de esa manera, asiente rápidamente y en cuestión de segundos, su novio la besa con fuerza y va bajando despacio, con una mano libre baja las tiras de su camisón, liberando sus pechos y se le hace agua la boca, sus labios van hacia su pecho derecho, su lengua juega con su pezón rosado y mordisquea suavemente, provocando sensaciones que le roban la respiración a Irene mientras está inmovilizada, Ricardo hace lo mismo con su seno izquierdo y baja hasta su estómago, levanta la falda de su camisón y besa con ternura su ombligo, ella cierra los ojos al sentir una descarga eléctrica y sus manos van hacia el cabello de Ricardo, no obstante, su amante agarra sus muñecas y las deja sobre el colchón, dejándola inmóvil mientras se prepara para su asalto.

Su lengua serpentea su clítoris y la boca de Irene se abre con intensidad, trata de reprimir un jadeo, pero se le hace difícil por las lamidas a su monte de venus, provocando que la piel de ella se erice por completo. La come completamente, no pierde tiempo e Irene está a su merced, jadeando en voz baja mientras el fuego se está incrementando en su sexo.

-No aguanto. -Jadea. -Por dios, Ricardo.

Ricardo sabe muy bien como satisfacerla y observa con atención como la lleva a la perdición, ama ver como su pelvis se mueve debido al placer que está sintiendo en esos momentos. Ella no puede pensar con claridad y larga un gemido cuando siente la lengua de el entrando suavemente a su vagina.

No puede aguantar más y su cuerpo tiembla con fuerza y se viene con fuerza, el hombre sigue lamiéndola de un lado para el otro y ella se muerde los labios para que no se le escape un grito.

Una vez que su cuerpo se calma, Ricardo besa sus muslos internos y se mueve lentamente, sus ojos la miran como si fuera una presa y libera sus brazos para apretar sus senos. Ella envuelve su cadera con sus piernas y Ricardo la mira con excitación y deseo. Irene se muerde los labios al sentir el pene hinchado rozando sus piernas y su mano derecha lo libera de sus boxers, acariciando su virilidad de arriba abajo, provocando jadeos de Ricardo.

El hombre se muerde los labios y la besa antes de tomarla con fuerza, ella abre los ojos en ese momento por la sorpresa. En cuestión de segundos, Ricardo la alza y la mujer tiene las piernas envueltas en la cintura de su amante.

Los ojos del hombre están dilatados y deseando llevar a la perdición a su mujer.


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