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ENTREGA

Una vez que están desnudos, hace que Irene se siente en el sillón y separe sus piernas, se pone de rodillas en el suelo y coloca su cabeza en medio de ellas. Empieza besando la piel pálida de sus muslos, robándole sensaciones y descargas eléctricas en todo su cuerpo.

Irene cierra los ojos despacio y ronronea al sentir las caricias que le está dando en los muslos con sus labios, torturándola despacio, pero se siente de maravilla. Suspira y trata de no gemir con fuerza al sentir su lengua rozando su clítoris, la lame despacio y sin prisa, probando su sabor increíble y la prueba de buen agrado. Toma su clítoris entre sus labios y lo absorbe, provocando que ella se tape la boca antes de que se escape un gemido ruidoso. Abre los ojos y no puede dejar de mirarlo mientras le hace sexo oral, es demasiado magnético. Sus ojos se chocan y Ricardo mueve su lengua por su abertura, introduciéndola suavemente en su vagina y ella echa la cabeza hacia atrás. El placer que siente la abruma por completo, lo está haciendo tan bien que la está llevando al clímax, Ricardo nota como sus caderas empiezan a moverse, sabiendo que está cerca de la liberación. Introduce dos dedos en su vagina mientras su lengua vuelve a su monte de venus, lamiendo con ansias, disfrutando de la vista, le gusta tanto ver como ella reacciona ante el placer que le está dando. Su pene se hincha más al ver como Irene se está desintegrando.

La mujer cierra los ojos y tiembla ante el orgasmo, siendo incapaz de controlar su cuerpo. Unos minutos después, ella se recupera y Ricardo se incorpora, la besa apasionadamente y la alza con fuerza, ella envuelve sus piernas en sus caderas y la lleva hacia su habitación.

Irene siente la entrepierna hinchada de su amante y se muerde los labios. Una vez que entran a la habitación, Ricardo la acuesta sobre la cama. El hombre se acuesta a su lado y sus piernas se entrelazan mientras se besan con ternura, sus labios se mueven lentamente, disfrutando del momento que están teniendo. Sus labios se separan y no pueden dejar de mirarse, el hombre le regala una sonrisa y acaricia su mejilla, admirando a la mujer que tanto ama. Vuelve a besarla y toma su pierna para levantarla un poco, coloca la suya en medio de sus piernas, preparándose para penetrarla y el beso reprime el gemido de ambos. La penetración fue lenta y placentera, el beso se volvió más necesitado, perdiendo la cabeza por completo.

El movimiento es lento pero muy placentero, provocando que la piel de Irene sea de gallina. Hay fricción en su clítoris con las penetraciones, los dos gimen despacio y se abrazan con fuerza. Ella está gimiendo debajo de Ricardo y escucharla de esa manera lo provoca más y más, embistiéndola más fuerte y con agilidad. Ella lo abraza con fuerza y su amante la llena de caricias y besos en todo su cuello. La fricción contra su clítoris provoca que llegue al orgasmo con fuerza y no puede evitar rasguñar su espalda. Respira con dificultad y el hombre la besa con ternura.

Ricardo siente como está tocando el cielo con las manos, compartiendo ese momento tan mágico, sintiendo como la huella de Irene se está quedando en cada parte de su piel. Lo mismo está haciendo el, sus labios se desparraman por todo su cuerpo, iniciando su camino de besos desde su cuello, siguiendo por sus senos donde aprovecha para lamer sus pezones hasta que termina en su estómago, besando su vientre y ella no puede controlar las sensaciones al sentir la lengua en su ombligo.

Gruñe cuando la toma entre sus brazos y se dan la vuelta, la mujer queda encima de Ricardo, se sienta y apoya las manos en sus pectorales, cierra los ojos con fuerza en el momento que comienza a cabalgarlo. El placer provoca que ambos se lancen al vacío, un vacío lleno de lujuria y placer.

La entrega es total, Ricardo no puede dejar de gruñir mientras ella salta sobre su virilidad enorme, deleitándose al escucharla jadear incesantemente. La toma de la cintura antes de moverse, se arrodilla sobre el colchón provocando que Irene se eche hacia atrás y apoya las manos sobre la cama.

Se mueven al unisonó, ambos están cubiertos de sudor y la habitación se llena de sus gemidos, siendo incapaces de mantenerse callados. Cierran los ojos con fuerza mientras la cama choca contra la pared. Ricardo se inclina hacia sus senos, chupando sus senos como un loco, provocando sensaciones en Irene, siendo incapaz de controlar su cuerpo. Se vino tantas veces que su cuerpo es completamente inútil.

Gimen más alto por el incremento de las embestidas, no pueden dejar de moverse con fuerza y ella traga saliva, inundándose del placer que le está propinando Ricardo. Irene cierra los ojos con fuerza al sentir que otro orgasmo le hace perder la razón y arruga las sabanas.

-Oh Ricardo, por favor.-Gime con fuerza.


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