Espero que les guste la nueva novela ❤❤

Voy a subir un capítulo por día todos los días. Saludos y un abrazo.

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A pesar que se crio en Buenos Aires, después de su regreso se le hace difícil orientarse en las calles del centro. La mujer de 40 años vivió más de 6 años en Londres, donde siguió ejerciendo su profesión y eso la ayudo a impulsarse muchísimo más.

La actriz Irene Borges regreso a su país querido hace casi dos meses y no está acostumbrado a los cambios de su país, se había olvidado los nombres de las calles. Había olvidado hasta lo chiquita que se sentía en aquella ciudad.

Antes estaba lleno de espacios verdes y ahora es todo de cemento, lleno de edificios más que personas.

Irene se la pasaba viajando hacia los estudios Luminton para grabar la película que la hizo volver a Buenos Aires. Obtuvo el papel protagonista en una película dramática romántica y está encantada con el guion de la cinta. Ella comparte el papel estelar junto al actor también argentino, Ricardo de Mendoza, siendo el interés amoroso y el galán que se queda con la heroína.

A pesar que todo es ficción, la ficción a veces traspasa la realidad y más para Ricardo, quien también se muere por Irene, quien lo había flechado la primera vez que la vio, haciéndolo suspirar cada momento que ensayaban las escenas. Solamente podía tenerla en aquellas escenas, muriéndose por besarla, pero aquel momento todavía no había llegado. No obstante, sus sentimientos los había encerrado dentro suyo, siendo incapaz de expresarle sus sentimientos ya que Irene nunca mostro interés por él, comportándose de manera un poco distante con Ricardo.

Sin embargo, no se podía dudar de la química que hay entre ambos en cada escena que comparten, todavía no llegaron al ansiado beso de los protagonistas, pero la producción y los que veían las escenas estaban demasiado ansiosos.

Ahora, Irene muere de ganas de estar en su casa y descansar hasta el otro día, termino sus escenas y se quita el maquillaje antes de cambiarse de ropa. Se pone algo más cómodo y se coloca el cárdigan, arregla su cabello rubio y sale de su camerino. Esquiva los cables tirados en el suelo hasta que llega a las puertas de vidrio y llega al gran patio del estudio que tiene que atravesar hasta la salida.

-Irene.

Escucha como la llaman y se detiene, observa a Ricardo quien la observa con una sonrisa, sus ojos verdes miran a los bellísimos ojos azules de Irene.

- ¿Ya te vas?

-Si, ¿Por qué? -Tranquila.

- ¿Quieres que te lleve? No tengo ningún problema en llevarte hasta tu casa.

Ella siempre lo ha rechazado, sin embargo, no pudo negarse, está demasiado cansada y no quiere estar unos largos minutos buscando un taxi.

-Está bien Ricardo.

Ricardo sonríe aun más y su corazón late con fuerza al saber que al fin ella acepto. Quiso demostrar un comportamiento normal, no obstante, se muere de miedo de cometer alguna estupidez. Salen de los estudios Luminton y caminan unos metros hasta que llegan al estacionamiento. Roberto avanza hacia el asiento del acompañante y le abre la puerta a Irene, está le sonríe y se sienta, el hombre cierra la puerta con cuidado y ella se pone el cinturón de seguridad mientras Ricardo entra al coche. Hace lo mismo y al terminar de ponerse su cinturón, pone las llaves en la cerradura y enciende el motor.

Irene lo observa en silencio mientras su compañero está atento al camino, ella le da la dirección de su casa y sabe muy bien donde queda. Una vez que está en silencio, procede a mirar la calle desde la ventana.

- ¿Estás cómoda con la película?

Ella mueve la cabeza para mirarlo de nuevo.

-No me puedo quejar. -Sonríe. -Es muy bueno el papel y ustedes son muy buenos conmigo.

Ricardo le sonríe en contestación y sigue manejando, al llegar a la casa Irene se sintió tan nerviosa, no podía invitarlo a la casa como agradecimiento. Sus ojos azules lo miran con un poco de temor.

-Gracias por traerme Ricardo.

-No tienes que agradecer, quería traerte y saber que regresas segura a tu casa. -Sonríe.

Asiente en silencio y se saca el cinturón, se acerca para besar su mejilla y sale del auto. Ricardo la observa en silencio mientras su mano está apoyada en su mejilla donde ella lo beso, su mirada está fija en ella hasta que entra a su casa y al entrar, el hombre arranca el motor y conduce, alejándose lentamente de aquella cuadra y dobla para regresar a su casa.

Al mismo tiempo, Irene se saca los zapatos y exclama tranquila al sentirse más cómoda y camina descalza por la alfombra que está en el comedor. No ve a nadie mientras está caminando y escucha una pequeña risita detrás de las cortinas que van al patio trasero, Irene sonríe al ver unos piecitos detrás de las cortinas y camina lentamente hacia las cortinas. Al llegar, las abre rápidamente y se encuentra con una niña con dos coletas en su cabello. La madre la abraza con fuerza y la niña sonríe feliz al saber que su madre está con ella.