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ANSIOSA

Mara está con su mamá mientras esperan a Federico, fueron pasando las horas y después del mediodía, el hombre abre la puerta y se encuentra con ellas. La cara del hombre es seria y en sus ojos ya no hay expresión.

- ¿Qué paso? -Juana pregunta asustada mientras se acerca a su hijo.

-No le hice nada, si es lo que tanto se preguntan. -Suspira. -Solo hable con ella para pedirle que al menos me de la oportunidad de acercarme a Elena.

- ¿Y qué te dijo?

-Que si... pero tengo que estar tranquilo...-Cierra los ojos y mueve levanta la cabeza. -Tendría que sentirme completo, feliz de poder tener una hija de la mujer que tengo, pero me siento tan incompleto. -Lamentándose. -Y se que me siento así porque no la tengo a Irene...

Su hermana lo mira con lastima y se acerca.

- ¿Por qué no hablamos a solas en tu habitación?

Federico asiente en silencio y toma la mano de su hermana antes de caminar hacia la habitación. Ella es la ultima en entrar y cierra la puerta. Su hermano se sienta en la cama y la observa.

-Tengo que aceptar que la perdí, ¿no?

La mujer asiente en silencio y se sienta a su lado.

-Es lo más sano que podes hacer por vos, porque lo único que hacías es destruirte y no quiero que te pase eso. -Sonríe un poco. -Volver a enamorarte y ser feliz con esa persona y Elena, la niña es encantadora, tiene tus ojos.

-Lo sé. -Sonríe y traga saliva. -Te juro que voy a dejar tranquila a Irene y centrarme en Elena.

Mara respira hondo y abraza a su hermano. Juana está escuchando a través de la puerta y se siente tan aliviada al escuchar a su hijo tan sereno, respira tranquila y cierra los ojos mientras aparece una sonrisa.

Mientras, Irene siguió con los ensayos y trato de disipar ese momento, cosa que le resulto difícil y le costo concentrarse. Ahora tiene un descanso y se tomo un té para calmarse, se siente tan nerviosa de tan solo pensar en lo que pasara el lunes cuando padre e hija se vean las caras, pensando una y otra vez en como reaccionara Elena cuando conozca a su padre, esa persona que necesito desde el día en que tuvo conciencia.

-No puedo negarle a su padre. -Piensa en voz alta y traga saliva. -Ahora que sé que no la va a rechazar, merece tener a su padre cerca y recuperar el tiempo perdido.

Se toma el restante del té y suspira lentamente.

-Todo va a estar bien. -Ilusionada.

Su cabeza se calmo al pensar fríamente y pudo ensayar con tranquilidad para la función de la noche.

Juana sale de la habitación de su hermano y camina hasta la cocina, allí está su mamá y la mira en silencio.

-Está durmiendo, le di una pastilla para que lo haga.

Asiente rápidamente y se pone de pie.

- ¿Estaba tranquilo?

-Por suerte si, parece que algo cambio después de hablar con Irene y está empezando a aceptar que la perdió.

-Pobrecito. -Triste. -Me duele tanto que no pudo ser feliz con Irene... lo que es el destino.

-Lo sé, pero es un primer paso para que deje de autodestruirse. -Tranquila. -Es lo mejor para él, apoyarlo y estar con el para que pueda transitar su sanación lo más tranquilo posible.

-Dios te oiga, cariño. Seria un consuelo que Federico se vaya sanando de todo lo que sufrió.

-No va a ser fácil, pero cuenta con nosotras.

Juana sonríe con los ojos llorosos y vuelve a asentir antes de abrazar a su hija, lo hace con fuerza y apoya la cabeza en su hombro, levanta la cabeza y abre los ojos para mirarla.

-Lo sé, mi amor. -Acaricia su mejilla


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