veintisiete🍒
Mi tía y Margaret se han ido hace ya una hora, mamá está sentada en el sofá de la sala, con su computadora sobre las piernas y un tazón de fresas a su lado. Parece concentrada así que ni siquiera me molesto en ir a hablarle. Me he cambiado el uniforme a mis pijamas y voy caminando perezosamente por la cocina en busca de una bebida energizante sin importar que dentro de un rato tengo que irme a la cama.
Abro la bebida azul y antes de poder llevarmela a la boca, escucho mi nombre ser pronunciado. Reprimo un suspiro y me dirijo a la sala.
—Siéntate —me dice ella señalando el espacio a su lado, aún con la mirada fija en la pantalla de la laptop. Dudosa hago lo que me dice. Llevo la botella de Gatorade a mis labios para beber y apoyo mi espalda en el respaldar, esperando a que mi madre se le ocurra hablar—. Te quería preguntar algo, solo eso.
—Está bien —acepto con el ceño fruncido. Mamá suelta un suspiro y le veo cerrar la computadora para dejarla sobre la mesita del centro. Oh no, esta será una conversación larga.
— ¿Desde hace cuánto llevas yendo a la casa de Luke por las tardes?
Oh.
No.
Volteo a mirarle, su expresión es seria, pero no está enojada o algo por el estilo. Decido que lo mejor es darle un sorbo a mi bebida.
—No mucho —respondo, trato de esconder cualquier pizca de nerviosismo, pero mi mirada se posa en todos lados menos en sus ojos.
—Ophelia...
— ¡Mamá!
Mi gritito la ha hecho echarse hacia atrás, un tanto consternada, así que continúo hablando.
—Sabes muy bien que llevo años queriendo una mascota y tú nunca me la das solo porque no te gustaría ver la casa hecha un desastre, yo quiero un perrito, sabes que es así —suelto rápido y a como lo haría una niña que no obtiene lo que desea—. Petunia es súper linda, me gusta mucho y...
— ¿Petunia? —me interrumpe, confundida.
— ¡Sí! La perrita de Luke, te lo dije por teléfono cuando llamaste —Explico y ella asiente, recordando—. Luke me deja jugar con ella y cuidarla, por eso paso el rato en su casa.
Me muerdo el labio inferior, espero a un veredicto final de su parte y me mata que solo se me quede viendo, como si estuviese analizando mis palabras.
—De acuerdo, solo porque sé que Luke es un excelente muchacho, ¿Sí? —asiento lento, ignorando la intención en sus palabras. Y sí, Luke lo es, la verdad es que fui yo quien le presionó hasta que cedió.
— ¿Puedo irme a mi habitación ya? —pregunto esperanzada. Mamá me queda viendo otra vez, como si dudase de algo, pero termina asintiendo. De inmediato salgo dispara hacia mi cuarto con la botella de Gatorade presionada a mi pecho.
Una vez dentro, tomo mi celular que está tirado sobre la cama y voy directo a mi conversación con Luke. Está en línea, por lo que sin pensarlo presiono el ícono de videollamada. Los pitidos suenan por la habitación mientras busco rápidamente mis auriculares y los conecto.
Sonrío cuando al otro lado de la pantalla aparece la imagen de él, por lo que veo está acostado en su cama y no hay tanta claridad, por lo que solo puedo ver su rostro y parte de sus hombros desnudos. Ay caray.
—Te dije por mensaje que te llamaría, pensé que te pondrías guapo —suelto con una sonrisa de burla en el rostro. Me acomodo en mi cama, sentándome hasta que mi espalda choque con el respaldar lleno de almohadas. Le escucho soltar una risa perezosa.
— ¿De qué hablas? Siempre lo estoy —regresa con una ceja alzada. La imagen se congela por un instante, pero regresa normal al instante.
Le cuento sobre cosas de la escuela que él me pregunta, le hablo sobre mis amigos y lo molesto que son algunos profesores, Luke me escucha entre risas y cada vez que pienso que hemos terminado un tema, él suelta otra pregunta, demostrando real interés en lo que le digo, haciéndome contesta. No sé cuánto pasa exactamente, pero me encuentro bostezando.
—Ophelia, deberías ir a dormir ya, ¿no crees? —cuestiona, le veo alzar ambas cejas y niego.
— ¿Puedo escaparme e ir donde vos para dormir? —suelto lo más bajo que puedo, pero él me escucha a la perfección pues lo he susurrado directo al micrófono de los auriculares.
—No, no puedes, tu madre lo sabría, además debemos de tener cuidado con eso de que me contaste que te hizo preguntas.
Pongo los ojos en blanco y niego para restarle importacia al asunto.
—Ya te dije que no era nada grave.
—Sí, pero no puedes dejarte en evidencia más.
—Lo sé, lo sé —acepto y observo cómo él suelta un bostezo que tapa con el dorso de su mano—. También deberías ir a dormir.
—Los dos.
— ¿Juntitos? —no puedo evitar decirle, ganándome una risa por su parte, antes de que diga algo, me apresuro para hablar —. Dime que soñarás conmigo y me iré a dormir.
—Soñaré contigo, Ophelia —devuelve, una sonrisa de lado ha aparecido en su boca.
—Bueno, bueno, mañana me cuentas los detalles, quizás lo recreamos...
—Ophelia —me interrumpe con reprimenda, pero sigue sonriendo. Aprieto mis labios en una línea y asiento, cómplice—. Buenas noches, Ophelia.
—Buenas noches —le copio el gesto y antes de que cuelgue, le lanzo un beso a la cámara, lo último que veo es él sonriendo grandemente y con eso basta para que mi corazón lata con demasiada fuerza.
Cómo lo amo.
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