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veintiocho🍒

No voy a decir que estoy contando los días para que mamá regrese a trabajar, pero eso es exactamente lo que hago. En serio me gusta pasar el rato con ella, puede llegar a ser divertido, pero se me es sofocante que siempre tenga sus ojos sobre mí, el ir a la casa de Luke es otra cosa que no puedo hacer, solamente cuando voy a clases y me lo topo en las mañanas casualmente, aunque eso de ir a coquetear con él se ve truncado porque mamá me ha estado llevando a la escuela en el carro, por lo que ella está ahí cuando saludo al rubio.

Esta es la semana más larga de mi vida. Sin importar que casi todos los días hablo con Luke por mensaje o video llamada, el sentimiento de nostalgia está en mí porque quiero poder abrazarle y estar a su lado. Tres días más y todo regresará a la normalidad.

—Buenos días, Sra. Davis, Ophelia —saluda Luke desde las pequeñas gradas de su casa, su voz es ronca por las mañanas cuando se despierta y esa es una gran debilidad para mí. Lleva una taza en su mano y con la otra apoya su barbilla en alto. Tremenda obra de arte.

—Buenos días, Luke —le devuelve mamá a la vez que abre la puerta del auto. Mientras espero a que ella me diga que entre, me quedo viendo hacia donde el rubio, su mirada está en mí y le guiño un ojo, provocando una sonrisa que esconde con su taza.

No despego mi mirada de él en todo el rato en que mamá enciende el vehículo y se coloca el cinturón de seguridad. Oigo que me dice que haga lo mismo, y obedezco.

No quiero ir a clases, la sola idea de estar encerrada en un salón con mis compañeros ruidosos me hace querer vomitar, peor si el día de hoy tengo física y matemáticas seguidas.

—Procura no llegar tarde a casa —me dice mamá al estacionar a las afuera del instituto, volteo a verle con el ceño fruncido y bufo con burla.

—Sí, porque pienso irme a no sé dónde luego de clases, lo tengo planeado, madre.

Mamá no dice nada más porque reprime su sonrisa en una línea y aparta la mirada lejos. Bajo del auto de mala gana, y con la mochila sobre los hombros y quizá la falda retorcida, me dirijo rápido hacia el interior, a mi salón.

En el transcurso de la clase quiero arrancarme los ojos, mi cabeza punza por la cantidad de ecuaciones que he despejado, sé que no soy la única porque el resto de mis compañeros parecen agobiados por las actividades que dejó la profesora de Física. Observo a Karla que está sentada al otro lado y ella tiene su rostro escondido mientras trabaja en lo suyo. Podría estar haciendo lo mismo, pero juro que si veo otro número más me voy a desmayar. Escuela privada y sus métodos de enseñanza, todo un dolor de cabeza.

—Ophelia Davis.

Enseguida alzo la mirada de mi cuaderno, en la entrada del salón se encuentra la secretaria, de brazos cruzados y postura cansada. Frunzo el ceño al no comprender, pero mi profesora solo me indica que salga del salón con un gesto que hace con la mano.

No me retengo, pero sí que comienzo a guardar mis pertenencias con duda. Bueno, al menos salí de este infierno. Estando en el pasillo desolado, la secretaria se gira para verme.

—Tu padre vino a buscarte.

¿Mi padre? ¿Qué?

No digo nada, me limito a seguirla hacia la salida. Tomo con fuerza las correas de mi mochila, con un nudo en la garganta. No entiendo nada.

—Pase un buen día, hasta mañana —le oigo a decir a la mujer, volteo a verle y asiento con una sonrisa forzada. Giro mi rostro para ver hacia afuera, y juro que quiero soltar una carcajada, sin mencionar el gran sentimiento de alivio que acaba de inundarme.

El auto de Luke está aparcado en la acera, cerca del edificio. Él está adentro, logro notar que tiene apoyado su brazo en la ventana y tapa sus labios con sus dedos, lleva unas gafas oscuras y desde esta distancia puedo decir que se ve bien.

La secretaria sigue detrás de mí, pero no le presto atención, pues comienzo a caminar a pasos apresurados hacia el vehículo.

— ¡Papi! —exclamo lo suficientemente alto para que Luke me oiga, sé que le molesta que le llame de esa manera y muerdo mis labios cuando al escucharme, él solo me observa a través de esas gafas.

— Maldición, Ophelia ¿Qué te he dicho sobre llamarme así?

Oops.

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