uno🍒
Me llevo la tostada a mi boca, cierro los ojos y mastico lentamente, no sintiéndome tan bien por no haber dormido lo suficiente. A lo lejos escucho cómo los tacones de mamá resuenan por todo el corredor de la casa, apresurada. No pasan segundos cuando siento su presencia a mi lado, lo que me hace abrir los ojos para observarla.
—Te dije que calentaras las sobras de la cena para que comieras algo, unas tostadas no te va a llenar —es lo que me dice sin siquiera verme, a la vez que revisa su bolso, no digo nada y trago lo que llevo masticando desde hace mucho rato—, ¡Santo cielo! Ophelia, lo siento, sabes que no puedo irte a dejar a la escuela, se me hace tarde.
Asiento lento.
—No importa —me limito a decir. Se acerca para dejar un beso en mi frente y no dudo que me haya manchado con su labial rojo. Le veo en silencio hasta que sale de la cocina, para luego escuchar la puerta principal siendo azotada. Me encojo de hombros y regreso a mi labor de comer.
Doy otro mordisco, aparto el pequeño plato con lo que sobra y me levanto al fregadero para servirme agua y enjuagar mi boca.
Corro al baño para lavar mis dientes, al terminar me doy un vistazo en el espejo y hago un mohín. Camino hasta los sillones y agarro mi mochila para ponérmela. Salgo de casa y me enfrento con el frío viento, que azota mi corto cabello.
No es una sorpresa ver a Luke cerca del buzón de su casa, siempre suelo encontrármelo cuando salgo para ir a la escuela. Lleva un gran suéter y su cabello va en una moña hacia atrás. Me agrada bastante que haya decidido dejárselo crecer a como lo tiene. Le luce. Le hace ver más grande y muy guapo.
Hago resonar mis pasos por el asfalto con el propósito de que él me escuche, y trato de esconder mi sonrisa cuando gira su cabeza para observar a mi dirección.
—Ophelia, buenos días —saluda con una sonrisa. Se gira completamente para entablar una especie de conversación y eso me alegra—, ¿Tarde para la escuela?
—Algo —respondo, bajo la mirada a mis zapatos negros y medias azules—, Me voy, ten un buen día, Luke.
—Adiós —es lo último que me dice antes de girarse y regresar al interior de su casa, suspiro y sé que debo empezar a caminar hacia la parada de transporte público si quiero llegar a tiempo a la escuela.
En el trayecto, mientras veo a través de la sucia ventana del autobús, me pongo a pensar en Luke y lo tonto e imposible que sería si se llega a fijar en alguien como yo, una chica de diecisiete años, cuando él me debe de llevar unos seis años o más.
Ay, Ophelia, ¿Por qué te tiene que gustar tu vecino mayor?
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro