El líquido rojo se esparce con rapidez por toda mi mano y eso hace que entre en pánico, retengo la respiración y suelto el cuchillo con el que me corté accidentalmente tratando de rebanar un mango no tan maduro. Comienzo a pasar mi peso de un pie a otro sin saber qué hacer. No me gusta la sangre o las heridas, me da pánico, es un miedo un tanto irracional, lo sé, pero no puedo evitarlo.

Mamá no está en casa, son las 4PM, y no puedo estar desangrándome hasta que ella venga. No sé dónde tiene el botiquín y no tengo mente para buscarlo. Me obligo a respirar ondo y sin pensarlo dos veces me encuentro caminando hacia la salida rápidamente, con la mano distanciada de mí.

Toco con fuerza la puerta de Luke, a los segundos él la abre para verme confundido, pero sus ojos van directo a mi mano ensangrentada.

—Santa mierda, ¿Qué te pasó?

—Haz algo, por favor —suelto con voz preocupada. Luke suaviza su mirada al verme a los ojos y asiente, me toma del hombro para dirigirnos hacia el interior, nos conduce hacia su baño, me hace sentar en el retrete tapado y le observo abrir una gaveta.

—Háblame, ¿Cómo sucedió?

Luke se pone en una rodilla enfrente de mí, le tiendo la mano y él la envuelve en una toalla, duele así que suelto un pequeño quejido.

—Quería cortar un mango, pero este se me resbaló del tablón y el cuchillo terminó dando con mi mano —explico, muerdo mi labio inferior con algo de fuerza y sus ojos se dirigen a los míos—. Las heridas y la sangre me dan algo de pánico, perdón si molesté, pero no sabía qué hacer, estaba sola...

—Ophelia, no tienes que darme más explicaciones, está bien, no molestaste —sus palabras me hacen sonreír de lado entre tanto agobio, le observo buscar algo en su botiquín y temo por mí cuando noto que saca unas gasas con duda—. Uhm, no quiero asustarte, pero creo que la herida es algo profunda.

— ¿Eso qué significa? —suelto, de repente sintiéndome mareada. Luke descubre mi mano, la toalla amarilla ahora está manchada de rojo por todas partes.

—Significa que tenemos que ir al hospital para ver si pueden darte unas puntadas, de lo contrario seguirá saliendo sangre.

—No, al hospital no.

Luke se inclina hacia mí, coloca sus manos sobre mis brazos y me sonríe para darme confort.

—No te preocupes, estaré ahí contigo.