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cuarenta y cuatro🍒

—No puedo creer que la hayas guardado —me dice con una ceja alzada. Está sentado en el banco del tocador, frente al espejo, en sus manos sostiene una cajita de chocolates que tengo de adorno en una orilla junto a mis perfumes.

—Bueno, me la había regalado el amor de mi vida, no iba a deshacerme de ella —suelto una risa desganada. Estoy acostada en la cama, en una posición donde mis pies están contra la pared y mi cabeza se sale al borde, provocando que vea todo volteado—. Seré honesta, los chocolates se los comió mi mamá, a mí no me gustan.

—Sinceramente, no pienso argumentar contigo, solo diré que eres una rara.

—Vale, júzgame todo lo que quieras, dije que lo dije, punto.

— ¿No te aburres de pasarla en tu habitación?

—No, me gusta mi habitación, me gusta estar en mi cama, es suavecita —reprimo mi sonrisa y me giro porque ya no aguanto la presión en mi cabeza. Apoyo mi barbilla en mis manos y le veo directo a los ojos, parpadeando perezosamente.

—Es suavecita —me repite, divertido. Deja la caja de chocolates que él me regaló hace mucho tiempo en su lugar y se coloca una pierna sobre la otra para imitar mi postura—. ¿Por qué no duermes bien?

—No lo sé, no me da sueño, insomnio.

Luke asiente con compresión, me queda viendo serio y yo le regreso la mirada, sin timidez, este es nuestro juego, él suelta preguntas, yo las respondo y luego nos quedamos viendo. Agradezco que sea así porque después de haber tenido esa charla difícil, nos quedamos en silencio, sin saber qué decir, hasta que comenzó a hacerme preguntas, como en un interrogatorio. No quería que se fuera y que todo quedara raro, honestamente, es algo confuso.

— ¿Has tenido una mascota alguna vez?

—A mamá no le gustan porque dejan mucha suciedad por toda la casa, pero cuando tenía 6, mi papá llevó a la casa un conejito, le nombré Jalea, no preguntes por qué, yo no lo sé.

Siento mis brazos cansados por lo que reposo un lado de mi rostro en la cama, aun con la mirada puesta en Luke, quien me observa con curiosidad.

— ¿Sabes? Esta es la segunda vez que mencionas a tu padre.

Frunzo el ceño, sintiéndome rara de repente.

— ¿Cuándo fue la primera?

—Cuando nos conocimos, ibas a la escuela y yo estaba moviendo unas cajas de mi carro hacia la casa, apenas me había mudado, me dijiste cómo te llamabas y yo mencioné a Hamlet, me dijiste que a tu padre le gustaba, por eso tu nombre —explica breve, pardeo varias veces sin saber qué decir, pero al final hago un mohín de asombro.

—Vaya, tienes buena memoria —digo, aun cuando yo también recuerdo a la perfección eso.

— ¿Tengo permitido preguntar sobre tu padre?

—No hay muchas cosas que preguntar sobre él, honestamente —respondo aludida. Luke alza sus cejas—. Pero supongo que sí puedes preguntar si quieres.

— ¿Qué pasó con él?

—No está muerto si a eso te refieres, ni siquiera sé qué rayos es de su vida ahora.

— ¿Lleva rato?

Hago una mueca de desinterés y me acuesto boca arriba, con la mirada fija en el techo y el foco de luz apagada.

—Se separaron cuando tenía 8, lo llevaron en secreto para que no me diera cuenta en el momento, papá se mudó lejos, dejé de hablar con él cuando tenía 11, desde entonces solo hemos sido mamá y yo.

— ¿Lo extrañas?

—No, los recuerdos de mi infancia me hacen extrañar eso, pero no lo extraño a él. Estoy bien con mamá.

—Uhm, entiendo, ¿Cuál es tu comida favorita?

— ¿Huh? —musito confundida ante el repentino cambio de tema, me reincorporo en la cama, sentándome con las piernas cruzadas y le veo fijamente—. Amo pasar de hablar de mi falta de figura paterna a mi comida preferida, qué espontáneo.

Luke suelta una risa y niega.

—Solo contesta, no lo hagas difícil.

— ¿Difícil para qué?

— ¿Acaso no puedo saber qué clase de comida te gusta para luego no estar de indeciso sobre a qué lugar llevarte a comer? Vaya, Ophelia.

Me quedo en silencio, aprieto mis labios en una línea, le observo y Luke pasa una mano por su cabello hacia atrás para acomodarlo, suelto una risa y de nuevo me dejo caer en la cama. Por más que no quiera aceptarlo, ambos sabemos en lo que estamos y que quizá esto no vaya a durar mucho tiempo, así que solo le doy una mirada desde donde estoy y sonrío, porque mientras esto dure quiero pasarla bien con él. Y al parecer, Luke  está consciente de esto y va a aprovecharlo también. 

—Me gusta la Lasaña, apuntalo. 

—Apuntado. 

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