cinco🍒
Otra vez mamá va tarde por culpa del despertador, le he dicho que consiga otro mejor, pero siempre se le olvida. La veo ir y venir por la cocina, se sirve un vaso con jugo y sus ojos van a los míos.
—Te ves cansada, ¿No dormiste? —Me pregunta, me encojo de hombros y llevo un trozo de banano a mi boca—. Te he dicho que no me gusta que te desveles.
—No me desvelé —respondo, después de tragar. Ella alza ambas cejas en señal de que no me cree, pongo los ojos en blanco y me levanto para ir a lavarme los dientes al baño.
— ¡Nos vemos luego, te dejé dinero en la mesa! —es lo que le escucho gritar a mamá después del estruendo de la puerta.
Veo mi reflejo en el espejo y mis ojeras son algo notorias, más de lo común, me veo muerta. Me pellizco ambas mejillas, provocando que estas se pongan rojas.
Suspiro cansada y abro el pequeño cajón donde guardo el poco maquillaje que poseo. No quiero tener que lidiar con preguntas sobre mi aspecto.
Después de colocar algo de corrector, base, rubor y máscara de pestañas, me peino el cabello por última vez y salgo en busca de mis cosas.
Han pasado dos días exactos desde que pasó lo de mi desmayo, Luke me habló al día siguiente para saber una actualización de mi estado. Se me hace lindo de su parte que se preocupe, creo que le debió de asustar mucho verme inerte en el suelo.
— ¡Ophelia! —escucho mi nombre ser llamado, giro mi rostro para encontrarme con un Luke que viene trotando hacia mí, se pasa el césped y todo. Las casas de esta vecindad no tienen muros o cercas.
—Hola —le digo, alzando mi mirada para verle directo a los ojos. Aprieto el agarre de las correas de mi mochila y espero a que diga algo.
— ¿Cómo estás?
—Luke, ya estoy bien, no tienes que seguir preocupándote, en serio —le muestro una sonrisa, la cual el devuelve.
—Vale, está bien —acepta. Veo cómo rebusca algo en el bolsillo de su hoodie y cuando observo lo que sostiene su mano aprieto mis labios
—Ayer mi mamá vino a visarte, es una mujer que se preocupa por sus hijos, sin importar cuántos años tengan, para ella sigo en primaria o algo, no entiende que acabo de terminar la universidad —le escucho divagar mientras mi mirada va a sus ojos hacia la cajita en sus manos y viceversa—. Ella ama los chocolates y siempre me trae, pensé en traerte unos cuantos.
—Uhm, yo… —no sé qué decir. Pero acepto la cajita llena de chocolates, la observo en silencio y luego lo veo a él.
—Nunca me los como todos, así que…
—Gracias —me limito a decir, dándole una sonrisa.
—No hay de qué —dice, le veo basilar y soy yo quien corta todo.
—Tengo que irme, se me hace tarde, adiós —suelto, con cierta expresión de apuro, el asiente con el ceño fruncido y retrocede. Le doy una última sonrisa y comienzo a caminar.
Veo la cajita de cartón que muestra la marca de los chocolates que vienen adentro y suspiro. La cuestión es que no me gustan para nada los chocolates, pero Luke sí, por eso los acepté.
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