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4| La mentira


La mañana siguiente me recibió con dos grandes noticias. La primera era que mi autora favorita había sacado un adelanto de su próxima novela en publicarse. La segunda era que mi diosa Taylor había anunciado un video oficial de una canción de su siguiente álbum y yo estaba lista para hacerle stream masivo.

     Elián a veces se burlaba de mis gustos musicales, pero hacía oídos sordos y dejaba que él se entretuviera con su música clásica mientras yo disfrutaba del pop. No era que despreciara su música, a decir verdad era una persona con gustos variados, disfrutaba del rock, del jazz, indie, y de la música clásica algunas veces, pero mi máximo siempre sería el pop. Además, jamás podría dejar de seguir a Taylor. Era psicológicamente imposible.

     Así que, con toda la actitud del mundo, fui a la escuela como un día cualquiera. En cuanto pisé el salón de clases y me encontré con Lin corrí a contarle las noticias. Sabía que no teníamos ninguna de las dos cosas en común, pero ella siempre me escuchaba y se emocionaba conmigo, aun si no era fan.

     —Que suerte tienes, yo sigo esperando la película de yuri on ice—dijo en cuanto terminé de contarle. Comprendí su dolor, no era tan fan del anime como ella, pero a Mila y a mí nos obligó a ver ese en cuestión completo y también la esperábamos. Ansiaba conocer el pasado de mi preciado Viktor Nikiforov.

     —Llegará, no pierdas la fe—dije apoyando una mano en su hombro—. Mucho menos ahora que...

     —¡Jessia Espinoza Castillo!—me interrumpió el grito de Mila, quien había irrumpido en el salón de clases con una exclamación que, estaba segura, se escuchó hasta el patio de la escuela— ¿Porqué no me contaste?

     Lin y yo la miramos confundida.

     —¿Contarte qué?

     —¿Cómo crees que me sentí cuando me enteré por otra persona algo tan importante de una de mis mejores amigas?—reclamó ignorando por completo mi pregunta previa.

     —No seas dramática, dinos qué pasó—intervino mi otra amiga.

     —¿Qué hacías ayer hablando con Owen?

     Juro que la expresión de Lin fue todo un poema. Pasó de la confusión, al asombro, al enojo y a la emoción en menos de treinta segundos. Abrió tanto su boca que diez moscas podrían haber entrado sin problema alguno. Sus ojos me enfocaron y gritó con la fuerza de mil pulmones:

     —¡¿Qué?!

     —¡Shhhh!—exclamé cubriéndole, a ambas, la boca, con las palmas de mis manos. A una fue por gritona y a la otra por cotilla. Al notar que los pocos compañeros que se encontraban en el salón voltearon a nuestra dirección, sentí vergüenza— Todo el mundo nos está viendo.

     —Eso quiere decir que es cierto—sentenció la chismosa una vez que quitó mi mano de su boca.

     —¿Porqué no nos lo dijiste? ¿Por eso querías saber quién era?—preguntó la otra una vez que hubo hecho lo mismo.

     —Bajen la voz—murmuré—. No es lo que están pensando.

     —¿Ah no?—preguntó Mila, totalmente desconcertada.

     —¿Cómo te enteraste?—inquirí.

     —Tengo ojos por toda la escuela—la miré enarcando una ceja—. Una chica de su clase me lo contó.—Seguramente con la que hablé ese día... Ya no se puede confiar en nadie estos días—. Pero no intentes cambiar el tema, cuéntame por favor, quiero saber—insistió alargando la última sílaba, como si fuera una niña de cinco años haciendo un berrinche.

     Piensa rápido Jessia.

     —¿Recuerdan que el mes pasado casi repruebo química?—Suspiré para darle más dramatismo al asunto, mientras le rezaba a todos los santos porque mi mentira tuviera sustento. No podía decirles la verdad. No podía—. Pues el profesor me sugirió que le pidiera ayuda a algún compañero de clase y me dio una lista con los alumnos suyos que necesitan créditos y podrían ayudarme. Elegí el primer nombre y pensé en pedirle ayuda... cuando surgió el tema del video y el chico se me hizo familiar, confirmé mis sospechas cuando me dijiste su nombre—miré a Mila—. Ayer fui a hablar con él para ver si podría asesorarme.

     —Tiene sentido, hasta donde sé el chico es un cerebrito, saca las mejores notas de su clase—comentó Mila, en cuanto terminé con mi mentira. Y vaya que ese chico no acababa de sorprenderme—. Pero te dijo que no, ¿verdad?

     —No, de hecho aceptó—respondí automáticamente.

     Mila me estudió por unos segundos antes de negar ligeramente con la cabeza—Me perece extraño, casi no habla con nadie desde que se transfirió a esta escuela a mediados del curso pasado...—se calló por unos segundos en los que parecía meditar algo.

     ¿Estaba segura de que mi mentira la había convencido? No, en el fondo sabía que mi amiga no me había creído del todo, no obstante, al menos tuvo la decencia de no dudar de mí palabra en ese mismo momento y la parte más razonable de mi ser supo que era mejor pasar del tema, de momento.

     —Que feo a de ser unirte a medio curso, cuando ya todos se conocen—comentó Lin—. Supongo que fue muy inteligente de su parte hacerse viral en internet.

     Pff, claro, como fue gracias a su autoría que se volvió popular.

    —No lo sé, no creo que haya sido la mejor forma...—respondí.

     —Jess, ¿Te puedo pedir un favor?—preguntó Mila, ignorando por completo nuestros anteriores comentarios.

     —Claro, lo que sea—le sonreí para incitarla a hablar, después de todo era raro que ella pidiera algo, normalmente le daba pena.

    —Si ya lograste que te ayudara con eso... ¿Podrías pedirle que vuelva a escribir su columna del periódico? Era una de las más leídas, pero desde que dejó de hacerla nuestros números han bajado...

     Camila seguía hablando, pero honestamente no escuché el resto, pues mi atención se centró en un solo detalle de esa oración, ¡¿Owen era parte del periódico?! Dios, juro que ni siquiera lo había visto pasar por los pasillos de la escuela y ahora estaba por todas partes. Era como si hubiese desbloqueado un nuevo personaje en mi vida.

     —¿Owen es parte del periódico?—preguntó Lin, diciendo en voz alta mis dudas internas.

     —Sí, pero desde hace un tiempo no escribe nada.

     —Un momento, eso explica porque sabías tantas cosas sobre él—atacó Adeline.

     —Bueno, como directora, el profesor Wilde me pide un expediente de cada miembro del equipo y saben que tengo buena memoria. Recuerdo casi todos los datos.—Oh, eso era cierto, la desgraciada tenía una memoria de los mil demonios, esa era una de las razones por las que le solía ir bien en la escuela.

     —¿Y para que te pediría su tipo de sangre?—cuestioné recordando su conversación anterior.

     —¿Yo qué sé? ¿Por si alguien se corta con una hoja de papel y necesita una transfusión?

     Antes de que Adeline o yo pudiéramos comentar algo más, la profesora de historia entró al salón y empezó su clase, dando por concluida nuestra charla mañanera, que era costumbre entre nosotras, ya que por diferentes razones solíamos llegar más temprano al colegio que el resto de los estudiantes.

«────── « ⋅ʚ♡ɞ⋅ » ──────»

     Las últimas horas de clase fueron una montaña rusa de emociones. El nerviosismo me consumía porque, según había acordado con Owen, hoy iniciaríamos las clases de guitarra. A mis padres les comenté después de hablarlo con Denisse y aceptaron gustosos de que no tendrían que pagar un centavo, aunque claro, tuve que alterar la verdad un poco y decirles que el chico era un amigo mío que conocía desde hace tiempo.

     Estaba un tanto emocionada, he de admitir, después de todo anhelaba ver la cara de mi hermana cuando su primera clase concluyera y fuera capaz de tocar algo en un instrumento, si bien me iba quizás hasta conseguía otro abrazo.

     Con Owen habíamos llegado al acuerdo de que se presentaría en mi casa alrededor de las cuatro de la tarde. Mi idea original era que se fuera conmigo y mis hermanos de la escuela a mi casa, pero él se había negado. Supuse que su negativa se debía a que sería incómodo ir juntos en un automóvil, tomando en cuenta que ni siquiera nos conocíamos, aunque también existía la posibilidad de que hubiera pensado que quería secuestrarlo y por eso tomó medidas de seguridad. De una forma u otra se perdió de la comida gratis.

     Habíamos aclarado los detalles por mensaje —intercambiamos números el día que hicimos el trato— y descubrí que no era una persona muy conversadora, lo cual debo admitir, me sorprendió, ya que siempre creí que los chicos "populares" eran sociables. Aunque, bueno, a decir verdad, no era popular por ser precisamente sociable, sino porque había posteado un video en Internet y se había hecho viral.

     Gracias a mi inigualable talento para la escritura, o más bien, para humillarme a mi misma.

     En cuanto llegamos a casa Elián subió corriendo las escaleras y se encerró en su habitación sin pronunciar palabra alguna, detalle que nos extrañó a las demás. Mi próxima misión era averiguar que se traía entre manos, así tuviera que preguntárselo su mismísima novia. No quería imaginarme lo peor, pero no podía evitar preocuparme, porque por más vueltas que le daba al asunto solo lograba perder la poca cordura que tenía y a mi cabeza siempre llegaba la misma conclusión: ¿Y si estaba por convertirme en tía?

     No, no, era una responsabilidad que aún no podía tener. Siempre pensé que sería la tía rica que le cumple los caprichos a su sobrino y ahora mismo no tenía ni un centavo. O yo era la tía cool o simplemente no lo era. Punto.

     Además, él estaba muy chico para ser padre. ¡Ni si quiera tenía dieciocho años! Iba a regañarlo como nunca.

     —¿Se supone que eso es parte de la pubertad?—preguntó mamá poniendo las llaves del auto en la mesita rosa pastel que se encuentra a lado de la mesa— Porque tú no pasaste por eso Jessie.

     Esa era la frase que repetía constantemente mi madre, porque era la hermana mayor, el «prueba y error», el ejemplo perfecto de lo que una vez escuché a una amiga de mi madre comentarle, que los hijos menores eran los mejores porque los errores que se habían cometido en la crianza del primero ya no se repetirían con el siguiente.

     —¿Será que peleó con Amaya?—propuso Denisse pasados unos segundos.

     Decir que me sentí estúpida por no haber llegado a la conclusión más lógica sería poco.

     ¡Ya había atravesado por demasiadas rupturas amorosas! ¿Cómo es que no supe detectar los síntomas?

      —Tal vez debería ir a hablar con él—mencionó mamá con preocupación en su rostro, mientras se dirigía a las escaleras.

     —No—dije interponiéndome entre ella y su camino—. No te preocupes por él ahora, necesitas enfocarte en estudiar. Déjamelo a mí, ya he pasado por eso, puedo ayudarlo.

     Me miró con resignación y asintió levemente

—Gracias, Jessie—comentó—, de cualquier forma hablaré con él tarde o temprano, pero por ahora le daré espacio.—Retrocedió sus pasos y se dirigió a la cocina—. Denisse es tu turno de poner la mesa—ordenó, mirando el lugar que antes ocupaba mi hermana, quien en algún punto de la conversación desapareció y fue hacer justo lo que mi madre le había pedido, siempre estando un paso adelante.

     Decidí que era la oportunidad perfecta de ir a hablar con mi hermano, así que subí las escaleras y me dirigí a su habitación, toqué un par de veces la puerta, pero no obtuve respuesta, por lo que entré de todos modos.

     —¡No!—gritó el chico parándose enfrente de la puerta, tapándome la vista de su habitación por completo.

     —¿Qué es lo que te pasa?—inquirí aún más preocupada.

     —Nada—respondió nervioso.

     —¿En serio?—alcé una ceja—Estás actuando más extraño de lo normal, ya ni siquiera tocas el violín...

     —Solo han sido un par de días—murmuró a la defensiva.

     —¿Te encuentras bien?

    Suspiró y asintió. Lo miré sin creerle del todo, pero sabía que por el momento no podría sacarle nada.

     —Sí no quieres decirme lo respeto, solo no preocupes a mamá y papá ¿sí?

     Nuevamente asintió en respuesta.

     —Bajemos a comer—decreté y me encaminé escaleras abajo, escuché como Elián entró a su habitación por algo y luego cerró su puerta tras de sí para seguirme al comedor.

     Cuando estábamos sentándonos me percaté que traía una sudadera de manga larga puesta, detalle que me extraño, porque estábamos en octubre. Aún no hacía tanto frío como para eso. ¿Tendría escalofríos?

     Lo escruté con la mirada mientras él me ignoraba por completo, por lo que decidí ponerle atención al tema central de nuestra comida familiar que fue básicamente mi padre quejándose de los nuevos vecinos de a lado, en específico que la noche anterior pusieron música metálica a máximo volumen, una clara falta de respeto a la hora de sueño de las demás personas. Siendo honesta, yo no escuché nada, pero siempre fui de sueño pesado, podría pasarme un trailer encima y aún así seguirían roncando, por lo que tal vez no contaba. Denisse se quejó también y mencionó que si volvía a pasar, ella misma iría a reclamar; esa chica tenía los pies bien puestos y la creía muy capaz de hacerlo. Elián simplemente dijo que no importaba, que no tenía mucho sueño de todas formas.

     Justo estábamos recogiendo la mesa cuando sonó el timbre, en seguida supe de quién se trataba, así que acudí a abrir la puerta y mis sospechas fueron confirmadas cuando un Owen serio, sujetando dos estuches de guitarra apareció en mi campo de visión.

     Saqué mi celular para mirar la hora. Cuatro en punto, el chico era puntual.

     Compartimos un saludo incómodo antes de que me moviera a un lado de la puerta, dándole permiso de pasar.

     En cuanto entró a la casa no disimuló las miradas que le hechó a la extraña decoración de mi madre. No es que fuera fea, sólo que era un tanto colorida... Bueno, a decir verdad, parecía que un unicornio hubiese vomitado en nuestra sala.

     —Tú debes ser Owen—dijo mi padre acercándose con una sonrisa a nosotros—. Gracias por este enorme favor.

    Si supiera todo lo que este favorcito me estaba costando.

     —No hay de que—respondió el chico, sonriendo de oreja a oreja. Era la primera vez que lo veía sonreír fuera de cámara—. Jess sabe que la ayudaría en lo que fuera—agregó mirándome profundamente a los ojos, manteniendo su sonrisa.

     Lo miré con incredulidad, pero él mantuvo su fachada. Me hizo preguntarme si aparte de estar en el periódico escolar pertenecía al club de teatro con tremendas actuaciones que se cargaba. Cuando lo encaré el día anterior parecía un polluelo asustado y en ese momento, bueno, parecía otra persona.

     Mi padre me miró, sospeché que estuvo a punto de agregar algo más, cuando mi madre apreció a lado de él y exclamó animada:

     —¡Gusto en conocerte Owen! Jessie, dejé un poco de galletas en la mesa, por si se les antoja un aperitivo—me habló a mí como si fuera yo la estuviera por tomar lecciones de guitarra—. Estaremos arriba para no estorbarles, cualquier cosa subes—añadió.

     Asentí a modo de respuesta y los observé desaparecer por las escaleras, guié a Owen al pequeño estudio destinado para que mis hermanos y yo realicemos nuestras tareas. Una vez que entramos vi a Elián sentado en su escritorio haciendo sus deberes con una animada Denisse hablando con él. Me aclaré la garganta y ambos voltearon a nuestra dirección.

     —Owen, ellos son mis hermanos, Elián y Denisse—dije señalándolos—. Elián, Denisse, él es Owen—hice las presentaciones correspondientes.

     No pude evitar percatarme del brillo que inundó los ojos de mi hermana cuando se posaron en los dos estuches de guitarra que sostenía Owen.

     —Pueden practicar aquí, supongo, Elián y yo no los molestaremos—dije señalado la esquina del cuarto que estaba a unos metros de donde se encontraba mi hermano; la noche anterior había traído una silla del comedor y la había colocado frente a la silla del escritorio de Denisse — ¿Owen, necesitas algo más para instalarte?—pregunté.

     Él negó con la cabeza—No, como es la primera clase aún no necesitamos un atril.— Elián lo miró asintiendo serio, dándole la razón; luego volvió la vista a sus estudios.

     Denisse se colocó en su respectivo lugar y el guitarrista me miró antes de acercarse a ella. Colocó ambos estuches en el suelo y antes de si quiera abrirlos estornudó tan fuerte que me hizo dar un salto en mi lugar.

     —Salud—dijimos mis hermanos y yo al unísono.

     —Gracias—murmuró él, apenado.

     Siguió con su acción y abrió el primer estuche, que mostró una guitarra como las que veía en los covers de YouTube, sólo que la madera se notaba un tanto desgastada, para después tomar asiento y colocarla en su regazo. Comenzó a tocar cuerda por cuerda, moviendo las clavijas respectivas cada cierto tiempo. Mi lógica me dijo que estaba afinándola.

     Una vez que terminó miró a Denisse y le dijo:

     —Podría decirse qué hay tres tipos principales de guitarras: la clásica, la acústica y la eléctrica. Esta es una guitarra acústica—dijo dándole dos palmadas al instrumento que sostenía—. Es la más recomendada para empezar, porque el mástil, es decir, la parte donde se encuentran las cuerdas—explicó señalándolo—, es más fino, además es cómoda y se adapta a diferentes estilos, porque no todas las guitarras producen el mismo sonido. Con el tiempo, descubrirás cuál es el tuyo. Antes de decirte cómo colocarla necesito saber ¿Eres zurda o diestra?

     —Diestra—contestó ella inmediatamente, comiéndose a la guitarra con los ojos.

     —Eso me facilita las cosas—murmuró Owen en voz baja, pero aún así fui capaz de oírlo—. De acuerdo, en ese caso el mástil debe quedar al alcance de tu mano izquierda, debes apoyar la guitarra en tu pierna izquierda, de esta manera.—Se señaló a sí mismo—. Fíjate qué hay que separar un poco la pierna derecha. Inténtalo—añadió separándose de su instrumento y colocándolo delicadamente en los brazos de mi hermana, quien la tomó con sumo cuidado y trató de imitar su anterior posición.

El chico la observó y se acercó a corregirle un par de errores. Una vez que se encontró en la posición correcta, Owen se dispuso a acercarse al otro estuche para sacar la otra guitarra, pero antes de sujetarla volvió a estornudar.

     —Salud—repetimos los tres en coro.

     —Gracias—dijo pasando sus dedos por su nariz.

     Sacó otra guitarra que, aun para alguien que no sabe de música, se veía a leguas que era semi profesional. La colocó en su regazo y repitió la acción de afinarla. Una vez que estuvo conforme con su sonido, volvió a mirar a Denisse.

     —Apoya el antebrazo derecho en la curvatura, sí, así, debes poder sostenerla sin necesitar la mano izquierda, porque esa debe estar destinada únicamente a tocar.

     —Entendido—respondió ella, ante esto Owen sonrió.

     —Otra cosa que debes saber es...—otro estornudo interrumpió su oración. Mis hermanos y yo repetimos otro «salud» y él respondió con otro «gracias»— Estos pequeños huecos entre las rayas se llaman trastes. —Los señaló en su propia guitarra—. Para identificar las cuerdas las vamos a enumerar de abajo hacia arriba, siendo la inferior la numero uno y la superior la numero seis, las notas son Mi.—Tocó la primera cuerda—Si.Tocó la segunda—Sol, Re, La y Mi—dijo tocando cada una respectivamente, Denisse simplemente lo miró anonada.

     —Así como enumeramos las cuerdas, también lo hacemos con los dedos...—Estornudó de nuevo antes de terminar la oración.—Ah, lo siento, Jess ¿de casualidad tienen mascotas?—preguntó mirando en mi dirección.

     Su pregunta me tomó por sorpresa y antes de que pudiera responder Elián se me adelantó:

     —No, para nada, ¿porque la pregunta?

     —Es que soy alérgico al pelaje de los perros, gatos, hámsters, conejos y demás—dijo sorbiendo por la nariz—. Creí que por eso estaba estornudando.

     —Pero no tenemos mascotas—se apresuró a decir mi hermano—. No hay animales por aquí.

     —Que raro, seguramente pesqué un resfriado—contestó Owen. Acto seguido volvió a estornudar. Elián le dio una mirada que no supe descifrar—. Bueno, como decía, enumeramos los dedos empezando por el índice, que será el uno y terminando por el meñique que será el cuatro...—Otro estornudo. La mirada de Elián se desvió a su ropa y abrió tanto los ojos que casi se le salen de sus cuencas, después comenzó a golpear su escritorio con el lápiz que sostenía en su mano derecha.

     —Vaya, he terminado, creo que me iré a leer un rato—dijo mi hermano de pronto, dejando sus deberes a medio acabar y desapareciendo de nuestras vistas. Denisse me miró en busca de respuestas, pero yo la miré como diciendo "Si tú no sabes, menos yo".

     Estaba por comentar algo cuando mi teléfono vibró indicando que tenía un mensaje nuevo. Lo desbloqueé y me encontré con un texto de Adeline.

¿Ya contestaste el ejercicio "c" de la tarea de mate? Pásamelo, no entiendo un comino.

     Decidí ignorarlo, porque ni siquiera había empezado a hacer la tarea por prestar atención a mi hermana y su lección de guitarra. Pero Lin era insistente, inundó mi bandeja con un montón de emojis llorando seguidos de un —y cito— "Ayudaaaaaaaaa", por lo que decidí contestar.

Yo tampoco entiendo. Pregúntale a Mila.

Lin: Me dejó en visto :(

Entonces deja el ejercicio en blanco.

Lin: Gracias por los consejos, no sé qué haría sin ti .

Mi instinto me dijo que eso fue sarcasmo.

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