17| El chico de al lado
La semana previa a la fiesta de día de muertos transcurrió en un abrir y cerrar de ojos. En la escuela todos estaban ocupados con los preparativos de último minuto, en especial los maestros, por lo que tuve muchas horas libres, en las cuales me dediqué a recibir asesorías por parte de Owen y a dar aclaraciones sobre los poemas en el cuaderno. Para el domingo de esa semana él ya tenía la segunda canción escrita, o al menos la primera versión de ella. Aunque aún se negaba a mostrármela.
Te copias de mis poemas, pero no me muestras la canción. En fin, la hipocresía.
La verdad era que aún me sentía incómoda con ese tema, porque a fin de cuentas se estaba aprovechando mi trabajo, pero decidí enterrar esos sentimientos en lo profundo de mi ser y evitar pensar en eso; así que mantuve mi mente ocupada en el guitarrista, que había estado muy raro las últimas semanas. La mayoría del tiempo tenía la mirada perdida, parecía estar en otro plano astral y cada vez que le preguntaba algo me respondía con monosílabos. No hablamos de nada que no fuera la canción, las lecciones de guitarra, las asesorías o el último artículo del periódico, que, tal parecía, había sido un rotundo éxito, siendo el segundo tema de conversación más hablado en los pasillos, después de la festividad, claro.
Todo eso era gracias a Mila, quien resultaba ser, además de chismóloga por experiencia, una jodida genio del marketing. Supo aprovechar la fama que se traía Owen por "Del porque cupido me odia" y publicó la entrevista en primera plana, resaltando el hecho de que había sido escrita por él, atrayendo así la atención del cuerpo estudiantil que consideraba al chico como un don nadie hasta el día en el que el video se publicó. Su nombre fue incluso más mencionado que el del entrevistado, que estaba muy ocupado con sus propios asuntos como para enojarse por no ser el centro de atención.
Dichos asuntos llevaban un nombre: Oliver. El chico que se había "robado a su hijo"-palabras de Elián, no mías- y contra el que ahora planeaba un complot. No es que me hubiera dicho nada, pero yo sabía que mi hermano no se quedaría indiferente, seguramente estaba maquilando un plan en su mente, pero de momento no lo había compartido con nadie, sin embargo yo estaba segura de que algo planeaba porque había estado extrañamente callado los últimos días. No estaba muy segura de si quería saber el desenlace de ese asunto o no.
Ni si quiera le había contado nada a Denisse (cosa que me hizo saber que tan en serio iba), con quien había estado teorizando sobre el próximo movimiento que haría Elián. Ambas llegamos a la conclusión de que él era capaz de hasta meterse a la casa del chico y robar al gato, más ahora que habíamos confirmado que éramos vecinos.
Las tardes en las que coincidí con él de regreso a la escuela fueron un tanto incómodas, pero menos mal solo había ocurrido en dos ocasiones, en las cuales había sido acompañada por Owen, que se negaba rotundamente a dejarme volver sola cuando nos quedábamos hasta tarde discutiendo la historia de la segunda canción.
Cada día que pasaba se me hacía un chico más extraño.
En cuanto a lo que Denisse me había pedido, Lin accedió gustosa a maquillarla para el concurso, aunque sabía que lo hubiera hecho de todas formas, el hecho de que estuviera a punto de conseguir al chico de sus sueños atribuía a que desbordara felicidad y aceptara cualquier cosa que le pidiésemos. Habíamos discutido el tema los últimos días y ambas estábamos de acuerdo en que Adrián se le declararía, no obstante, Mila no dejaba de decir que tenía un mal presentimiento al respecto y que era mejor no formarse falsas esperanzas. Sobra decir que Lin hacía oídos sordos a eso.
Por otro lado, el hecho de que Elián se mantuviera encerrado en sus propios pensamientos hizo que Denisse se acercara a mí los últimos días y sé que es egoísta de mi parte decirlo, pero estaba muy feliz por eso, en el fondo me sentía un poco mal porque había sido necesario que algo le pasara a mi hermano para que la alejara a ella y recurriera a mí en su lugar, pero estaba segura que si le demostraba que yo podía ser una buena hermana también, finalmente podría unirme a ellos y convertirnos en algo así como los tres mosqueteros. No había algo que deseara más que la aprobación de Denisse.
Tanto leer a Dumas estaba empezando a afectar mi conciencia.
Debido a lo anterior, los últimos días le había enseñado a Denisse lo más básico del maquillaje (tampoco es que eso tomara mucho tiempo, después de todo no buscábamos alcanzar un nivel profesional), mientras charlábamos. Aún no conocía la razón de su repentino interés en ello, pero simplemente pensé que había decidido hacer un pequeño cambio en su físico, así que le resté importancia. Por otra parte, era inevitable que el tema de Owen saliera a la luz, en especial después de la conversación que habíamos tenido con mis padres el fin de semana pasado; resultaba ser que no sólo mi padre pensaba que estábamos saliendo, ella también lo creía (posiblemente el resto de mi familia igual) y me había dicho que era el único novio mío que realmente le agradaba, por eso cuando le dije que no éramos más que amigos no me creyó del todo, sin embargo yo prefería que pensara que ocultábamos una relación antes de que sospechara que escribía poemas a los chicos que habían roto mi corazón.
Ya sabía que era patético, pero no necesitaba que ella lo pensara también. Si quería borrar esa bochornosa imagen que ella tenía de mí, debía llevarme ese secreto hasta la tumba.
Además de mis hermanos, mamá también tenía muchas cosas en la cabeza los últimos días, después de todo al ser día de muertos debíamos ir a visitar la tumba de su hermano menor, quien había muerto de niño a causa de una enfermedad. El problema radicaba en reunirse con su familia, que le había dado la espalda varios años atrás, cuando se había embarazado de mí y prácticamente la echaron de casa. No éramos cercanos a su lado de la familia, no los veíamos a menos que fuera alguna fecha importante como navidad, el aniversario de bodas de mis abuelos o esta misma fecha (ni si quiera cuando eran nuestros cumpleaños) y por eso mismo la relación que mi mamá tenía con sus padres estaba rota.
Yo misma sentía que mi abuela materna me odiaba, porque siempre que me veía se encargaba de criticar cada aspecto de mi ser, que si había engordado, que porque aún no sabía que carrera estudiar, que mi prima llevaba cinco años con su novio y cada vez que nos veíamos yo tenía uno distinto, que si mis calificaciones daban vergüenza y un largo etcétera. Al principio mamá me defendía de esos comentarios y se peleaba con su progenitora, pero a últimas fechas la abuela prefería decirme todo eso discretamente, de forma que solo yo la escuchara o cuando estábamos las dos solas, por lo que mamá pensaba que al fin se había detenido, porque yo no le decía nada, ya que no quería darle más estrés del que ya tenía. Los comentarios dolían al principio, pero después me acostumbré tanto a ellos que simplemente empezaron a molestarme y decidí que era algo que podía soportar.
Al igual que yo, Denisse recibía uno que otro comentario, pero a diferencia de mí, a ella parecían no perturbarle, porque nunca se quejaba ni reprochaba. Por otro lado, Elián era el preferido, era el único que parecía agradarle a la mujer, que siempre le mimaba y elogiaba, porque era un varón. A mi hermano le gustaba recibir atención, pero no apreciaba los buenos tratos de la abuela porque odiaba que a Denisse y a mí nos tratara de mala forma, por eso nos defendía y era el único que realmente podía poner fin a los comentarios despectivos.
Y ya ni hablemos de mis tíos, tías, primos y primas, eso era otro caso. En mi casa había una especie de acuerdo silencioso en el que evitábamos pensar en ese lado de la familia más de lo necesario, casi nunca eran mencionados y no teníamos interacción con ellos hasta cualquier reunión en persona que tuviéramos, por eso a mí no me gustaba ni siquiera pensar en ellos, pero en estas fechas era inevitable y mi mamá era prueba de ello; había estado más seria de lo normal, como si se preparara mentalmente para el próximo reencuentro. Aunque, este día en específico, se contenían más por mostrar respeto a mi tío; contrario a la navidad, ahí si había una verdadera batalla campal.
Es por eso que la mañana del primero de noviembre sería sólo el comienzo de un de los días más largos de mi vida.
Pero no nos precipitemos.
Quisiera poder decir que ese lunes me desperté tranquilamente con recuerdos de un agradable sueño y con el aliento sabor a menta, que los rayos del sol filtrándose por mi ventana acompañados del cantar de las aves me indicaron el nuevo día que estaba a punto de comenzar, pero estaría mintiendo. Mis mañanas (como las de cualquier adolescente promedio), eran, sin duda, mucho más caóticas.
Durante la noche, mi celular había muerto, por lo que mi alarma no había sonado. Además, había trasnochado leyendo un libro y por ende tenía unas enormes bolsas debajo de los ojos y como iba tarde no tuve tiempo de arreglarme antes de salir de casa, por lo que había pensado hacerlo en la escuela, en la primera oportunidad que tuviera; pero por las prisas olvidé mi bolsa con maquillaje. Me vestí a la velocidad de un rayo y corrí a la parada del autobús, sin poder desayunar nada, porque como el transporte público tardaba años en pasar, si me retrasaba más y no alcanzaba el autobús de las ocho menos veinte, no llegaría a tiempo para el primer y único periodo que tendríamos hoy.
Normalmente mis padres nos llevaban a la escuela, pero como ese día Denisse tenía que llegar muy temprano para verse con Lin antes de clases para realizar el maquillaje y Elián debía hacer un ensayo con la algunos chicos de su grado que se presentarían durante la fiesta, habían salido con mis padres unas horas más temprano que lo habitual. Y yo, como floja que se respeta, les había dicho que prefería dormir más, por lo que insistí en que podía tomar el autobús y llegar más tarde.
Ahora me daba cuenta de lo mala que había sido esa idea. ¿Pero cambiaría esta decisión por dos horas menos de sueño? Si me era muy sincera, no.
Para cuando llegué a la parada tuve que correr a la siguiente esquina para alcanzar el autobús, pero una vez que lo alcancé y subí suspiré de alivio. Odiaba correr.
Por la hora, el transporte iba lleno, por lo que tuve que esperar unas calles hasta que se liberó un asiento, coloqué mi trasero sobre la incómoda silla de plástico y mi mochila sobre mis piernas, después miré a mi alrededor para ver si era seguro sacar mi celular para escuchar música (ya me habían robado más de una vez mientras iba en el autobús), cuando mis ojos cayeron en la persona que se encontraba a lado mío.
Pero mira que al destino le encanta jugar con las coincidencias.
Miré discretamente al castaño a mi lado, que aún no me había notado porque cabeceaba adormilado, desde sus brazos que abrazaban su mochila contra su pecho hasta las ojeras debajo de sus ojos y su cabello despeinado.
Al parecer no había sido la única que se había desvelado.
Al comprobar que era zona segura saqué mi teléfono y recordé que no tenía batería, entonces busqué el cargador por mi mochila y me encontré con que lo había dejado en casa. Suspiré con cansancio y volví a guardar el aparato.
Pasaron solo unos minutos hasta que en un momento dado pasamos por un bache y el transporte dio un brinco, causando que el chico golpeara su cabeza con la ventana a su lado y se despertara de golpe. Desconcertado miró a su alrededor como recordando donde se encontraba y cuando sus ojos azules enfocaron mi cara arrugó en entrecejo.
—Buenos días—le dije para romper la tensión.
¿Si él se había llevado al gato de Elián significaba que éramos enemigos? Aunque, en teoría era su gato, así que no había hecho nada malo. Pero mi hermano prácticamente le había declarado la guerra...
—Buenos días—me respondió antes de voltear su cabeza a la ventana. Pensé que se dormiría de nuevo, pero sus ojos encontrándose con los míos a través del cristal me hicieron entender que no. Mantuvimos el contacto unos momentos hasta que él habló—Oye, he estado pensando y les debo una disculpa a ti y a tu hermana. Debí haberlas asustado tocando la puerta de esa manera, estaba molesto, lo siento.
De todas las cosas que pensé que me diría, esa era la última que habría imaginado.
Lo miré confundida y después alejé la vista del cristal, ocasionando que él se girara y me viera de frente. Me miró expectante de mi respuesta, yo me tomé mi tiempo para pensar mis próximas palabras.
—No pasa nada—dije finalmente, haciendo un gesto con la mano para restarle importancia—Nosotros igual lo sentimos, debimos haber aclarado la situación. También me disculpo por mi hermano, no sé qué te dijo antes de que llegaran a la casa, pero sé de buena mano que tiende a provocar a las personas.
Oliver bufó ante la mención de mi hermano, pero no comentó nada al respecto. Elián no me había querido contar lo sucedido en su encuentro, alegando que ya había escuchado la historia cuando se la dijo a mamá, por eso sabía que estaba exagerando los hechos, por lo que eso seguía siendo un misterio para mí.
Nos mantuvimos en silencio por unas paradas más, hasta que él rompió el hielo.
—¿Eso quiere decir que estamos en paz?—preguntó. Yo simplemente asentí con la cabeza, no creía que estuviéramos en " paz" realmente, porque no podía hablar por los demás miembros de mi familia, pero me guardé eso para mí misma—Genial, porque sería incómodo que hubiera rencores porque somos vecinos y eso.
Oh sí, quien diría que el chico de a lado resultaría ser el rival de Elián por la custodia de un gato.
Amigo, las cosas seguirán siendo incómodas, te lo aseguro.
Le sonreí amablemente y le di la razón con un asentimiento de cabeza. La tensión entre nosotros se fue y estuvimos callados unos cinco minutos hasta que me aprendí a preguntar:
—¿Cómo está?
Me miró con desconcierto, hasta que entendió que me refería a Brea, entonces se encogió de hombros y dijo tranquilamente:—Bien, no se ha escapado desde entonces, que es algo que siempre hacía. Supongo que eso es bueno.
La verdad se me hizo extraño, el tiempo que estuvo con nosotros nunca salió de casa a menos que fuera acompañado de Elián, pero ¿que podía decir?, los gatos eran animales peculiares.
—Ya veo...—respondí no muy segura de que más añadir.
—Sé que sonará raro, pero ¿te he visto antes?—preguntó antes de que un nuevo silencio se instaurara entre nosotros.
Yo sonreí. Al parecer no se acordaba de nuestro primer encuentro, que no había sido más que una coincidencia, pero estaba segura de que no me había visto en esa ocasión. Sabía que se refería a la segunda vez.
—Mi amiga chocó contigo cuando salías del laboratorio de ciencias. La que casi rompe tu proyecto.
El recuerdo lo alcanzó y abrió los labios formando un círculo, su mirada parecía indicar que había resuelto un gran misterio.
—Claro, con razón te me hiciste familiar la otra vez. Ahora todo tiene sentido—emitió una risilla y puso su mano sobre su frente, después recostó su cabeza contra el vidrio, dando nuestra conversación por terminada.
A pesar de que no dijimos nada el resto del trayecto no fue nada incómodo. De hecho en un punto Oliver puso música desde su celular y me prestó uno de los audífonos para que no me aburriera en el trayecto.
La distancia entre mi casa y la escuela no era precisamente larga, pero por las paradas que hacía el autobús tomaba alrededor de media hora. Cuando nos acercamos a nuestro destino le entregué el audífono y me puse de pie; una vez que el transporte se detuvo ambos bajamos y caminamos a la institución, cuyo patio se encontraba vacío.
—La secretaria me da miedo, cuando fui a recoger mi horario sentí que me asesinaría en mis sueños. No quisiera tener que verla ahora y menos por un reporte por impuntualidad—comentó Oliver en cuanto pasamos las puertas de la escuela.
—No hay de que preocuparse, la escuela da unos minutos de tolerancia después de la hora de entrada—animé despreocupada, antes de cruzar la sala de espera de la dirección escolar.
—Sí, pero no creo que den cuarenta minutos—bromeó. Yo me detuve abruptamente.
¿Qué?
—¿Cuarenta minutos? ¿No son las ocho y diez?—le cuestioné sin comprender la situación.
—Y pensé que el dormido era yo—murmuró para sí antes de sacar su celular y enseñarme la hora.
Cuando vi que tenía razón sentí que el alma se me fue del cuerpo. Pero cuando lo pensé bien, tenía sentido, como mi celular se había descargado no había revisado la hora antes de salir de casa, simplemente había pensado que mi reloj biológico me había despertado justo a tiempo y que no se me había hecho tan tarde.
Pero olvidé que en este mundo, ni si quiera podía confiar en mi organismo.
—¡Son las ocho y cuarenta!—exclamé asustada, Oliver me hizo una seña para que bajara la voz y me tomó del brazo para guiarme a la oficina del director, donde estaba su secretaria, la encargada de poner los reportes.
Una vez que entramos recibimos el usual sermón de la puntualidad junto con un retardo. Como era el primero que tenía en el año no era necesario que lo firmaran mis padres, por lo que no tenían porque enterarse del asunto. Sin embargo, el castigo por llegar tan tarde era que no podíamos ingresar a la primera clase, por lo que ambos tuvimos que quedarnos en el sillón viejo de la oficina a esperar a que terminara el primer periodo.
El chico nuevamente fue amable y me volvió a prestar uno de sus audífonos mientras reproducía música indie desde su celular. Cuando escuchamos la campana seguida del ruido que hacían los alumnos que salían de sus clases, detuvo la canción en curso y le devolví el audífono. Nos levantamos del sofá y nos encaminamos a la puerta, pero el cuerpo de un chico se interpuso en nuestro camino a la salida.
—¿Jessia?—al escuchar la voz pronunciar mi nombre, enfoqué mi vista al chico frente a nosotros y me sorprendí cuando ví se trataba de Owen. Tenía las mejillas sonrojadas y respiraba rápidamente.
Antes de que pudiera decir algo, Oliver habló, mirándome—Bueno, debo ir a buscar a alguien antes de que me asesine. Nos vemos luego—después se despidió con un gesto de la mano y desapareció por el pasillo, dejándome a solas con el chico de ojos cafés.
—¿Quién era?—preguntó Owen mirando la dirección en la que el otro chico se había ido.
—Mi vecino. Al parecer a los dos se nos hizo tarde hoy—respondí con simpleza, después di unos pasos más hacia la salida—¿Vas a hablar con el director?—le cuestioné señalando la oficina.
—No—contestó—De hecho te estaba buscando a ti.
—¿A mí?—le miré extrañada.
—Sí...—agachó la vista unos segundos antes de volver a mirarme, se encontraba jugando con sus manos—Fui a tu salón antes de clases porque quería preguntarte algo, pero una de tus amigas me dijo que aún no habías llegado, así que volví al terminar la primera hora y tampoco estabas ahí...—se detuvo un momento—Se me hizo raro porque vi a tu hermano por el pasillo y cuando le pregunté me dijo que tú no habías venido con ellos y que seguro se te había hecho tarde, pero cuando te mandé mensajes y no te llegaban empecé a preocuparme...—dijo todo esto altamente nervioso, pero ¿aliviado?—Estaba por venir aquí para echar un último vistazo...
Tomé sus manos y las separé para que dejara de jugar con sus dedos—No tienes de que preocuparte, me quedé dormida y mi celular murió, por eso no vi tus mensajes.
Él asintió con la cabeza, después soltó mis manos, nos miramos unos momentos y noté la tensión en sus hombros, como si cargara con un peso invisible que no lograba comprender.
—Está prohibido coquetear en los pasillos, vayan a sus salones—nos regañó la secretaria apareciendo imponentemente a un costado de nosotros. Ninguno de los dos tuvo el valor de decirle que no éramos pareja y simplemente nos alejamos de ahí.
Vaya que iba a ser un largo día. Y eso apenas era solo el comienzo.
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¡Holaaaa! Perdón por la demora, pero lo prometido es deuda, he aquí el capítulo de hoy.
Este fue especial porque pudimos conocer algo de la familia de Jessia (que veremos a fondo aún más adelante) y ver un poco de Oliver cuando no está enojado xD, la verdad es uno de mis personajes favoritos, pero ya lo irán conociendo mejor en un futuro, aún queda un largo camino por recorrer.
En cuanto a Owen, sigue siendo tan extraño como siempre. Pero el chico tiene sus razones, a pesar de que haya plagiado a alguien (?
Bueno, ahora si, prometo no tardarme tanto con el próximo capítulo y para no aburrirlos más los dejo con la siguiente canción de la playlist que es 18 por One Direction. La canción en sí representa gran parte de la relación (o futura relación 👀) de nuestros protagonistas, además, es muy linda.
Antes de despedirme les recuerdo que ya tengo cuenta de Instagram :D, pueden encontrarme como @fallenmaggie. Ahora sí, nos leemos luego <3
[Aquí debería haber un GIF o video. Actualiza la aplicación ahora para visualizarlo.]
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