14| La entrevista
—Y...¿qué tal la escuela?—la típica pregunta para romper el hielo, sobra decir que fue mi madre quien la formuló.
—Normal—respondió Elián encogiéndose de hombros mientras llevaba una cucharada de sopa a su boca. Mamá le miró reprochándole con la mirada, como si con ello le dijera que la pregunta no iba dirigida a él.
Llevábamos comiendo en completo silencio desde el momento en que Owen y yo nos habíamos sentado a la mesa (porque claramente los «está muy buena esta sopa» o «gracias por la comida y por recibirme» de parte del chico a mi lado no contaban como conversación). Debo admitir que no había caído en cuenta de ese pequeño detalle cuando se me ocurrió invitarlo y ya era demasiado tarde.
Por «ese detalle» me refería a la razón por la que se debía ese ambiente de incomodidad. A veces me hacía la tonta, pero me era imposible ignorar las miradas que mis padres le daban a Owen cada vez que venía a darle lecciones a Denisse (y ya ni hablemos de las indirectas que me dirigían a mí). Seguro ya se habían armado una telenovela en sus cabezas y el hecho de estar compartiendo mesa con él le daba un poco más de dramatismo al asunto; porque yo nunca había traído un chico a casa formalmente.
Bueno, una vez estuve cerca, pero sabemos que eso no salió como lo esperado.
Había tenido un historial algo extenso de novios, pero nunca había invitado a ninguno a casa, porque una cosa era darnos la mano e ir a al cine o a pasear y otra muy diferente era traerlo a comer a mi casa y presentarlo oficialmente a mis padres y hermanos. Solo una vez había querido cruzar esa línea y los resultados habían sido catastróficos, ya no me iba a permitir más humillaciones.
A pesar de que ya les había aclarado en múltiples ocasiones que entre Owen y yo no había ese tipo de relación, todos parecían no hacerme caso. Al parecer, a sus ojos, era «otro de los chicos de Jessia», como Denisse solía llamar a mis novios; pero no podían estar más alejados de la realidad, porque apenas si podía considerarnos amigos.
—Así que, Owen—comenzó a decir papá, que miraba a Owen con con tanta severidad que casi parecía que sacaba dagas por los ojos, le di sus créditos al chico que ni siquiera se inmutó, pues le regresó la mirada con completa normalidad—¿Desde hace cuanto tocas la guitarra?
Parecía una pregunta inocente, pero por la forma en que lo veía, no lo era. Estaba buscando llegar a algo y para nuestra mala suerte lo sabríamos más temprano que tarde.
—Desde que tenía unos ocho años, fue mi padre quien me enseñó—respondió él, mientras sonreía sutilmente, ignorando el hecho de que los ojos de todos se encontraban puestos en su persona.
—Ah, tu padre ¿eh?—comentó mi progenitor, acto seguido chasqueó la lengua antes de agregar algo más—¿A qué se dedica? ¿Es músico?
—No exactamente, para él es más un pasatiempo, aunque estuvo en una banda cuando iba a la preparatoria. Actualmente trabaja como agente de seguros.
—Ya veo, ya veo—dijo papá mientras alzaba su vaso ligeramente de la superficie de la mesa y lo giraba sutilmente con los dedos de su mano derecha, para después darle un trago—Pero supongo que tú si te vas a dedicar a ella ¿no?
Vaya, quien diría que de todas las personas sentadas aquí sería mi padre el que sacaría temas de conversación.
—La verdad es que no—le contestó, lo miré sorprendida y observé cómo su mirada se ensombreció por unos segundos, pero inmediatamente su gesto cambió por el mismo relajado que tenía momentos atrás—No me creo capaz de dedicarme a ese mundo.
—Vamos, te he visto enseñarle a mi hija y creo que hablo por todos cuando digo que eres un chico talentoso—observó mi padre—Podrías hacer una vida de eso si quisieras.
—No creo que podría—murmuró Owen tan bajo que apenas si pude escucharlo. Había algo ahí que me estaba perdiendo.
El castaño sonrió con amabilidad y agradeció el elogio, pero después de eso no se escuchó más que el sonido de los cubiertos resonando con los platos; estuvimos a punto de sumirnos en el mismo silencio incómodo de hace unos momentos sino fuera por la misma persona de antes.
—Y...¿qué es exactamente lo que tienen ustedes dos?—levanté la mirada hacia mi padre y lo miré con el ceño fruncido, el invitado, por su parte se limitó a beber un trago de agua—¿Ya debería llamarte yerno?—Owen casi se atragantó al escuchar la pregunta, volvió a posicionar el vaso en la mesa mientras tosía y se daba golpecitos en el pecho.
Y ahí estaba. Lo que de verdad quería mi padre. El halcón acorralando a su presa. Y no podía haber sido más directo.
—¡Aldair!—exclamó mi madre dejando sus cubiertos sobre la mesa con la fuerza suficiente como para que hicieran un odioso ruido, después le golpeó el hombro y lo miró con reproche. Ella era uno de los seres más dulces que hayan pisado la tierra, pero cuando se enojaba o te miraba como si fuera a matarte, daba miedo.
—¿Qué? Solo hago conversación—se defendió el mencionado mientras alzaba las manos en señal de rendición y evitaba hacer contacto visual—Es que Jessia no nos dice nada, ni si quiera sabemos como se conocieron.
—¿Pero que no ves que lo asustas?—le regañó su esposa mientras señalaba al joven que a penas se recuperaba del ataque de tos.
Yo sentí que me moría ahí mismo. Volteé a ver a mis hermanos y me los encontré cuchicheando entre ellos. Miré a mi padre escandalizada y exclamé:
—¡Papá! ¿Cuántas veces debo decirte que solo somos amigos? Deja de decir esas cosas.
—Con todo respeto, señor, aprecio mucho a su hija, pero no nos vemos de esa forma...—me apoyó él, una vez que se recompuso.
—Claro, eso decía yo de Jessica y ve como terminamos—bromeó papá mientras miraba a la mujer a su lado, cuyo enfado pareció disiparse al escuchar esa frase. Si iba a reprocharle más por su indiscreción olvidó el tema por completo cuando empezó a hablar con él sobre recuerdos de su pasado.
Mis hermanos y yo conocíamos la historia de como se habían conocido y, a decir verdad, era muy bonita. Suspiré cuando pensé que ya estábamos fuera de peligro, pero me olvidé de mi relación con el universo, que aprovechaba cualquier oportunidad para joderme la vida; aunque en esta ocasión, este fue personificado por mi hermana.
—Aunque...—Denisse, que se había mantenido extrañamente callada a lo largo de toda la conversación, dirigió su mirada a mí y me dedicó una sonrisa ladina—Ahora que papá lo menciona...—posó su dedo índice debajo de su barbilla como si intentara recordar algo—Nunca nos contaste como es que se conocieron.
Mierda. Santísima mierda.
¡Aún no había pensado en una mentira lo suficientemente consistente!
Abrí la boca con la intención de decir algo, pero la cerré inmediatamente sin saber muy bien que responder. Traté de guardar mi compostura para que no se notara que estaba nerviosa y pensé en la mentira más coherente que se me pudo ocurrir, cuando sentí que ya se me había ocurrido algo y me dispuse a hablar, Owen tomó la palabra.
—Bueno, la verdad es que encontré el cuaderno de Jessia y cuando leí...—en cuanto me percaté de lo que iba a decir le di un puntapié por debajo de la mesa, él dio un brinquito imperceptible y me miró con los ojos entornados. Todos voltearon a vernos al mismo tiempo, sin entender porque había dejado la frase al aire.
¡Maldita sea! Ya se me había ocurrido que decir, pero él tenía que ir con su bocota. ¿Qué pasó con eso de evadir preguntas? ¡¿Porqué no hizo eso ahora?! Y sobre todo, ¿porqué rayos estaba a punto de responder con la verdad?
—Mi nombre—completé rápidamente, para el desconcierto de todos—Cuando leyó mi nombre fue a devolvérmelo. Olvidé mi cuaderno de matemáticas en alguna parte de la escuela y él lo encontró. Nos conocimos cuando me lo devolvió—dije con fingida naturalidad, mis padres parecían haberse tragado la mentira, después de todo yo era una persona olvidadiza—Después resultó que escribía en el periódico y nos volvimos a encontrar gracias a Mila.
Papá asintió lentamente, como si dijera «tiene sentido» para sus adentros. Mamá me observó de una forma que no supe descifrar. Denisse y Elián intercambiaron miradas y después volvieron a cuchichear entre ellos, después ella dirigió su vista a mí y en su forma de verme pude notar que no me había creído del todo, pero no dijo más sobre el tema.
—¿Y de qué escribes, Owen? Sabemos que vas a entrevistar a Elián, pero ¿de que son tus artículos?—preguntó mamá mientras sonreía y cortaba su carne, le agradecí internamente por cambiar el rumbo de la conversación.
—Bueno—comenzó a decir, removiéndose ligeramente en su asiento—Hago entrevistas a músicos de la escuela y escribo sobre ellos y su música—bajó la mirada, como si, por alguna razón, se encontrara apenado.
—Wow, eso es genial—comentó mi progenitora, sonriendo afablemente.
—¿Porqué?—le preguntó Elián casi al mismo tiempo.
Owen lo miró directo a los ojos y ambos parecieron analizarse con detenimiento, como si fuera la primera vez que se encontraran; mi hermano fue el primero en apartar la vista.
—Porque el lazo que un músico crea con su instrumento es único, no puede ser igualado. Me gusta entrevistar a la gente y escucharlos hablar de algo que los apasiona, amo ver la chispa que los enciende y motiva a seguir tocando—respondió mirando el salero que se encontraba en el centro de la mesa—Incluso si dos personas interpretan la misma pieza, no la tocarán de la misma forma, porque el sonido de cada quien es diferente. Conocer la historia de un músico y mejor aun, escucharlo tocar es como tener un vistazo profundo a su alma—se encogió de hombros, como si lo que acababa de decir no fuera la gran cosa—Supongo que me gusta conocer a las personas por lo que expresan a través de su música—alzó la vista y se quedó callado cuando nos vio a todos boquiabiertos.
Nunca había tenido una respuesta así por su parte. Sentía que solo obtenía verdades a medias y ahora venía mi hermano y con una simple palabra le sacaba todo esto. No sabía si sentirme ofendida o feliz por conocer una nueva parte de él. Me sentí con el impulso de pararme y aplaudir.
—¡Hagamos esa entrevista!—animó Elián poniéndose de pie con tanta decisión que su rodilla golpeó la mesa e hizo que los platos de todos se tambalearan—Lo siento, me emocioné un poco—se aclaró la garganta y rascó la parte trasera de su cabeza mientras se volvía a sentar.
Parecía que Owen iba a decir algo más, pero un gran ruido se hizo a notar, se escuchó un estruendo y algo golpear el suelo seguido de un maullido agudo pero penetrante; cuando el ruido cesó papá se puso de pie y salió de la cocina para ver qué había pasado.
—¡Elián! ¡Ven a ver este desastre!—el susodicho acudió al llamado y momentos después volvió a la cocina con el gato en brazos y mi padre siguiéndole por detrás.
—Lo había dejado en mi habitación—se defendió él mientras acariciaba al gato como si le consolase, a pesar de que este pareciera imperturbable—Debió haberse escapado.
—Tienes que ser más cuidadoso, no sólo tiró el teléfono fijo, sino que también pudo haberse lastimado—dicho esto prácticamente le arrebató al gato y lo cargó como si lo examinase—Tal vez deberíamos llevarlo al veterinario para que lo revise.
El gato maulló en respuesta, después en un movimiento ágil saltó de los brazos de mi padre y cayó de pie en suelo para acto seguido acercarse a la pierna de Owen y empezar a restregarse contra ella.
—O tal vez no—comentó Elián.
—¡Achu!—estornudó Owen.
—¡Salud!—respondimos todos al unísono.
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Pasado el incidente del gato, la comida concluyó sin más altercados, pero mis nervios no desaparecieron en ningún momento. Debía estar alerta y hablar con Owen en la primera oportunidad que tuviera (sin que mis intenciones fueran obvias) para decirle que no podía decir ni una palabra sobre el cuaderno, porque era un asunto completamente confidencial.
Cuando terminamos de recoger todo, los cuatro nos dirigimos al pequeño estudio donde habíamos dejado nuestras cosas con anterioridad, no sin antes obligar a Elián a cambiarse de ropa porque la anterior se encontraba cubierta de pelos. Al entrar, Denisse se apresuró a sacar su guitarra del estuche que estaba situado a lado de su escritorio, después se sentó en un banquillo y comenzó a tocar los mismos acordes que llevaba tocando toda la semana, sólo que, a decir verdad, se escuchaba totalmente desafinado.
—¡Bien! Ya has mejorado tus cambios de posición al tocar la escala—dijo Owen mientras se acercaba a ella y analizaba la posición de sus dedos sobre las cuerdas del instrumento. Honestamente yo no entendía el porqué de ese «bien», porque no se escuchaba para nada bien—Pero...¿Has estado practicando así todo este tiempo?
Yo no entendí la pregunta, pero mi hermana pareció hacerlo—Sí, intenté afinarla siguiendo un tutorial de internet, pero creo que no lo hice bien...
Oh, así que eso era.
—Descuida, también eso es cuestión de práctica—animó él sentándose en el suelo, a lado de ella—No sale a la primera, pero con el tiempo podrás hacerlo a oído, aunque por ahora te puedo recomendar esta aplicación...—sacó el celular de su bolsillo y lo acercó a Denisse para que pudiera ver mejor, seguido de eso le pidió la guitarra y tras recibirla la colocó en su regazo para después comenzar a mover las clavijas mientras tocaba las cuerdas con gentileza—¿Ves como la flecha se mueve conforme muevo las clavijas?—le preguntó señalando el celular que se encontraba en el suelo, ella asintió con la cabeza—Cuando llega al centro es porque la cuerda se encuentra afinada—en cuanto terminó con la última cuerda le devolvió la guitarra mientras se ponía de pie—Listo.
—Gracias—le contestó ella, tomando el instrumento para después colocarlo sobre sus piernas y comenzar a tocar lo mismo de antes, sólo que esta vez se escuchaba mucho mejor.
Owen la miró detenidamente desde el centro de la habitación, sin decir palabra alguna. Su mirada era extraña, pero no fui capaz de interpretarla.
—Supongo que ya podrías aprender tu primera canción...—comentó una vez que ella terminó—¿Cuándo sería la próxima clase?—no supe exactamente a quien le preguntó, pero supuse que a mí porque me miró de soslayo.
—¿Mañana?—respondí, aunque sonó más a una pregunta que a una afirmación.
—Claro—Owen me miró y sonrió—¿Misma hora de siempre o más temprano?
—Supongo que más temprano estaría bien—contesté con simpleza al mismo tiempo en que me sentaba en la silla libre en frente de mi escritorio—Como a las once.
—De acuerdo, aquí estaré—informó como respuesta. A mí personalmente se me hizo extraño que contestara sin pensarlo por más tiempo, como si no tuviera otra cosa que hacer, pero le resté importancia—Bueno, será mejor que empecemos con la entrevista, le prometí a mi mamá que no llegaría tarde a casa.
Elián asintió con la cabeza y volteó la silla de su escritorio, después agarró la de Denisse y la colocó frente a la otra; tomó asiento y esperó a que Owen arrastrara su mochila a lado del asiento e hiciera lo mismo para empezar con las preguntas.
—Bueno, supongo que empezaremos por lo básico—comentó el guitarrista mientras sacaba una libreta y una pluma de la mochila que reposaba a su lado—¿Desde que edad tocas el violín?
—Desde que tenía cinco.
—¿Fue decisión tuya o de tus padres?—cuestionó tras anotar algo en su cuaderno.
—Pues supongo que a esa edad no podría ser mi decisión completamente, pero si fui yo el que quiso aprender a tocar un instrumento en primer lugar, porque mi tía era fan de las novelas de Sherlock Holmes—respondió mi hermano. Yo sonreí ante el recuerdo, porque a pesar de que no tuviéramos muy buena relación con mi familia materna, con el lado de mi padre era todo lo contrario y era gracias a una de sus hermanas que habíamos adquirido el hábito de la lectura—Yo era muy pequeño para entender del todo, pero a ella le gustaba asustarme con algunos relatos que no eran exactamente infantiles. Recuerdo que cuando me leyó El signo de los cuatro, donde Sherlock toca el violín para ayudar a Watson a dormir, quise aprender a tocarlo para hacer lo mismo por Denisse, que solía tener muchas pesadillas. Aunque supongo que debí provocarle más por los tétricos sonidos que creaba al intentar pasar el arco por las cuerdas, después de todo apenas era un niño intentado tocar—agregó sonriendo.
Denisse rió por lo bajo y siguió acompañando el ambiente con los mismos acordes, ella estaba muy pequeña en ese entonces como para recordarlo, pero lo que decía Elián era cierto. Una noche, cuando la había escuchado llorar, se acercó a mamá y papá para decirles que la solución perfecta era que él tocara para calmarla y que para ello necesitaba un violín. Al principio se negaron, pero la insistencia fue tal que terminaron accediendo. Todos creímos que lo abandonaría eventualmente, pero once años más tarde, aquí estábamos.
Owen se vio conmovido, ya que permaneció en silencio por un rato, sin escribir nada, aunque una vez que salió de su trance anotó rápidamente todo lo que mi hermano había dicho.
—Eso es muy lindo, en realidad—habló por fin—¿Tuviste un maestro particular?
—Por muchos años sí, pero cuando entré a secundaria me inscribí en el programa pre-juvenil del conservatorio de la ciudad.
El entrevistador asintió y anotó lo dicho, después siguió hablando—Jessia me dijo que tocas en la orquesta sinfónica, ¿desde cuando lo haces?
En cuanto soltó la pregunta, Elián volteó a verme de inmediato, confundido, yo le sonreí con inocencia y maldije mentalmente. Vale, se me había olvidado decirle que le había omitido parte de la verdad a Owen, ahora solo rezaba para que contestara apropiadamente.
Frunció el ceño y me examinó con la mirada, después se dispuso a contestar—Me uní cuando entré a preparatoria, aunque al principio tocaba solo en los ensayos, al cabo de un año me dejaron presentarme en los recitales, aunque estoy en el programa juvenil por lo que no toco con los mayores, sino con gente de mi edad—suspiré de alivio cuando noté que no había agregado que llevaba poco más de un mes sin acudir a un solo ensayo y que si seguía así, podían echarlo.
Nueva misión: Obligarlo a volver, así tuviera que arrastrarlo hasta el conservatorio.
—Vaya, eso es impresionante. Sí que tienes experiencia—contestó Owen, con un brillo extraño en sus ojos—¿Alguna vez has tocado como solista? Me refiero a en un recital.
—No—respondió mi hermano tras unos segundos de pensarlo—A menos que tocar en las reuniones familiares cuente—rió y se encogió de hombros—Aunque tuve un par de presentaciones cuando iba en el conservatorio, pero eran más como exámenes, no recitales en sí.
—¿Porqué? Es decir, con tu experiencia seguro te lo han ofrecido.
—La verdad es que sí, pero prefiero tocar acompañado. Me gusta la sensación de encontrarme rodeado de personas que sienten lo mismo que yo por la música, el saber que todos tenemos un mismo objetivo al tocar. No me gusta presentarme solo.
—Interesante...—murmuró—¿Tienes algún modelo a seguir?
—Supongo que responder que Paganini es algo trillado, pero su habilidad de verdad es admirable—se erigió en su silla y se tomó unos minutos para pensar su respuesta—Tal vez no tenga un modelo a seguir como tal, pero el más cercano probablemente sería Eugène Ysaÿe, porque compuso piezas impresionantes.
Nuevamente, Owen se tomó su tiempo para anotar lo escrito antes de realizar la siguiente pregunta.
—¿A qué aspiras llegar como violinista?
Hubo un silencio que se extendió más de lo esperado, ocasionando que todas las miradas se enfocaran en Elián y que Denisse dejara de tocar. A decir verdad, todos dábamos por sentado que Elián estudiaría en el conservatorio para la universidad, sin embargo, él nunca lo había afirmado.
—La verdad es que no lo sé—al responder su mirada se ensombreció y agachó la cabeza, pero se recompuso al instante—Lo único que tengo claro es que quiero tocar hasta que mis dedos no puedan sostener el arco.
Vaya, lo que daría yo por tener esa determinación por algo.
—¿Qué es lo que te inspira a tocar? ¿Tocas para alguien? No me refiero a por alguien, sino para. No sé si me explico bien—se rascó la parte trasera de la cabeza y esperó a que mi hermano contestara.
—Te entiendo, pero honestamente no lo sé, supongo que tocó para mí, para expresar los sentimientos que no puedo comunicar con palabras.
—¿Has considerado componer alguna vez?
—Vaya que sí, lo he pensado, pero no me creo con el talento de hacerlo. Prefiero interpretar las piezas de otros a mi manera.
Owen simplemente sonrió, después de todo no era quien para sugerir que se atreviera a componer cuando él plagiaba el trabajo de otros. Fruncí levemente el ceño ante el pensamiento, pero mi gesto no duró demasiado.
—¿Tocas algún otro instrumento?—cuestionó tras revisar los apuntes de su cuaderno.
—No, pero me gustaría mucho tocar el piano.
—Es un instrumento muy bonito—sonrió el otro chico.
—¿Tú lo tocas?—le preguntó mi hermano al escuchar su respuesta.
—No soy un experto en él, pero sé un poco de lo que mi hermana me enseñó—respondió desviando la mirada.
Yo solo pude pensar en algo: ¡¿Toca el piano?! ¿Cuántas cosas más desconozco de él?
—Vaya, pues sería genial si pudiera enseñarme un poco también—comentó Elián, sonriendo amablemente.
—A ella le encantaría—respondió con la mirada perdida, después volvió con la entrevista—Ya estamos terminando, creo que con esto puedo escribir un buen artículo...—murmuró lo último observando sus notas—¿Qué es lo que sientes al tocar el violín?
—Vaya...es algo difícil de contestar—se removió en su asiento y fijó la vista en la pared derecha–Supongo que depende de mi estado de ánimo, las circunstancias y la pieza. Cuando practico simplemente pienso en mejorar, pero cuando toco en la orquesta me siento acompañado y comprendido. Por otro lado, cuando toco por entretenimiento suelo desquitar mis frustraciones—emitió una risa forzada y lo miró levemente avergonzado.
¿Desquitar frustraciones? Nunca lo había visto tocar de esa manera.
—Creo que puedo entender a que te refieres...—murmuró el guitarrista para sí mismo—Con eso es suficiente, te mandaré una copia del borrador cuando tenga listo el artículo, para que lo revises antes de que se lo envíe a la editora. Puedes hacer algún cambio si quieres.
—No creo que sea necesario, pero gracias—respondió mi hermano amablemente. Se levantó de su silla y le estrechó la mano a Owen, como si se encontraran en una situación completamente formal; el segundo se levantó y guardó sus cosas en su mochila para acto seguido colgarla sobre su hombro.
—Ya debería irme—comentó mirándome—Me están esperando en casa, pero gracias por todo.
—Te acompaño—me levanté de mi asiento y guié nuestro camino a la puerta del estudio, justo cuando atravesamos la sala y estaba a punto de abrir la puerta, Owen habló a mis espaldas:
—¿No debería despedirme de tus padres?—me giré para tenerlo directamente en mi línea de visión y pude percatarme de que se veía nervioso, en definitiva no quería enfrentarse a mis padres y sólo preguntaba por educación.
Decidí ser piadosa con él.
—No te preocupes por eso, no creo que sea necesario.
—De acuerdo—suspiró notoriamente aliviado—Dales las gracias por mí.
¿Cuáles gracias? Yo debería estar agradecida contigo por tratar de no ceder ante la presión.
—Claro y, de verdad, ignora todo lo que dijeron, en especial mi papá. Es así de intenso siempre, no lo tomes personal—le dije, no quería que las cosas fueran incómodas entre nosotros—Siempre que tiene la oportunidad se pone así con la gente.
—Sí fue algo incómodo la verdad. Pero sabes que no te veo de esa forma ¿verdad?—su pregunta me descolocó. Lo miré abriendo mucho los ojos mientras negaba con la cabeza frenéticamente.
—Lo sé, lo sé, lo sé—me apresuré a contestar. En cuanto se fuera tendría una conversación con mi padre y vaya que no sería bonito—Yo tampoco te veo así, sólo que a mi familia a veces le gusta ponerme en aprietos. Sigamos como siempre ¿de acuerdo?
—De acuerdo—me sonrió honestamente y la tensión entre nosotros pareció dispersarse. Abrí la puerta de la casa y cuando nos encontramos afuera tomé la palabra para hablar del otro asunto que me preocupaba.
—Y, Owen, esto...—me revolví en mi lugar sin saber muy bien como empezar—No vuelvas a mencionar mi cuaderno, por favor, no sé si eso es lo que ibas a decir y lamento haberte puesto en esa incómoda situación, pero nadie sabe que escribí eso y me gustaría mantenerlo de esa forma.
—Bueno no iba a decir toda la verdad, porque aunque no lo creas, me avergüenza el hecho de tener que copiarle a alguien—respondió, vaya que era bueno disimulando, porque parecía que no le afectaba—Pero si iba a mencionar tu cuaderno porque pensé que lo sabían...
—De hecho, el único que lo ha leído a parte de mí eres tú—comenté, él me miró, impactado, como si no me creyera—Y de verdad que no quiero que nadie más se entere.
—Entiendo—respondió—Tu secreto está a salvo conmigo, no te preocupes. Pero, si te digo la verdad, tienes mucho talento, deberías compartirlo con más personas.
—Bueno, no lo creo, pero gracias.
Nos sonreímos mutuamente hasta que él se despidió y caminó calle abajo hasta perderse de mi vista.
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¡Hola! Bueno, la verdad es que quise traer una doble actualización pero solo pude escribir este capítulo y mitad del siguiente :( y la verdad no quería dejar pasar un día mas sin actualizar, así que tomé la decisión de únicamente publicar este. Pero aún les debo la doble actualización, un día de estos los sorprenderé con dos capítulos ya verán :D.
Gracias por soportarme :')
Así que...¿opiniones?, ¿comentarios?, ¿dudas existenciales? Ok no. Espero que les haya gustado; la verdad fue uno de los capítulos que más me ha gustado (y costado) escribir hasta ahora, hay muchas cosillas importantes por ahí 👀.
Ya estamos cada vez más cerca de dos sucesos que me tienen muuuuy emocionada.
Bueno, dejaré la canción y me iré lentamente (antes de que me linchen xD, no los culparía)
[Aquí debería haber un GIF o video. Actualiza la aplicación ahora para visualizarlo.]
¿Realmente sería una historia mía si no pusiera a 5sos? No hay palabras suficientes para expresar cuanto los amo :'), en esta ocasión la canción no tiene una razón en especial, simplemente que me anima mucho a escribir DPCTO.
PD: Vaya que quedó un capítulo más largo de lo que pensaba xd.
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