Capítulo 14
Narra Isaac
Eran alrededor de las siete, apenas hace una hora ha oscurecido, me estaba preparando para acostarme a dormir cuando uno de los subordinados de Kaiser me levantó de la cama tomándome bruscamente del brazo. Las personas que trajeron para encerrarlas aquí nos miraron horrorizados. No era para menos, estaban viendo como un soldado me levantaba de mi cama sin mediar palabra en lo absoluto, seguramente piensan que ha llegado mi hora y que me llevaría a fusilar, realmente no tenían idea que la tortura que me propinaban era mil veces peor que eso. El soldado tiró de mi brazo llevándome a rastras prácticamente hacia la salida, pude escuchar a uno de los hombres pidiendo que me soltaran porque solo era un niño, pero evidentemente hizo caso omiso y me llevó con Kaiser, quien me miró despectivamente.
—Es tu día de suerte, juguete, el general te quiere ver —me llevó a la sala de conferencias de siempre, Henlein me esperaba ahí sentado esperándome—. Aquí esta su juguete, general —él levantó la mirada hacia mí y me mostró esa asquerosa sonrisa que lo caracteriza.
—Isaac, pequeño —se me revolvió el estómago cuando pasó su mano por mi mentón—, vendrás conmigo a mi casa hasta que no me sirvas más —no me importa que solo me use, esto lo hago para poder estar con Noah—. Te explicaré, niño, en mi casa serás el sirviente de mi hijo menor, te ocuparás de él en todo lo que necesite. Por la noche te ocuparas de ser mi pequeño juguete como lo vienes haciendo, ¿entiendes? —asentí desviando la mirada hacia el suelo—. Bien —me tomó de la mano—, vámonos —me jaló llevándome hacia la salida.
Entramos por la puerta de la cocina, por el mismo lugar que Nicolas me ha hecho entrar y salir cuando vino. Al entrar, una mujer me dirigió una mirada que no supe identificar; supongo que ella es la madre de Noah y la mujer que está sufriendo que su esposo esté usando como un juguete a un niño de quince años.
—¿Quieres que te ayude en algo, mamá? —escuché un carraspeo por parte de Henlein cuando Noah entró en la cocina—. Oh... hola, papá —su voz sonaba nerviosa—. ¿Qué... qué hace ese niño aquí? —preguntó vacilante.
—Es tu nuevo sirviente, dado que he notado que Artur está más tiempo con Fellner y conmigo que contigo. Tu madre me ha dicho que te has sentido solo, así que te traje a este juguete —la mujer le lanzó una mirada fulminante que poco le importó a Henlein—. Llévatelo y muéstrale dónde está tu cuarto —me empujó hacia adelante, rápidamente, Noah se me acercó para tomarme entre sus brazos evitando que cayera.
—Sí, papá —me dirigió la mirada—. Ven, te mostraré la casa —asentí apartándome de él. Tomó mi muñeca y con una brusquedad fingida me llevó hasta su cuarto. Una vez allí, cerró la puerta y me miró—. ¿Qué haces aquí? —preguntó seriamente.
—T-tu padre me ha traído, y-ya te dijo por qué —contesté un poco nervioso. ¿Y si me he equivocado haciendo esto para poder venir a esta casa?—. ¿E-estás enojado? —bajé la mirada a mis manos.
—No, Isaac, no lo estoy —se acercó a mí y me tomó del mentón—. Solo me preocupa un poco que mi padre te hiciera algo —suspiró—. De todas maneras... me alegra que estés aquí, no te pueden hacer nada si estás en mi casa —asentí. Si tan solo supiera que me sacrificaré mientras él duerme—. Pediré que traigan una cama a mi cuarto como cuando estuvieron mis abuelos, hablaré con mi madre luego, ¿sí? —volví a asentir, él me dedicó una pequeña sonrisa, para luego besarme. Antes de corresponderle, me aferré a él como si fuera el último día que nos veríamos.
—M-me alegra estar contigo de nuevo —dije cuando nos separamos, él me sonrió como siempre lo hace, yo solo lo abracé colocando mi cabeza en su pecho. Noah me rodeó con sus brazos cariñosamente.
—A mí también me alegra estar contigo —sonreí hundiendo mi cara en su pecho.
Respiré profundo inhalando todo lo que podía su perfume; pronto tendría que enfrentarme al padre de Noah y lo único que quiero en ese momento es pensar en él y no en su padre.
No pasó mucho hasta que nos llamaron para cenar, ambos bajamos, pero, evidentemente, a mí me tocó ir con una de las criadas para cenar, dado que ahora soy parte de la servidumbre. Aun así, no me molestaba realmente tener que estar con las muchachas, ellas me tratan de manera cariñosa y aquí me alimentan mejor que en el campo de trabajo. Pasado un rato, Noah vino a buscarme junto con su madre y me llevaron al cuarto de Noah.
—Te llamas Isaac, ¿verdad? —me preguntó la mujer cuando entramos a la habitación, yo simplemente asentí—. Mi nombre es Amelie —sonrió—. ¿Cuántos años tienes? —se sentó en la cama y nos indicó a ambos que nos sentáramos junto a ella.
—Quince años.
—Oh, eres un niño como Noah —sonrió—. Entonces se llevarán bien —acarició mi mejilla. Sentí de repente ganas de abrazarla, ella me recordaba tanto a mi madre—. ¿Por qué lloras pequeño? —toque rápidamente mis mejillas sintiendo las lágrimas. No me había dado cuenta de que estaba llorando.
—U-usted me recuerda a mi madre —bajé la mirada tratando de ocultar las lágrimas que seguían resbalando por mis mejillas—. L-lo siento... n-no quise decir eso —tomó mi mano haciendo que la mirara.
—Oh, mi niño, imagino lo que ha sucedido con ella. Lo siento mucho —Noah le alcanzó un pañuelo que ella pasó por una de mis mejillas con suma delicadeza—. No llores, Isaac, Noah y yo te cuidaremos —dicho esto me besó en la frente y se levantó—. ¿Les molesta compartir cama por hoy? —Noah y yo nos miramos para, acto seguido, negar con la cabeza—. Perfecto, entonces alístense para dormir —se dirigió a su hijo—. Préstale algo de ropa, ¿sí? Vendré cuando estén listos para arroparlos —ambos volvimos a asentir.
Amelie salió del cuarto dejándonos solos. Noah buscó algo de ropa en su closet y, luego de encontrar algo, me lo dio, nos cambiamos y nos acostamos. Pronto, la madre de Noah volvió con nosotros.
—Que descanses, cariño —me saludó luego de saludar a su hijo—. Si necesitas algo, mi habitación está al final del pasillo —asentí, ella me sonrió, me besó en la frente y luego salió del cuarto apagando la luz. De repente sentí la mano de Noah tomar la mía entrelazando nuestros dedos, sonreí automáticamente.
—Me agrada que podamos dormir juntos de nuevo —dijo casi en un susurro, me giré para mirarlo, él ya había cerrado sus ojos y su mano había aflojado su agarre, sonreí al ver como se quedaba poco a poco dormido.
—Eres tan lindo —susurré, para luego darle un pequeño beso en la mejilla—. El sacrificio vale la pena —volví a susurrar, me acomodé e intenté dormir, pero me fue imposible. En cualquier momento vendría Henlein y me usará como quiera. Solté un pequeño suspiro, me acerqué un poco más a Noah y me aferré a su brazo.
Desperté escuchando una voz fría junto a mi oído, abrí los ojos encontrándome con el rostro de Henlein. Cuando él se percató de que estaba despierto, me tomó de la camiseta que llevaba puesta e hizo que me levantara de la cama. Rápidamente y sin hacer ningún ruido, me sacó del cuarto.
—No hagas ruido, juguete —asentí siguiéndolo escaleras abajo.
Me llevó al sótano y me ordenó que me desvistiera. Una vez que lo hice, tomó una cuerda y me ató las muñecas por detrás de la espalda. Luego, me puso boca abajo sobre una mesa llena de polvo. Mis lágrimas comenzaron a caer por mis mejillas en un llanto silencioso; no quería hacer enojar a Henlein, prefería que no me deje más marcas de las que debería. Pasó bastante rato hasta que Henlein terminó de jugar conmigo, cuando se aburrió, me bajó de la mesa en la que me encontraba, pero no me desató, simplemente me dejó tirado en el suelo.
—Te quedarás aquí, juguete. Por la mañana vendré a buscarte —se arregló la ropa—. Compórtate y no hagas ruido hasta que me den ganas de venir —subió las escaleras y cerró la puerta dejándome completamente en penumbras.
—I-Isaac... —escuché la voz de Noah, levanté la vista sabiendo que no podría ver nada. De repente un haz de luz surgió desde debajo de las escaleras entre las cajas que se encontraban allí—. ¿Estás bien? —se acercó a mí, colocó la linterna que traía en las manos sobre la mesa para que nos alumbrara.
—S-sí, lo estoy —ni bien me desató me abalancé hacia él y lo abracé, él correspondió a mi abrazo.
—Oh, Isaac —me separó un poco de él y me miró—. ¿Por qué no me dijiste que era mi padre el que te hacía esto? —acarició mi mejilla intentando secar mis lágrimas.
—P-porque quería que me trajera contigo de nuevo. M-me dijo que si lo satisfacía me traería para ser tu sirviente y su juguete —respondí entre lágrimas, él soltó un suspiro pesado y volvió a abrazarme—. N-no le digas a nadie por ahora, ¿s-sí? —volvió a suspirar—. T-te lo ruego —se formó un pequeño silencio.
—Está bien, Isaac, si así lo deseas, no lo haré —me besó en la frente, se separó de mí y tomó mi ropa—. ¿Quieres que te ayude a vestirte? —asentí. Él me ayudó a vestirme, luego, me cargó en su espalda y me llevó a su cuarto.
—Noah, tu padre dijo que me iría a buscar en la mañana —le dije cuando me acostó en la cama.
—No te preocupes, me haré cargo de esto —me dio un corto beso, para luego acostarse a mi lado—. Ahora intenta descansar, ¿sí? —asentí y me acomodé contra su pecho. Creí que me pasaría la noche en aquel oscuro y frío lugar, pero gracias a Noah, pasaré la noche aquí con él.
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—Me alegra que puedas estar en mi casa —dijo Noah mientras salíamos al jardín trasero—. Ahora podremos pasar las veinticuatro horas juntos y no tendré que estar solo cuando Artur y Fellner se encierren —sonrió sentándose contra la cerca de madera, me senté frente a él y me quedé observándolo—. ¿Sucede algo? —negué con la cabeza acercándome a él y le di un corto beso.
—Solo admiraba tu rostro —le sonreí sintiendo arder mis mejillas—. A mí también me alegra poder estar contigo.
Pasamos casi toda la tarde en el patio, al principio, él me mantuvo abrazado y, de vez en cuando, me besaba, pero luego, cuando Artur salió de la casa, tuvimos que separarnos. Artur me miraba de manera despectiva, casi con odio. No es para menos, era un judío en casa de nazis, era evidente que alguien que no sean Noah ni su madre me mirará de manera despectiva. De repente, él se acercó a nosotros manteniendo la mirada de odio en mí y se puso de cuclillas.
—¿Por qué estás tan pegado a esta porquería? —le preguntó a Noah, bajé la mirada a mis manos—. ¿No te parece repugnante tener cerca a este judío asqueroso?
—Déjalo en paz, Artur, él no es una porquería, es una persona como nosotros —el mayor soltó una carcajada.
—Estás pasando mucho tiempo con mamá, ya empiezas a hablar como ella —sonrió—. Tal vez también merezcas que te den un par de golpes para que dejes de lado esa compasión estúpida por estas porquerías —miré de reojo a Noah, él miraba a su hermano con odio.
—Disculpen, niños —de repente se acercó Lena—. Joven Noah, su madre lo ha llamado —Noah asintió suspirando y se levantó del suelo para luego irse con la criada. Levanté la mirada hacia Artur, él me sonrió de la misma manera que lo hace su padre.
—Ven conmigo, porquería —se levantó—. Apresúrate.
Tomó una cuerda que se encontraba en el piso, yo, sabiendo que nada bueno iba a hacer, me levanté y lo seguí cuando él comenzó a caminar. Me llevó hasta un bosque cerca de la casa y me sacó la camisa, me ató las muñecas con la cuerda y luego ató la cuerda en una rama alta.
—Vas a tener lo que te mereces —dijo cerca de mi oído casi en unsusurro. Cerré los ojos respirando profundo. Sé que él es como Henlein, Noah melo ha dicho muchas veces y sé que lo único que quiere es hacerme daño, pero no tengo más que aguantar solo para estar con Noah. Solo tengo que hacerlo un poco más.
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Muy buenas~ acá traigo el nuevo capitulo. Espero que les guste como a mi me gustó escribirlo. Se les agradecen muchísimo los votos y comentarios.
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