Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 11

Hola chicos como el capitulo anterior es muy corto ,como se que querréis saber que pasara a continuación ,lo voy a subir ahora es mas largo .


ADVERTENCIA : capitulo subido de tono LEMMON ,espero que disfruten el capitulo y que les guste tanto como me gusto a mi


———————————————————————————


En la habitación la oscuridad reinaba, mientras que el murciélago de la mazmorra acostumbrado a la poco luz cargaba a su pequeña en brazos, camino lentamente hasta llegar a la cama y con suma suavidad la dejo caer en la cama, contemplándola al ya tenerla completamente espalda a la cama.


Con suma suavidad le quito la blusa junto con el sostén y acto seguido su falda al igual que sus bragas, al tenerla completamente desnuda y dispuesta solo para él, no pudo evitar que su erección tomara vida con solo contemplarla, el no tuvo que ir despacio, necesitaba tenerla ya cerca.


Completamente desnudo de igual manera ya no tuvo que esperar más, ambos ya están tan excitados, a él se le notaba por su gran erección y ella por su forma como brillaba su sexo, el deseo lo venció y con sus mejillas, ásperas por la incipiente barba, rasparon el interior de sus muslos.


Él había hundido la cara en ellos y lamía el clítoris.


-. ¡Merlín! Adoro tu sabor-. Exclamó sin levantar la cara del lugar en el que estaba. Su aliento recorrió el sexo de Hermione, provocando que sus caderas se levantaran del colchón para acercarse más al hombre.


Él posó las manos en el interior de los muslos de ella, abriendo la tierna piel, exponiendo sus labios vaginales mientras recorría con la lengua el sendero entre el perineo y el clítoris una y otra vez, hasta que Hermione estuvo a punto de correrse.


Cuando el clítoris de Hermione se hinchó más todavía y su vagina empezó a contraerse, él supo que estaba a punto.


Pero aún era pronto, quería que se acostumbrara al esperar para que fuera completamente uno al momento fulminante, no quería que llegara al clímax sin que su pene estuviera en su interior.


Haciendo acopio de toda su fuerza de voluntad, se alejó de los fluidos que tanto le gustaba saborear y pasó una mano per el trasero de la mujer hasta encontrar la base de el y lentamente penetro dos dedos y los comenzó a mover...


Hermione se tensó, las brumas del placer se alejaron cuando sus dedos se movieron.


Esperó que los sacara de su interior, pero en lugar de eso, los giró dentro de ella, presionando y aflojando, pero sin sacarlos.


Al principio se sintió incomoda, tener algo dentro moviéndose era tan... extraño, y a la vez tan excitante...


Relajó las piernas y cerró los ojos, dejándose llevar por las sensaciones, confiando en su amante.


Él percibió el segundo exacto en que ella se abandonó y volvió a hundir su rostro en su pubis depilado.


Entre caricias y mordiscos, fue llevándola a un universo en el que sólo existían sus labios, su lengua, sus dientes... y sus dedos.


Mordisqueó con cuidado la vulva, succionó con fuerza el clítoris, penetró con la lengua en la vagina y, mientras tanto, no dejó de mover sus dedos.


Girándolos sólo al principio, sacándolos un poco y volviéndolos a introducir después, hasta que llegó un punto en el que estos se deslizaban sin impedimentos, resbaladizos e inquietos.


Subió los labios por su pubis, rodearon el ombligo, jugaron con él y ascendieron hasta los pechos para darse un festín con sus pezones.


Y mientras tanto, los que jugaba con ella no dejaban de moverse en su interior.


Raspó ligeramente con los dientes la femenina y tentadora clavícula y mordió para luego absorber con fuerza su cuello; le dejaría otra marca, pero en ese momento necesitaba hacerlo: marcarla y que todo el mundo supiera que tenía dueño.


El. Severus. Se irguió arrodillado entre las piernas femeninas.


Podía verla y la sentía temblar, desearle. Soltó la mano que jugaba con sus dedos.


Comenzó a masajear su clítoris. Había llegado el momento.


Asió los tobillos de Hermione y los colocó sobre sus hombros.


Luego, apoyándose sobre una mano, se inclinó sobre su cuerpo y la besó larga y profundamente en la boca.


Absorbió sus labios y los mordisqueó para acto seguido, lamerlos.


La lengua femenina salió a su encuentro, buscándola.


Él movió la mano que tenía libre hasta el trasero de la mujer.


Hermione sintió que sus dedos salían de su cuerpo; que la dejaba vacía, expectante.


Severus sujetó su pene y lo guio hasta ella, girándola quedando espaldas a él y penetrándola por detrás.


El orificio estaba relajado, distendido. Presionó contra él.


Hermione percibió cómo entraba poco a poco, cómo la abría más aún, cómo la llenaba donde nunca la había llenado nadie.


Él jadeó sobre su boca, estaba a punto de perder el escaso control que le quedaba.


Se mordió con fuerza los labios, necesitaba ir despacio.


Sus dedos habían hecho su trabajo, pero él era mucho más grueso y largo.


Tenía que penetrarla poco a poco. Moviéndose con cuidado, fue entrando en ella milímetro a milímetro.


Hermione tembló por la presión ejercida, pero no era doloroso.


O al menos no como una sensación mala o desagradable, sino todo lo contrario.


Dolía, sí, pero era apasionante; tanto, que sus pezones estaban duros como guijarros, todo su cuerpo vibraba, notaba como su clítoris temblaba y su vagina se contraía buscando... algo.


En ese momento la base del pene chocó contra su cérvix y el vello rizado del pubis de su amante presionó contra su vulva...


-. ¡Merlín!-. Gritó, sintiéndose totalmente aprisionado por el recto de su mujer.

Comenzó a moverse despacio, entrando y saliendo con cuidado, a punto de morir de placer.


-. Ahh-. Jadeó ella al borde del orgasmo. -. No pares...-.


-. Acaríciate para mí-. Ordenó él perdiendo el poco control que le quedaba, hundiéndose con fuerza en ella.


Hermione obedeció. Llevó su mano temblorosa a su clítoris vibrante y comenzó a masturbarse mientras él entraba y salía de ella con fuerza y rapidez.


Levantó más sus caderas, dejándole entrar más profundamente.


Sus piernas se tensaron, los dedos con los que se acariciaba a sí misma temblaron junto con todos y cada uno de sus músculos.


Severus penetró con firmeza; una vez, dos, tres... Se mordió los labios hasta hacerlos sangrar en un intento por detener el orgasmo que latía en sus testículos y recorría sus venas.


Hermione gritó, convulsionándose, y él se dejó ir con un potente rugido.


Segundos después se derrumbó sobre ella, con el pene medio erecto aún en su interior.


Haciendo acopio de sus últimas fuerzas, giró sobre sí mismo hasta quedar de lado, pegado al cuerpo de su mujer.


Hermione sintió el pene deslizarse fuera de su cuerpo y un escalofrío la recorrió de arriba abajo.


Quería a ese hombre con ella, en su cama, cada noche.


Y cada día, a su lado. Quería su ternura y su pasión, su carácter mandón, protector y cariñoso; que soñara con ella.


Pasar con él todas las horas del día y de la noche.


Quería ser parte de su vida, y que él fuera parte de la suya.


«Sería estupendo», pensó un segundo antes de quedarse dormida y soñar con él... Y él con ella.


Severus se removió inquieto, las sábanas de la cama estaban mojadas, empapadas de sudor.


El calor se había apoderado de la noche. Suspiró y abrió los ojos, la oscuridad era absoluta.


Parpadeó confundido hasta que su mente se iluminó con el recuerdo.


Giró buscando con su cuerpo el de Hermione. Estaba allí, junto a él.


No se había ido. Continuaba desnuda, tumbada a su lado sobre el colchón.


Recorrió con las manos sus formas, intentando hacerse una idea mental de cómo estaba situada.


Dormía de lado, frente a él. Inspiró profundamente.


Seguía con él. Las cortinas permanecían corridas y las contraventanas cerradas, por eso hacía tanto calor.


Se movió despacio, pasó por encima del cuerpo femenino, abrió las contraventanas y descorrió las cortinas.


Quería observar a Hermione bajo la luz de la luna.


Era preciosa, todo lo que un hombre podría desear, y más.


Era una mujer madura, responsable, divertida, entrañable, leal, apasionada.


Corrió de nuevo las cortinas para que no entrara luz en la mazmorra y volvió a tumbarse sobre la cama, de lado, pegado a ella.


Los párpados se le cerraban sin que pudiera evitarlo.


Le gustaría pasar toda la noche mimándola, haciéndola el amor, pero no tenía fuerzas.


Debía levantarse al rayar el alba para que le diera tiempo a recolectar todos los ingredientes para las clases de pociones.


Luego debía clasificarlos y llevarlos a la clase. Normalmente disfrutaba el trabajo de campo, pero en esos momentos lo odiaba.


Le impedía despertarse del todo y gozar del cuerpo cálido que había a su lado.

Un segundo más tarde se rindió al sueño con un irritado suspiro. 


Un escalofrío recorrió a Hermione poco después. Sin ser consciente de ello buscó algo que le diera calor y lo encontró: su amante.


Se acurrucó contra él. Posó sus manos sobre su pecho desnudo y éstas se calentaron al momento, el cuerpo duro y velloso estaba ardiendo y Hermione no pudo resistirse.


Se pegó más a él, introdujo sus pies helados entre las pantorrillas del hombre y pegó su estómago aterido de frío a su vientre cálido.


Severus sintió moverse contra él y, aunque estaba medio dormido, hubo una parte de su cuerpo que despertó de golpe.


Las manos de Hermione recorrieron inconscientes la suavidad de su pecho, jugaron con el vello rizado que rodeaba sus pezones y frotó el pie contra sus piernas intentando calentarse.


Él buscó las caderas de Hermione y las pegó más a su ingle, donde su pene erecto y dispuesto se alzaba imponente.


La asió con una mano por la corva de la rodilla y colocó su suave muslo de manera que reposara sobre su cadera. Giro para estar sobre ella y de un solo empellón, la penetró.


-. Ahh-. Gimió Hermione, medio dormida.


-. No sabes cuantas veces he soñado con esto. Con estar los dos aquí, juntos, haciendo el amor-. Confesó él. -. Cada noche muero por tenerte; me despierto totalmente empalmado pensando que estás dormida en la habitación, sin mí-. Susurró entre gemidos, sin pensar cabalmente lo que estaba diciendo... Lo que estaba confesando. Al darse cuenta se quedó petrificado. -. ¡Merlín!-. Se estaba convirtiendo en un adolescente enamorado.


-. No pares ahora-. Jadeó ella, apretando las manos contra la espalda del hombre, instándolo a moverse. -. No podría soportarlo...-. Su voz era débil, adormecida. -. Sueño contigo cada noche, imagino que estoy entre tus brazos y me siento segura, protegida. Siento que nada puede hacerme daño porque percibo tu presencia a mí alrededor. Sé, que ya no estoy sola. Debo de estar loca.


-. No estás loca-. Jadeó él contra su boca. -. Estoy contigo siempre, aunque no me veas-.


-. Te siento a mi lado; giro la cabeza y sé que estás ahí, pero no te veo. Escucho una voz y pienso que es la tuya, pero no eres tú-.


-. Sí... Soy yo... Estoy a tu lado... Siempre. Contigo-. Gimió Severus aumentando el ritmo de sus embestidas hasta que lo sintió tensar las piernas, temblar contra su estómago y contraer su vagina envolviendo su pene.


Se dejó ir con un gruñido, eyaculando con fuerza en su interior.


Apoyó su frente contra la de Hermione y suspiró. -. Te quiero-.


-. Te quiero-. Contestó Hermione.


Minutos después, la respiración femenina se tornó suave e irregular.


Se había quedado dormida. También ella se había visto sometida al ritmo demoledor de la tierra dando sus frutos.


Severus parpadeó para quitarse el sopor de encima y rodó por la cama hasta plantar los pies en el frío suelo.


Apoyó los codos sobre las rodillas y dejó caer la cabeza. Esperaba que Hermione recordara el principio de la conversación que acababan de mantener deseaba que así fuera. Y él estaría completamente feliz, si ella lo recordara, aunque no quisiera admitir lo ridículo que se escuchaba diciendo todas esas cosas románticas, por ella las repetiría una y mil veces más.


Por un lado deseaba acabar con la farsa, pero por otro era consciente de que cuando lo hiciera todos se opondrían, pero mientras la tuviera a ella lo demás no le importaba.


-. No-. Suspiró. Esperaría unos días más para revelar el secreto.


Cuando ella estuviera atada irremisiblemente a él por los lazos de la pasión.


Entonces, y sólo entonces, asumiría su culpa, aceptaría su loco amor y comenzaría a hacerla feliz sin barreras.


Calor. Mucho calor. Hermione estaba ardiendo. Su cuerpo se consumía en llamas incontrolables.


Abrió la boca para tomar aire y de sus labios surgió un sonoro jadeo. El cosquilleo en el vientre se convirtió en una llamarada de deseo.


Cerró los muslos con fuerza para aliviar su palpitante clítoris. « ¿Qué me está pasando? »


Parpadeó, intentando apartar de su mente las brumas del sueño, y entonces lo sintió.


Un ligero pellizco en el pezón. Un cuerpo masculino pegado a su espalda.


Un brazo cruzado sobre su pecho. Una mano sobre sus senos, unos dedos jugando con ellos.


-. ¿No descansas nunca?-. Susurró Hermione al aire. No obtuvo respuesta.


Estaba tumbada de lado, con el cuerpo del hombre amoldándose al suyo, su ingle acunándole el trasero.


Se movió contra él. Él gruñó y le apretó el pezón haciendo que jadease de nuevo.


Totalmente consciente de lo que la rodeaba, volvió a restregarse contra el hombre; su pene estaba medio despierto, él estaba medio dormido, pero jugueteaba con sus pezones en sueños.


Tenía dos opciones, alejarse de él e intentar conciliar el sueño... o despertarle.

Lógicamente eligió la segunda. Movió con cuidado su mano hasta que sintió bajo sus dedos los suaves abdominales masculinos y los acarició despacio, recorriendo los huecos entre ellos.


Él se acercó más a ella y pinzó su pezón entre el pulgar y el anular, lo sintió rozar entre los dedos a la vez que comenzó a balancear las caderas contra el trasero femenino.


Hermione sonrió, se iba despertando... O al menos lo hacía una parte muy interesante de él.


Bajó un poco más la mano, las yemas de sus dedos se encontraron con su pene casi erecto.


Arrulló el glande entre sus dedos hasta que sintió la respiración acelerada del hombre contra su nuca. El pene creció rápidamente, se engrosó y endureció.


Hermione lo abrazó con la mano. El pulgar alojado sobre la corona, los otros cuatro dedos rodeando el tronco.


Subió y bajó a lo largo de todo él.


-. ¡Merlín!-. Clamó él con voz ronca antes de despertarse por completo.

Estaba ardiendo. Hermione estaba pegada a él podía sentir su trasero presionándole la ingle.


La tenía abrazada, una de sus manos jugueteaba con un pezón duro y erguido, lo imaginó sonrosado entre sus morenos dedos y no pudo evitarlo, pinzó con más fuerza a la vez que su boca se ancló en un suave mordisco en la nuca femenina. Hermione gimió con fuerza y apretó más el pene orgulloso que temblaba entre sus dedos.


Severus pasó la mano que tenía libre bajo el cuerpo de Hermione y la posó abierta en abanico sobre su pubis. La palma sujetándola, el anular tentando el clítoris.


Hermione empinó el trasero y guio el pene con la mano hasta la entrada de su vagina. Lo sintió entrar lentamente, casi con pereza, llenarla poco a poco hasta estar completamente introducido en ella.


Los embistes fueron lentos, sosegados. La mano de Hermione se posó sobre la cadera del hombre, acariciándolo.


Los dedos masculinos siguieron atormentando los pezones y el clítoris. Fue una unión tranquila, reposada, sin prisas...


Como si tuvieran todo el tiempo del mundo para ellos solos. Cuando acabó, ambos estaban rendidos de placer.


Sus corazones palpitaban al unísono y sus cuerpos continuaban unidos.


Hermione abrió los ojos que habían permanecido cerrados mientras hacían el amor.


La oscuridad en la mazmorra seguía siendo impenetrable.


-. ¿Qué hora es?-. Preguntó, comenzando a adormilarse de nuero.


-. Tarde. Duérmete-.


-. ¿Tarde? ¿Cómo de tarde?-. Inquirió, alerta de repente.


-. No lo sé. Las tres o las cuatro de la mañana-. Él ahogó un bostezo contra su nuca.


-. ¡Oh Merlín!-. Exclamó, despierta del todo.


-. Tengo que irme-. Dijo un segundo antes de saltar sobre el cuerpo del hombre y dirigirse a gatas hasta el borde de la cama. -. ¡No veo nada! Necesito mi ropa...-.


-. ¿Dónde crees que vas?-. Gruñó él, asiéndola de su tobillo y llevándola de nuevo al centro de la cama.


-. ¡Tengo que irme! Es tardísimo, si me encuentran en lo pasillos a esta hora, podrían castigarme-. Gimió.


-. No te preocupes, quien dice que te tienes que ir. Duérmete-. Ordenó tumbándola de lado y acoplándose contra su cuerpo.


-. ¿Pero...?-.


-. Sin peros, mañana temprano te vas por la chimenea antes de que despierten y nadie se dará cuenta de nada-. Reiteró él, bostezando y rodeándola con sus brazos para que no se moviera. A su lado.


-. ¡Vaya profesor, usted piensa en todo!-. Reitero dejándose de mover contra él. Estaba segura de que él podía solucionarlo prácticamente todo, pero aún quedaba algo, no quería un amor secreto y si él la amaba asumiría la responsabilidad de su noviazgo o relación frente a todos, al menos eso es lo que ella esperaba, así que decidió hacer la pregunta de oro.


-. Pensaras informar de nuestra relación-.


Hizo la pregunta y sintió la tensión de Severus en su espalda, no quería escuchar una respuesta negativa, el silencio se hizo muy pesado, pero al final artículo las apreciadas palabras.


-. Por supuesto, pero debemos buscar el momento correcto, porque ambos lo diremos por supuesto, ahora duerme-.


Nada mejor que esa respuesta para dormir; Severus beso su espalda, y ella se sintió tan relajada y tan protegida como jamás sintió haberlo hecho y se dejó abrazar y caer en los brazos de Morfeo y de su príncipe mestizo.






Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro

Tags: