Capítulo 4
Daelyn se encontraba en la sala de espera de uno de los aeropuertos de la ciudad. En sus manos sostenía un mediano cartel dónde se leía: "Dylan", el nombre de su hermano. Una amplia sonrisa cubría sus labios cuando en su campo de visión apareció la figura de un chico de estatura de un metro ochenta aproximadamente, con el pelo castaño y una preciosa sonrisa dibujada en los labios.
—¡Dy!—empezó a exclamar Daelyn para captar su atención.
Cuando los ojos del chico la ubicaron, empezó a dar largos pasos y ella a correr en su dirección. Al quedar a centímetros de distancia no tardaron en envolverse en un cálido abrazo.
—¡Cómo te extrañé!—exclamó Daelyn en lo que una lágrima de felicidad resbaló por su mejilla.
—¡Yo también te extrañé mucho mi preciosa Ely!—exclamó Dylan apartándose un poco para observar el rostro de su hermana, al hacerlo la sonrisa se amplió aún más—. Has crecido mucho.
Daelyn sonrió por la nostalgia y pensó en que la estatura de su hermano había aumentado notablemente también.
—Tú no te quedas atrás—reconoció.
—Ambos salimos a nuestro padre—aceptó el chico—. Seremos gigantes como él.
Daelyn deseó en su interior que su hermano no hubiera mencionado esa última frase que le recordó que tenía una seria conversación pendiente con su padre y eso que aún no le había dicho que el profesor quería verlo antes del examen, que era dentro de una semana.
***
—¿Me harás esperar un autobús, Daelyn? Con el cansancio que tengo arriba—preguntó Dylan mirando incrédulo a su hermana.
Ella como respuesta alzó las cejas sin entender lo malo de la situación.
—Dylan, yo no tengo auto—le dijo para que recordara que su padre se lo compraría cuando cogiera la carrera universitaria.
—Está bien.
—Estás muy fino.
—Me he adaptado a otras cosas, supongo—respondió con una sonrisa pícara en los labios.
—¿Qué?
—Vivo con lujos y no estudié. Sin embargo mírate a ti, estudiando y sin poder disfrutar de la mejor etapa de la vida, la juventud.
—No tendremos de nuevo esta conversación, Dylan. Respeta mi decisión de terminar mis estudios. Ya disfrutaré cuando sea una profesional—le respondió y con esas palabras terminó la conversación.
Daelyn agradeció en su interior que pocos minutos después llegara el autobús.
***
—¡Claire!
Daelyn entró al apartamento llamándola para cerciorarse de que no anduviera en ropa interior, como acostumbraba a hacer, pero no obtuvo respuesta de su compañera.
—No está, puedes pasar—le informó a Dylan que había estado esperando pacientemente en el pasillo.
—Así que aquí has estado viviendo—expresó su hermano observando la estancia que lo rodeaba.
La mirada cargada de brillo del chico, le hizo pensar a Daelyn que de seguro estaba sintiendo nostalgia por los pocos meses que vivió en un apartamento de esos.
—Sí. Más tarde conocerás a mi compañera de piso. Espero que te sepas comportar, ahora que eres casado.
Dylan, antes era un mujeriego, las novias no le duraban más de una semana y no tardaba en conseguirse otra. Pero hace umos meses tuvo una preciosa boda dónde se casó con una joven de su edad llamada Ada y ciertamente era un amor de persona.
El hermano de Daelyn a los dieciséis años decidió que no quería seguir con sus estudios, por lo que dejó el instituto, el mismo en el que ella estaba cursando el último año. Su padre estaba muy decepcionado, pero no le quedó otra opción que darle dinero cuando se lo pidió para viajar, ya que no le hacía bien verlo todos los días vagabundeando por la casa. En uno de sus viajes conoció a esa chica llamada Ada, a la que Daelyn sólo conocía por videollamada. Al llevar un tiempo juntos ella le presentó a sus padres, y su suegro, Walter le ofreció un empleo en su compañía dedicada a patrocinar a jugadores de fútbol talentosos para impulsar su carrera profesional. Desde hace un año y medio Dylan se dedicaba a eso y tanto su padre como su hermana no podían estar más orgullosos de que hubiera enderezado su camino.
—Tranquila Ely—le aseguró él sonriendo.
Daleyn decidió confiar en él, además de que recordó que Claire tenía pareja. Así que no creía que su hermano actuara como la mayoría de los hombres cuando veían a una chica guapa.
Dylan estaba dejando su maleta en una esquina de la habitación de su hermana, cuando expresó: —No te preocupes por mi presencia aquí. Mañana buscaré un hotel en el que alojarme, pero hoy quería pasar tiempo contigo.
Daelyn se limitó a observarlo con los brazos cruzados.
—Dy, tú no me molestas. Puedes quedarte el tiempo que quieras—le aseguró y él no tardó en acercarse y besar su mejilla.
—No quiero interferir en tu tiempo de estudio, además tienes que tener en cuenta la opinión de tu compañera a la que de seguro no le va a gustar la presencia de un hombre desconocido en su apartamento.
—Bueno es cierto, pero nos veremos todos los días.
—Por supuesto. Todas las noches me acompañarás al trabajo.
—¿Cómo?—le preguntó ella incrédula.
—Sabes que mi trabajo es patrocinando futbolistas. Bueno, tengo entendido que ayer inició una competencia del mejor instituto del deporte del país. Mi trabajo aquí es asistir a todos esos partidos y observar a los jugadores. Al terminar la temporada elegiré a los que más se destacaron y les haré un contrato.
Daelyn al instante supo a lo que su hermano se refería y sonrió pensando que a él le encantaría conocer a Nathan. No dudaba que al final de la temporada fuera uno de los elegidos.
Por su mente también pasó la idea de sorprender a Nathan apareciéndose en el partido. Pero recordó la promesa que hizo en la mañana de no volver a dejar los estudios a un lado, por unas horas de diversión. Además pensó que Nathan no se sorprendería de verla allí, seguramente ni la notaría. De seguro él le preguntó si iría porque le interesaba tener a más público apoyando a su equipo.
La sonrisa no tardó en borrarse de los labios de Daelyn y algo parecido a la decepción se instauró en su pecho.
—Anteriormente dijiste que no querías interferir en mi tiempo de estudio y ahora me dices que tendré que acompañarte a cada partido.
—Son por la noche Ely. A esa hora no estás estudiando—dijo, pero se quedó analizando la mirada que su hermana le estaba dedicando—. ¿O sí?
—Claro que sí, Dy. Yo estudio a todas horas.
—Eso no puede ser posible. Es normal que quieras estudiar horas extras para sacar calificaciones sobresalientes, pero no hacerlo en todas tus horas del día. El cerebro necesita descanso de vez en cuando, Daelyn. ¿Tu compañera de piso es igual?
—No. Ella sale cada vez que tiene la oportunidad—respondió y Dylan le dedicó una mirada que la hizo analizar el sentido de sus palabras, por lo que enseguida se apresuró en decir su excusa—. Pero es diferente, Dy. A ella todo el contenido de las clases se le graba en el momento. No necesita estudiar, pero yo sí. Tengo que sistematizar todos los contenidos frecuentemente para dominarlos a la perfección.
Dylan pensó que no debía hacerlo a la perfección, pero no dijo nada.
—¿Nuestro padre sabe de esto?—le preguntó poniendo los brazos en jarras.
—En la mañana discutimos. No quiero hablar de él ahora—aceptó ella dirigiendo su mirada al suelo y al instante el duro semblante de Dy, cambió a uno más relajado.
—¿Qué sucedió?—le preguntó tomando asiento en el borde de la cama.
Ely lo siguió sabiendo que aunque no lo deseara, le haría bien desahogarse con su hermano.
Para cuándo Daleyn terminó de contar la historia, las lágrimas por la impotencia recorrían sus mejillas.
—Calma—le indicó Dy rodeándola con sus brazos por los hombros para atraerla hacia su cuerpo.
—No Dy, no puedo tener calma. Sabes que ese es un instituto de alumnos integrales y que por fraude me pueden expulsar sin darme derecho a analizar lo sucedido con los directivos. Ellos no toleran eso y yo que me he esforzado por tanto tiempo no me puedo marchar faltando sólo unos pocos meses para graduarme—expresó alterada entendiendo a fondo la gravedad de la situación y la actitud de su padre—. Todavía no le he dicho a nuestro padre que tiene que venir—recordó pensando en la mirada decepcionada que le dirigirá cuando le diga que tendrá que ir al instituto para que le digan que su hija ha sido expulsada.
Daelyn llevó las manos a su cabeza para desatar la coleta de caballo que llevaba hecha, buscando calmar el fuerte palpitar que empezó a sentir en su cabeza.
La frustración creció cuando pensó en que los dolores de cabeza estaban regresando y no era capaz de aguantarlos. Aún no se adaptaba a ellos.
Las lágrimas descendiendo por sus mejillas aumentaron al recordar lo sucedido cuando se estaba preparando para las pruebas de ingreso a esa escuela.
—Ely. ¿Qué sucede?—preguntó Dylan preocupado cuando ella se desplomó en la cama.
—¡Apaga la luz!—susurró dolida.
Dylan nervioso por la situación se apresuró en hacer lo indicado y volver a su lado.
—Los insoportables dolores de cabeza han vuelto.
—¿Tienes paracetamol aquí?—le preguntó conociendo su remedio.
—En la primera gaveta de la mesa de estudio—le indicó sobándose la sien.
Después de tomarse el medicamento, Daleyn se volvió a acostar a la cama y se sintió mejor al reparar en la presencia de su hermano a su lado acariciándole el cabello hasta que se quedó dormida.
***
—¿Por qué permites que se pase todo el rato estudiando?—la voz de Dylan provenía de la sala.
Daelyn tomó asiento en la cama y se frotó los ojos. Se levantó y empezó a caminar por la oscuridad hasta llegar a la puerta que separaba su habitación de la sala de estar, donde Dylan estaba hablando con Claire.
Daelyn abrió la puerta lentamente para que el cambio de iluminación no le golpeara tan fuerte.
En su campo de visión aparecieron su hermano y compañera de piso sentados en el sillón. Cuando ambos se percataron de su presencia cambiaron el tema de conversación drásticamente, pensando que ella no los había escuchado antes.
—¿Cómo te sientes?—le preguntó Dylan poniéndose de pie para acercarse a su hermana.
—Debes tener hambre—reconoció Claire mientras caminaba hacia la cocina—Peparé tu comida favorita—informó mientras cogía los platos para servir.
El sonido del tono de llamada de Daelyn llegó a sus oídos, ella hizo el intento de levantarse para dirigirse a su habitación a responder la llamada, pero Dylan la detuvo y fue en su lugar.
—Sigue comiendo, yo responderé—le informó.
Durante los próximos minutos, Daelyn se concentró en cenar tranquilamente y agradecerle a Claire por su atención.
***
—Mi hermana está enferma y me necesita. No podré asistir al partido de hoy—decía Dylan con su celular pegado a la oreja hablando con alguien al otro lado de la línea.
Daelyn se sentó en el borde de la cama, al lado de su hermano y cuando vió su teléfono en la mesita de noche alargó su brazo para agarrarlo, pero Dylan la detuvo.
—No—le dijo colgando la llamada que estaba atendiendo—. Acabaste de comer. Ahora debes reposar la comida para que no tengas una mala digestión. Además debes descansar tu vista si no quieres otro dolor de cabeza.
Daelyn rodó los ojos por sus palabras.
—Sí, Derek Méndez—lo llamó por el nombre de su padre y él sonrió a causa de eso—. ¿Quién me llamó ahorita?
—Él mismo.
—¿Qué dijo?
—Tranquila. No te preocupes por eso ahora. Hablemos de nuestras vidas, que hace un buen tiempo sólo hablábamos por teléfono.
—Es cierto—aceptó Ely y charlaron por un largo rato.
—Ya sé que no puedo meterme contigo en período de clases, pero en cuanto te gradúes te voy a llevar un mes conmigo para que conozcas el mundo.
—Ya estoy deseando que llegue ese momento, sobre todo porque significará que finalmente habré obtenido mi título de graduada del mejor instituto del país.
—¡Chicos!—exclamó Claire entrando a la habitación—. Vamos, levántense de esa cama que es muy temprano para dormir. El equipo de camisetas amarillas ha vuelto a ganar y la fiesta de celebración se hará en un club buenísimo que no queda muy lejos de aquí.
Daelyn se cubrió el cuerpo con la colcha y se colocó la almohada en la cabeza. Sonrió sin poder evitarlo, por la victoria de Nathan y su equipo. Cuando Daelyn sintió a Dy abandonar la cama, se destapó para verlo abrir su maleta, seguramente para agarrar ropa y Claire la observaba con los brazos en jarras.
—¿Qué esperas para empezar a vestirte?—le preguntó alzando las cejas.
Ciertamente Ely no tenía ganas de salir de la cama esa noche. Creía que el descanso del cerebro al que se referían todos era dormir o estar acostada en la cama, pero ellos se referían a otra cosa diferente.
En su mente creó una lista de pros y contra de ir a ese club, pero lo que más prevaleció fue la posibilidad de encontrarse con Nathan allí.
Eso fue lo que finalmente la convenció.
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