Capítulo 1
Daelyn cerró sus ojos con frustración pensando que no sería capaz de estar lista para los exámenes de final de semestre que tendrían lugar dentro de una semana.
Volvió a abrirlos y su vista chocó de lleno con el libro de Física abierto en el índice dónde se leía, subrayadas con marcador verde, las temáticas que serían objetivo de prueba.
Pensó que eran demasiadas y muy extensas.
Por si fuera poco el cúmulo de pensamientos negativos que rondaban su mente, Daelyn pensó además que no sólo examinaría física. ¿Cómo sería capaz de prepararse para todas las materias?
De esa manera, regresaba la etapa que más estrés le producía a Daelyn, la de los exámenes. Con frecuencia se preguntaba cómo era posible que en las evaluaciones sistemáticas que se hicieron a lo largo del semestre, que eran sobre el mismo contenido, sacó la máxima calificación y ahora que debería sólo repasarlos, sentía que todo lo aprendido se había borrado de su cerebro. Así que le tocaba estudiarlos todos a fondo nuevamente.
—¿Crees que pueda estudiar esto en sólo una semana?—le preguntó a Claire mientras giraba su silla para verla acostada en la cama.
Su rubia compañera de cuarto, estaba tecleando algo sin detenerse en su teléfono mientras una sonrisa adornaba sus labios. A veces Daelyn se cuestionaba cómo ella mantenía sus calificaciones altas para mantenerse en la beca, siendo a la vez tan despreocupada con el estudio.
—Sólo lees los conceptos esenciales, resuelves un par de ejercicios de cada temática y listo, se te graba todo el contenido en la mente—respondió la rubia guiñándole un ojo a su compañera de cuarto al terminar.
Daelyn pensó que era muy fácil decirlo, pero no creía que al hacerlo funcionara así de bien.
—¿Así fue cómo te preparaste para los exámenes los dos cursos anteriores?—preguntó Daelyn alzando sus cejas.
—Exactamente así—respondió la otra chica despreocupada.
Daelyn soltó un suspiro de cansancio y volvió a girar su silla para quedar nuevamente frente a sus libros y cuadernos de estudio. Levantó su vista y leyó por milésima vez en el día la pegatina que tenía en la pared donde había escrito el calendario de sus exámenes.
—¡Mira, Ely!—exclamó Claire con un alto tono de voz, como si la chica a la que le hablaba no estuviera a menos de un metro de distancia suyo—. Esta noche comenzará la competencia anual del instituto de al lado—anunció y Daelyn se limitó a observarla sin inmutarse.
La chica se sentó en la cama, y luego de soltar un largo suspiro, le dedicó una mirada severa a su compañera de habitación.
—A veces olvido que siempre que te hablo de un evento, no me prestas atención.
Daelyn se encogió de hombros consciente de que nunca había sentido interés por los lugares que su amiga frecuentaba, mayormente porque esos eventos se realizaban en el tiempo que ella aprovechaba para estudiar en su habitación o en la biblioteca del instituto, que era todo el tiempo relativamente.
Claire temía que su compañera de habitación no tuviera conocimiento de nada de lo que la rodeaban, excepto los libros, por lo que empezó a explicarle a lo que se refería con sus palabras anteriores.
—El instituto que queda junto al nuestro es para formar futbolistas. Así como el nuestro es el mejor de ciencias del país, el de al lado forma a los futuros mejores futbolistas. Y allí cada curso se realiza una gran competencia donde los diferentes equipos que hay formados, juegan entre ellos. Dicen por ahí que al equipo ganador le convalidan la prueba final del curso—le informó sonriente—. No nos lo podemos perder porque hace dos años, ingresó a la escuela un equipo que por dos años consecutivos se llevó la victoria. Es el favorito y si ganan esta temporada significa que habrán pasado por el instituto con los tres grados estudiados, convalidados. ¡Es alucinante!—exclamó la chica poniéndose de pie por la emoción.
Daelyn la observó con la mirada apenada que siempre le dedicaba en esas situaciones, Claire se dió cuenta.
—Daelyn es nuestro último curso aquí, antes de que nuestros caminos se separen y cada uno vaya para las universidades escogidas. Disfrutémoslo. Ya pasamos dos años enfocadas, no nos vendrá mal despejar un poco del estudio en los seis meses que nos quedan.
—Claire tú te has pasado todos estos dos años despejando del estudio.
—Con más razón. Si yo creo que me lo merezco sin haber terminado los dos cursos anteriores con calificaciones excelentes, imagínate tú que por dos años consecutivos has tenido la mejor nota de la escuela. Te lo mereces, Daelyn.
—Las pruebas son en dos semanas, y no me siento preparada para ninguna. Estoy obligada a rechazar tu invitación. Lo siento.
—Sólo son ideas tuyas. Todo el contenido a estudiar está en tu mente, pero la tienes muy tensa. Relájate un poco y verás como te acuerdas de cada detalle.
—Claire, no iré. Mis buenas calificaciones de los cursos anteriores han sido porque no he descansado ni un segundo. Tengo que aplicar la misma fórmula este último año. Y sinceramente, creo que deberías quedarte igual a ver si subes un poco tu promedio este último curso—le aconsejó, pero la rubia al instante se puso se pie y empezó a caminar hacia la puerta de la habitación.
—No Ely. Mis notas están perfectas así, me siento cómoda con ellas. Todos no necesitamos tener el índice perfecto, como tú.
Daelyn se dió cuenta de que las palabras de su amiga estaban cargadas de un tono de molestia. Pensó que tal vez había ido demasiado lejos y no pudo evitar sentirse mal por ello. Pero ya Claire llevaba años viviendo con ella y debía conocerla bien, al punto de saber que no le gustaban las mismas cosas que a ella y que mientras ella prefiriera salir a fiestas, Daelyn siempre escogería quedarse en casa estudiando.
¿Y si era cierto que solo necesitaba destensar su cerebro?
El dolor de cabeza no tardó en llegar al organismo de Daelyn para acompañar sus preocupaciones, como siempre. Sin esperar a que empeorara, Daelyn abrió su gavetero y agarró una tirilla de paracetamol, sacó uno y se dirigió con él en la mano a la cocina para agarrar un vaso de agua.
Mientras ingería el medicamento, vió a Claire que salía de su habitación y se dirigía a la puerta principal. Cuando la cerró tras salir, Daelyn empezó a pensar que se había equivocado. Que en el tiempo que se conocían sólo le había negado sus invitaciones a salir juntas. Que nunca se había interesado por los lugares que le gustaba frecuentar, o las personas con las que le gustaba relacionarse. Que estaba siendo una mala persona con ella, que desde el primer momento había sido muy agradable.
Tal vez debería sacrificarse un poco por alegrar a su mejor amiga.
***
—¡Ely, estás hiperventilando!—exclamó Claire notablemente asustada.
Daelyn no era capaz de prestarle gran atención debido a que toda se la llevaba el aire que se le atascaba en la garganta y no era capaz de salir.
—Respira conmigo, Ely—indicó Claire con una voz calmada, tras entender que alterada no la iba a ayudar.
—No pued...—la de pelo castaño intentó hablar, pero su voz salía ahogada.
—Hazlo conmigo. Inhala ... exhala—le indicaba mientras ella lo hacía también para servirle de ejemplo—Uno, dos, tres...
Daelyn empezó a seguirle el ritmo y en unos pocos minutos sintió como el aire le volvía a los pulmones. No dejaba de respirar profundamente, por el miedo de volver a tener la sensación de estarse ahogando.
Tras unos segundos, Claire soltó un suspiro de alivio y no tardó en sentarse al lado de su amiga y envolverla en un abrazo, mientras le susurraba que todo estaba bien.
Daely se aferró a ella cómo solía hacerlo con su hermano y lentamente las lágrimas empezaron a descender por sus mejillas.
—Tranquila, tranquila—susurró Claire acariciando el cabello castaño de su compañera.
—Quiero ir contigo a ese partido—logró decir Ely entre sollozos.
—No tienes que hacerlo. Tranquila. Me quedaré aquí contigo—le informó antes de depositar sus labios en su cabello y hacía suaves masajes en la espalda de su amiga.
Daleyn negaba repetidas veces con la cabeza y se apartó un poco de la cercanía con Claire, para mirarla a los ojos.
—Quiero ir a ese partido, por favor—le suplicó Daelyn.
—No quiero que te sientas obligada. Es cierto que ya lo he olvidado, nos quedaremos aquí juntas esta noche.
—En serio, Claire. Quiero ir—le aseguró y la rubia le mantuvo la mirada por unos segundos que parecieron horas.
—Está bien. Pero primero debemos cenar. ¿A qué restaurante te gustaría ir?
—Prefiero comer aquí en casa.
—Está bien. Entonces dúchate mientras yo cocino.
Las chicas se pusieron de pie y Claire se dirigió a la pequeña cocina del piso, mientras Daelyn se dirigió a su habitación. Lo primero que hizo fue dirigirse a su mesa de estudio y cerrar los libros y cuadernos para guardarlos en una de las gavetas. Antes de cerrarla finalmente, se quedó onservandolós mientras se sentía culpable por perder horas de estudio.
—Ely, el baño te espera—le recordó Claire desde la cocina.
Media hora más tarde Daelyn abrió las puertas de su armario y un jersey amarillo captó toda su atención. La noche amenazaba con tener una fría brisa, por lo que eso junto a unos jeans y unas converses serían el conjunto perfecto para la ocasión. No obstante no se decidía del todo, por lo que llamó a Claire para pedir su opinión.
—¿Qué crees de este conjunto?—preguntó señalando la ropa que estaba en la cama en cuanto la rubia entró a la habitación.
—Este sería mejor—confesó señalando la toalla blanca que envolvía su cuerpo desnudo.
Sin evitarlo se rió por las ocurrencias de su amiga.
—No podría ir a un estadio envuelta en una toalla. Todos se burlarían de mí.
—O babearían por ti—le corrigió la rubia sonriendo con picardía mientras subía y bajaba las cejas.
—Esta toalla no es opción. ¿Qué crees de ese conjunto?
—¿Qué crees tú?—le preguntó en cambio Claire.
—Te pregunté primero a ti.
—Pero la que lo usará eres tú—dijo causando que Daelyn soltara un suspiro de cansancio.
—¿Me vas a ayudar o no?—le preguntó la chica de pelo castaño cruzando los brazos a la altura de su pecho.
—Ese conjunto está perfecto. Te quedará bien—dijo sonriendo genuinamente.
Daleyn le devolvió la sonrisa como agradecimiento, antes de volver a quedar sola.
Cuando estuvo vestida, se ató las converses y se observó frente al espejo.
Mientras desenredaba su cabello, se preguntaba si se le vería mejor suelto o recogido y obtuvo su respuesta cuando terminó su labor. Se haría una colecta alta para no verse tan común con el pelo suelto sobre sus hombros. De maquillaje sólo se aplicó rímel y gloss.
Ya lista recogió su teléfono de la mesita de noche y mientras lo ponía en el bolsillo trasero de su jean, se dirigía a la sala de estar. No le asombró encontrarse a Dan sentado en el sillón observando su teléfono. Había supuesto que Claire iría al partido con su novio también.
—Hola—pronunció Daelyn.
El chico alzó su vista y le dedicó una sonrisa a modo de saludo.
—¿Podrías apresurar a Claire? Por favor. De lo contrario llegaremos tarde—le suplicó el chico y ella asintió enseguida con la cabeza.
Ya en la habitación de su amiga se ofreció a hacerle el delineado, que tras varios intentos fallidos, le seguía saliendo mal, por no decir desastroso.
—Eres la mejor—agradeció la rubia.
—Sólo tenías que pedirlo. No demores mucho—le pidió antes de volver a la sala de estar con Dan.
Veinte minutos más tarde Daniel aparcó su auto en el estacionamiento del estadio. Al salir al exterior, Daelyn se quedó impresionada por todo lo que le rodeaba, había un gran movimiento de personas y varios puestos de ventas de comida rápida para el público del partido. Había una gran fila de personas esperando por entrar al estadio. Parecía que realmente esos jugadores eran famosos en la ciudad.
Daleyn no tardó en contagiarse de la emoción que abarcaba a todos.
Una vez que estuvieron dentro, sentados en una de las gradas que rodeaba al campo de juego, Daelyn sacó su teléfono del bolsillo y buscó en internet las reglas de ese juego para poder entender algo una vez que empezara.
No pasó mucho tiempo cuando por los altavoces empezaron a sonar tambores que anunciaban la presentación de los jugadores que competirían esa noche.
—¡Mira Ellie, vas de su color!—la voz de Claire la sacó del teléfono.
Daleyn elevó su vista y se emocionó cuando vió que los chicos que hacían fila en el campo de frente a las gradas iban uniformados con camisetas amarillas y shorts negros, menos uno de ellos que iba vestido de naranja.
La chica sintió una linda sensación dentro de su pecho. Después de todo se estaba sintiendo bien en ese sitio.
Pocos segundos después, hicieron acto de presencia en el campo los jugadores del otro equipo que iban con camisetas rojas, por lo que sería fácil diferenciarlos.
El sonido de un silbato llenó el lugar, anunciando el comienzo del primer partido de esa temporada.
***
Pasaron una hora y unos minutos más entre aplausos y gritos eufóricos del público. En el ambiente se notaba la tensión en ese instante ya que estaban en los últimos minutos del partido y los equipos estaban empatados a dos goles. Lo que quería decir que el próximo que anotara, ganaría.
Daleyn notó a un chico de camiseta amarilla que sabía jugar demasiado bien, porque en todo el partido se mantuvo activo. Y en ese instante tenía el balón en su poder. Por lo que se apresuró en correr hacia la portería del equipo contrario. Cuando los de defensa del equipo de camisetas rojas se le acercaron, le hizo un pase largo a un moreno de su equipo, el que rápidamente analizó las posibilidades que tenía y pateó fuertemente el balón, colándolo en la portería.
—¡Goooooooooool!
Los gritos de los espectadores no tardaron en llegar, juntos con los jugadores campeones que se reunieron en medio del campo y se cargaban entre ellos a modo de celebración.
—¡Estuvo entretenido el juego! ¿A qué sí, Ely?—le preguntó Claire sarandeándola por el hombro.
—Es cierto—aceptó mientras devolvía su vista al frente a la vez que aplaudía.
—Ese es el capitán del equipo—les informó Dan señalando al chico que Daleyn había estado observando durante todo el partido, en ese instante entendió lo que decía la banda negra que llevaba en su brazo derecho.
Daleyn se quedó sin expresión cuando vió al capitán de equipo sonriendo en su dirección, sus miradas conectaron brevemente, en lo que una extraña pero agradable sensación se instaló en el estomagó de la chica.
—¡Excelente partido, amor!—el grito de una chica a su lado la aturdió por unos segundos en los que se dió cuenta de que todo había sido una ilusión de su mente, el capitán del equipo ganador observaba en realidad a la chica que sostenía una gran pancarta que ponía: "¡Vamos, mi campeón! ¡Tú puedes!"
Daleyn devolvió su vista al frente y el capitán del equipo estaba lanzándole un beso a la chica que se encontraba a su lado.
Sin poder evitarlo y sin saber el motivo, Daleyn se sintió mal en lo profundo de su mente por darse cuenta de que ese chico sólo observaba a su novia.
Pensó que a fin de cuentas no tenía nada interesante que pudiera llamar la atención de un chico, menos de aparentemente el mejor jugador de fútbol de ese momento.
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