El amor como la rosa, debe ser cuidado con premura, muchos tratarán, por envidia o por orgullo, destruir lo bonito que ven por no verlo propio.

El amor es un potro indomable, es un alazán brioso que corre libre por las venas, es un rayo impredecible de curso y una fuerza que lleva a los límites a cada ser puro.

El amor como las rosas, es hermoso y espinoso, es belleza y dolor, es alegría y sufrimiento, es color y sangre viva.

El amor es sentir tu presencia aún ausente, es querer cortejarte aún en tu rechazo constante, es perseverar para verte a mi lado aún con tus desplantes, es quererte mía aun sabiéndote distante.

Las rosas desprenden hipnotizantes aromas que envuelven y llegan a lo más profundo del ser, del alma, esa persona que desprende esa fragancia que nos enamora, que nos ata, que nos nutre y nos ata.

Sus espinas, ay, dolorosas espinas, si no sabemos cuidar de las rosas, serán las que nos hieran, nos hagan sangrar con sus armas, diseñadas para torturar a quienes intenten profanar lo hermoso de la rosa.

Las espinas impiden que gente sin corazón o con ninguna buena intención, vengan a podar estas rosas, llenas de vida y de pureza, y en tus ojos veo los pétalos de las rosas, abrirse como un sol y mostrar el alma virgen que llevas dentro.

¿Será este el preciso momento?, o tal vez aún deba sudar y recorrer los caminos tortuosos y espinosos de tu indiferencia, ¿Por qué tan solo no me das la oportunidad de llegar a ti? ¿O es que acaso tienes miedo de poder llegar a sentir?

Tal vez sea para ti un extraño, pero es que en mi jardín nunca he detallado, nunca he visto una flor tan inmensamente hermosa, tan lejos de mi alcance aun estando tan cerca, tan próxima, tan al alcance de mi mano.

Tú eres para mí esa rosa inalcanzable, tu aroma me ha poseído, y a través de tus ojos te has mostrado, y en la distancia te he observado, aunque mis heridas sangren, aunque tus espinas se entierren más en mis carnes, estaré atento hasta que puedas darme, la oportunidad de poder amarte.