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8

Tomaron sus bicicletas y pedalearon de regreso a casa en completo silencio. Jungkook se sentía terriblemente avergonzado. Creyó ser un monstruo y no se atrevió si quiera a mirar por el rabillo de su ojo la espalda del castaño. Se sintió enfermar. Ya empezaba a maquinar un plan para ver dónde allegarse cuando Taehyung le echase de su casa. Tampoco sabía por qué lo estaba siguiendo, ya que al llegar le lanzaría sus cosas por la ventana de su cuarto. Sin embargo, ya nada pudo hacer, porque de un parpadeo se halló frente a la fachada de la casa.

Dejaron sus bicicletas tendidas en el césped, Taehyung dio grandes zancadas hacia la puerta y Jungkook optó por seguirle cual perro escondiendo la cola entre las piernas. 

—Entra —la puerta se escuchó abrir.

Jungkook le miró anonadado, sin saber muy bien cómo reaccionar.

Una vez ya dentro, Taehyung se dirigió a la escalera y no fue seguido por el pelinegro; lo percibió por la falta de sus pasos tras él. 

Le miró inexpresivo. 

—Sube —cortó, y Jungkook obedeció. 

El sonido del completo silencio se les avecinó al terminar de subir las escaleras. Jungkook ya había arribado. ¿Qué más quería? Se sentía desmesuradamente humillado, allí, siendo apocado por la persona más importante que hasta el día de hoy tenía.

Una vez dentro de la habitación del castaño, este le tomó rudo y bruto de la mano, sobrecogiendo los sentidos del otro. Abrió de un portazo la puerta del baño y la cerró de la misma manera, empujando a Jungkook violentamente a la bañera, provocándole un doloroso quejido al chocar con la dura cerámica lisa. 

—T-Taeh... —su nombre quedó en el aire cuando sus manos aterrizaron en la playera manchada de Jungkook, arrancándola de un tirón— ¡Taehyung...! —tiritó bajo sus manos. Más aun cuando los dedos le fueron a parar al pantalón, desabrochando el botón y bajando el cierre en cuestión de insignificantes segundos— ¡Qué haces! —fue imposible detener sus manos cuando bajó la prenda inferior, y la otra que esta escondía— ¡Tae-! —ahogó un grito. Le mojó.

El chorro de agua de la ducha arriba de su cabeza le desorbitó por completo, el corazón se le salía de su cuenco y le faltó el aire, haciendo que en intentos fallidos hallara oxígeno. Vislumbraba con su vista difuminada al chico ante él, enjabonando una esponja y mordiéndose el labio hasta arder, agazapándose hasta sus pies.

—M-Me lo comí, Tae —admitió, ilustrando por primera vez ese apodo saliendo de su boca.

—Cállate... —respiró furioso entre dientes, fregando áspero las piernas de Jungkook.

—Per...dóname... —la voz se le quebró tal como un bebé.

—Que te calles...

—Me lo estaba comiendo... —no se creyó ni él mismo.

—Jungkook.

—S-Soy un enfermo...

¡DIJE QUE TE CALLARAS! —rugió por toda la habitación, deteniendo cualquier movimiento, haciendo sentir increíblemente diminuto a Jungkook y acrecentando el sonido de las gotas. Se le veía recuperando la cordura, a pesar de llevar el rojo sembrado en su rostro, pero apaciguó— ¿Por qué lo hiciste? —fue menos que un susurro. 

—N-No lo sé —respondió de la misma manera, a pesar de solo haberle comprendido leyéndole los labios.

Taehyung volvió a enfrascar sus emociones y continuó por acabar de bañar el cuerpo despojado de Jungkook, esperando a que todo rastro de su acto feroz desapareciera. Le secó  toscamente cada rincón de su cuerpo con una toalla y le buscó unas ropas de dormir. Lo sentó en la tapa cerrada del retrete y buscó el cepillo de dientes del muchacho. Le untó una exuberante cantidad de pasta de dientes y se lo echó todo a la boca. Jungkook se dejaba hacer, como si fuese un muñeco, y Taehyung empezaba a suavizar su trato poco a poco.

Al acabar con la labor, se arrodilló ante él y le tomó la cara.

—Mañana —le murmuró de cerca— haré como si nada hubiese pasado, y tú harás lo mismo —dictó enserio—. ¿Entendido? —Jungkook le asintió como un niño pequeño, regañado y atenuado melancólicamente, y Taehyung quedó conforme— Bien.

De la muñeca se lo llevó a la cama. Ambos se taparon con las cobijas de la cama y se unió la vacilación. Una incertidumbre. ¿Le iría a abrazar esa noche?

Pero sus dudas se esfumaron en cuanto los brazos tiritones de un temeroso Jungkook se le aferraron a su piel, descarada pero necesitadamente, acongojado por completo. Y Taehyung no se pudo quejar porque el llanto de Jungkook se derramó por sus sábanas. Porque su amor y mejor amigo estaba sufriendo.

—🥩—

Jungkook despertó en una cama solitaria esa mañana. Oso estaba por los suelos al igual que el pijama de Taehyung, lo que suponía que su amigo ya debía andar en pie por la casa, pues el baño del cuarto estaba vacío. 

Aún medio soñoliento bajó las escalas, percibiendo un dulce aroma proveniente de la cocina.

—¿Señora mamá...? —se atrevió a llamar por el umbral.

Taehyung se volteó.

—No soy mi mamá —bromeó y le dedicó su cuadrada sonrisa radiante—, pero de seguro te despertó el rico olor. Ven, ven. Siéntate —le palmeó el asiento de la silla de madera y atrajo el sartén a los platos sobre la mesa, colocando en ellos cuatro panqueques en cada uno—. Mamá no está porque fue a trabajar al supermercado —explicó sentándose también en una silla, al frente de Jungkook—. ¿Querrás miel en tus panqueques?

—No.

Taehyung puso una mueca.

—Mm. Bueno, debe ser porque la miel proviene de las abejas... —se lo pensó unos segundos y buscó en la nevera una mermelada de moras— ¿Y no quieres mermelada? ¿O zumo de melocotón? Porque yo sí.

—Taehyung —le cortó, congelando a este—. ¿Qué...? ¿Qué haces?

«¿Por qué actúas así?»

El castaño le miró terriblemente seco, y Jungkook comprendió: «Mañana haré como si nada hubiese pasado, y tú harás lo mismo.»

Jungkook acalló y Taehyung se sentó, tendiéndole la mermelada a los panqueques. 

—Vamos, Jungkook. Piensa con la cabeza, no con los colmillos —fue lo único que dijo devastado al respecto y se echó un buen trago de jugo a la garganta, refrescándose—. Ah... —gimió de gusto con lo dulzón— Bueno, ya, que se te van a enfriar y los hice con cariño —le pinchó los panqueques que tenía intactos frente a él—. Hay que apurarse para llegar a la escuela.

La escuela. Jungkook palideció. No quería ir a ninguna parte; quería quedarse a escabullirse entre el mundo de las sábanas inundadas en la fragancia del castaño y echarse a morir sobre ellas. Quería realmente echarse a morir.

La sangre le picó, igual que una mala espina. 

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Tags: #bts#taekook