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capítulo para celestita248

porque los tiempos difíciles solo te harán más fuerte.

te amamos desde la lejanía.

Durante esa semana, Jungkook supo que Taehyung y él tenían la misma edad, iban en el mismo grado pero en salones diferentes, pues el moreno estudiaba en el de enfrente. Él le había enseñado con gusto a andar en bicicleta para tomar juntos el camino de vuelta a casa. A ambos les gustaba el zumo de melocotones antes de dirigirse a la biblioteca, donde compartían lecturas. Muchas de estas eran algo incómodas para Kim Taehyung, pues la gran parte del tiempo leían en completo silencio —menos aquellas veces cuando leían las mismas páginas al mismo tiempo, en voz baja—. Sin embargo, Taehyung no se quejaba; nunca lo hizo. Le gustaba cómo el pelinegro se enfrascaba tanto entre los párrafos.

Jungkook le había contado finalmente cómo había arribado a Italia. Taehyung lamentaba profundamente enterarse de tales sucesos aunque Jungkook le pidiese que no lo hiciera. Le pareció alguien muy comprensivo y atento. Fue así como el moreno destapó la verdadera y bien reservada personalidad de Jeon Jungkook: suave, dócil, manso, humilde, llano, inteligente, perspicaz, versado, cauto, a veces tímido, pero muy osado. Era un muy buen pensador, se le daban bien las charlas íntimas y profundas. Era alguien confiable, estudioso, comprensivo, analítico y varios otros adjetivos más. Puede que Taehyung hubiese simplificado estos adjetivos para describirlo si no le gustara tanto.

La verdad es que Taehyung estaba encandilado por Jungkook desde la primera vez que le pilló en el último pasillo de la biblioteca, pero guardaría aquello como un solo secreto. 

Por otro lado, Jungkook descubrió que Taehyung vivía solamente con su madre, quien lo acogió cuando este decidió irse de intercambio. Su padre se había separado de su madre al encontrar otra pasión. Este, entonces, tuvo la custodia de Kim Taehyung al contar con los recursos suficientes para mantenerlo. Sin embargo, el hijo ya estaba apunto de cumplir la mayoría de edad en Italia, uno de sus lugares de precedencia, por lo que al hombre no le quedó de otra más que dejarlo ir de regreso a los brazos de su madre. Y cuando el chiquillo cumpliese dieciocho, sería completamente libre de otras ataduras. 

El día de hoy era lunes, y Taehyung notó a Jungkook muy callado. Más mudo que otros días.

Entretanto Jungkook paseaba sus ojos por las palabras incrustadas en el papel amarillento, le vio pálido y mucho más enjuto de cara. Vio que contaba con ojeras y se preocupó.

—¿Jungkook? —el chico de la boina alzó la vista— ¿Estás bien?

—Sí.

—No —le cortó, cerrando su libro y acercándose un poco más a su cara—. Me refiero a... ¿En serio que estás bien? —llevó una de sus manos a la mejilla algo hundida y con el pulgar le recorrió la piel— Estás pálido, muy pálido. Como si hubieses visto un fantasma.

—Es que he visto un fantasma —Taehyung abrió grande los ojos al oírle y quitó de inmediato su mano de su piel fría—. Quiero decir... —se rascó la cabeza sobre la boina— He tenido pesadillas. Debe ser solo eso.

—¿Solo eso? —Taehyung no se le apartó. Estaba muy consternado— ¿Qué pesadillas?

Jungkook jugueteó con sus dedos antes de volver a agarrar el libro que había destrozado semanas atrás, escrutándolo con pesadez. 

—Mi familia trabaja haciendo embutidos y otras cosas —farfulló bajo—. Ya sabes: quesos, cremas, salames, leche, huevos... —Taehyung comenzaba a pesquisar solamente recordando la primera vez que pilló a Jungkook con aquel libro en su mochila— Carnes...

—¿Carnes?

Jungkook volvió a bajar su mirada.

—Yo... Él... —tragó forzoso— Mi abuelo quería que trabajase con él todo este tiempo, pero no puedo. No puedo matar a un animal, Taehyung —sus ojos se habían cristalizado ante Taehyung con solo rememorar sus primeros días en Italia—. Él me pedía que ordeñase a las vacas hasta hacerlas enfermar, matar gallinas de un disparo, degollar corderos-

—Basta —le detuvo alzando su palma, parpadeando muy sobrecogido. Si bien él saciaba su gula con alimentos animales, ahora se hallaba en una encrucijada con el tremendo dolor que su amigo dejaba brotar—. Dios... —se echó los cabellos hacia atrás y aclaró su mente— Jungkook, tú... Entonces... —se relamió sus labios antes de verle con las cejas fruncidas— ¿Has comido algo?

Y con la sola mención de comer, a Jungkook le rugieron las tripas.

—Suficiente —Taehyung se puso de pie. Guardó los libros en su lugar y tomó de la muñeca a Jungkook, llevándolo a quién sabe dónde, fuera de esa biblioteca.

Jungkook apenas pudo tomar bien su bolso.

—¿Adónde nos vamos?

—A mi casa —se giró a verle sin detener los pasos—. Mamá cocina muy buenos guisados —le sonrió cálido.

Por primera vez en sus cortos diecisiete años, Jungkook sintió un calor ameno en su corazón. Porque alguien estaba siendo muy agradable con él. 

—🥩—

—No pensé que este guisado de arvejas quedaría mejor sin agregarle la carne, pero me he sorprendido. ¡Ha quedado muy bueno! —se deleitaba la madre de Taehyung, conversando con ambos chiquillos sentados frente a ella, uno al lado del otro en la ovalada mesa— Pero, ¡qué va! Haría todo por complacer a mi visita —dejó reposar sus mejillas, ahora regordetas por acabar de comer, sobre sus palmas—. ¿Qué me dijiste que eras, Jungkook?

—Es vegano, mamá —Taehyung se preocupó por replicarle. De algún modo, Taehyung se fijó que Jungkook tendía a ser más tímido de lo normal con personas que no conocía. Le pareció adorable. 

—Ah, pues... Yo no entiendo mucho de qué va eso, pero eres siempre bienvenido en nuestra mesa.

—En nuestra casa —corrigió el hijo.

—¿En nuestra casa? —la madre levantó una de sus curvilíneas cejas.

—Sí —Taehyung confirmó descaradamente, sin la aprobación de su madre, con obvia gracia—, no quiero que vuelva a la suya —tanto madre como amigo le miraron con sorpresa. ¿Estaba siendo tan descarado en apropiarse de alguien y no dejarlo ir?— Ah, me refiero... Me refiero a que quiero que se quede por hoy —se explicó ante las caras pálidas—. Jungkook no se ha sentido muy bien estos días y quería alegrarle un poco.

—Oh, mi Tae Tae —la madre alargó su mano para pellizcar una de las mejillas de su hijo—. Siempre tan dulce como un caramelo —le elogió para luego soltarle el moflete y dirigirse al muy callado pelinegro—. Bueno, Jungkook. Como Taehyung me habla tanto de ti, te he agarrado un cierto cariño. Así que aceptaré tenerte por hoy en casa.

Jungkook no supo si sentirse agradecido, pasmado, avergonzado o feliz.

—Gracias, señora mamá de Taehyung —se sintió enrojecer—. Es usted muy dulce.

—¡Ah! ¡Pero si es tan mono! ¡Se ha sonrojado y todo, Tae! —su emoción y ternura fue tanta como para dejar su silla y estrechar en sus brazos al flacucho de la boina— Acomodaré la pieza de Tae Tae para que descansen ahí. Tengo un montón de almohadas que puedo prestarles —se frotó las manos con ganas antes de hacer su voz un hilo por la lejanía con la que desaparecía hasta las escaleras.

Taehyung irrumpió en el silencio con una pequeña risita. 

—Es la primera vez que le traigo a casa un amigo —admitió buscando la cara de Jungkook—. Le has parecido muy tierno.

—Es que solo estoy... Inquieto. Es eso, nada más —se dejó opacar por la vergüenza.

—Hm. Como quieras —se levantó de la silla y le extendió la mano, invitándolo a seguirle—. Ven, vamos a descansar.

Jungkook enchuecó la curva de su boca antes de aceptarle la mano. Inseguro se dejó llevar hasta la habitación de Taehyung, donde compartirían risas, anécdotas, sueños y despertares hasta que dieran las siete; hora para el desayuno. A las ocho ya estarían tomando sus bicicletas y partirían directo a la escuela. Los demás les observarían con curiosidad; el callado y el de intercambio andan de mejores amigos. Volverían al ciclo de estudio, receso, zumos de melocotón con una buena lectura, y una vuelta a casa.

Sin embargo, este ciclo se tornaría algo recurrente, y se acostumbrarían demasiado. Tanto así que a Jungkook se olvidaría de su propio hogar. Y es que, irremediablemente, con tantas súplicas del moreno, Jungkook se allegaría en casa de Taehyung a las pocas semanas.

Jungkook se mudó, y la madre de Taehyung no impuso mayor queja. De todos modos, Nonno no rebatiría mucho.  

Nonno ni se afligió. 

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Tags: #bts#taekook