Prólogo: Del cómo decidí ser un badboy.
Prólogo: Del cómo decidí ser un badboy.
No recuerdo muy bien o con exactitud el día o el por qué que Dess me empezó a gustar.
No lo sé, una mañana desperté y ya no veía nada interesante en Madison. No negaría que era bastante inteligente, poética, era lo que se podría decir toda una ratona de biblioteca. Siempre podrías tener algo de qué hablar con Madison Legyns y aunque eso era algo que atraía a bastantes, a mí no. Simplemente siempre estuve buscando la personalidad divertida y ocurrente de Iridessa en Madison pero jamás lo encontré.
Recuerdo que ella era algo como mi mejor amiga cuando teníamos seis o siete. A los doce, nos tocó vivir un verano loco lleno de bromas y sentimientos nunca confesados. De un beso. Supongo que desde ahí supe que la personalidad de Iridessa me atraía y la busqué en quien creía era la chica de mis sueños, Madison.
Iridessa Thompsome era ahora una de las chicas más hermosas de la escuela. Popular, porrista —y no de las huecas—, inteligente, lectora a escondidas, ocurrente, alegre y con ánimos por ayudar. Veía en ella lo que siempre deseé ver en Madison.
Supongo que en muchas historias la cosa se invierte. Tanta sonrisa y amabilidad de parte de Dess siempre me terminarían cansando, y la personalidad astuta de Madison era diferente y más atractiva. Pues no. Para mí la chica de mis sueños era una inteligente porrista pelirroja que en algún momento fue mi mejor amiga y ahora que me gusta, no nos dirigimos la palabra.
Salí de casa faltando diez minutos y alcancé a subir el bus sin tener que correr metros para alcnazarlo y obligarlo a pararse sin tener que gritar que iba a demandarlo por dejar a un pobre estudiante a la interpérie. ¿Interpérie? ¿Quién usa esa palabra hoy en día? Oh, por favor, interpérie es tan común como poder nombrar la tabla periódica al derecho y al revés. Tomé mi teléfono y abrí mi aplicación, Wattpad, donde estaba leyendo un muy buen libro, sin molestarme en ese momento para abrir las notificaciones del capítulo de mi novela de misterio que había publicado el día anterior.
—¡Ehan! —Alzo la mirada de mi teléfono y le doy mi mejor sonrisa a Kyu.
Se las presentaré: Mi hermana Sheidy me presentó a Kyu, prima de Levi Morrison, el esposo de Becky Finnegna. Era fácil coincidir con ella, porque básicamente somos iguales. Ella dice interpérie —¿viste esa, Etanito?—, nombra la tabla periódica al derecho y al revés, le gustan las mismas cosas por las que yo estoy interesado. Supongo que eso nos ha hecho mejores amigos desde que Dess dejó de dirigirme la palabra.
—¡Ey, Kyu! —la saludo con mi mano derecha y al mismo tiempo le señalo el lugar vacío que está a mi lado. Ella se acerca con rapidez y se sienta a mi lado.
—¡Ethan! —vuelve a decir mi nombre, esta vez jadeante y acomodánose su cabello castaño para que no le moleste en sus ojos—. ¡Tienes que subir capítulo ya de "How a spy thinks"! —me ordena y suelto una carcajada.
—¿Tú también?
—¡Claro! —afirma ella, sonriéndome completamente—. Soy tu mayor fan. Debes complacerme y lo sabes —hace un pequeño puchero que me hace volver a sonreír.
—Oh, cállate —le revuelvo un poco su cabello marrón—. Tendrás que esperar para saber, como los demás —le digo, con un atisbo de suficiencia en mi voz y ella me hace una pequeña mueca que encuentro adorable—. Te ves linda cuando te molestas, así que no creas que con eso te diré lo que sucederá.
Se cruza de brazos, haciéndose la molesta y de reojo puedo ver cómo un pequeño sonrojo inunda sus mejillas, que ella trata de ocultar con su cabello marrón. Sonrío para mí mismo y sigo concentrándome en mi lectura, igual que ella.
Cuando el bus llega a la escuela, acomodo mi mochila y bajo al lado de Kyu a la escuela. Tomo una respiración antes de volver a posar mi mirada en la escuela. Tormento para muchos, escapatoria para otros. Si tuviera que definirlo yo, diría que me gusta. Es decir, soy realmente bueno en... cualquier materia en realidad, pero tampoco es como que viviría en la esucela si pudiera hacerlo. Vengo porque tengo que venir y no me quejo. Kyu, por otro lado...
—De nuevo lunes —farfulla y se acomoda las correas de su mochila rosa pastel.
—No será tan malo, Kyu —le digo yo, pasando un brazo por arriba de sus hombros. Ella alza un poco la mirada para mirarme.
—¿Por qué lo dices? —pregunta, entredientes. Los lunes no ponen de buen humor a nadie.
—Prometo mostrarte el capítulo hoy en el receso, ¿bien? —le susurro en su oído. Veo la sonrisa exapanderse en su rostro y eso me hace sentir increíblemente aliviado—. Sólo anímate, ¿sí? —Me separo de ella, quien ahora parece más radiante a cuando vio la escuela.
—A pesar de que matemáticas a primera clase es odioso, aguantaré por ti, eh —me da un pequeño puñetazo amistoso en mi hombro derecho. No me mueve, pero ella sonríe—. No me falles, niño.
—¡Aish! —me quejo, pero ella ya está alejándose—. ¡No soy un niño!
Escucho su carcajada cada vez más lejos, hasta que ya no puedo ver su cabello marrón. A mí, por mi parte, tenía química a la primera clase. De las pocas que compartía con Iridessa Thompsome. Camino a paso rápido a la clase, acomodándome mi cabello en el camino y entro al aula tratando de mostrar una sonrisa relajada y despreocupada. Me siento en mi lugar de siempre y lo primero que hago es buscar un cabello rojo en el aula.
Ella está a dos lugares más adelante que yo, lista para la clase. Iridessa tiene un cabello naranja, él de ella no es rojo, es naranja y unos preciosos ojos verde avellana que contrastan con su piel pálida. Como siempre, lleva su uniforme de porrista que resalta su hermoso cuerpo y sin falta, su enorme sonrisa que parece tirar chispas.
Lo siento, a mi cliente le salió su escritor-poeta interior. Vamos, es mi faceta más encantadora. Encantador tu trasero. Eso también lo sabía. ¡No puedo con él! ¡Aiudaaaa!
—Dess —escucho que él pronuncia su nombre y eso se vuelve al instante una molestia. Mis manos se forman en puños y me obligo a ver al chico que acaba de pronunciar esas palabras.
De acuerdo, les presento al siguiente personaje de la historia que llamo vida: Alex Hunders. Cabello marrón oscuro, casi negro, potentes ojos azules, sonrisa matadora según las palabras de mi amiga Kyu, mandíbula firme y personalidad espantosamente odioso. Es el chico malo de la escuela, el rebelde, el que se salta las clases, el que llega en motocicleta con chaqueta de cuero a la escuela. Y por el que Dess se muere.
Si me lo preguntan, no lo entiendo. A ella nunca le gustaron los chicos rebeldes o malos, siempre prefería a los tiernos, nerds y un poco torpes. Es decir, mi condición actual. ¿Cuándo cambiaron tanto sus gustos?
—Hola, Alex —Dess le da una encantadora sonrisa por la que en realidad me muero por recibir yo.
Él sonríe de lado ahora y por poco oigo el suspiro de la pelirroja. Se inclina a su oreja para decirle algo y escucho su risa. No puedo decir que es como la de las demás tipejas de la escuela, su risa siempre será agradable, tranquilizadora y contagiosa. Alex se vuelve, y pasa de ella hasta tomar asiento en el último asiento del aula.
La profesora entra y es entonces cuando incia su clase. Clase a la que no puedo prestar atención porque sólo puedo quedarme viendo la cabellera de Dess, esperando que voltee en mi dirección y me dedique unas de esas sonrisas que me daba cuando éramos niños.
No lo hace.
Como siempre.
. . .
La tercera clase no las dan libre por la inasistencia del profesor de filosofía, así que voy a mi refugio en la escuela: la biblioteca, esta vez porque tengo que sacar un libro de poesía que se supone, necesitaremos en la clase de literatura.
Al llegar, saludo a Marlyn, la bibliotecaria, que ya me conoce porque siempre vengo a este lugar para quedarme en una esquina leyendo y leyendo. Mi mirada pasa con velocidad por los estantes de la biblioteca, sin la necesidad de posarse mucho en un libro específico, para ver el título. Sólo una mirada de reojo y puedo leer toda la portada y gran parte de la contraportada. Cuando ubico el que necesito, lo tomo y salgo del pasillo, para escuchar una corta risa en el pasillo siguiente.
Es la risa de Dess.
Volteo a mis alrededores y para mi sorpresa, la biblioteca está prácticamente vacía, así que tomando el valor que no había reunido desde que le pedí que me pasara el lápiz que había tirado a propósito, me acerco. De nuevo escucho su risita.
¿Qué está haciendo?
Asomo mi cabeza por el pasillo y la encuentro sentada en medio del pasillo con un libro en sus manos y una inborrable sonrisa en sus labios. De nuevo, con sólo una mirada de reojo, puedo ver el título: Delirium.
—¿Dess? —es lo primero que digo. Se detiene de pronto, sus hombros tensándose. Quizá no me hable más, pero sé que ella sigue reconociendo a la perfección mi voz.
Cierra el libro a la velocidad de la luz y con las manos hábiles de una chica que ama las ilusiones ópticas, esconde el libro entre los estantes. Claro, no hay muchas cosas que puedas esconder de mí, así que tomo nota mental de buscar el libro más tarde.
Entonces, alza la mirada.
Sus ojos verdes me quitan el poco aliento que me quedaba y sus labios están firmes, sin rastro de alguna sonrisa.
—Ethan —dice ella mi nombre sin ninguna emoción en su voz. No soy capaz de identificar nada.
—Lo siento —me apresuro con mis palabras, teniendo cuidado de no tropezar con ellas—. Escuché una risa y me acerqué a ver quién era.
—Oh, sí —ella se levanta del suelo y se desenpolva la parte trasera de su pantalón, más como una costumbre que una necesidad—. A veces vengo a la biblioteca para leerme... digo, reírme conmigo misma —me da la más corta y breve de las sonrisas, pero es suficiente para mí.
Ella está nerviosa. Lo sé porque cuando era pequeña siempre revolvía las palabras de una oración cuando estaba verdaderamente nerviosa.
—Todos lo hacemos —meto mis manos en mis bolsillos, a propósito, para que ella se dé cuenta de que, como yo, también estoy verdaderamente nervioso.
Eso parece aliviarla. Se ha dado cuenta.
—Bien, supongo que me iré —dice, levantando su mochila del suelo. No sé qué más decir, así que me quedo en silencio, regañándome a mí mismo—. Por cierto, Ethan —se detiene en medio del pasillo y gira hacia mí, su cabello girando con ella—. Me encontré con tu libro en wattpad. Creo que escribes increíble. Deberías subir capítulo pronto. —Esta vez me da la más grande sonrisa que me ha dado desde que éramos niños y siento que si camino hacia adelante o hacia atrás, caerá porque mis piernas parecen gelatina en estos momentos.
Ella lee mi libro. No es sólo el hecho de que a ella le sigo importando lo suficiente como para ver lo que me gusta y lo que no, sino que además me reconoció en wattpad, cuando lo único que digo es mi nombre y mi edad. Nadie en esta escuela podría identificarme si no me conoces lo suficiente.
Y ella lo hace.
Aunque quizá no se refleje, Dess todavía me recuerda y me tiene cariño. Se acuerda de mí con una sonrisa y eso debería bastarme por ahora. Pero no lo hace. Los recuerdos de mi infancia con ella, combinados con los actuales, provocan una avalancha de deseo hacia ella. Algo que no se puede describir con palabras, a pesar de que traigo la escritura en mi sangre.
Quiero estar al lado de ella, abrazarla, sonreírle, hacerla reír, besarla... Dios, me muero por besarla. Qué no daría porque las cosas fueran como antes.
Qué no daría por ella ahora.
Nada, en realidad no hay nada. Supongo que esa fue una de las causas por las que decidí que perder mi propia dignidad convirtiéndome en un buen badboy era una buen plan.
* * *
El prólogoooo de la historia de Ethan. Como se han dado cuenta es amor puro, no sé qué pasa por la cabeza de Dess que no le hace caso -.- Vamos a darle un golpe a la chica para que reaccione, ¿bien?
Déjenme lo que opinan de la novela por el momento, sé que es poco pero me he esforzado, ah, ah.
Les dejo a la hermosa Dess en multimedia, es de Ucrania creo la modelo, pero creo que está preciosa.
Faniela, fuera.
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