Capítulo 3: Stalkear por Instagram a tu ex.
Capítulo 3: Stalkear por Instagram a tu ex.
"'Cause I hear he's got his arm 'round a brand-new girl
I've been pickin' up my heart, he's been pickin' up her
And I never got past what you put me through
But it's wonderful to see that it never phased you
-Mr. Perfectly fine, Taylor Swift".
Nosotros los humanos tenemos ese sentimiento tan extraño cómo querer saber si nuestro ex pareja está pasándolo igual de mal que nosotros. ¿Estará triste? ¿Estará llorando? ¿Me extrañará? ¿Se acordará en momentos randoms del día de mí y se sentirá mal? ¿Se arrepentirá? ¿Qué recuerdo le duele más? Entonces, ¿sí la está pasando mal?
Encontramos una turbia satisfacción en descubrir que, sí, en efecto, lo están pasando mal. Y cuando no, cuando nuestra pareja está subiendo fotos en las que sale muy feliz, cuando sube fotos de que sale con sus amigos, cuando nos lo encontramos en persona y está riéndose como si nada, nos duele. Nos molesta.
¿Estás muy feliz ahí mientras yo estoy pasándolo tan mal?
¿Por qué nos sentimos así? ¿Por qué queremos saber si la otra persona está sufriendo? ¿Es que estamos enfermos?
Pues, sí. Déjame decirte. Un corazón roto es casi lo mismo que estar enfermo".
—Honestamente, no, no. No puedo. Tengo cosas qué hacer. Lo siento.
Luka me observó unos 3 segundos con la cabeza ladeada, como si no entendiera qué acababa de pasar.
—¿Me estás rechazando?
Me rasqué la mejilla, un poco incómoda. Ijuellas, si lo decía de esa forma sonaba demasiado formal...
—Eso parece...
—Auch.
—No fue para tanto. Apenas nos conocemos de un día.
Luka hizo un puchero, pero pareció entender mi punto. Al final, terminó encogiéndose de hombros, luciendo bastante despreocupado por el rechazo aun así.
—Nos vamos a volver a topar —comentó con una sonrisa socarrona.
A llorar al río.
—Lo estaré esperando.
—Dios guarde.
Los dos coreamos eso al mismo tiempo y nos quedamos viendo. Luka explotó en carcajadas y yo me quedé de pie, mirando cómo se reía. Parecía que le habían contando el mejor chiste de su vida.
No pude evitarlo.
—Bueno, pero tampoco te vayas a aplicar un Crisipo y te mueras de la risa de tu propio chiste —farfullé sintiéndome cohibida por alguna razón.
Y, por un motivo que no alcanzaba a entender, Luka se rio todavía más fuerte. Estaba llorando de la risa; incluso tuvo que apoyar su mano en la columna, porque no podía tomar aire como era correcto. Ya empezaba a hacer ruidos como los de una foca mientras yo estaba ahí, impactada de que yo estuviera haciendo reír tan fuerte a una persona.
¿Apoco yo podía hacer eso?
Un calor subió a mis mejillas.
¿Debería empezar a considerar los stand-ups?
—¿Qué clase de —tomó aire— malísimo intento de broma —tomó más aire— fue ese, Ferb? —Tomó aire por última vez.
El calor en mis mejillas se intensificó. Quería que la tierra me tragara y me escupiera en HAT-P-7b.
—¿Qué es HAT-P-7b? —inquirió, curioso. Al parecer, el ataque de risa había cesado, pero todavía tenía una sonrisa de oreja a oreja y una pequeña tos.
Parecía un viejo.
Luego caí en cuenta.
—¿Lo dije en voz alta?
—Pfff. —Estuvo a punto de empezar a cuacuaraquearse de nuevo de la risa, pero lo detuve.
—Es un planeta. Investiga —le ordené, en un intento de que mi lado mandón y exigente lo sacara de la nube en la que siempre andaba riéndose de mí.
Sí, eso era lo que se necesitaba. Solo tenía que imponer mi lado duro y difícil. Él se cansaría y se daría cuenta que no se podía meter conmigo.
Enderecé la espalda y alcé el mentón.
—Bueno, me retiro.
—Pfff. "Me retiro" —hizo un intento burlón.
Maldita sea, ¿por qué no podía dejar de sonrojarme?
Ni siquiera quise contestar, porque corría el verdadero riesgo de decir otra tontería y ya me había humillado suficiente por el día con este chico. Creo que no me había humillado tan épicamente en toda la universidad hasta que me topé con este castaño de ojos burlescos.
Así que, como valoraba mucho mi dignidad, me di la media vuelta y empecé a caminar hacia vete tú a saber dónde, porque ni siquiera me había fijado en cuál era mi segunda clase, mucho menos dónde estaba.
—¡Nos vemos pasado mañana, Ferb! —gritó Luka detrás de mí.
¿Pasado qué? ¡¿Pues cuántas veces a la semana iba a tener la clase con la señora Pons?!
. . .
Ese mismo día, por la noche, me encontraba mirando fijamente mi laptop, como si fuera a darme la respuesta a todos mis problemas ese documento en Word en blanco.
Había puesto mi modo paranoia de la limpieza activada, pensando que eso podría despertar un poco mi curiosidad, pero ¿a quién engañaba? Yo, Hannah Roché, era muchas cosas, pero creativa no era una de ellas.
Llevaba veinte minutos viendo el documento en blanco. De hecho, había limpiado tan bien mi PC que hasta podía ver mi reflejo, con cara de frustración incluida y toda la cosa.
Marisol, mi editora en el periódico, me había dado hoy como límite para decidir de qué trataría mi nueva columna. Era el último año. Tenía que ser una columna que revolucionara el mercado, que la gente de verdad leyera, sobre todo si quería aplicar para un buen periódico en el país justo después de graduarme.
Era difícil, pero con un buen "bum" en el último año, lo podía lograr.
Pero. Para. Eso. Necesitaba. Una. Idea.
—¡AHHHHHHH!
Daba gracias que, Mel, mi compañera de cuarto, estaba en la lavandería y podía gritar a gusto.
Sintiéndome completamente aplastada por la presión y el bloqueo, terminé estirando la mano y agarrado mi celular para quitarle el modo avión.
Cuando tenía que escribir, redactar algo o hacer tarea, solía poner el celular en modo avión, así no me interrumpiría ninguna notificación de Instagram, Whatsapp, Facebook, Pinterest, yo qué sé, tantas co...
No tenía ninguna notificación. Ni una.
—Auchis.
Quité el internet. Seguro estaba fallando, pero ya con los datos móviles entrarían las noti...
Nada.
—¡AHHHHHHHHHHHHHH!
Este día no podía ir peor.
Entré a whatsapp y vi que, en efecto, no había ningún chat nuevo. Yo había contestado a todos los últimos chats y la mitad de ellos estaban palomeados en azul, y la otra mitad ni siquiera sabía si me habían leído o no.
Bueno, esto es deprimente. De verdad que estaba muy sola.
Realmente, mi única amiga era tal vez Mel. Compartía cuarto con ella desde hacía un año, que hubo algunos cambios en las habitaciones de Brown. Era un rayito de sol, hablaba demasiado y lloraba seguido, pero hasta todo, era muy buena amiga. Leal, eso sí. Marisol, Beth y Samantha podrían ser también mis amigas, pero las cosas a veces eran raras con ellas por el carácter tan fuerte de Marisol y cómo chocábamos tan seguido.
Y mis amigas de la preparatoria... Suspiré, un poco triste. No es como que me haya quedado tanto tiempo para pasar tiempo con amigas si lo único que hice en último año fue tratar de olvidarlo a él y estudiar como una maníaca para poder quedar en Brown.
A veces sí que me gustaría. Tener amigos. Tener a alguien a quien llamar en la noche, contarle mi día, que me escuche si me siento mal.
La payasada, no es como que yo suela decir cuando me siento mal.
Pero aún así, sería lindo que tal vez...
Estaba a punto de caer en un espiral de tristeza y depresión cuando —¡POR FIN! — entró una notificación de Instagram al celular.
Me lancé a ella como un animal muerto de hambre.
Un humano muerto de necesidad de atención. Siuup.
"@lukka.archer ha solicitado seguirte".
Ora, ese nombre. Luka. Archer. ¡Ay no, ese niño otra vez no!
De todas las personas que me pudieron mandar solicitud. De todas las notificaciones que pude haber recibido. ¡Tenía que ser la de aquel burlón!
Cliqueé la solicitud y me quedé meditando un momento. Inmediatamente después, entré a mi perfil. Al de él qué, el mío.
Tenía 5 fotos publicados, una buena foto de perfil y algunas historias destacadas. Estaba orgullosa de la remodelación de mi Instagram, del que realmente se había dedicado Mel.
Vi mis seguidores. 199.
Oh por Dios. Me faltaba 1 para llegar a los 200.
Regresé a la solicitud de amistad.
No quería; ese chico era muy enfadoso, pero...
200 seguidores.
1 más para los 200 seguidores.
Oh por Dios. ¡Qué decisión tan difícil!
Me quedé 4 minutos esperando que entrara otra solicitud de amistad, pero nunca llegó. Maldije a todos los mangos conocidos. ¡¿Nadie quería enviarme una solicitud ahorita?!
Terminé aceptándola en un bajo momento de impulso y sentimiento de soledad. Me iba a arrepentir después.
Regresé a mis seguidores, viendo que ahora aparecía un 200. Bueno, al menos ahora tenía más aprobación de esta tonta red social.
Sonreí.
Después de vaguear un rato por Instagram, terminé en mis seguidores otra vez. Intenté detenerme, de verdad lo intenté, pero los sentimientos de soledad de ese día eran demasiado fuertes. Y tenía tanto que no lo hacía, y yo de verdad tenía curiosidad sobre si...
Escribí el usuario en el buscador antes de poder contenerme y cliqueé su perfil.
Eidén Armstrong.
Tenía 935 seguidores. Muchas historias destacadas. 22 publicaciones. Muchísimos likes.
Sentí que me hice pequeña en mi silla.
Su última publicación era de hacía un mes y medio. Estaba posando con ropa de invierno sobre unos edificios famosos de Nueva York, con una gran sonrisa en sus labios. Estuve tentada a ir a los comentarios, pero sabía que no podía con la depresión que seguramente me iba a pegar, así que me detuve.
Parecía que le estaba yendo bien.
Él estaba allá, disfrutando y triunfando en Nueva York, y yo aquí, devanándome los sesos por una idea para el periódico escolar, luchando contra sentimientos de soledad y stalkeando el perfil de mi ex novio, como si fuera 3 años antes, cuando todavía no lo podía superar.
Superar.
Superar a mi ex novio.
Superar.
Un corazón roto.
Superar un corazón roto.
Como la pastilla.
Excepto que esa no era la forma correcta de superar un corazón roto.
¿La mía lo era?
Pues, no te lo aseguraría. Eran las 10:36pm de un lunes y yo estaba en pijama stalkeando a mi ex novio en Instagram.
Pero... Tal vez la gente quisiera escuchar un poco de eso. Un poco acerca de superación ¿no? De entendimiento...
Unas palabras confort entre tanta mentira sobre una droga para ignorar los sentimientos típicos de una ruptura.
Sintiendo una clase distinta de motivación, abrí el documento de Word de nuevo.
Tenía una idea para la columna.
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