Capitulo 4: Esmeralda.
Era medio día y el pecoso no había podido ir a la casa del árbol para buscar la manta y su ropa interior, puede que ese día no alcance a lavarlos. Estaba ocupado reparando una moto acuática que habían dañado los niños ricos y para peor, fue el motor.
Apenas había salido de su habitación temprano para buscar algo de comer en la cocina, ni siquiera pudo llegar a ella ya que fue arrastrado por alguien y le dijeron que debía reparar el aparato. No pudo desayunar y no había comido nada en todo el día, su panza sonaba desde hacía un buen rato pero se calmaba cuando se concentraba en el motor que tenía que arreglar.
Así que, allí estaba, con grasa negra hasta en sus ojos, sus brazos y sus manos tendrían que pasar por un intenso lavado con mucho jabón de limón para poder quitar todo. La suciedad no era algo que lo molestara mucho, pero su tiempo de calidad en el bosque se había perdido.
Lo peor de todo era el ruido, la orilla del lago estaba llena de estudiantes medio borrachos, jugaban en el agua, gritaban, reían y utilizaban pequeñas lanchas y motos para andar de un lado a otro en la gran piscina de agua natural.
Izuku era alguien a quien le gustaba la tranquilidad y escuchar los sonidos a su alrededor, sin embargo, odiaba el bullicio de la gente. Y estar allí era una de sus peores experiencias, bueno, al menos nadie lo nota y no lo molesta, pero quizás también sea la razón por la cual hace todo con menos ganas y dura más tiempo reparando ese apartado.
El pecoso suspiró profundamente y se cambió de posición para quedar sentado frente al lago, el pasto en ese lugar era suave y no había tierra con la que ensuciar más su ropa. Izuku odiaba el hecho de que siempre él perdía su cosas por culpa de esos niños ricos, la mancha de la grasa era difícil de quitar.
Su pantalones un poco holgados se arruinaría, en parte estaba triste por eso. Solo salió de sus pensamientos, en los cuales se lamentaba por su ropa, cuando escuchó algo en el agua, estaba en un sitio algo alejado de los demás porque necesitaba por lo menos algo de espacio para trabajar, pero tenía una buena vista de todo lo que ocurría en el agua.
Una carrera de motos acuáticas se estaba haciendo en el lago, e iban bastante rápido al extremo en el que estaba el pecoso. Pero lo que le llamó la atención no fueron las motos exactamente. Sino que, una soga grande fue jalada haciendo un sonido metálico del extremo que estaba atado con cadenas a una viga de metal.
Sobre el lago, al extremo al que se dirigían las motos, de orilla a orilla una línea tensa sobre salía un poco en la superficie del agua. Izuku se dio cuenta de lo que era inmediatamente.
"Es una red y ellos van directamente hacia ella"
Ni siquiera había terminado de pensar en ello cuando miró como las motos se enredaron en la malla, de alguna forma se estrellaron entre sí y dos de los tres pilotos cayeron al agua, el quedó sujetado a su moto le dio sin querer a toda la velocidad.
El último piloto también terminó por caerse cuando perdió el control de la moto, los demás que estaban fuera del agua y los de las lanchas quedaron en silencio, entonces, un grito histérico y lleno de terror se oyó.
Y el Omega supo la razón, una gran mancha roja empezó a crecer cada vez más, varios se tiraron al agua para rescatarlos e Izuku solo dejó las cosas en su puesto y caminó despacio hacia la orilla del agua para mirar con más detalle.
Los heridos fueron sacados del agua, más bien, sus cuerpos sin vida. Un beta tenía un gran corte en su cabeza, Izuku podía ver casi un palmo de su cuero cabelludo colgando mientras la sangre salía ensuciando todo el suelo.
Uno de los dos alfas tenía grandes cortadas en su pecho y en el cuello, los cortes desordenados y la carne en jirones hacía saber que la hélice de las motos podían ser más afiladas de lo que se cree.
El beta y el alfa estaban muertos, hacían un gran río de sangre que se unía al agua del lago por la inclinación de la orilla. Sin duda, una gran escena de película para Izuku, todo ocurrió tan sorpresivo y de un momento a otro, nadie se lo esperó.
—¡Los mataste Naoki! ¡Mira lo que hiciste! —un beta exclamó horrorizado, incluso algunos omegas cayeron al suelo desmayados al ver el estado de los cadáveres.
—¡No fue mi culpa! —chilló el único alfa sobreviviente, había salido casi ileso, solo tenía un golpe en uno de sus brazos de cuando se cayó de su moto—, ¡¿Cómo iba a saber yo que estaba la red ahí!? ¡Quién la dejó es el culpable!
—Voy a llamar a la policía —una beta tomó su celular para marcar el número de emergencia, sin embargo, Naoko fue más rápido y se lo quitó para tirarlo al agua.
—¡No!, ¡No vas a llamar a nadie, no iré a la cárcel por algo que no es mi culpa! ¡Hay que entregar a la persona que dejó la red en el agua! —dijo el alfa y los demás comenzaron a pelearse entre sí, todos dijeron que no pusieron la red, pero obviamente alguien tuvo que haberlo hecho.
Al final el culpable no salió y nadie llamó a la policía, tenían miedo de quedar como sospechosos e ir a la cárcel, después de todo, el padre del alfa era un abogado reconocido y el padre del beta era hijo de una empresa importante de electricidad.
Estaban seguros de que si ellos se enteraban no iban a salir bien parados de ninguna forma. El ambiente se puso algo tenso, pero los que no sabían nada de lo que ocurría y estaban dentro de la mansión seguían bebiendo y bailando con la música que ponían.
Izuku regresó a la mansión, caminó un poco conmocionado por los pasillos de regreso a su cuarto. Ver ficción era algo muy diferente a la realidad, de verdad que muy diferente, porque en una película todo es actuado y fuera de la pantalla el dolor y el miedo es real, además de que nunca había un héroe que se besaba con la chica de sus sueños al final de la historia. No, lo que pasó hace un momento fue un accidente de verdad que acabó con la vida de dos personas.
—¿Alguien ha visto a Jumetsu? No sé nada de ella desde ayer en la noche —una voz femenina preguntó, Izuku se detuvo y la miró.
Ella era una de las amigas de Toga, la que había dicho que le quitaría a Dabi si se descuidaba, y Jumetsu era la omega que habló mal de su cuerpo y sus pecas.
¿Ahora ella había desaparecido?
Lo único que sabe de ella es que sus padres tienen buenas empresas de moda y accesorios. Ella sería la heredera de eso y siempre se la pasaba rodeada de otros, le gustaba tener la atención por su ropa exclusiva que ni siquiera había salido a la venta, le encantaba presumir.
Podría ser que se haya perdido en el bosque, o que estuviera borracha en alguna habitación de la mansión, de todos modos a Izuku no le importaba lo que ella hiciera no. Siguió su camino a su cuarto.
El pecoso se dio una larga y deliciosa ducha para quitarse del cuerpo todo el sudor y además lavó bien sus manos para quitar la grasa en ellas. No podía evitar cerrar los ojos y ver en su mente la sangre y la heridas de los que tuvieron el accidente.
¿Qué se sentiría tocarlos?
Pasar las manos por los cortes abiertos cuando la sangre siguiera saliendo.
Seguramente eso sería algo increíble, le hubiera gustado hacerlo, sin embargo, Izuku sabía que era algo que no debía de hacer, ni siquiera debe de acercarse un poco.
No quería que a alguien se le diera la grandiosa idea de utilizarlo como el archivo expiatorio y culparlo de todo para que los demás queden libres de juicios y problemas. El pecoso sabía que ellos podrían hacer eso, porque entre ellos mismos estaban a un nivel igualitario, pero Izuku estaba a un nivel mucho más bajo que el resto en ese lugar.
Cuando acabó su ducha, Izuku salió del baño y buscó ropa para vestirse, pantalones holgados que le llegaban hasta las rodillas, una sudadera grande con capucha y su ropa interior. El pecoso se sentó en la orilla de su cama mientras se secaba el cabello con una toalla.
Miró que sobre su mesa de noche estaba uno de sus libros de terror abierto y boca abajo, le pareció extraño ya que nunca ponía sus libros de esa manera, soltó la toalla y la dejó sobre sus hombros.
Tomó su libro con cuidado para no arrugar ninguna página y lo cerró, sin embargo, abrió sus ojos completamente sorprendido al notar un brillo que no estaba antes sobre su mesa. Había un hermoso collar, con pequeños diamantes a los lados y una hermosa esmeralda en el centro.
—¿D-de donde...? —murmuró el Omega para sí mismo mismo la pregunta sin terminar, notó que al lado del collar había una pequeña nota, al abrirla y leer lo que había en ella no pudo evitar sonrojarse.
"Ni todas las esmeraldas juntas en un solo sitio pueden hacerle comparación al brillo de las que tienes por ojos, te doy un pequeño obsequio de mi primera cacería. Pronto tendrás aún más que yo te daré.
Te estaré cuidando, mi ninfa del bosque.
K.B."
Le habían dejado un regalo en su habitación, alguien entró en su habitación sin su permiso. Además, reconocía ese collar, ese collar era nuevo y el que Jumetsu estuvo presumiendo hace un par de días, de verdad era hermoso.
Cacería.
Izuku tomó el collar con cuidado entre sus dedos delgados y lo acercó a su rostro, no pudo evitar ronronear, el collar estaba bañado en un aroma a especias tan embriagador. Era picante y fogoso, acercó el collar a su rostro y se frotó en el un poco.
Se levantó de la cama y caminó hacia el espejo que tenía en la habitación, se colocó el collar con cuidado y se miró en todos los ángulos posibles. Estando en su pecho, el aroma que estaba impregnado en el collar llegaba directamente a su nariz.
—Me encanta —ronroneó de nuevo, parecía un cachorro al cual su madre le compraba un juguete nuevo.
¡Pero no podía evitarlo!
Esa sensación de adrenalina y algo de miedo que se revolvía en sus entrañas, lo que pasó en el lago, la desaparición de Jumetsu y que ahora su collar haya aparecido en su habitación junto a una nota de amor.
Como el inicio de sus películas de terror, tiene que serlo, alguien, o algo, estaba entre ellos, pero lo más sorprendente era que ese desconocido dejó en su habitación un regalo. Parecía que lo quería cortejar, puede que solo sean sus ilusiones, pero ya era muy tarde para echarse atrás.
Izuku quería ver hasta dónde llegaba todo eso.
(...)
—¡Por favor! ¡Yo no te hecho nada! —Jumetsu chilló y rogó, su cuerpo dolía, podía sentir cómo las partes en la que su carne estaba expuesta latía de dolor.
No quería más ese sufrimiento, lo había estado sintiendo desde la noche, había salido solo un momento para fumar marihuana y en solo un parpadeo alguien la noqueó. Cuando despertó estaba allí, atada de una incómoda cama de metal, sus muñecas y sus pies eran apretados de forma dolorosa para que no se pudiera mover.
Y como si eso fuera poco, a él le gustaba verla llorar y gritar de dolor, de alguna forma no había muerto, pero cortaba su piel a pedazos con una sierra manual sin nada de anestesia. Podía sentir como el metal llegaba a su hueso y lo cortaba poco a poco.
Llegó a desmayarse un par de veces, pero después volvía a despertar por algún otro dolor aún más fuerte. Sus uñas fueron arrancadas con pinzas y cortadas, sintió a la perfección como los huesos de sus dedos se desprendieron de sus manos.
Era tan doloroso, estaba llena de sangre, el olor a hierro de la sangre en el suelo que se espesa por las horas le daban ganas de vomitar. Pero no podía hacer más que llorar y rogar, como en ese momento, en el que él se le acercó.
Sus ojos rojos la miraban con tanta frialdad y rencor, parecía que era un volcán a punto de estallar. Pero no podía reconocerlo, tenía una máscara de tigre con dientes sobresaliente y enormes, pero era un alfa, de alguna forma podía oler las especias cargadas en el aire.
Sin embargo, saber eso no ayudaba en lo absoluto. Él pareció haber traído un balde, se acercó y le miró de arriba abajo, se fue un momento, cuando regresó. Jumetsu abrió sus ojos con miedo y horror al ver una cuchilla en su mano.
No pudo moverse, no pudo hacer nada cuando el alfa pasó la cuchilla sobre su abdomen, desde su estómago hasta su pelvis, ella solo pudo gritar de dolor y llorar.
Lo peor vino cuando la abrió, desgarrando sin cuidado alguno su carne.
Al estar abierta y sus instintos a la vista, él se agachó para agarrar el balde, lo volteó dejando caer su contenido sobre su panza abierta. Eran bolas de grasa amarillo y parecían tener sal u otra cosa, pues todo por dentro le ardió de una manera que jamás imaginó.
Jumetsu ya no podía más, sentía como sus ojos se cerraban, la incidencia llegaba a ella por fin, después de tanto dolor. Sin embargo, antes de ir hacia la oscuridad, la omega pudo sentir como el alfa se agachaba a la altura de su oído.
Su voz escalofriante y lo que dijo le hizo soltar más lágrimas aún.
—¿Ahora quién es la que está deforme y llena con rollos de grasa?
(...)
No lo había subido antes porque no tengo señal, son las 5;19 am y estoy esperando carro para ir a mi colegio. También le estoy robando WiFi a un vecino 🤗✨
Espero que no haya errores ortográficos y que les guste.
Zaorycast.✨✨
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