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Batalla de la Vuelta de Obligado (una victoriosa derrota)

Por Nathivo


Cuadro: Manuel Larravide (1871-1910) - Enciclopedia Historia Argentina

Armamento anglo-francés

- 11 naves de guerra, a vela/vapor, con cañones de alta potencia de fuego y de largo alcance, armas de metralla a bordo y cohetes Congreve (alcance efectivo/explosivo aniquilador de 3 kilómetros).

- 880 soldados preparados y entrenados entre franceses e ingleses (aliados).

- 1 yunque, un cortafierros y una maza (trascendente en el desenlace).

- Mucha munición (granadas, incluso).

- 100 naves mercantes venían a unos kilómetros atrás para abrir el mercado internacional en nuestros puertos del río Paraná (a la fuerza, claro).

- Tecnología de guerra muy avanzada y superior a la patriota de la época.

Armamento del ejército argentino (patriotas)

- 4 baterías de cañones en tierra (entre 20 y 30 cañones antiguos en total).

- 2000 hombres, en su mayoría gauchos y soldados del Regimiento de Patricios.

- Fusiles de avancarga con fulminante (y bayoneta) que tenían una cadencia de menos de 2 tiros por minuto y un alcance efectivo del disparo de 50 metros (paupérrimos).

- Poca munición.

- 3 cadenas gruesas apoyadas sobre 24 barcazas (botecitos) amarradas a cada lado de la costa del río.

- 1 bergantín de guerra a vela (El Republicano), prendido fuego luego por el propio marino Tomás Craig (irlandés nacionalizado argentino) al mando del barco, para evitar la toma enemiga.

- Algunas barcazas acompañando (2 o 3) que luego se prenderían fuego y se enviarían contra los buques enemigos (sin resultados, ni bajas enemigas).

- Mucho "huevo" patriota y nacionalismo.

Campo de batalla

Croquis del desarrollo del combate donde puede observarse la ubicación de las baterías argentinas y la curva del río Paraná.

Contexto histórico/político de la época

En 1845, el general Juan Manuel de Rosas gobernaba por segunda vez la provincia de Buenos Aires, mientras Uruguay se encontraba en medio de una guerra civil entre los caudillos Manuel Oribe y Fructuoso Rivera. Oribe acudió a Rosas, buscando apoyo para recuperar el gobierno que había perdido ante Rivera, quien era ayudado por Brasil; a lo demandado por el nacional Oribe, Rosas accedió con aporte de tropas y armamento. Con esta ayuda, Oribe invadió el Uruguay y sitió la ciudad de Montevideo.

La intervención de fuerzas extranjeras exaltó los ánimos, y motivó que el Reino Unido y Francia intervinieran en el conflicto, apoyando al autodenominado "Gobierno de la Defensa", protegido por Brasil, el Reino Unido y Francia, autoconvocándose como mediadores en el conflicto. Rosas fue intimado a retirar sus tropas, pero rechazó la intimación. Inmediatamente, la escuadra porteña que bloqueaba Montevideo fue capturada por la flota anglofrancesa*.

Si nos centramos en el combate de Obligado, nos encontraremos con una antología dramática de hechos heroicos y hasta anecdóticos, no por ello menos transcendentes: una lucha bizarra de casi diez horas, la valerosa intervención de un ascendiente de cierto economista conocido en los 90's (el teniente de marina Álvaro Alsogaray), la colocación de fuertes cadenas de un lado a otro del río en un vano intento por impedir el avance de los enemigos... Hay color y sentido épico en la gesta, que ha pasado, así, comprensiblemente aureolada, a la posteridad, con halos legendarios.

Es necesario ponerse en época para apreciar la situación. La terrible guerra civil entre federales y unitarios (es decir, entre rosistas y antirrosistas) estaba exacerbada de tal manera, que los segundos no habían vacilado en aliarse contra los enemigos del país en su afán de derrocar a Rosas. Conscientes del apoyo que creían encontrar dentro de las propias fronteras argentinas, los agresores prepararon una gran flota de casi cien barcos mercantes para forzar la navegación por el rio Paraná, acompañados por una escuadra anglofrancesa, temible y bien armada. El escenario del encuentro iba a ser un recodo hacia el norte, cuatro leguas arriba de San Pedro, en el partido de San Nicolás, donde, en el punto conocido como Vuelta de Obligado, el río presenta una serena belleza en sus 700 u 800 metros de anchura y un relieve próspero para una legítima defensa.

El jefe de las fuerzas argentinas (fuerzas patriotas en adelante), era el Gral. Lucio Norberto Mansilla, prestigioso militar que había actuado en las mayores gestas de la patria: las invasiones inglesas, bajo el mando de Liniers, el paso de Los Andes, a las órdenes de San Martín, y la guerra contra el Brasil, también en circunstancias no tan bélicas, pero igualmente difíciles. Había sido gobernador de la provincia de Entre Ríos, justo después de la anarquía del año XX, diputado por el partido Unitario en 1826, y volvió a ocupar una banca hacia 1838.

Ahora, 20 de noviembre de 1845, el viejo guerrero se hallaba ante una de las situaciones más difíciles de su vida. Tenía que impedir el avance de la escuadra más poderosa del mundo sin contar con medios para ello. Había pedido, angustiosamente, auxilios adecuados a Rosas, pero este afirmó no poder hacer nada. Mansilla se limitó a obedecer las órdenes de Rosas y preparó la defensa con lo que pudo.

El cuadro de la situación era abrumador. Los anglofranceses contabilizaban 11 buques de guerra (a vapor) y un centenar de cañones poderosísimos, con proyectiles muy modernos, algunos de los cuales eran desconocidos en estas latitudes. Las fuerzas patriotas tenían 4 baterías formadas con algunos viejos cañones. El Gral. Lucio Mansilla puso en práctica su ingenio (tal y como en las invasiones inglesas, haciendo que las gentes arrojen agua hirviendo (sí, agua, hubiera sido imposible y carísimo echarles aceite hirviendo como se dice en el popular argento). Y como lo describe con animadas palabras un autor: "Como medida más simbólica que efectiva, cortó el paso del río con tres gruesas cadenas, aseguradas en un mogote sobre la costa. Esas cadenas pasaban sobre las cubiertas de 24 lanchones, de costa a costa del río, y se anclaban en la orilla opuesta. Guarnecía las baterías el regimiento de Patricios de Buenos Aires, al mando del Coronel Ramón Rodríguez, de heroico desempeño. Completaban la fuerza una batería de cuatro cañoncitos volantes y dos escuadrones de caballería, uno al mando del teniente Facundo Quiroga, hijo del Tigre de los Llanos. A último momento, llegaron desde San Pedro unos dos mil paisanos, que fueron armados con lo que se pudo y se los colocó en la retaguardia, para que actuaran en caso de desembarco". Y así, con más huevo patriótico que balas, se fueron a defender la Soberanía Nacional.

La Batalla

El combate se inició al amanecer del día 20 de noviembre de 1845, primeramente, con una escaramuza a unos pocos kilómetros aguas abajo del río Paraná, cuando tres lanchones argentinos que patrullaban al río fueron atacados por la artillería de la flota anglofrancesa. A las 08:00 de la mañana, el vapor inglés al mando de Charles Otham comenzó a cañonear las posiciones argentinas sin mucho efecto; pero, a las 10:30, la flota invasora reunida, con su diluvio de proyectiles, comenzó a tener eficacia: con un intenso cañoneo y fuertes descargas de cohetes Congreve sobre las baterías argentinas, comenzaron a menguarlas. El ejército patriota respondió de inmediato, pero estaba en inferioridad de condiciones, ya que contaba con cañones de mucho menor alcance, mucho menor precisión y notable lentitud de recarga, en comparación con las piezas modernas y tecnológicas que poseían los invasores.

Las tropas patriotas los recibieron con un "¡Viva la Patria!" y los sones del Himno Nacional. Al encontrarse la nave capitana francesa de frente a las baterías argentinas, estas abrieron fuego matando en el acto a 28 hombres de dicho buque y dañando seriamente su arboladura. Independientemente del gran ímpetu de las fuerzas patriotas, el intercambio de disparos causó desde un primer momento múltiples bajas en el bando argentino.

Sin perjuicio de la desigualdad de fuerzas, las baterías argentinas logran dejar fuera de combate a los bergantines Dolphin y Pandour, obligando a retroceder al Comus, silenciando el poderoso "cañón de 80" del Fulton y cortando el ancla de la nave capitana (la cual dejó de batallar y se alejó a la deriva, aguas abajo). Era tal el furor con que ambas fuerzas se batían, que en un momento dado Mansilla (sin perder su acostumbrada serenidad) le preguntó a su amigo italiano: "Che, Alberti, ¿qué es eso que echan al agua de aquel barco?", el italiano (luego de mirar a través de su catalejo) contestó: "¡Son corpos ('cuerpos')!".

Luego de horas de combate, las fuerzas patriotas habían agotado gran parte de sus municiones, por lo que su capacidad de respuesta disminuyó considerablemente. Ante el vuelco de las circunstancias, el comandante Sullivan ordenó el desembarco de dos batallones que avanzaron contra la batería sur. El general Mansilla ordenó la carga con bayoneta. Mientras encabezaba la carga, fue herido de gravedad en el pecho (con rotura de una o dos costillas) por una salva de metralla. El coronel Juan Bautista Thorne lo reemplazó en el comando de la artillería, mientras que Rodríguez asumió el mando autónomo de sus fuerzas de caballería. Thorne perdió casi por completo la audición por una explosión de granada muy cercana durante la gresca.

Con la considerable disminución en los disparos de la escuadra patriota, los atacantes volvieron sobre las cadenas, encabezados por el buque Firebrand y, a mazazos sobre un yunque y con un cortafierros, lograron cortarlas. Tras varias horas de combate, fuerzas de infantería (principalmente francesas) desembarcaron en la costa, atacando la batería argentina, que perdió 21 cañones en poder del enemigo. Al no poder transportarlos, los invasores los inutilizaron. Pero, cuando pretendieron sostener su posición, las fuerzas desembarcadas fueron atacadas por la caballería del coronel Ramón Rodríguez, que las obligó a reembarcarse en forma temporal, aunque cedió ante un segundo ataque (esta vez de marinos franceses e infantes de marina británicos), que fue más eficaz y donde los enemigos lograron tomar posición.

También se perdió El Republicano, único bergantín de la resistencia patriota, que fue volado por su propio comandante, el marino Tomas Craig, ante la imposibilidad de defenderlo y para evitar la toma enemiga.

Alrededor de las 19.00 horas, luego de casi 10 horas de lucha empedernida y totalmente despareja, el ejército patriota se quedaba sin municiones y con una larga lista de muertos y heridos, ordenaba la retirada. Finalmente, los anglofranceses consiguieron forzar el paso y continuar hacia el norte, atribuyéndose así la victoria final.

- Video esquemático de la batalla, muy bueno:

https://youtu.be/Wz9IAy6vdrk

Saldo

Ejército Patriota:

- Las 4 baterías de cañones fueron perdidas o inutilizadas.

- El buque El Republicano, fue hundido por el mismo Craig.

- La mayoría de las barcazas que sostenían las cadenas fueron quemadas e inutilizadas por los anglofranceses.

- Entre 400 y 600 heridos (según quien lo cuente), entre los que se contó al General Lucio Mansilla (luego recuperado satisfactoriamente).

- 250 muertos.

Ejército europeo:

- 10 buques sufrieron averías importantes y fueron inmovilizados en diferentes puntos del Paraná para reparaciones de urgencia.

- 100 heridos.

- 28 muertos.

Intereses políticos, que nos marcarán desde y por siempre (amén)

¿Cómo pudo ocurrir el desastre de la Vuelta de Obligado? ¿Cómo Mansilla y sus hombres fueron abandonados a su propia suerte por el siempre cuidadoso Juan Manuel de Rosas? Habrá que recurrir a viejos documentos de archivo.

Menos de cuatro meses antes de Obligado, las fuerzas navales británicas habían apresado varios barcos argentinos frente a Montevideo. El jefe de la escuadra argentina era el glorioso Guillermo Brown, quien el 8 de agosto recibió una orden terminante de Rosas: "no disparar contra el enemigo" (?). Paradójicamente, la flota de los imperios anglofranceses, que el 20 de noviembre vencieran al Gral. Mansilla y sus bravos, estaba reforzada con naves argentinas tomadas en aquella circunstancia. *No menos paradójico, aunque esto parezca una boludez, las fuerzas argentinas estaban muy raleadas en Obligado, porque varias de sus naves de guerra estaban del otro lado, bajo el pabellón enemigo. Apenas un mísero bergantín a vela pudimos poner al frente de la batalla, gracias a la movida de Rosas.

En simultáneo con aquella orden inexplicable al almirante Brown (quien con amargura la había aceptado por tratarse de "órdenes superiores", como siempre), Rosas eximía de tributos a los comerciantes ingleses (??) residentes en Buenos Aires. Los sostenedores de la causa rosista afirmarán, seguro, que todo era un astuto plan político del Restaurador (sépase: Rosas) para inclinar la suerte final del conflicto a nuestro favor. Quien no, detestará aún más al bendito Restaurador.

Como anécdotas de la época se pueden resaltar dos artilugios más, usado por la prensa oficial y la política rosista:

- El órgano comunicador oficial del rosismo, "La Gaceta Mercantil", comentaría por su parte respecto del combate de la Vuelta de Obligado elogiando (?) a los invasores: " (...) el valor e intrepidez de los invasores", "(...) los valientes jefes, oficiales y marinos ingleses y franceses". ¡Dios! (nota del autor)

- Poco después del encuentro de Obligado, las fuerzas argentinas se apoderaron de la nave británica Vuelta de Obligado, antiguo pailebote (goleta a vela) nacional conocido como Estrella del Sud y Federal, más tarde. Este había sido capturado en la acción del 20 de noviembre. Junto al pailebote, el Gral. Mansilla se apoderó de una bandera inglesa y un cañón de bronce. Dolidos, los ingleses propusieron al gobierno de Rosas canjear esa bandera y el cañón por cinco de los diez cañones que ellos habían tomado en Obligado. "Un mes después —comentó Burzio—, Rosas comunicaba su franco apoyo a la iniciativa inglesa, agregando que había dado las órdenes para entregar esos trofeos, sin que eso signifique que el comodoro inglés contrajese la obligación de devolvernos los cañones de las baterías de Obligado (??). Es decir, lisa y llanamente renuncia a la reciprocidad". ¡Jesucristo! (nota del autor...)

Conclusión

Contra lo que las fuerzas anglofrancesas esperaban, no lograron concitar la simpatía de la población ribereña, sobre todo en las provincias de Santa Fe (que fue defendida por tropas al mando de Pascual Echagüe) y Entre Ríos. En las orillas de ambas provincias, la flota invasora fue atacada repetidamente, tanto de ida como de regreso, en los combates de Paso de El Tonelero (batalla acaecida en territorio del partido de Ramallo, al norte de la provincia de Buenos Aires), San Lorenzo y Angostura del Quebracho. En este último combate en particular, fue donde la flota invasora perdió 6 mercantes (2 incendiados por la artillería y 4 incendiados por sus tripulaciones al encallar) y 2 de sus buques de guerra sufrieron averías de importancia. Los argentinos, por su parte, solo sufrieron un muerto y dos heridos. La población civil apoyó firmemente la acción militar de las fuerzas de Lucio Norberto Mansilla y el nacionalismo le ganó al interés económico-político. En todos los puntos que la flota invasora paraba, a lo largo del río Paraná, los locales los atacaban con fusiles y cañones, que si bien no llegaban a mancillar sus flotas (ni cerca pasaban en realidad), les indicaba a los invasores que, como dijo San Martín desde su exilio en una carta a su amigo Tomás Guido, respecto de Obligado: "los argentinos no son empanadas que se comen sin más trabajo que abrir la boca".

Esta batalla (pese a ser una derrota táctica) dio como resultado la victoria diplomática de la Confederación Argentina, debido al alto costo que demandó la operación. Implícitamente, la resistencia opuesta por el gobierno argentino obligó a los invasores a aceptar la soberanía argentina sobre los ríos interiores. Gran Bretaña, con el Tratado Arana-Southern de 1847, concluyó definitivamente el conflicto y, en marzo de ese año, ordenó el retiro de su flota. Francia tardó un año más, hasta la firma del Tratado Arana-Lepredour.

Estos tratados reconocían la navegación del río Paraná como una navegación interna de la Confederación Argentina y sujeta solamente a sus leyes y reglamentos, lo mismo que la del río Uruguay en común con el Estado Oriental.

Día de la Soberanía Nacional

En 1973 (durante el tercer gobierno peronista) el Congreso Nacional declaró el 20 de noviembre como Día de la Soberanía Nacional ​con carácter de feriado optativo, lo que fue abolido durante la dictadura militar (sin palabras).

El 3 de noviembre de 2010 se firmó el decreto 1584, nuevamente declarando el 20 de noviembre como Día de la Soberanía Nacional, con carácter de feriado nacional en toda la República Argentina. También se inauguró en el lugar el Monumento a la Batalla de la Vuelta de Obligado o Monumento de la Soberanía, que consta de una escultura en la cual se simula una gran valla circular de eslabones de cadenas iluminada por una llama votiva. La base de la valla circular está rodeada por una estrella federal, es decir, una estrella roja punzó con ocho puntas.

Monumento a la Batalla de la Vuelta de Obligado.

Fuentes

Web oficial de San Nicolás

Wikipedia: "Batalla de la Vuelta de Obligado" 

Saiegh, A. (2011). Batallas de la libertad, "La Vuelta de Obligado". Buenos Aires, Argentina: Occidente Producciones.

Web de la Reserva Municipal de Vuelta de Obligado

Piñeiro , A. La historia argentina que muchos argentinos no conocen. Buenos Aires. Depalma:  1983 (4° Edición)

 Carretero, A. Vida cotidiana en Buenos Aires 1 (1810-1864). Buenos Aires. Ariel: 2013.

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