Capítulo 7.
Un día había transcurrido, de momento no habían mayores destrucciones por parte de esos dos, pero todos estaban alerta por si tenían una vez más sus peleas o quizás algún avance en su relación, con ese par jamás se sabía que podía ocurrir, sin embargo, si habían tenido una pequeña, insignificante pelea con la regla de que deberían dormir juntos, finalmente, decidieron colocar una línea creada por diferentes almohadas y peluches, cada uno se dio la espalda para poder dormirse ya entrada la madrugada, pero no esperaban despertar de aquella forma en que lo hicieron, a pesar de que fue Camus quien se dio cuenta, tenía la costumbre de levantarse casi a la par del sol, fue entonces que sintió un peso extra rodeando su cintura lo cual provocó que abriera los ojos grandemente, intento con todas sus fuerzas no gritar, prácticamente tuvo que aguantar la respiración unos cuantos segundos.
-"Sigue haciendo lo mismo... uy, si tan solo estuviera despierto... Camus cálmate, de seguro solo sueña con cosas raras, pero ahora ¿cómo me lo quitó de encima?" -Pensaba intentando eliminar el sonrojo de sus mejillas, con mucho cuidado se dio media vuelta para tomar una de las almohadas, levanto lentamente el brazo de Milo para poder salir delicadamente dejando al escorpión abrazando la almohada, este enseguida abrazo está contra su cuerpo, el aquamarina suspiro cansado y aliviado de haber logrado salir, pero en eso Milo susurro algo que claramente Camus escucho debido al silencio en el que se encontraban.
-Cam. -Abrazo más la almohada acurrucándose junto a esta. -Mi dulce Cam.
-¿Cam? -Murmuro por lo bajo, pero prefirió no darle mayor importancia, se alejó para tomar sus cosas y así poder cambiarse, arreglarse para su día como estaba acostumbrado, claro que cuando volvió a mirar al menor como dormía negó con su cabeza. -No ha cambiado nada. -Salio de la habitación luego de unos minutos en que estuvo listo, decidió ir a preparar el desayuno y la medicina del moreno, pero no logro evitar pensar en lo que momentos antes Milo susurro entre sueños. -Así que Cam, con que finalmente te has enamorado Milo... eres un idiota, insensible. -Suspiro cansado, termino lo que hacía para ahora sí, ir a despertar al guardián de esta casa, lo movió algo fuerte logrando escuchar un reclamo de este para el que no estaba preparado.
-Es muy temprano Cam... estoy cansado... -Claro que tal comentario molesto aún más al de ojos amatistas, pero no se daba ni cuenta de esto o lo intento ignorar, por lo que movió con mucha más fuerza. -Cam... ¿Por qué eres tan insistente?... tengo sueño... -Con eso la paciencia que tenía se acabó, le lanzo agua helada provocada por el mismo, esto hizo que Milo despertara de un salto.
- ¡Ya despierta, tú querida Cam no está aquí, idiota! -Y quién sabe porque Camus estaba molesto en estos momentos, solo el mismo sabía la razón de su gran molestia. -Prometí cuidarte y si no despiertas no podré cambiar tus vendajes.
-No por eso debes lanzarme agua helada. -Enfrento el más alto que se arrodillo sobre la cama para quedar a su misma altura, tenía pequeños temblores en su cuerpo debido al cambio de temperatura tan repentino por el que estaba pasando. - ¿Por qué te enojas?
- ¡Te quiero en el comedor en quince minutos, si no, yo mismo te vendré a buscar! -Apretó sus puños a los costados de su cuerpo. - ¡O mucho mejor ¿no quieres que llame a tu querida Cam?! -Adiós paciencia acuariana por un buen rato, este se cruzó de brazos para luego salir cerrando la puerta de golpe.
- ¿Qué fue todo eso? -Se pregunto sentándose pensativo en la cama buscando posibles razones para que se molestará con su persona, abriendo sus ojos de par en par al percatarse que tal vez pudo haber hablado dormido. -¿No habré...? ¡maldición! -Se golpeo la frente con la palma de su mano. -Será mejor que le haga caso esta vez. -Se fue lo más rápido posible a arreglar en el baño.
Mientras que en el templo de géminis, Saga negaba incontables veces y Aioros solo sonreía nervioso, los gritos provenientes del octavo templo habían sido escuchados por todo el santuario, incluso algunos despertaron debido a esto.
-Celos son celos. -Murmuro Aioros encogiéndose de hombros, aquel enojo proveniente de Camus se sintió en todo el santuario debido a la intensidad de sus emociones en esos momentos. -Si supiera quien es en realidad, Cam.
-No le digas, se nos muere de un paro cardíaco con eso y después Milo se da un tiro, mejor que lo descubran por su cuenta. -Sugirió Saga en tono conciliador, mirando por una de las ventanas hacia el octavo templo.
-Mientras que ninguno comience con su terquedad, todo estará bien. -Suplico internamente dejando escapar un suspiro, tal vez pedir eso era demasiado con respecto a los dos menores.
-Entonces, hay que rendirnos de una vez. -Ambos suspiraron cansados negando con sus cabezas, tendrían que hacer algo con esos dos, pero aún no sabían lo que deberían de hacer realmente.
Devuelta al templo de escorpio.
-Camus ¿puedo preguntarte por qué esa molestia tuya? -Milo fue directo a la cocina y la nostalgia invadió su ser apenas ingreso. - ¿Qué estás haciendo? -Uso todas sus fuerzas para que su voz no fuera a temblar al realizar la pregunta, esto no era nada, no significaba nada, eso era lo que quería creerse y que todos creyeran.
-Prepare el desayuno ¿no leíste las reglas, genio? -Sí, seguía estando enojado con el contrario.
- "Ten paciencia, Milo, ten paciencia no lo vuelvas a arruinar". -Se repetía internamente en lo que se acercaba a su "pareja". -Hace mucho que no se usa la cocina.
- ¿Qué no comes? -Pregunto Camus cruzando sus brazos sobre su abdomen, el peli azul se encogió de hombros restándole importancia a aquello, esto provoco que el de piel nivea frunciera el ceño. -Milo de escorpio, con razón tus heridas duran mas que las de los demás ¿cómo puedes comer pura chatarra y no enfermar?
- ¿Acaso eso me suena a preocupación? -Se acerco más, como un cazador a su presa, con toda las intenciones de acorralar al más bajo.
-Claro que no... pero ¿qué pasaría si los chicos se enteran? -Se hizo el inocente angelito mirando al menor, era lo que mejor le convenía en esos momentos, finir demencia y usar la excusa de los demás. -Aunque, igual tendrás que dejarlo por un tiempo. -Hizo un movimientos con la cabeza acomodando su cabello para luego sonreír al de tez morena, esa sonrisa coqueta que antes siempre le dedicaba al contrario cuando estaba seguro de ganar un enfrentamiento.
- ¿En serio quieres jugar a este juego, angelito? -Coloco sus dos manos a los costados del mesón encerrando al mas bajo entre estos, ambos sentían sus latidos acelerarse debido a la cercanía con el otro, pero trataban de ignorar las reacciones de sus cuerpos.
-No se a que te refieres, cariño. -Empujo disimuladamente al mas alto con una de sus manos, comenzaba a sentir algo de calor en el lugar, eso no solía ocurrirle con nadie mas.
-Quien juega con fuego se quema ¿lo sabías, príncipe de los hielos? -Susurro cerca del oído del acuariano, este sintió una corriente eléctrica recorrer su cuerpo. -Debes tener cuidado con lo que buscas, Camus.
- ¿Y qué es lo que crees que busco? -Si algo había aprendido observando las técnicas de persuasión por parte de sus amigos hacía sus parejas era como conseguir lo que quería cuando quería, con solo jugar un poco. -Tienes un ego muy grande, Milo.
-Más de lo que crees. -Y fue en cuestión de segundos que, tenía acorralado donde quería al más bajo, sus pechos chocaban con el del otro y sus rostros solo eran separados debido a algunos centímetros, pero no contaban con que justo en ese momento pasaría por allí, Athena.
-Uy perdón, los dejaré a solas. -Ambos al escuchar la voz de la diosa se separaron de golpe, evitando la mirada del otro sintiendo como sus mejillas comenzaban a arder cada vez mas. -Aunque, deberían de ir mejor a una habitación.
-Athena ¿a qué se debe su visita? -Cuestiono el escorpión disimulando lo mejor posible algún tono de molestia, a él no se le notaba tanto el sonrojo, al contrario del aquamarina que intentaba usar su cabello para ocultarlo.
-Solo quería asegurarme que no se hayan matado, pero viendo tal situación creo que no era necesario, bueno, los dejare solos como la feliz pareja que son. -La diosa se puso a reír por lo bajo, Camus tenía ganas de golpearla, eso lo podría hacer a comparación del otro, pero fue tomado por la cintura por parte de este. -Bueno, me voy. -Se retiro del templo con una gran sonrisa.
- ¿Serías capaz de golpear a una mujer? -Pregunto aflojando el agarre que tenía en su cintura, pero sin sacar sus manos de esta, la excusa que usaba era por si se le ocurría seguir a la diosa.
-Yo sí puedo hacerlo, no como tú. -Se aparto de su toque para recuperar la compostura y terminar de servir el desayuno.
- ¿Acaso eres...? -Abrió sus ojos de par en par, jamás lo había pensado, pero con esta nueva información muchas cosas, que conocía del contrario, comenzaban a tener más sentido.
- ¿Apenas te has dado cuenta? Pensaba que podías diferenciar a un doncel con solo verlo. -Saco su lengua infantilmente, llevando ahora las cosas necesarias al comedor.
-Con razón es tan delicado, cambiante y chiquito. -Hablo por lo bajo el peli azul, esté por sus buenos reflejos pudo agacharse evitando un bloque de hielo que casi da en su cabeza.
- ¡Te escuche! -Reclamo desde el comedor con sus manos en jarra y el ceño fruncido.
-Si yo no dije nada. -El de ojos turquesa prefirió ir al comedor antes de que lo viniera a buscar para arrastrarlo jalando de su oreja, miro de reojo a su acompañante cuadrándole muchas más cosas ante la reciente revelación.
-Mejor come para que pueda cambiar tus vendajes, así luego vamos con los chicos que debo entrenar, pero tú no puedes. -Pidió Camus disfrutando de cierta forma que él no pudiera hacerlo, sabía muy bien que al menor le gustaba entrenar. -Y no me vas a convencer con tus berrinches.
- ¿En serio te acuerdas de eso? -Bajo la mirada avergonzado, no entendía como podía acordarse justamente de ese detalle tan vergonzoso.
-Hay fotografías, Milo ¿de qué otra forma lo recordaría? -Evadió la verdad de aquella pregunta, así mismo como evadía tantas otras.
El resto del desayuno paso en silencio, pero no uno de esos incomodos, sino de esos silencios agradables que solo se daban cuando realmente confiabas y te sentías bien con tu acompañante, pero ninguno de ellos lo aceptaría momentáneamente.
-Ahora deja que vea tus heridas. -Pidió el mayor comenzando a recoger la mesa con algo de ayuda por parte del menor.
-Camus yo... -Sin decir nada más, tomo en un rápido movimiento de la cintura al mencionado para poder besar sus labios, este trato de dar lucha, sin embargo, luego de apenas unos segundos se dejó hacer correspondiendo aquella "pequeña" caricia, enredando sus brazos en el cuello del peli azul quien lo abrazo con más firmeza por la cintura, pero cuando apenas recupero la compostura se separó de este torpemente. -Camus.
-Etto yo... yo... yo... iré a buscar la medicina y los vendajes. -Salió casi corriendo de allí a buscar lo que necesitaba para curar al escorpión, ocultando su rostro sonrojado con su cabello.
-Mi lindo Cam. -Susurro con la mirada perdido, por mas que intentara las heridas seguían estando allí, pero sino recuperaba a el amor de su vida, volvería a tener al menos a su mejor amigo de vuelta.
- ¿Por qué deje que me besara?. -Camus se apoyó contra el muro de la habitación y toco sus labios, otra vez esa sensación que tiempo llevaba sin sentir, pero imágenes de lo que sucedió volvieron a su mente de golpe haciendo que negara con su cabeza, no caería de nuevo, no podía caer de nuevo. -Mi bicho... no puedo. -Se abrazo así mismo dejando que gélidas lágrimas cayeran por sus hermosos ojos, como si fueran trocitos diminutos de cristal.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro