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Capítulo 5.

Por obvias razones, la orden de la diosa no fue muy bien tomada por los dos menores de la orden dorada, esta había provocado que se tomaran mucha más bronca, si es que eso era posible, Milo en cuanto pudo retirarse se fue a Rodorio sin decir ni esperar a nadie, Saga fue detrás de él para evitar que hiciera una locura o se embriagara a lo loco a esas horas de la mañana, siendo seguido también por el grupo más cercano de amigos del escorpión, quienes mejor para saber que la terquedad del pequeño moreno era enorme. Mientras eso sucedía con ellos, el resto que se quedó comenzaban a sentir la baja temperatura que estaba provocando Camus, este mantenía los puños cerrados tratando de controlar su alborotado cosmos y tratar de ocultar en lo mas profundo de su ser el pasado, pero este trabajo no estaba siendo nada sencillo, no es que antes lo fuera, pero los últimos sucesos estaban logrando quebrar la compostura que tanto se había esforzado por mantener durante todo este tiempo.

-Athena, hubiera sido mejor abandonar el santuario, irme de Grecia y así no volver jamás. -Hablo Camus intentando contener sus emociones como le habían enseñado, mas todo percibieron el dolor, enojo, bronca y tristeza en sus palabras, así como el enorme esfuerzo que hacía para controlar no solo su cosmos, sino también el tono de su voz al expresar aquellas palabras.

- ¿Y dejar que te hagan daño? Claro que no, además, ellos no lo iban a permitir. -Athena intentaba siempre descifrar los pensamientos de Camus, la volvía loca no saber que fue lo que ocurrió entre él y el octavo guardián, al menos eso era lo que entendían todos, pero encontrar la respuesta a aquello era lo mismo que intentar encontrar una aguja en un pajar. -Además, cuando eran niños fueron muy buenos amigos, no entiendo que fue lo que paso entre ustedes, sus diferencias jamás los había separado antes.

-A veces las diferencias y el no poder entender al contrario puedes arruinar todo, no trate de leer mis recuerdos Athena, no va a funcionar, por más que yo le tenga respeto a usted, sabe perfectamente que no era el verdadero elegido para estar a su servicio, simplemente no soy un malagradecido por lo cual la protejo en agradecimiento. -La mirada que Camus le estaba dirigiendo a Athena en esos momentos era gélida, desinteresada, sin algún brillo en ella, no era la mirada que los presentes recibían normalmente por parte del acuariano.

-Camus ¿aún no perdonas que hiciera aquello? -Pregunto la diosa acercándose al menor, intentando tocar su hombro, pero este evito la mirada apenas la sintió cerca, retrocediendo un par de pasos para mantener la distancia entre ambos. -No quería acabar con su amistad, yo solo... quería que cumplieran con lo pactado por siglos.

-No se preocupe, Athena, en realidad me hizo un gran favor. -Alzó la mirada mostrándose en apariencia firme y seguro de cada acción y palabra que salía de su persona, sin embargo, aquellos que lo conocían mucho más, podían percibir que tan buen actor aprendió a ser en el transcurso de los años. -Me ayudo a darme cuenta quien era el que alguna vez fue llamado por mi "mejor amigo", de verdad se lo agradezco. -Ninguno podía distinguir debido a su tono de voz si el menor hablaba con sinceridad o sarcasmo, pero se les hacía más posible la primera opción por lo que lograban descifrar de su mirada cristalina. -Con vuestro permiso, iré a cumplir sus órdenes, Athena. -Se dio media vuelta dejando que su cabello se moviera al compás de sus pasos, una vez mas no se detuvo a mirar a ninguno de los presentes y se retiró en absoluto silencio que duro hasta que estuvo bastante lejos del templo principal.

-Sigue siendo un niño muy inmaduro. -Murmuro Athena enojando con eso a Aioros que no dudo en acercarse a esta abruptamente.

-Con todo respeto, Athena, Camus no es un niño inmaduro, sí, sigue siendo joven, pero eso ¿qué importa? Tiene tan solo 16 años, está a punto de cumplir los 17 y es lo suficiente maduro que debe ser a su edad con todo esto que le a estado sucediendo e importunando su vida. -Aioros la miro fijamente con el ceño fruncido, apretando sus puños para recordarse que no podía pasarse con su diosa. -No debimos jamás entrometernos entre ellos. -Sentenció con culpabilidad.

-Solo quería darles un empujón, no pensé que terminarían por odiarse como ellos dicen que hacen, tengo aún la esperanza de que, esto al menos hará que vuelvan a ser los mismos de antes, el santuario tiene un ambiente extraño a pesar del amor que hay entre las actuales parejas, al cruzar los templos o incluso el coliseo se siente ese ambiente de tristeza y nostalgia, un ambiente de perdida. -Explico Athena yendo a sentarse en su trono. -Si tan solo supiéramos cual fue la razón de que terminara todo de la forma en que lo hicieron.

-Yo no sé que harán ustedes, Athena, pero yo no pienso hacer nada más en contra de mi primito. -Afrodita interrumpió el enfrentamiento entre Sagitario y su diosa, él había tenido que escuchar los lamentos del aquamarina por años y había secado incontables veces las lágrimas del menor, también ya no recordaba cuantas veces tuvo que evitar que el escorpión se embriagara sin medir consecuencias. -Además, Milo es uno de mis mejores amigos, jamás haría algo para dañar a alguno, con permiso ayudaré a, Camus, a empacar ¿vienen conmigo chicos? - Pregunto mirando al resto que asintieron para irse con él, dejando a Shion, Aioros y Athena a solas.

-Aioros, cuando veas a Camus pídele por favor que tome un calmante y que no esté anulando el llanto como acostumbra a hacer. -Pidió Shion dejando salir un suspiro, el mencionado asintió, miro a Athena una última vez para dejar una pequeña advertencia y se retiro. -Esos niños. -Murmuro totalmente preocupado.

- "¿Qué tiene, Camus, que yo, no tenga? Camus esto, Camus aquello, Camus, Camus, Camus, me tiene cansada, pero es la única manera de mantener a todos bajo mis ordenes, tendré que soportarlo". -Pensó Athena haciendo un berrinche interno al ver que todos sus caballeros se habían retirado.  

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https://youtu.be/cs5y0rkR6r0

Milo, en cuanto llego a rodorio, sabiendo que lo seguirían y que todos pensaban que se dirigiría a una taberna, ya que era fin de semana no había muchos lugares en movimientos, el realmente solo quería caminar sin rumbo fijo, pensar en todo lo que acababa de pasar, tener que convivir con acuario no estaba entre sus planes, mas haya de ser compañeros por pertenecer a la orden dorada, tal vez antes, sí, habría sido algo que le emocionaría, pero ahora que eran solo compañeros y se miraban con desprecio, se saludaban con indiferencia y se hablaban apenas, mayormente discutían. Estar tan perdido en sus pensamiento llegó a cierto lugar, sin darse cuenta, llego al último lugar que habría ido debido a sus pensamientos que estaban nublados con el acuario, aquel lago de su promesa, no pudo evitar soltar unas lágrimas al ver aquel lugar nuevamente ¿Cuántos años habían pasado desde la última vez que estuvo allí? Aquel lugar donde todo comenzó, donde todo termino, no pudo evitar golpear un árbol para darse alguna razón mas para sentir dolor, por mas que intentara olvidar todo no podía, que estúpido había sido, si la mas hermosas mujeres no lo habían hecho olvidar ¿Cómo creyó que el tiempo lo haría? Si cada vez que le veía le dolía el pecho, cuando veía esa sonrisa, aquella que solía dedicarle exclusivamente a su persona, para alguien más, se sentía morir en vida.

- ¡TE ODIO CAMUS DE ACUARIO! -Volvió a golpear el árbol que ninguna culpa tenía, pero no podía parar, necesitaba sentir aquel escozor en sus manos para poder olvidar el dolor que sentía en su pecho, en su corazón. -Te odio, te odio, te odio. -Golpeo y repitió las mismas palabras hasta ver sangrar sus puños y que sus ojos ya no pudieran derramar más lágrimas, allí fue que los demás terminaron por encontrarlo finalmente, pero jamás pensaron que sería de esta forma, Saga fue el primero en acercarse. -Déjenme solo, Saga.

- ¿Estás loco? Mira tus puños. -Saga señalo la sangre que caía por los puños del menor, este desinteresadamente observo sus puños, pero no sentía nada, no le interesaba, el dolor en su pecho seguía siendo mucho mas que sus heridas físicas. - ¿Qué tienes en la cabeza? ¿acaso no sientes?

- ¡Claro que siento! -Alzo la cabeza dejando ver las lágrimas recorriendo su rostro, esto enmudeció al contrario, había pasado mucho tiempo desde la última vez que había visto así de roto al menor. - ¡Pero me da igual que... mis puños estén destrozados... me da igual... si mi alma está mucho peor que esto...! -Finalmente el escorpión volvía a ser como fue alguna vez, un niño pequeño que siempre se ocultaba en momentos que lo sobrepasaban, esos momentos en que se sentía débil, en los brazos de Saga.

-Milo...-Saga le hizo una señal a los demás para que volvieran, ya luego ellos lo harían, estos asintieron para regresar al santuario, dudando cada uno de ellos si mencionar algo de lo que acababan de presenciar o no. -Extrañas a tu mejor amigo ¿verdad?

-Mas que a nada en este mundo. -Reafirmo el menor asintiendo un poco con su cabeza, esos días en que fue feliz junto al acuariano se veían tan lejanos, tanto que a veces dudaba de que alguna vez hubieran ocurrido, pero eran tan claros en sus recuerdos, en su corazón, que eso le afirmaba lo real que fueron.

-Si quieres recuperar a Camus, aun puedes, estoy seguro de que entenderá y siente lo mismo, solo que también está roto, herido al igual que tú. -Saga durante todo ese tiempo intento entender lo que sucedió entre ellos, pero jamás pensó que realmente seguían siendo afectados de tal manera que pudieran sentirse de esta manera.

-No lo hará, no entiendes, Saga... yo lo desmorone hasta mas no poder... yo soy el culpable de todo esto... siempre fui yo... -Replicaba Milo con dificultad. -Si tan solo no lo hubieran guiado allí... esto no estaría pasando.

-Milo, por favor ¿puedes explicarme qué fue lo que sucedió entre ustedes? Camus, jamás te a culpado de todo ¿Por qué te echas toda la culpa? -Tomo por los hombros al menor para hacer que le viera a los ojos, sin conocer toda la historia era complicado poder ayudarles.

-Por nada, Saga, no me hagas caso y volvamos al santuario. -Pidió restándole importancia, cerrándose una vez mas como llevaba haciéndolo desde aquel día, alzo su brazo para quitar bruscamente sus lágrimas traicioneras que no querían dejar de salir porque era su alma la que constantemente estaba llorando por aquella perdida. -Lo único que debes saber es que... aunque diga que lo odio, lo cual en parte es verdad, también lo extraño mucho más que eso. -Sin soltar una sola palabra más comenzó a caminar para regresar al santuario.

- ¿Qué habrá pasado entre ellos? -Pregunto al aire Saga y fue allí donde se quedó su pregunta, solo habían dos seres quienes sabían la respuesta, pero eran las últimas opciones a pedir.  

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