Capítulo 15.
Hace 17 años atrás. En el inframundo, más específico en Guidecca, se escuchaba una explosión de ira por parte del mismísimo Dios del averno.
- ¡LO VOY A MATAR! -El grito de furia he ira que fue lanzado por Hades se escuchó hasta en el mismo olimpo, incluso haciendo temblar la tierra.
-Señor cálmese, no es para tanto. -Entre Pandora, los dioses gemelos, Hécate y los tres jueces trataban de detener y calmar a su dios.
- ¡Si es para tanto! ¡LO VOY A MATAR! -Comenzó a realizar mayor fuerza para soltarse de sus agarres, pero en eso se acordó que no debía alterarse tanto o hacer fuerzas innecesarias, por lo que deja de hacer esto provocando que todos caigan de cara al suelo. -Cierto, no debo comportarme de esta forma, puede ser perjudicial.
- ¿Y ahora se acuerda? -Reclamaron comenzando a ponerse de pie lentamente.
-Pero que sensibles resultaron. -Se cruzo de brazos indignado mirando a sus sirvientes.
-Y ahora se hace el divo indignado. -Refunfuñaron por lo bajo, sí, así era como se trataban debido a la confianza entre ellos.
- ¡A CALLAR! -El dios se encontraba muy alterado aún, mucho más que siempre, por esta vez debido a su grito y a su propio bienestar decidieron optar por el silencio. - ¿Qué era lo que iba a hacer?
-Llamar a Zeus. -Le hizo memoria Pandora.
-Ah es cierto. -Al ya poder recordar lo que estaba a punto de hacer, tomo mucho aire en sus pulmones y... - ¡ZEUS, VEN AQUÍ, ENSEGUIDA! -Tomo un cronometro de quien sabe dónde, para así tomar el tiempo que tardaba en llegar su queridísimo hermano.
- ¿Qué paso, mi hermoso ángel? -Zeus llego en cuestión de segundos a atender el llamado del pelinegro, pero al ver la cara de furia por parte de este, sintió escalofríos recorrer su cuerpo. - ¿Ahora qué hice?
- ¿Qué no hiciste más bien? ¿deseas una lista de todo lo que has hecho y lo que no has hecho? -Se calmo un poco para ya no estar gritando. - ¿Ya le contaste todo a nuestra "querida" hermana?
-Aún no es el momento, ten un poco más de paciencia y confianza en mí. -Una vez más recibía la misma respuesta que siempre.
-Yo ya no te creo, Zeus, se acabó el tiempo, cumple ya con tu palabra. -Estaba completamente agotado de esperar y esperar, siempre terminaba siendo el mismo cuento.
-Pero si me apuras y por ella te pierdo, todo esto ha sido para nada, ya no habrá futuro para nosotros dos, yo quiero estar contigo para siempre te lo juro. -Casi suplicaba de rodillas el dios de los cielos.
-Si no se lo dices ya, seré yo quien se lo diga, Zeus. -Cruzo sus brazos sobre su abdomen.
-Es una locura, Hades, yo te lo prohíbo ¿qué vas a ganar con eso de decirle?
-Que no te quepa duda, que yo se lo digo, sabes bien que no tengo miedo. -Camina por la estancia para así mirar al exterior.
-Pero si lo haces, si tú le cuentas vas a destruir todo, sabes lo celosa que es no quiero que te haga daño. -Zeus trato de acercarse, pero Hades no lo dejaba.
-Que intente hacerme daño, la espero con mi ejército, aunque, puedo acabar con ella yo solo y sin arruinar mi apariencia. -Mira sus uñas en lo que se encoge de hombros.
-Hades, mi amor ¿qué te pasa? ya hemos hablado de este tema ¿por qué tienes prisa de que le cuente a Hera lo nuestro? sabes perfectamente que tengo cierto problema con todo eso. -Trata de tomar su mano, pero el contrario solo lo evita.
-Pues, se te agregara otro problema más a la lista. -Hades rueda sus ojos, a veces se preguntaba porque lo aguantaba tanto. -Después de todo nunca tomas nada en serio.
- ¿Que ocurre mi ángel? a ti te pasa algo, dímelo, puedo verlo en tus ojos y acciones. -Zeus hizo que se diera media vuelta y le mirara a los ojos, fue entonces que entendió lo que pasaba. -Maten me.
-Tenía pensado hacerlo. -Hades se encogió de hombros, ya se imaginaba la reacción de Zeus. -O dejar que Hera lo hiciera, ya vete, Zeus, ve a tu vida perfecta en el olimpo, a tu vida perfecta familiar que es más falsa que el cariño que le tengo a Hera.
-Ya entendí. -Zeus lo detuvo antes de que se fuera por el pasillo y lo perdiera para siempre. - ¿Seguro que estás preparado para todo? Para la furia de Hera y para nuestro hijo.
- ¿Me has visto así de seguro antes? -Hades sonrió de medio lado, al menos no estaría solo durante todo ese proceso.
-Le diré hoy mismo, pero... no quiero que les pase nada. -Acaricio el aun plano vientre de Hades que se sintió mucho más seguro con respecto a las promesas que solía hacerle Zeus.
-Si tú estás con nosotros, nada nos va a pasar. -Aseguro el pelinegro, el dios de los cielos iba a besarlo, pero antes de que lo hiciera coloco uno de sus dedos sobre sus labios para que no cometiera aquel acto. -Nada, hasta que le digas todo a Hera.
-A veces puedes ser cruel ¿sabías? -Acaricio su mejilla, justamente eso le había atraído con el tiempo de su hermano, que él no se permitiera controlar por nadie y fuera capaz de hacer todo por sí solo, solo pensando en eso ya podía imaginarse el gran trabajo que haría cuidando a su bebé, incluso si lo hubiera dejado, pero esto último no pasaría.
-Igual me amas ¿no?
-Mas que a nada, los amo más que a nada.
-Ya, no te hagas el tierno que es en serio lo de nada de nada hasta que le digas a Hera. -Dejo sus manos en su pecho para poder empujarlo lejos.
- ¿Ni un beso para la buena suerte? -Formo un pequeño puchero.
-Nada de nada. -Niega con su cabeza.
-Si que te ganaste el puesto del dios del inframundo.
-Ya ve a decirle, no vas a poder convencerme por más que lo intentes. -Volvió a empujarlo lejos de él.
-Igual me cobrare estas ganas que me dejas de poder besarte. -Zeus desapareció en un chasquido dejando al pelinegro solo en su palacio y a sus sirvientes que estaban espiando detrás de la puerta.
- ¿Cómo que lo iba a matar? -Murmuraron muy bajo para que no fueran escuchados por su ahora algo bipolar dios.
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El día fue pasando normal, aparentemente era como un día cualquiera hasta que fue cayendo la noche que fue el momento en que la diosa Hera echa una furia llego al inframundo y con toda descortesía quiso propinarle una cachetada.
- ¡Eres un traidor! -En eso llego Zeus a tiempo para poder detenerla.
-No, Hera, puedo ser muchas cosas, pero un traidor, así como dices jamás. -Milagrosamente el pelinegro estaba muy tranquilo, completamente relajado.
- ¡Claro que lo eres! -Lo señalo con brusquedad. - ¡Te metiste con MI esposo!
-Corrección, el que se metió conmigo fue él y para tu información tuvimos una relación desde antes de que ustedes se casaran, yo rompí con él por ti, no es culpa mía que no te ame, nunca te haya podido amar y te engañara con quien se le cruzara por el frente, incluso mortales ¿no es así?
- ¡Y aun así volviste con él, rompe hogares! -La diosa estaba llena de colera.
- ¿Rompe hogares yo? Aja claro, si ustedes son un matrimonio feliz, lleno de felicidad, amor y paz. -Rodó sus ojos. -Eso contigo, Hera, es imposible, eres demasiado celosa, vengativa y desconfiada, te la tomas contra niños inocentes que no tienen que ver en nada, eres muy conocida por eso y en especial por ser una pésima madre y no lo digo por decir, lo digo porque tengo pruebas de ello.
- ¡¿Tú qué sabes de cuidar a un hijo?! ¡si recién vas por el primero! -Zeus la detuvo antes de que fuera capaz de tocar a Hades, aunque aún no entendía como este podía estar tan calmado.
-Más que tu claramente, Hera, yo no quiero estar mal contigo, desde hace milenios que no tenemos una muy buena relación, pero yo le di opciones al idiota de aquí. -Señalo al otro dios con su copa de agua. -Y fue el que eligió quedarse conmigo y mi hijo, no contigo, te estás arruinando tu inmortalidad peleándote conmigo, estando en mi contra, si quieres hacerlo y vengarte, adelante. -Se puso de pie dejando su copa a un lado de su trono. -Nada te va a dar resultado, si yo no te permito ingresar a mis dominios puedes terminar encerrada en el tártaro con los titanes, vete y piensa bien las cosas, se inteligente, será mejor que te olvides de la idea de que yo dejaré que toques un solo cabello mío o de mi hijo.
- ¡Eres un...! -Justo cuando estaba dispuesta a atacar, antes de que alguno de los otros dos pudiera hacer algún movimiento para defenderse de aquel ataque, algo impidió que Hera lograra su objetivo, esto provoco las risas a carcajadas por parte del dios de los muertos ante la imagen de Hera contra la pared. - ¿Qu-qué ocurre?
-Me parece, Hera, que tendrás que esperar, pues mi hijo ya sabe como protegerme de tu poder. -Trato de recobrar la compostura y no seguir riendo, pero le era imposible, la diosa tenía los cabellos para todos lados.
- ¡Tú y tú hijo me las pagaran algún día! -Se desvaneció indignada y aún muy furiosa.
-Atrévete, si es que puedes. -Ya no quiso seguir esforzándose en retener la risa, siempre recordaría tan divertida aquella escena.
-Hades, no es gracioso. -Regaño Zeus con los brazos cruzados.
-Para ti no, para mi si... nunca me voy a olvidar de eso. -Se abrazaba a su vientre de tanto reír.
-Nuestro hijo aun no nace y ya andas influenciándolo. -Zeus se acercó a él negando con la cabeza para tomarlo por la cintura. -Tú me debes algo.
-Mmm no recuerdo nada de eso. -Miro hacía otro lugar haciéndose el olvidadizo.
-Me debes esto. -se acercó a sus labios y le beso después de esperar todo un día para poder hacerlo.
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Los meses fueron pasando, Zeus casi nunca se encontraba en el olimpo siempre estaba en el inframundo con Hades, ya para ningún dios era secreto la relación entre esos dos y el hijo que estaba en camino, la ausencia de Zeus en el olimpo a casi ninguno le molestaba, pues al menos alguna vez se iba a hacer cargo de sus actos, pero para Hera sí que le molestaba, aunque con el tiempo se le fue bajando el enojo, logro llegar a la conclusión de que podía odiar todo lo que quisiera a Hades, pero esta vez no se la tomaría contra él bebe de ellos dos que teniendo tanto del cielo como del inframundo sería complicado, en cambio Athena, la hija consentida de Zeus, resentía mucho la ausencia de su padre, estaba acostumbrada tenerlo solo para ella y ahora tendría que compartirlo con su nuevo hermanito que según había escuchado a todos era mucho más poderoso que ella y muchos más por lo que sería el favorito de Zeus, haciendo que creciera un odio en ella hacia la criatura, finalmente se enteraron que sería un varón por lo que Zeus estaba más que emocionado.
Los meses del embarazo de Hades pasaron de la nada, finalmente llegando el día en que la luz logro iluminar el inframundo como nunca antes, era un bebé demasiado hermoso, ciertamente parecido a sus padres dejando de lado el color de cabello y ojos, era una dulzura en toda la palabra, le pusieron de nombre Camus, él era la felicidad y luz de la pareja, todos los dioses querían estar en paz con ambos con tal de tener tal aliado con ellos, el pequeño sí que era consentido por sus medios hermanos, tíos, etc.
Pero quienes no le soportaban ni un poquito eran Perséfone la ex esposa de Hades y Athena, quienes aprovechaban cualquier momento para hacer menos al niño, pero muchas cosas cambiaron una vez que Zeus bajo a la tierra en compañía de su hija consentida y el último de sus hijos, su mayor adoración en toda la palabra, al santuario en donde Athena con su nueva reencarnación gobernaría la tierra dado su momento, no era primera vez que lo hacían, ella ya tenía 10 años y el pequeño tenía apenas un año, pero sabia hablar y caminar perfectamente, algo que enorgullecía a ambos padres, pero quien diría que ese día marcaría el destino del pequeño para siempre.
Mientras su padre y media hermana hablaban de un tema que para él no era importante, mucho menos divertido porque ni siquiera lo entendía, el solo pensaba en jugar y divertirse, pero ser el único niño en todos lugares ciertamente lo aburría, por lo que queriendo explorar un poco el lugar pareciendo un simple mortal, camino observando todo a su paso hasta que llego a un hermoso lago que ciertamente le encanto por lo que se acercó más y fue en ese momento en que todo para el cambio, marcando su destino junto a otra persona.
- ¿Qué estás haciendo? -Escucho la voz de otro niño, no se había dado cuenta por estar tan despistado, algo por lo que siempre lo regañaban mucho, que un chico de su edad según noto estaba sentado en un árbol cerca del lago. -No eres de por aquí ¿verdad?.
-No. -Respondió recordando que ningún mortal debía saber quién era. -Solo observaba el lago.
-Ya veo, yo soy Milo ¿como te llamas? -Pregunto el pequeño peli azul a lo que sonrió.
-Me llamo Camus.
-Es un lindo nombre y ¿qué haces aquí solo? ¿dónde está tu familia? -Miro hacía todos lados sin ver ningún adulto cerca.
-Mi papá y mi hermana están hablando de no sé qué y solo quería ver el lugar.
- ¿De dónde eres? no pareces ser de Grecia.
-Soy de... un lugar muy lejano. -Evito la mirada unos segundos.
- ¿No puedes decirme?
-No, lo siento. -Comenzó a jugar con sus manos.
-Tranquilo, no pasa nada. -Milo sonrió, Camus también lo hizo, jamás en su año de vida había estado cerca de un mortal, de quienes su padre siempre se quejaba. - ¿Ese es tu papá? -Pregunto apuntando con la mirada, a lo que Camus observa a ese lugar.
-Si, ya debo irme. -Respondió bajando la mirada, no quería separarse de aquel niño mortal.
- ¡Camus, angelito, ya nos vamos! Si que era su padre.
- ¿Angelito? -Ladeo su cabeza el pequeño de ojos turquesa.
-Me dice así porque según él me parezco a mi madre. -Explico encogiéndose de hombros. -Ya debo irme. -Se comenzó a alejar.
- ¡Espero volver a verte, Camus! -No sabía que impulso tuvo por decir aquello, pero algo en su interior le decía que no sería la última vez que viera al aquamarina. - ¡Algún día, nos volveremos a ver!
- ¡Claro, Milo, es una promesa! -Puso sus manos rodeando su boca para que alcanzara a escucharle, miro por última vez a aquel mortal para ir con su padre y la gruñona de su hermana.
- Camus ¿qué hacías con ese niño mortal? -Pregunto el dios de los cielos tomando entre sus brazos a su hijo para volver hacía el santuario.
-Nada, solo hablamos un poquito. -Dio por respuesta restándole importancia mientras que en su interior añoraba volver a ver a aquel chico.
-Ya veo. -Zeus no estaba molesto por ello, algo le hizo sentir algo diferente en ese chico que hace unos momentos llamo la atención de su retoño. - " ¿Así que, Milo? Seguro volverás a encontrarte con mi pequeño, algún día"
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Transcurrieron dos meses y fue cuando por la noche todo cambio, la pareja se encontraba discutiendo por cierta cuestión que tenía que ver con el olimpo, no con Hera milagrosamente, pero si con Perséfone.
-Está loca... no le hagas caso. -Pidió Hades cansado, siempre era lo mismo.
-Amenazo abiertamente con hacerle daño a mi hijo. -Replico Zeus casi jalando sus cabellos.
-No puede acercarse a Camus, tiene mucho más poder que ella. -Soltó un suspiro. -Cuando crezca sabes que podrá alcanzarnos, incluso superarnos.
-No me gusta que sigas teniendo trato con ella. -Se cruzo de brazos.
- ¿Y crees que a mi si me gusta que tengas trato con Hera? -Enarco una de sus cejas.
-Ella no está amenazando contra la vida de nuestro hijo.
-Tal vez no, pero me odia a mí y en uno de sus arrebatos de locura, venganza que le dan ¿quién sabe de qué es capaz?
- ¿Ahora dirás que no quieres a Athena cerca de Camus? -La discusión no parecía a punto de culminar.
- ¿Ahora eres adivino? -Se hizo el sorprendido para luego rodar los ojos, no le gustaba como esa niñita trataba a su bebé.
-No le va a hacer nada, es su hermano. -Reitero como muchas veces antes.
-Medio hermano. -Murmuro entre dientes. -Su junta con Perséfone no me gusta, hay algo en esa niña que no me permite tolerarla, es tu hija, lo sé, respeto eso, pero no la quiero cerca de mi hijo.
-Ya estas empezando con tus histerias. -Se volteo para dar por finalizado el tema, pero el pelinegro no iba a dejar las cosas así otra vez.
-No son histerias, sabes perfectamente que cuando digo algo es por una gran razón... solo intento proteger a quienes amo. -Paso sus manos por su cabello. -Sabes que Camus puede quitarle sin problemas el puesto a Athena.
-Ya lo se. -Suspiro desganado.
- ¿Se lo has dicho? -Tomo por la barbilla al contrario para que les viera a los ojos.
-No, si le digo ¿cómo crees que reaccionara? Puede que sea una niña, pero no piensa como una precisamente. -Tomo la mano del de piel nívea depositando un beso en su dorso.
-Hablando de ella ¿dónde está? -Cuestiono ladeando su cabeza.
-Ya debe estar dormida, necesito dejarla en el olimpo antes de que se haga mucho más tarde. -Tomo sus manos con suavidad dejando caricias en estas.
-Supongo que eso significa que te quedaras en el olimpo. -Se hizo del quite mirando hacia otro lado.
- ¿Vas a empezar de nuevo con tus celos absurdos?
-Claro, mis celos no tienen ningún sentido como si el señor no hubiera tenido amantes y montones de hijos. -Esquivo la mano de este cuando intento tomar su hombro.
-Y volvemos con lo mismo. -Zeus negó, otras veces habían hablado de eso mismo, pero antes de que alguno pudiera agregar algo más ven a Hera llegar, en condiciones no muy apreciables.
- ¿Hera? -Preguntaron ambos al mismo tiempo extrañados.
- ¿Dónde están los niños? -Pregunto alterada ignorando la forma en que le veían.
-Camus, está dormido en su cuna y Athena debió quedarse dormida. -Contesto Zeus sin darle importancia.
- ¡¿QUE?! -Partió a la recamara del pequeño príncipe del averno y cielo, entro con ambos padres que se preocuparon y alteraron, allí vieron al pequeño profundamente dormido, pero también se encontraban Perséfone junto a Athena a punto de eliminarlo.
- ¿Qué significa esto? -Cuestiono enojado Zeus intentando llegar con su hijo.
-Nos encargamos de este niñito, así no volverá aquí. -Antes de que alguno de los tres dioses hiciera algo abrieron un portal que absorbió al pequeño Camus, no hubo acción alguna que pudieran hacer para evitarlo. -Lo mejor de todo... no recordará nada.
- ¡¿Cómo pudieron?! -Hades ataco a ambas que comenzaron a sentirse ahogadas debido a la presión que el poder del dios hacía sobre sus gargantas.
- ¡Perséfone, estas encadenada desde este momento a tu templo! -Dictamino Zeus provocando que la diosa de la primavera desapareciera en cuestión de segundos. -Y tu Athena... te irás a la tierra sin tu inmortalidad, veamos si así reflexionas lo que has hecho. -La menor también desapareció en esos momentos. -Y no recordarás nada, a menos que sea necesario que lo hagas.
-Camus. -Susurro Hades con un hilo de voz, se acercó a la cuna donde alguna vez había descansado su retoño. - ¿Qué hice... para que te arrebatarán de mi lado? -Como nunca antes los ojos del dios de los muertos se volvieron cristalinos dejando caer gotas que se rompían al contacto como si fueran trozos de cristal, lágrimas de dolor, desesperanza, tristeza que provocaron una fuerte tormenta en todo el inframundo, incluso en la tierra, se tapó sus ojos con ambas manos sintiendo como su corazón que solo sintió latir debido a su hijo, dejaba de hacerlo otra una vez ocultándose en una profunda oscuridad, Hera no se sentía mal por ver el estado de Hades, pero si por el menor desaparecido y por su aun falsamente esposo. - ¡¿Por qué mi bebé?! -El olimpo se oscureció y los dioses presenciaron como distintos cambios climáticos eran causados en distintos puntos de la tierra.
-Lo encontraremos, te prometo que no dejaré de buscar a nuestro hijo hasta poder traerlo de nuevo a tus brazos. -Zeus abrazo contra si a Hades, Hera dejo a la pareja sola yéndose al olimpo a dar la lamentable noticia.
- ¿Por qué mi hijo?... ¡¿Zeus, por qué mi bebé?! -Hades estaba destrozado, sentía como si fuera un simple mortal al que le habían arrebatado tanto su alma como su corazón, su razón de vivir, como si ya nada valiera la pena. - ¡Me las van a pagar... te juro, Zeus, que tus hijas me las van a pagar!
-Hades, amor, mírame... tú no eres alguien vengativo, ellas pagaran ciertamente. -Tomo su rostro entre sus manos sintiendo una presión en su pecho al ver el brillo desaparecer una vez más en los ojos del pelinegro dios. -Te prometo que nuestro hijo volverá con nosotros y estará todo bien otra vez.
-Yo te lo advertí... te dije que no era nada bueno... dejar que tu hija se acercara a.... a Camus... mucho menos que viniera siempre aquí... ella dejo entrar a Perséfone... yo te lo advertí. -Hades se sentía vació en estos momentos, tanto que golpeaba en el pecho al otro dios, pero realmente no lo hacía con fuerzas.
-Lo sé... me confié demasiado de ellas, pero lo encontrare, Hades, te traeré a nuestro hijo de vuelta, podrás abrazarlo y mimarlo... estará de nuevo aquí con nosotros. -Hades miro hacía las cosas de su pequeño sintiendo como el nombre del dios de los muertos una vez más se apropiaba de su ser, porque así se sentía, como un ser muerto.
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