Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 11.

Todos los que estaban en el Coliseo, subieron al templo principal, no se perderían una explicación de lo sucedido hace algún tiempo y ese mismo día, pero cuando llegaron al templo de Athena, Milo entro primero, sin embargo los demás se quedaron en la entrada, algo les impedía entrar a el templo, más podían ver todo lo que sucedía y claro que lo que vieron no se lo esperaban, Athena amarrada con unas cadenas especiales a su trono y amordazada, aunque, eso no les importo mucho la verdad ya que estaban enojados con ella y a Camus con ese hombre loco del remate, se notaba que no tenía ninguna salida, pues estaba con esas pulseras anti cosmos en las dos muñecas por lo que se le dificultaban sus movimientos.

- ¿Qué haces acá basura? -Hablo Milo mirando con furia a aquel hombre.

- ¿Qué crees que hago acá? -La tensión en el lugar era asfixiante sin contar que había una toxina de algún químico en el aire.

-Milo... vete de aquí, por favor. -Pidió el aquamarina mirando con temor al de ojos turquesa, conocía mejor que nadie los trucos de aquel tipo.

- ¿Y dejarte solo con ese anciano? Olvídalo, Camus. -Apretó sus puños poniéndose en posición de defensa, si tenía que pelear con ese hombre, romper todo el reglamento, lo haría sin dudarlo.

- ¿A quién le dices anciano? ¿acaso no te enseñaron a respetar a tus mayores, niño malcriado? -Apretó más el agarre sobre el aquamarina debido a la molestia que le provocaron las palabras del peli azul.

-A los que se debe respetar si... ¡y si eres un anciano, viejo verde, estás detrás de un menor de edad que ni siquiera te soporta! -Observaba el lugar intentando buscar un lugar seguro para el acuariano, no quería dañar a este mientras se encargaba del otro. - ¿Tienes 68 años acaso? -En efecto, todos solo veían a un hombre muy mayor, alto con la espalda ancha, al cual se le notaban los años que debía cargar encima, ojos negros al igual que su cabello, pero este ya contaba con algunas partes mas blancas.

-No estoy aquí para hablar de mi edad, solo vine para poder eliminarte y así tener a mi joya solo para mí. -Lanzo al aquamarina al suelo con brusquedad, sin importarle que este se golpeara, esto solo enojaba más al escorpión.

-Yo no le pertenezco a nadie, ni a ti, ni a él. -Señalo a ambos quejándose por lo bajo del dolor que sintió al caer. - ¡¿Pueden dejarme los dos tranquilo?!

-Si quieres llevarte contigo a Camus tendrás que pasar sobre mi cadáver, no pienso dejar que reciba más daño de lo que ha recibido. -Comenzaba a encender su cosmos.

-Adelante, estoy dispuesto a todo y no me detendré hasta que no quede ni rastro de tu existencia. -Ambos se miraban con profundo odio, el de ojos amatistas se había vuelto a poner de pie, pero el mayor lo empujo para mantenerlo lejos del enfrentamiento, tenía decidió ser lo más rápido posible y eliminar a ese estorbo de una sola vez.

-Aquí me tienes, no dejaré que me ganes tan fácilmente. -Afirmo el escorpión, Camus miraba a ambos cansado, tenía una idea de como atacaría Milo y que podía fácilmente vencerlo, pero ese viejo tenía algo en su mano que llamo enseguida su atención. -Prepárate para recibir las 15 agujas escarlatas.

-Si quieres lánzalas todas al mismo tiempo escorpio. -Le reto con una sonrisa ladeada.

-Tu seguridad te llevara a la derrota. -Milo comenzó a ejecutar su ataque. -¡Aguja escarlata!

- ¡Milo detente! -Grito Camus asustado, noto claramente el tipo de ataque que sería utilizado para eliminar a Milo, pero fue demasiado tarde la reacción de este, noto claramente aquella daga repleta del más poderoso de los venenos existentes que ahora estaba siendo dirigida al pecho del escorpión. - ¡MILO! -La daga fue directo al corazón de este, el aquamarina abrió sus ojos como platos y sin voluntad propia, ni siquiera dándose cuenta de como pudo lograrlo su cosmos fue encendiéndose y al ver como el amor de su vida caía al suelo una tormenta se desato fuera del santuario, desde la anterior reencarnación de Athena que no sucedía algo así, el suelo retumbo de tal manera que ninguno podía mantenerse de pie, las pulseras anti cosmos se rompieron en mil pedazos al mismo tiempo que el muro de poder que detenía al resto desapareció, Athena tenía los ojos abiertos de par en par. - ¡YA BASTA! -Truenos, relámpagos, lluvia, granizo y nieve caía sobre el lugar amenazando con que en cualquier momento se destruiría la misma tierra.

-Ca... Camus... -Susurro el de ojos turquesa, sentía el veneno recorrer su cuerpo nublando cada vez más sus sentidos, deseaba tanto tener ya todas sus habilidades como guardián de escorpio en estos momentos, pero ya comenzaba a ver cada vez más borroso.

- ¡Milo! -Se acerco a él deteniendo por momentos todo ese desastre que inconscientemente estaba provocando, era el único que podía mantenerse seguro de que nada le haría daño físicamente en ese momento, se arrodillo junto al escorpión dejando la cabeza de este sobre su regazo. -Milo, perdóname...

-No pasa nada, Camus... con tal de que... tú estés a salvo. -Milo con sus pocas fuerzas, tomando en cuenta que el veneno estaba haciendo efecto en su cuerpo, alzo su mano para poder acariciar la mejilla derecha del de tez nívea. -Rompiste tu promesa... ¿recuerdas?

-No lo puedo evitar... yo no quiero... no quiero perderte. -Las lágrimas brotaron por los ojos amatistas, ocasionando que en el exterior fuera la lluvia quien tuviera mayor presencia, el moreno paso lentamente su pulgar por sus mejillas para quitar estas gélidas gotas que se convertían en cristales.

- ¿Quién te... te entiende, Acuario? -Milo sonrió como si nada estuviera pasando como si sus parpados no pesaran. - ¿No qué me odiabas?... ¿Qu-e qué desaparecerías de... mi vida?

-Tonto... sin ti yo me muero. -Camus se abrazó a él peli azul, no tenía intenciones de dejarlo partir, jamás lo haría. -Si tan solo existiera una cura...

-Camus, te amo... jamás lo olvides, mi caballero de acuario. -Murmuro lo suficientemente alto como para que este lo escuchara, se separó con cuidado del escorpión dejando que amatistas y turquesas se encontraran una vez más, tenía una idea.

-Milo. -Sus ojos permanecían cristalinos, pero eso no disminuía la belleza de estos. -Milo ¿confías en mí?

- ¿Cómo no podría confiar en ti? -Hizo una mueca de dolor, ante esto el aquamarina se apresuró en lo que debía hacer, no tenía mucho tiempo. -Camus...

-Aguanta, solo un poco más, por favor. -Quito la daga que atravesaba su pecho para poder ver en qué color estaba aquel veneno, aún tenía algo de tiempo restante, pero... también corría el riesgo de saber que este realmente no lo amaba como decía o no lo amaba lo suficiente, pero eso ya no importaba, mucho más importante era en esos momentos la vida del peli azul que sus inseguridades y temores. -Milo, yo te amo. -Se acerco nuevamente a este para besar sus labios, el más alto se sorprendió por aquel acto, Camus jamás lo besaba primero, pero de igual manera correspondió aquel tan dulce y cálido contacto, las lágrimas cristalinas del acuariano seguían cayendo las cuales habían mojado tanto la herida como ahora el rostro del escorpión, los demás que se estaban echando el show parecían como si estuvieran compitiendo por quien llegaba con la quijada más abajo, la diosa dejaba caer lágrimas de impotencia por sus ojos, aún seguía así tal cual la encontraron y a ninguno le importaba su situación, mientras que aquel hombre se desapareció sin dejar rastro alguno de aquel lugar, como si jamás hubiera estado allí, una luz brillante se hizo presente provocando que todos cerraran sus ojos, todo el caos que se formó afuera fue desapareciendo en ese momento dejando ver el sol una vez más y la herida causada por la daga comenzó a desaparecer, todo parecía obra de un sueño que comenzó como una pesadilla, lentamente fueron separando sus labios para verse a los ojos, el de tez nívea estaba demasiado sonrojado así como el moreno tenía una gran sonrisa en su rostro, con cuidado se sentó en el suelo y trato de no perder el equilibrio ya que el aquamarina se lanzó a abrazarlo por el cuello con fuerzas. -Estas vivo, estas vivo... Milo.

-Jamás te dejaría solo, Camus, jamás, aunque me odiaras con todas tus fuerzas. -Correspondió al abrazo dejando caricias en su cabello con dulzura.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro