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CAPÍTULO 8

Vacío. Silencio y melancolía, es lo que siento en el ambiente a mi alrededor.

Anoche a penas y pude pegar un ojo. No dormí nada en realidad, y aún así no siento cansancio. No siento nada más, que éste nudo que se ha instalado en mi estómago. La depresión.

La puerta de mi habitación suena anunciando a alguien, se abre y revela la figura de mi papá.

—Todas las maletas están en el auto. ¿Necesitas que lleve algo más?— su expresión dolida, no hace más que apretar el nudo en mi estómago.

Aclaro mi garganta y me pongo de pie —No. Eso es..., eso es todo. Yo llevaré mi mochila —introduzco mis manos en los bolsillos traseros de mis jeans y aparto mi vista de él.

—¡Será mejor que bajemos!

Simplemente asiento y tomo la mochila que descansa sobre mi cama. Papá avanza hacia la puerta, y yo lo sigo para salir; no sin antes, echar un último vistazo a la que era mi habitación. Finalmente se llegó el día de abandonarla y mudarme.

Al descender a la primera planta de la casa, me encuentro con mamá y Julissa en la sala. Quienes tienen esa misma expresión triste en su rostro. Como si sus ojos gritaran un: ¡QUÉDATE POR FAVOR!

Derian entra por la puerta principal y echa un vistazo a todos en la sala.

—¡Es hora!— no me pasa desapercibido el tono triste en su voz.

Asiento y mi corazón se quiebra al instante en que volteo mi vista hacia donde papá, tiene abrazada a mamá en un gesto reconfortante. Avanzo pesarosamente hacia ellos, y me envuelven en un abrazo cálido.

Ese abrazo familiar que tanto odio, por la asfixia que me provoca, pero que justo ahora, se siente como si me abrazaran sin fuerzas. Me apego más a ellos, buscando más su abrazo. Suplicando que lo hagan con fuerza, para gravarlo en mi cuerpo y mente. Se siente como si nos quisiéramos hacer uno solo. Finalmente, me separo de ellos y beso la mejilla de mamá y luego a papá.

—¡Ve con cuidado!— es mamá quien se anima a hablar —No olvides estar en comunicación con nosotros y ven a visitarnos luego— su voz se quiebra un poco —Te amo linda. Mi niña —y una vez más me envuelve en un abrazo urgente.

—No hables con extraños y evita las malas amistades, las drogas y el alcohol— papá, intenta poner su típico discurso cómico, para restarle tensión al momento y lo logra, ya que nos hace reír un poco a todos —.Te amo hija. ¡No tienes idea de cuánto te vamos a extrañar!— sus brazos me envuelven una vez más y puedo sentir quebrarme por dentro.

—¡También voy a extrañarlos!— logro hacer un esfuerzo por hablar sin llorar.

Finalmente, me aparto de ellos y me encamino a la salida. Al pasar por Julissa, la abrazo y me despido.

—Buena suerte mi niña. No te olvides de la tía July, ¿okay?— sonríe mientras me toma por los hombros.

—Claro que no. ¡No lo haré!— digo en respuesta y luego acomodo la mochila sobre mi hombro.

—Cuida de mi chico, ¿sí? Asegúrate que no se meta en problemas. Ni con chicos ni con chicas— me guiña un ojo y sonrío asintiendo.

Salimos de la casa y avanzamos, hasta donde el auto está estacionado. Por la ventana, deposito la mochila que traigo y espero por Derian. Quien se despide de su mamá y mis papás. Luego de muchos consejos de madre; supongo, se aleja de July y avanza hacia el auto.

—¡Cuídala por favor, Derian!— papá alza su voz para que lo escuche. —Te envío como su guardaespaldas —una amplia sonrisa surca su rostro y mamá niega con su cabeza riendo.

—¡Por supuesto, John!— él asiente —.Yo me encargo de vigilarla —ríe y sacude su mano en un gesto de despedida y entonces, avanza hasta el lado del conductor. Yo me introduzco en el asiento del copiloto y abrocho el cinturón.

Un suspiro entrecortado, brota de mi boca y lucho con todas mis fuerzas, para evitar echarme a llorar como niña chiquita. Por la ventana, veo a las tres personas paradas en el jardín que nos despiden. Siento que mi corazón se hace chiquito. Me abrazo a mí misma y me hundo en el asiento.

—Tranquila. No es una despedida para siempre —Derian intenta reconfortarme y lo agradezco.

—Lo sé. Pero aún así no deja de doler— me quejo mientras veo que salimos de la calle de donde solíamos vivir.

—Libertad, fiestas; tareas y dolores de cabeza: ¡allá vamos!— él dice con emoción y da un pequeño grito eufórico, lo cual me saca una carcajada.

—¡¡Vamos!!— utilizo el mismo tono eufórico de él y reímos mientras avanzamos hacia nuestro destino. A pesar de mi tristeza, él siempre logra hacerme reír.



**~**


A las 11:07 de la mañana, entramos a Westwood boulevard.

Me siento cansada y aburrida. Hace mucho que salimos de casa y mi espalda duele, por el largo trayecto sentada. Según lo que ya he visto, es una ciudad más como papá lo dijo. La vida aquí parece de lo más normal. Según google maps, no estamos tan lejos de llegar a la zona universitaria y los complejos habitacionales. Por suerte, el lugar donde habitaremos, no está tan lejos del centro. Sólo será cuestión de minutos, para llegar hasta acá.

—No sé tú, pero mi estómago ruge— Derian me saca de mis cavilaciones y volteo mi vista hacia él. Estaba contemplando cada local, cada negocio y calle.

—Estaría bien buscar algo de comer. Creo que está temprano para el almuerzo, pero aún no hemos desayunado— realmente también tengo hambre. Hace como una hora, que comimos unas galletas que July preparó.

—Voy a estacionarme por acá y caminamos en busca de algo, ¿te parece?— su vista busca un espacio, entre el pequeño estacionamiento al lado izquierdo.

—De acuerdo. ¡Empecemos a conocer mejor el lugar!— empiezo a dar una ojeada a los lugares más cercanos.

Derian apaga el motor una vez estacionado y baja del auto, colocando el seguro a la puerta. Yo imito su gesto y bajo también.

Al instante en que camino hacia la acera, observo todo a mi alrededor: las tiendas, las personas y hasta las señalizaciones. Una brisa fresca y un poco matutina, alborota mi cabello. El clima es realmente fresco por acá, creo que al igual que en el centro de Los Angeles, el invierno recién ha empezado.

—¿Vamos?— la voz de Derian me llama y lo sigo de cerca mientras avanzamos por la avenida.

—El lugar parece tranquilo, ¿no crees?— elevo mi voz para que pueda escucharme.

—Sí. De hecho es agradable. En cuanto nos instalemos, tendremos que venir a dar un paseo —sonríe y se detiene antes de cruzar una calle.

Cuando cruzamos, en la esquina al otro lado, localizo un pequeño restaurante: California Pizza Kitchen, se lee en el enorme letrero, que cuelga verticalmente en la entrada.

—¿Qué te parece eso?— señalo el lugar y él asiente.

—¡Excelente!. Primera parada: California Pizza Kitchen —hace su voz más ronca, y utiliza el tono de un guía turístico. Coloca su brazo alrededor de mi cintura y yo abrazo su torso y así, avanzamos hacia el lugar.

Ingresamos al local; e inmediatamente, el olor a salsas y especias, inunda mis fosas nasales. Aún está temprano, por lo que en el lugar se encuentran pocas personas.

Avanzamos hacia una mesa de esquina y nos sentamos uno frente al otro. Segundos después, nos aborda una chica rubia, con un vestido negro con el cuello color rojo y algo así, como una especie de mini pizza, bordada al lado izquierdo de su pecho. Encima lleva un delantal blanco y un par de menús en sus manos.

—¡Bienvenidos! Mi nombre es Dalhia y será un placer atenderlos. Acá están los menús para que puedan decidir su orden— la chica deposita los menús frente a nosotros y nos ofrece una radiante sonrisa.

—¡Gracias!— Derian responde y luego empieza a echar una ojeada al menú y yo imito su gesto.

Por curiosidad, observo por el rabillo del ojo, a la chica que se aleja un poco de la mesa, pero no se retira del todo.

La sonrisa radiante, aún está en su rostro. Debe ser un poco cansado hacer eso, cada vez que llega un cliente. Haciendo esto todos los días, sus facciones alrededor de la boca, seguro han de estar entumecidas.

Dirijo toda mi atención al menú frente a mí y a la cantidad inmensa de especialidades en pizza que tienen, además de ensaladas y otros tipos de platillos.

Finalmente, decido un combo que trae: una pizza personal de carne, una especie de chiqui panes con aderezo y un vaso de soda. Derian elije una ensalada gourmet, una pizza personal de jamón, y soda. La chica toma nuestras órdenes y se retira llevándose los menús.



Hace unos minutos, que Derian se levantó para ir al baño y yo estoy acá, sentada observando todo el local.

La iluminación es tenue, las paredes están pintadas de un color naranja pálido y las columnas en las esquinas, son de color café; de las paredes cuelgan hermosos cuadros decorativos. Algunos de platillos que ofrece el lugar, otros de paisajes, algo así como del viejo oeste. En el espacio central de la pared más ancha, hay un cuadro a blanco y negro; tiene dos personas: una mujer de avanzada edad y junto a ella, un hombre con barba y bigote, que luce bastante mayor. Son los fundadores según el letrero arriba del cuadro.

Sigo con mi recorrido por el lugar, y me enfoco en las mesas: son de madera minuciosamente tallada, al igual que las sillas. El piso es llamativo; a pesar de que es cerámica, luce como si fuese madera pulida y barnizada. El lugar es realmente acogedor y de buen gusto para mi ver.

La vibración del teléfono en el bolsillo de mi jeans, me hace saltar del susto. Saco el teléfono y al encender la pantalla, observo que brilla en la esquina, el ícono de mensaje. Al abrirlo, mi corazón se acelera un poco y me siento ansiosa.

El remitente es Jaden, e inmediatamente empiezo a leerlo.

"Hola, Alys. Recordé que el día de hoy te mudarías. Imagino ya estás en Westwood. ¿Cómo va todo?"

Mis ojos se abren con asombro por el contenido. Uno: por el diminutivo que usa con mi nombre: Alys. Normalmente me llaman Aly, pero como él me llama, extrañamente me gusta. Y Dos: porque recordó que hoy me mudaría, y aún más, recordó a dónde me mudaría. Decido escribir una respuesta, cuando la mesera llega a la mesa.

—Acá está su orden: dos pizzas personales, una ensalada y dos sodas —repite la orden, mientras deposita uno a uno los platillos. —¿Algo más en lo que pueda ayudar?— pregunta con la misma sonrisa en su rostro. Yo le devuelvo el gesto radiante, porque justo ahora me siento de buen humor.

—Por el momento no, gracias. ¡Muy amable!— sonrío una vez más y ella igual. Asiente y se retira.

Sin esperar otra interrupción, escribo mi respuesta:
"Hola. Pues, si ya estoy lejos de casa. Estoy empezando a conocer el lugar."

Envío la respuesta y guardo mi celular, al tiempo que Derian llega y se sienta.

Inhala el olor del platillo frente a él —¡Ésto se ve delicioso!— dice encantado y tomando los cubiertos, empieza a dar bocadillos a la ensalada.

—¡Muero de hambre!— digo al tiempo que tomo uno de las panecillos, y lo introduzco en el depósito del aderezo. Creo que es lo mejor que he probado. El sabor salado, junto con la mantequilla y salsa que creo que lleva el aderezo, es grandioso. Doy otro mordisco —¡Dios!, ¡Esto está realmente delicioso!

—¡Ésta ensalada, está jodidamente deliciosa!— río cuando él habla, porque su voz se escucha atorada por el bocado en su boca.

Abro mi boca para decir algo, pero mi celular suena y la cierro de golpe. Trato de lucir despreocupada, cuando lo busco para leer el mensaje, pero la ansiedad me invade.

"Excelente. Talvez algún día necesites salir a dar un paseo. Puedo ser tu guía turístico si lo permites "

Y el nerviosismo me invade aún más.

«¿CÓMO QUE PUEDE SER MI GUÍA TURÍSTICO?, ¿A caso él está aquí en Westwood? ¡¡Dios no!!»

Por suerte, Derian está súper absorto en su degustación e ignora mi rostro, de seguro pálido y además de eso, mi nerviosismo. Tengo que averiguar si está aquí. No puede ser. Sería demasiada coincidencia. ¿O es que está siguiéndome? Me siento paranoica y pienso miles de escenarios, todos tan ridículos e improbables.

Me obligo a evitar, que eso me arruine el momento delicioso que tengo con la pizza y los panecillos, así que guardo mi teléfono una vez más, sin responder el mensaje y empiezo a dar bocadillos a mi pizza.

Una vez más, mi teléfono suena pero trato de ignorarlo.

—¿Sucede algo?— Derian me observa con curiosidad y da un sorbo a la soda.

—No es nada. Es Meredit haciendo cientos de preguntas sobre el viaje— trato de lucir casual y no nerviosa.

Afortunadamente lo logro, ya que él luce convencido y continúa comiendo la ensalada.
—Bueno, dale un poco de envidia con esta exquisita comida —dice con el bocado en su boca.

—¡No hables con la boca llena!— lo regaño y ambos reímos.

Me obligo a sacar el celular y leer el mensaje de Jaden.

Mi sonrisa desaparece, mi corazón da un vuelco extraño y se acelera. No puedo creer lo que leo:

Sorpresa! Estoy en Westwood, Alys"

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