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CAPÍTULO 7

Llevo cerca de diez minutos, sentada en una banca de madera que se encuentra en las afueras del centro comercial. He venido a saldar mi deuda o algo así. Espero a Jaden, para entregarle su chaqueta. Faltan siete minutos para las nueve.

Luego de esa extensa conversación que tuvimos ayer, admito que tuve un poco de dificultades para dormir. Justo ahora, no me encuentro tan bien de mis nervios que se diga, no he dejado de torturar -como dice Meredit- mi dedo meñique. De vez en cuando, desvío mi atención a jugar con la bolsa plástica, que contiene la chaqueta de cuero de Jaden.

No sé a qué entrada dirigir mi atención, no sé por qué lado va aparecer y eso me tiene viendo hacia todas direcciones. Me dijo que vendría, con una playera azul marino y un jeans negro, para que me fuera más fácil reconocerlo. Por mi parte, tuve que hacer la breve descripción, del desgastado y roto jeans gris y la camiseta negra que traería.

Suspiro, mientras observo con impaciencia hacia todos lados, me detengo unos instantes, en un chico que viste una camisa azul e involuntariamente, mi corazón acelera su ritmo. Un suspiro de alivio me invade, cuando claramente me doy cuenta que no se trata de Jaden.

Estoy a punto de mover mi vista del lugar, cuando alguien se sienta con brusquedad a mi lado y se me escapa un pequeño grito del susto.

—¡Wow! ¡Tranquila!— la voz extrañamente familiar de Jaden, llega a mis oídos y al instante que volteo, me encuentro con su rostro que muestra una amplia sonrisa divertida; la cual, me da una vista de toda su dentadura y sus ojos azules me observan con diversión.

—¡Jesús! ¡Me vas a matar de un susto!— chillo molesta, pero aún así sonrío.

—No. Mi nombre es Jaden, no Jesús— corrige luciendo serio y una pequeña risa se me escapa por ello.

—¡De todos modos me asustaste!— me quejo un poco más.

—Lo siento —se disculpa y me observa de una manera que me pone nerviosa. —Y dime: ¿llevas mucho esperando?

—Más de lo que me gustaría —finjo disgusto, pero él alza una ceja con incredulidad —¿Se te pegó la cobija, señor puntual? Creí que estabas ansioso por esto —levanto la bolsa plástica de mi regazo y la empujo en su dirección.

Jaden la toma y parece complacido —¡Te extrañé tanto!— finge emoción, mientras abraza la bolsa, como niño chiquito abrazando un oso de peluche.

—Bien señor melancolía...— me pongo de pie antes de continuar —,he saldado mi deuda.

Se pone de pie inmediatamente, y un atisbo de nerviosismo se refleja en su rostro y parece tímido con lo que sea que quiera decir.

—Si creo que sí...— su voz suena insegura y parece tener una lucha entre hablar o quedarse callado. Se aclara la garganta y hunde sus manos en los bolsillos de su jeans —¿Te parece si vamos a tomar algo? Digo, si no te molesta claro...— luce nervioso realmente y me obligo a reprimir una risa por ello.

—No me parece tan mala la idea —sonrío, pero maldigo para mis adentros, por estar aceptando esto.

—¡Bien! Me encargaré de que te parezca una excelente idea— sonríe complacido por mi aceptación y me guiña un ojo.

Sin decir nada más, empezamos a caminar en dirección a la entrada. No me pasa desapercibido, el hecho de cuán alto luce a mi lado, ahora que caminamos. Tampoco puedo evitar, echarle una ojeada exhaustiva, por lo atractivo que se ve. Reprimo una sonrisa, cuando observo cómo dos chicas que pasan a su lado, lo observan y susurran cosas una a la otra.

No me sorprende que llame la atención. Un chico como él, llama la atención de cualquier chica. Tampoco ignoro, la forma en la que algunas chicas me ven. De seguro estarán pensando, qué rayos soy de él. O lo más seguro: ¿qué hace un chico como él, con una chica como yo?

—Estoy seguro que arriba hay un excelente lugar donde podemos ir —su voz ronca, me saca de mis cavilaciones y fijo mi vista en él.

—¡Bien!, ¡Vamos entonces!

—De acuerdo. Acortemos el camino —se detiene, justo a unos tres metros del ascensor. Mis entrañas se revuelven con la idea y trato de evadir esa insinuación, sin parecer una loca traumada.

—Prefiero caminar. Claro si no te importa —ruego al cielo, porque no trate de hacerme entrar a esa cosa.

—De acuerdo. Por mí no hay problema. Tengo tiempo —se encoje de hombros y me regala una sonrisa, que ayuda a disminuir la tensión.

Avanzamos hacia las gradas eléctricas, para ir al segundo nivel del centro comercial. Recorro con mi vista la tienda de ropa que hay a un lado de escaleras. De pronto, alguien se aclara la garganta y sé de antemano que es Jaden. Instintivamente, dirijo mi vista hacia él.

—¿Piensas seguir estudiando o trabajarás?— suena como si tratara de saber más de mí y me extraña, por eso frunzo mi ceño.

—¿Estoy en un interrogatorio?— bromeo un poco. Salimos fuera de las escaleras y avanzamos hacia la izquierda, por indicación de él.

—Algo así. Creo que me gustaría saber más de ti. Puedes hacer preguntas también —su voz es despreocupada y tal como lo pensé, sí quiere saber más de mí.

—De acuerdo. Respecto a tu pregunta, pues pienso hacer ambas cosas.

Un asentimiento es su respuesta y se detiene frente a la entrada de una cafetería. Abre la puerta para mí y entro al local. Nos dirigimos hacia la barra para ordenar, mientras que un chico nos atiende. Yo elijo un café moca y una porción de cheesecake. Jaden elige un pay de manzana y como bebida un capuchino. Tomamos las bandejas y caminamos hacia la última mesa de la esquina.

Nos sentamos uno frente al otro y yo empiezo a agregar, el contenido del pequeño sobre de azúcar en mi café.

—Ambas cosas, ¿eh?— se recarga con sus codos sobre la mesa observándome. Después de unos segundos, imita mi acción con su sobre de azúcar y su café. —¿Puedo saber dónde estudiarás?— suena curioso y a pesar de que aún es un extraño y no debería contarle tanto acerca de mí, respondo a su pregunta.

—Pues iré a la UCLA —me encojo de hombros, para luego dar un pequeño sorbo al café. Cuando levanto mi vista hacia él, lo observo con expresión de sorpresa.

—¿En serio?— pregunta y yo asiento —¡Excelente! Es una buena universidad. ¿Qué piensas estudiar?

—Me gusta publicidad. Aunque estoy considerando también algo de relaciones internacionales.

—Son buenas carreras. Muy buenas a decir verdad. Si es lo que te gusta, será buena elección —baja su vista al vaso térmico de su café y toma un sorbo.

—Creo que sí...— pienso unos instantes qué decir y luego prosigo —¡Mi turno!— eleva su vista hacia mí y una sonrisa torcida se dibuja en su boca mientras asiente.

—¡Adelante!— se recuesta en el respaldar del asiento, con una postura desgarbada.

—¿Estudias o trabajas?— no es lo que quiero preguntar realmente, pero decido iniciar por eso.

—Estudio —una pequeña risa lo asalta y continúa —Te sorprenderá, pero estudio ingeniería.

—No entiendo por qué habría de sorprenderme —me encojo de hombros y antes de que pueda responder algo, le hago una nueva pregunta. La que realmente quiero hacer desde hace mucho  —.¿Qué hacías en la fiesta de mi graduación?— luce como si mi pregunta lo hubiera tomado por sorpresa. Endereza su postura y da un mordisco al pay de manzana. Estoy segura que está pensando qué responder.

—¿Importa?— responde sin verme y yo me coloco en la misma postura desgarbada que él tenía hace unos instantes y me cruzo de brazos. Niega con la cabeza y sonríe. Se aclara la garganta. —Estaba ahí porque..., porque mi prima se graduó ese día también. Mi tío me obligó a ir.

No sé si dice la verdad, pero no quiero -no debo- exigirla —¡Que casualidad!— digo, me siento más erguida y doy un mordisco al mi postre.

—¿Encontrarte ahí? ¡Claro una gran casualidad!— juega un poco con el palillo en su café —Por cierto..., si estudiarás en la UCLA, ¿tienes cómo viajar hasta allá?— su curiosidad no tiene fin.

—No, de hecho..., de hecho me mudo dentro de dos días más— pronunciarlo en voz alta, últimamente, ha sido lo más doloroso y lo sigue siendo ahora.

—¿En serio? ¿A dónde? Bueno, disculpa si hago muchas preguntas. A veces suelo ser un poco entrometido —ríe y me observa un poco apenado.

—¡Sí, lo eres!— bromeo pero luego aclaro —Es broma. Pues, me mudaré a Westwood, es el lugar más cercano y el lugar donde conseguimos un lugar para habitar.

Claramente, lo veo reprimir una sonrisa de... ¿satisfacción?

Oculta la sonrisa, y trata de ponerse serio —Hablas en plural. ¿Irás con alguien más?

—Sí. Aam, iré con mi hermano. Estudiaremos juntos allá, aunque distintas carreras obvio —no reparo en dar explicaciones, acerca de la relación de hermanos que tengo con Derian, aunque no lo seamos realmente. No es como si Jaden deba saberlo.

—Creí que dirías con tu novio —  no sé si busca que le diga mi estado civil, pero no le diré.

Está a punto de decir algo más, cuando su teléfono suena en algún lado. Se mueve en su lugar, intentando sacarlo de su bolsillo trasero. Maldice, cuando la tarea se vuelve dificultosa y reprimo una risa.

Observa al remitente en la pantalla y me ofrece una disculpa, para luego tomar la llamada. Dice algo, acerca de no tener tiempo justo ahora y me queda claro, que tendrá que retirarse, ya que dice, a quien sea que esté al otro lado de la línea, que hará lo posible por llegar temprano. Después de unos monosílabos más cuelga la llamada.

—Lo siento —se disculpa una vez más y guarda su teléfono —Alys, me tengo que retirar —veo algo de pena en su expresión y parece que también... ¿tristeza?

—No hay problema. Entiendo —me las arreglo para sonar despreocupada, pero odio sentirme afectada por esa noticia. Quería pasar un momento más con él. Después de todo ya no lo veré.

—En verdad me gustaría quedarme. Hay muchas preguntas que tengo pendientes — me guiña un ojo y mi corazón se acelera ante su gesto.

—¿Más preguntas?— bromeo y luego doy el último sorbo al moca.

—Sí. ¡No tienes idea de cuántas más!— se pone de pie y yo estoy apunto de copiar su gesto cuando él me detiene   —Quédate aquí, iré a cancelar y ahora vuelvo —sin que pueda reprochar algo para evitar que cancele lo que yo consumí, se gira sobre sus talones y avanza hacia la caja.


Salimos de la cafetería y avanzamos para descender al primer nivel. Jaden no ha parado de reír por la chica en la cafetería, que penosamente, se dobló el pie por sus extremadamente: tacones altos. Además no ha parado de hacer bromas y hacer unas cuántas preguntas más, yo por su puesto he hecho las mías.

—En serio. ¿Cómo caminan con esos inmensos tacones? ¿Les gusta caerse?— habla entre risas. Veo que aún no supera el incidente de la chica.

—Por esas razones, no suelo usar tacones. Soy chica, pero no creo que arriesgarse a una caída, solo por lucir bonita, sea necesario.

—¡Tú luces bonita! Con o sin ellos.

No puedo evitar sonrojarme.

Llegamos a la salida y no sé qué rumbo vaya a tomar él, pero me detengo, para indicar que es hora de irme.

—Bueno Jaden, un gusto verte. He saldado mi deuda y gracias por el café.

—Eso suena como una despedida — bromea y yo niego con mi cabeza riendo.

—¿Y no lo es? ¡Porque yo creo que sí!— sueno tan deprimente y me odio por eso. No puede ser que me sienta triste por eso.

—Por el día de hoy sí. Pero quien sabe y te vuelva a ver— me guiña un ojo y ese gesto sigue haciendo estragos en mi sistema nervioso —.Me encantaría llevarte a tu casa, pero tengo un compromiso. Así que sólo cuídate, ¿sí?

—No hay problema. Sé cómo llegar a casa —bromeo una vez más y le regalo una sonrisa.

—Bien. De todos modos, podrías informarme cuando llegues, ¿te parece?— su gesto me saca de balance aún más y no sé qué decir.

Me las arreglo para no hacer notar el nerviosismo en mi voz —Bueno. ¡Adiós, Jaden!

Se acerca un poco y me sonríe tan cálidamente. Coloca una mano sobre mi hombro y su expresión se vuelve aún más amable —No, Alys. ¡Hasta pronto!— sin dejarme decir nada más, se marcha y se pierde entre la gente.

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